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lunes, 18 de febrero de 2013

Economía de modernos: el temor al déficit está en boga

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Soldados del Ejército de  Estados Unidos, en Bagdad.
Allá por los comienzos del desastre de Irak, me enteré de que el Ejército tiene una expresión para la manera en que algunas ideas extremadamente dudosas no solo llegan a aceptarse, sino que se consideran certezas.
"La amplificación incestuosa" se da cuando un grupo cerrado de personas se repiten lo mismo unos a otros, y cuando aceptar las ideas preconcebidas del grupo se convierte en la entrada necesaria para ser parte del grupo de modernos. Un concepto básicamente erróneo -por ejemplo, que es imposible que los alemanes ataquen a través de las Árdenas- se convierte en parte de lo que todo el mundo sabe, en donde "todo el mundo" significa por definición solo la gente que acepta el concepto erróneo.
Pudimos observarlo en los prolegómenos de la guerra de Irak, cuando propuestas perfectamente claras –las razones para invadir Irak eran muy débiles, la ocupación tenía todas las de convertirse en una pesadilla- no solo se rechazaban sino que se suprimían totalmente de la conversación; si uno se planteaba siquiera esas posibilidades, no era una persona seria, independientemente de cuáles fueran sus credenciales.

Y esto me lleva al debate fiscal, que se caracteriza por la forma particular de amplificación incestuosa que Greg Sargnt, analista de The Washington Post, llama circuito de retroalimentación del déficit de Washington.He escrito sobre mi reciente aparición en Morning Joe y sobre la reacción del anfitrión Joe Scarborough en una columna escrita para Politico, que fue insistir en que casi ningún economista tradicional comparte mi punto de vista de que el temor al déficit se ha exagerado enormemente.
Como señalaba Joe Weisenthal, de Business Insider, en una publicación titulada 'Once personas que Joe Scarborough debería conocer antes de escribir otra columna sobre el déficit', lo cierto es que entre aquellos que han expresado puntos de vista muy parecidos al mío se encuentran el jefe de economistas de Goldman Sachs; el exsecretario del Tesoro y expresidente del Consejo Económico Nacional; el exvicepresidente de la Reserva Federal; y el subdirector de economía de Financial Times.
La cuestión no es que esta gente tenga necesariamente razón (aunque la tengan), sino que el intento por parte de Scarborough de argumento por medio de la autoridad se rebate fácilmente con un repaso, por casual que sea, de las recientes opiniones expertas sobre economía. Pero esta gente no forma parte del grupo de modernos, y si alguna vez llegan a entrar en la conversación del grupo de modernos, es solo a fuerza de embarullar su mensaje lo suficiente para que el grupo de modernos no lo entienda.
Y naturalmente, a estas alturas, toda la gente muy seria ha ligado su reputación hasta tal punto con la doctrina oficial que casi literalmente no puede ni oír ninguna prueba de lo contrario.
© 2013 New York TimesTraducción de News Clips.

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