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Cuba construye hoy una gigantesca terminal de contenedores en el puerto de Mariel, una rada de aguas profundas al oeste de La Habana que, con una millonaria inversión de Brasil, está llamada a convertirse en la principal puerta de entrada y salida del comercio exterior cubano.
El grupo brasileño Odebrecht, a través de su subsidiaria independiente Compañía de Obras en Infraestructura (COI), ejecuta el proyecto de ampliación del puerto del Mariel, unos 50 kilómetros al oeste de La Habana, la más importante inversión extranjera en marcha en la isla.
Desde 2010 se trabaja para convertir a esa rada en uno de los complejos portuarios más importantes de Cuba, con una inversión de unos 900 millones de dólares, financiada en 80 por ciento por el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil.
El financiamiento del enclave, considerado como una plataforma comercial decisiva si Estados Unidos levanta el bloqueo a la isla, se compone de un crédito dividido en cuatro pagos, que permitirá que la rada esté en condiciones de operación en 2014, bajo la administración de la Autoridad Portuaria de Singapur (PSA International).
De acuerdo con un reciente reporte de la televisión local, en diciembre próximo debe finalizar la construcción de los primeros 700 metros del nuevo muelle, una obra que presumiblemente será inaugurada por la presidenta brasileña Dilma Rouseff cuando venga a Cuba, en enero, a una Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Hace unas semanas, el buque chino Zhen Hua 10, que tiene 244 metros de eslora y 39 de ancho, fue el primer barco que llegó a las nuevas instalaciones portuarias aún en construcción, transportando cuatro grúas para la futura terminal de contenedores.
Esas enormes grúas, fabricadas en China, estarán montadas sobre carriles en las faenas de carga y descarga de contenedores de los barcos en el muelle.
La nueva instalación tiene la mira fija en que la ampliación del Canal de Panamá, en el año 2015, implicará un nuevo escenario para el comercio marítimo en la Cuenca del Caribe, en el cual se incrementará el uso de los gigantescos buques conocidos como Post Panamax.
La terminal de contenedores, que tendrá capacidad para hasta un millón de esos portadores, es el núcleo de lo que será la Primera Zona Especial de Desarrollo (ZDE) del país, con unos 465 kilómetros cuadrados aproximadamente.
Esta es la obra más compleja que se ha iniciado en Cuba, dijo el presidente Raúl Castro, en febrero último, cuando recorrió la zona en compañía del ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La ZDE se interconectará con diferentes áreas de desarrollo e industrias que se proyecten en la zona, todo ello a través de una infraestructura vial,ferroviaria y de comunicaciones de altas prestaciones.
Dos empresas brasileños ya han manifestado su interés de montar plantas en la ZDE para aprovechar los procedimientos aduaneros más simples y la calificación de la fuerza de trabajo cubana, con experiencia en el trabajo de las líneas de ensamblaje, además de los conocimientos técnicos.
Uno de los interesados parece ser la empresa fabricante de autobuses Marcopolo, que a fines del pasado año, durante la Feria Internacional de La Habana, comenzó contactos con la estatal Caisa, su posible socio cubano en una empresa mixta en la isla, donde otra compañía brasileña, Busscar, ensambla microbuses desde la década de los 90.
También está interesada Fanavid S.A., de Sao Paulo, una cristalería que espera abrir una planta de producción para abastecer de vidrios arquitectónicos a Cuba, Brasil y la región del Caribe, según precisó meses atrás un portavoz de la cancillería brasileña.
Las autoridades cubanas preparan una nueva Ley que regulará las inversiones extranjeras y que se espera favorezca la creación de nuevas ZDE en la isla, como parte del programa de actualización del modelo económico que impulsa el gobierno de Castro.
El grupo brasileño Odebrecht, a través de su subsidiaria independiente Compañía de Obras en Infraestructura (COI), ejecuta el proyecto de ampliación del puerto del Mariel, unos 50 kilómetros al oeste de La Habana, la más importante inversión extranjera en marcha en la isla.
Desde 2010 se trabaja para convertir a esa rada en uno de los complejos portuarios más importantes de Cuba, con una inversión de unos 900 millones de dólares, financiada en 80 por ciento por el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil.
El financiamiento del enclave, considerado como una plataforma comercial decisiva si Estados Unidos levanta el bloqueo a la isla, se compone de un crédito dividido en cuatro pagos, que permitirá que la rada esté en condiciones de operación en 2014, bajo la administración de la Autoridad Portuaria de Singapur (PSA International).
De acuerdo con un reciente reporte de la televisión local, en diciembre próximo debe finalizar la construcción de los primeros 700 metros del nuevo muelle, una obra que presumiblemente será inaugurada por la presidenta brasileña Dilma Rouseff cuando venga a Cuba, en enero, a una Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Hace unas semanas, el buque chino Zhen Hua 10, que tiene 244 metros de eslora y 39 de ancho, fue el primer barco que llegó a las nuevas instalaciones portuarias aún en construcción, transportando cuatro grúas para la futura terminal de contenedores.
Esas enormes grúas, fabricadas en China, estarán montadas sobre carriles en las faenas de carga y descarga de contenedores de los barcos en el muelle.
La nueva instalación tiene la mira fija en que la ampliación del Canal de Panamá, en el año 2015, implicará un nuevo escenario para el comercio marítimo en la Cuenca del Caribe, en el cual se incrementará el uso de los gigantescos buques conocidos como Post Panamax.
La terminal de contenedores, que tendrá capacidad para hasta un millón de esos portadores, es el núcleo de lo que será la Primera Zona Especial de Desarrollo (ZDE) del país, con unos 465 kilómetros cuadrados aproximadamente.
Esta es la obra más compleja que se ha iniciado en Cuba, dijo el presidente Raúl Castro, en febrero último, cuando recorrió la zona en compañía del ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La ZDE se interconectará con diferentes áreas de desarrollo e industrias que se proyecten en la zona, todo ello a través de una infraestructura vial,ferroviaria y de comunicaciones de altas prestaciones.
Dos empresas brasileños ya han manifestado su interés de montar plantas en la ZDE para aprovechar los procedimientos aduaneros más simples y la calificación de la fuerza de trabajo cubana, con experiencia en el trabajo de las líneas de ensamblaje, además de los conocimientos técnicos.
Uno de los interesados parece ser la empresa fabricante de autobuses Marcopolo, que a fines del pasado año, durante la Feria Internacional de La Habana, comenzó contactos con la estatal Caisa, su posible socio cubano en una empresa mixta en la isla, donde otra compañía brasileña, Busscar, ensambla microbuses desde la década de los 90.
También está interesada Fanavid S.A., de Sao Paulo, una cristalería que espera abrir una planta de producción para abastecer de vidrios arquitectónicos a Cuba, Brasil y la región del Caribe, según precisó meses atrás un portavoz de la cancillería brasileña.
Las autoridades cubanas preparan una nueva Ley que regulará las inversiones extranjeras y que se espera favorezca la creación de nuevas ZDE en la isla, como parte del programa de actualización del modelo económico que impulsa el gobierno de Castro.
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