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“Las botas de goma se quedaban “chupadas” en una masa parda, había que caminar sacando con cuidado cada pierna… la primer impresión: era mierda… a pesar de estar prohibido suelen verse camiones atmosféricos descargando ”. Es la descripción de un vecino de Luján que había entrado a dejar sus bolsas de desperdicios al basural sobre la ruta 192 y caminando sobre la basura, tuvo esa desagradable experiencia, sin embargo la sorpresa vino luego: “…en el esfuerzo por no quedar empantanado, levantaba los pies y así pude ver con sorpresa, que la crema parda y pegajosa estaba en potes plásticos: era dulce de leche, había infinidad de envases semi–enterrados”.
Había olvidado esta experiencia pero volvió a mi memoria cuando se suceden una serie de noticias y comunicados desde varios lugares del mundo: un trabajo francés sobre Gaspillage alimentaire : DESPERDICIO DE ALIMENTOS, (France Nature Environnement); desde Méjico se asegura que cada día se desperdician 31 mil toneladas de comida en buen estado. La cura contra el hambre comienza conociendo los números del desperdicio (Vanguardia/Especial); recientemente en entre nosotros, Primicias Rurales publica un cable fechado en LONDRES, 10 Ene 2013 (AFP) – Casi la mitad de los alimentos producidos en el mundo, es decir unos 2.000 millones de toneladas anuales, termina en la basura, según un nuevo informe publicado este jueves por una organización británica que insta a luchar urgentemente contra este despilfarro.
Según el informe francés “El mundo puede producir suficiente comida para alimentar a 6 mil millones de personas en el planeta. Sin embargo, 82 países no cuentan con alimentos suficientes para mantener a toda la población decentemente. En Francia, se toma un promedio de 21% de los alimentos que compramos, lo que representa 5,6 millones de toneladas de desperdicios de comida por año, o 89,9kg anuales per cápita. El costo de esta increíble cantidad de desechos de alimentos a 430 euros por habitante y por año”.
Según France Nature Environnement, “cada año se tiran unos 7 kilos de productos sin abrir y no utilizado por persona alguna”. De acuerdo con un estudio realizado por Verdicité y FNE, se puede estimar que los residuos de alimentos representan el 10% de los residuos domésticos y similares. Los hogares tiran, en promedio, entre 500 y 1500 € al año de alimentos aún posibles de consumir. El coste energético de los residuos de alimentos. La comida es la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero. Desde la producción hasta la gestión de residuos, el ciclo de vida de un alimento francés significa alrededor del 20% de sus emisiones diarias totales”.
La Vanguardia de México, en el artículo mencionado, asegura: Cuesta trabajo pensar en la cantidad de comida que desperdiciamos diariamente en todo el mundo. Y el problema es que lo hacemos de forma inconsciente. Reconozco ser culpable de haber desperdiciado comida en más de una ocasión y por las razones más simples. ¿No hay espacio en el refri? Adiós. ¿Venció un día la fecha de caducidad? A la basura, sin remordimientos.Pero cuando este tipo de decisiones se multiplican por los millones de hogares en México y el mundo, entonces se convierte en un problema global.
Casi la mitad de los alimentos producidos en el mundo, es decir unos 2.000 millones de toneladas anuales, termina en la basura, así asegura un nuevo informe publicado el jueves 10 de enero 2013 por una organización británica que insta a luchar urgentemente contra este despilfarro. La presión sobre los recursos alimentarios, que este despilfarro produce se debe a múltiples factores, incluidos la falta de estructuras adecuadas, las estrictas fechas de caducidad, las ofertas comerciales que obligan a comprar en cantidad y las manías de los consumidores.
El informe, que lleva por título “Global Food, Waste Not, Want Not” (Comida Mundial, no desperdicio, no quiero) subraya que entre 30% y 50% de los 4.000 millones de toneladas de alimentos que se producen anualmente en el planeta nunca llegan a consumirse.Sólo en el Reino Unido, hasta el 30% de los cultivos de hortalizas no se cosechan porque su apariencia no cumple los criterios exigidos por los consumidores.
