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domingo, 23 de diciembre de 2012

Salvemos a la economía de los economistas

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Por Antonio Argandoña
A sus 101 años de edad, Ronald Coase, premio Nobel de Economía en 1991, sigue activo. Mi colega del IESE Rafael Andreu me ha hecho llegar un artículo de una página que acaba de publicar la Harvard Business Review, en el número de diciembre de 2012, con un título en inglés cuya traducción en castellano viene a ser la que he puesto en esta entrada.
“La economía que presentan ahora los libros de texto y que se enseña en las clases no tiene mucho que ver con la dirección de empresas, y menos aún con la iniciativa emprendedora. El grado de aislamiento de los economistas respecto de la vida de las empresas es extraordinario y desafortunado”. Coase señala algunas de las causas de ese aislamiento: los economistas escriben para ellos mismos; su enfoque es demasiado teórico y se aleja de los problemas de la vida real; su enfoque, demasiado estático, se centra en la asignación de recursos, y sus instrumentos son demasiado abstractos y especulativos. “La separación de la economía respecto de la vida real ha dañado gravemente a la comunidad empresarial y a la disciplina académica”, de modo que, al final, se ha convertido en una herramienta para la gestión de la economía por el Estado. “Para esta disciplina es suicida el deslizamiento hacia una ciencia dura de la elección, ignorando las influencias de la sociedad, la historia, la cultura y la política en la operación de la economía”.
Me parece que alguna de las opiniones de Coase merecerían alguna precisión. Hay muchas “economías” científicas, y algunas de ellas trabajan cerca de los temas de la empresa y la iniciativa emprendedora, y prestan atención a los factores sociales, políticos y culturales. Pero, si no bajamos a detalles, Coase tiene razón. ¿Su conclusión? “El conocimiento vendrá solo si la economía puede reorientarse como el estudio del hombre, que eso es, y del sistema económico, tal como existe”.

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