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sábado, 10 de agosto de 2013

El nuevo rumbo del crecimiento económico chino

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    Por 
  • MICHAEL J. CASEY
El "Li Keqiang put".
Este término se acuñó el mes pasado después de que el primer ministro chino reiterara que su gobierno tenía una meta de crecimiento de 7,5% para este año, calmando así a los inversionistas que se alarmaron cuando otros funcionarios sugirieron que el país podría tolerar un crecimiento inferior a 7%.
[image]La expresión es apropiada dado que China abandona una década en la que promedió un crecimiento de 10% para transitar a una era considerablemente más lenta e incierta. También se trata de una frase que apunta al dinero que perderán las empresas y los inversionistas si asumen, equivocadamente, que China puede tener una meta de crecimiento específica en forma indefinida.
La idea de fijar una meta de crecimiento formal –en vez de, por ejemplo, poner la mira en la creación de empleo, la mejora del bienestar social o la estabilidad de los precios– siempre ha sido problemática. Hasta hace poco, Beijing exigía a las autoridades municipales alcanzar metas mínimas de crecimiento, lo que creaba incentivos perversos que llevaban a los funcionarios locales a promover un crecimiento a corto plazo rápido y poco saludable, en vez de una expansión sostenible, gradual y saludable.Tiene semejanzas con los conceptos de "Greenspan put" y "Bernanke put", términos adoptados por los críticos de la Reserva Federal que argumentan que la Fed alimenta burbujas insostenibles de activos al alentar la creencia de que el banco central siempre apuntalará los precios.
Esto causó, de manera más prominente, a las famosas "ciudades fantasma". Pero la estrategia es ahora más que defectuosa; es imposible de emplear. Si China quiere implementar la transición que ha prometido hace tiempo desde una economía vertical liderada por la inversión a una en que el motor del crecimiento reside en los consumidores independientes chinos, la capacidad del gobierno para administrar metas macroeconómicas de crecimiento se verá severamente disminuida.
El problema para los inversionistas extranjeros y los presidentes ejecutivos de multinacionales es que muchos de ellos han basado sus planes de inversión en proyecciones para la economía china que asumen el mismo modelo de fijación centralizada de metas de crecimiento. (De ahí el inapropiado alivio cuando el primer ministro Li mencionó la cifra mágica de 7,5%).
Y a medida que la naturaleza y tasa de crecimiento de China se vuelven más impredecibles en el futuro, la demanda china podría ubicarse por debajo de lo que aquellas firmas proyectan en la actualidad.
Las altas gerencias de las empresas multinacionales "no comprenden del todo lo que implica esta transición", dice David Hoffman, director gerente del China Center for Economics and Business del Conference Board en Beijing.
El riesgo es que las firmas occidentales se queden con un exceso de equipamiento y empleados, adquiridos ante una expectativa de que China ofrecerá ingresos futuros más altos de lo que el nuevo modelo económico puede ofrecer.
Tome como ejemplo el sector minero. En Australia, las compañías de mineral de hierro avanzan con enormes planes de expansión en la región noroeste de Pilbara.BHP Billiton Ltd. BHP.AU +1.78% planea aumentar la producción anual a 207 millones de toneladas en el año que finaliza el 30 de junio de 2014, sobre los 187 millones de toneladas que produjo en los 12 meses previos. Y para fines de este trimestre el 30 de septiembre, Rio Tinto RIO.LN +5.01% PLC –competidor de BHP– habrá elevado su capacidad anual en Pilbara a 290 millones de toneladas de mineral de hierro, lo que se compara con los 245 millones de toneladas que produjo en los 12 meses al 30 de junio.
Estas expansiones se están llevando a cabo pese a la creciente acumulación de acero en China, el principal comprador del metal, y a pesar de la caída de 35% en los precios del mineral de hierro en los últimos dos años. Es más, según Ed Morse, jefe global de bienes básicos de Citigroup Inc., C -0.89% la demanda china de mineral de hierro aún es impulsada artificialmente por las tres grandes siderúrgicas de China, porque ellas están involucradas "en una guerra contra miles de pequeños productores" para establecer una participación de mercado dominante en la producción de acero. Se trata de una guerra que genera pérdidas y que "no puede durar para siempre". En otras palabras, la demanda china de mineral de hierro, el principal insumo para la producción de acero, debería caer aún más.
Rio Tinto declinó comentar al respecto. BHP también declinó referirse al tema. Sin embargo, una portavoz de BHP destacó un discurso que realizó en mayo el presidente ejecutivo de la compañía, Andrew Mackenzie, en el que abordó la desaceleración económica de China e indicó que debido a que "los mercados aún están creciendo desde una base mucho más amplia (...) el aumento absoluto de la demanda de nuestros productos sigue siendo sustancial".
No obstante, está claro que la desaceleración de China ha ensombrecido el panorama para los productores de bienes básicos de todas partes. Las minas de cobre, níquel y carbón en Australia, Latinoamérica y África se encuentran repentinamente expandidas en exceso.
No es solo la desaceleración, sino también la cambiante composición del crecimiento chino lo que importa a las empresas occidentales, y no hay una señal clara de que estén listas para eso. Además de hacer imposible cumplir metas numéricas explícitas de crecimiento, el cambio de China desde un modelo de crecimiento liderado por la inversión a uno impulsado por el consumo implica que la composición de las importaciones chinas cambiará. Habrá menos compras de maquinarias y metales industriales extranjeros, y más demanda de bienes de consumo.

China cambiará, independientemente de si Beijing puede o no controlarlo. Si los líderes empresariales extranjeros no se ajustan a los tiempos, espere que las pérdidas se multipliquen en muchas de las industrias que están expuestas al país.

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