Es entonces que sentí la necesidad de escribir estas líneas que me han hecho reflexionar y espero hagan reflexionar a quien las lea, tratando de tomar conciencia de algunos aspectos que NO SE ANALIZAN EN LOS INFORMES MENCIONADOS. Comenzando por definir que los mayores porcentajes de desperdicios están causados por la agroindustria, donde aparece “el valor agregado” , recordemos al pasar que el ya casi olvidado Plan Estratégico Agroalimentario (PEA2) lanzado con bombos, platillos y muchos subsidios, el 14 de mayo de 2010, que centraba sus expectativas en el valor agregado: ¿no sería correcto decir precio agregado? En realidad al alimento materia prima no se le suma (agrega) valor nutricional, el agregado es energético ya que no mejora la natural calidad del alimento, por el contrario, a poco que pensemos, los agregados “nutricionales” solo son argumentos de venta. ¿Por qué agregarle hierro ( de dudosa asimilación) a la leche? En una alimentación equilibrada, variada, el hierro será aportado por otro alimento. El arroz dorado GM, encerraba la misma concepción, arroz con beta caroteno, no sería necesario consumir zanahorias, batata o zapallo.
¿Hay alimentación más eficiente que el alimento local con el ciclo más corto posible: SOL (única fuente de energía) LECHUGA – INGESTA inmediata – local; este ciclo reduce el insumo externo, no necesita valor agregado, no hay trasporte que exija combustible fósil para su traslado y en especial debemos apuntar NO hay generación de basura (auténtica basura 0), algo que está fuera de los informes, la agroindustria y “el valor agregado” en packing, etiquetas, plásticos y “tetras”, la disposición de estos residuos es un drama de los centros urbanos que insume energía y contamina.
Mi experiencia relatada al comienzo, viene a cuento de la fecha de vencimiento, consecuencia del « valor agregado ». Luego de escuchar el relato, averigüé que es frecuente que partidas de alimentos, retirados de las góndolas, por haber llegado su fecha de “vencimiento”, sean tirados, en este sumidero y en tantos otros del país, algunas panificadoras multinacionales retiran sus panes “vencidos” y los utilizan para alimentar cerdos… Me informé que, por temor a demandas no se ofrecen esos alimentos a merenderos, comedores u ollas populares; además me aseguraron off de record, que en Mar del Plata había un arreglo con “cartoneros” que esos alimentos los dejaban acomodados en lugares previamente convenidos. El tema preocupa hace tiempo y parece que existe un proyecto de ley “del buen samaritano” que habilitaría la donación de esos alimentos sin responsabilidad para el fabricante.
Esa fecha siempre me resultó confusa y llama la atención que es la más leída por los consumidores ¿alguna abuela que se precie de serlo pondría fecha a sus mermeladas?
Expresiones como “Usar antes de “ , “ preferible utilizar antes de “, son solo expresiones del “agroindustrial que agregó valor¿¿¡¡??” Me pregunto si al día siguiente de “vencido”… no se podrá consumir? ¿Estamos ante un caso similar de querer establecer zonas sin pulverizaciones de 500 , 1000 metros y… 499, 999 es distinto a 501 ó 1001 metros, es biología verdad??
Hay comentarios que este año en el Reino Unido se pondría en práctica una propuesta para dejar de colocar la fecha de vencimiento en alimentos, esta iniciativa es de Curbing Food Waste UK y trata de frenar el desperdicio de comida con valor de 18 mil millones de dolares que se desecha anualmente.
Una estimación de FAO hasta el año pasado, el desperdicio de alimento per cápita / año es: Europa y Norteamérica: 115 kilogramos; América Latina: 25 kilogramos; Sudeste Asiático y África: 11 kilogramos.
Las cifras deberían ser suficientes para olvidar el slogan de los agronegocios que aseguran tener la llave para “terminar con el hambre del mundo”… suele suceder en esta sociedad del conocimiento que el miento es más frecuente que el conocer.
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