Mi blog sobre Economía

martes, 19 de noviembre de 2013

Iniciativa inconclusa

Comunidades agrícolas en Pinar del Río

RONALD SUÁREZ RIVAS

PINAR DEL RÍO.— Diez meses atrás, sobre esta misma plazoleta donde hoy reina el silencio, se improvisó una tribuna, y entre discursos y diplomas se anunció que la antigua ESBEC Combate de Isabel María estaba lista para ser habitada.

LA MAYORÍA DE LAS 250 VIVIENDAS ACONDICIONADAS EN LAS TRES COMUNIDADES AGRÍCOLAS DE VUELTABAJO PERMANECEN VACÍAS.

De esa manera, se daba por concluido el acondicionamiento de la vieja escuela —que desde hacía varios años estaba en desuso—, para recibir a decenas de familias decididas a poner a producir la tierra.

Lo recuerdo claramente, mientras recorro los pasillos vacíos que llevan a los 80 apartamentos en que fueran fragmentados los albergues y las aulas de antaño.

Solo uno de ellos, el del administrador de la instalación, está ocupado. En los 79 restantes, luego de la salida de los constructores, las puertas y ventanas no han vuelto a abrirse.

Lejos de una comunidad agrícola, como anuncia el cartel de la entrada, la Combate de Isabel María tiene la apariencia de una comunidad fantasma y con un administrador que no tiene nada que administrar.

Lo peor es que no se trata de un caso aislado. Los otros dos asentamientos de este tipo existentes en la provincia, tampoco han despertado la aceptación esperada.

En Benito Juárez, municipio de Sandino, por ejemplo, todavía no vive nadie, y en Combate de Tumbas de Estorino, en Pinar del Río, de un total de 80 apartamentos, solo están ocupados 32.

MANOS A LA TIERRA

La creación de comunidades agrícolas en centros educacionales en el campo que se hallaban cerrados, se inició en el 2012, con el propósito de aprovechar esas instalaciones para acoger a personas dispuestas a poner a producir las miles de hectáreas que quedaron ociosas con la salida de los estudiantes.

Miguel Ángel Plasencia, subdelegado de la Agricultura en la provincia, recuerda que la iniciativa partió de un estudio realizado en unas 20 escuelas que ya no se utilizaban, y abarcó un perímetro de dos kilómetros alrededor de cada una de ellas, donde se analizaron aspectos fundamentales como los tipos de suelos, las fuentes de abasto de agua y las posibilidades de montar sistemas de riego en las áreas a cultivar.

"Teniendo en cuenta todos estos elementos, se aprobó la construcción de las tres comunidades agrícolas que tenemos actualmente en los municipios de Pinar del Río y Sandino", afirma Plasencia.

Ello implicó la conformación de apartamentos dotados de baño interior y entre dos y tres cuartos, en las aulas, dormitorios, laboratorios y cátedras de las antiguas ESBEC, y el establecimiento de locales destinados para que los futuros habitantes pudieran almacenar las cosechas y guardar los instrumentos de labranza, entre otros servicios.

Piedras en el camino

Mercedes Hernández ha sido de las primeras en mudarse a la Comunidad Combate de Tumbas de Estorino. Hace alrededor de cinco meses que lo hizo, dada su condición de asociada a la UBPC Oscar Sánchez Ozuna, entidad a la que pertenecen parte de las tierras que circundan el lugar.

"Yo vivía en una casa de madera y piso de tierra. Por eso, el cambio es muy grande", dice durante un alto en el trabajo.

En el surco de al lado, Juana Caridad Hernández también se siente a gusto en el nuevo asentamiento. "Las casas son cómodas, y tienen la ventaja de estar muy cerca de las plantaciones", señala.

De las 32 familias que hoy habitan la comunidad, 28 corresponden al personal de la UBPC o a usufructuarios que recibieron tierras hace tiempo por el Decreto Ley 259. Algo que si bien dio solución a problemas habitacionales de gente que ya estaba vinculada al trabajo en la tierra, no representa un incremento de la fuerza agrícola y tiene muy poca incidencia en la reducción de las áreas ociosas.

Félix Antonio Martínez, director general de la Empresa de Cítricos Enrique Troncoso, a cuyo patrimonio pertenecen las comunidades y las tierras circundantes, explica que de un perímetro de 3 333 hectáreas, hoy están infestadas de marabú 2 247.

Es una situación común en todas ellas. De las 863 hectáreas que rodean la Combate de Tumbas de Estorino, por ejemplo, solo están limpias 389. En tanto, en la Benito Juárez, se encuentran en explotación 374, de las 1 479 que pudieran cultivarse. "El resto, está cubierto de marabú intenso, y demanda equipamiento pesado para poderse acondicionar", apunta el directivo.

Sin dudas un serio obstáculo que no se valoró suficientemente a la hora de ubicar estos asentamientos, aun cuando la entrega de tierras no puede supeditarse a ello.

MUCHO RUIDO Y POCOS ALIMENTOS

"En aras de motivar a las personas a integrarse a esta experiencia, hemos abordado el tema en el periódico provincial y la televisión, y hemos hecho un trabajo de divulgación en las oficinas de los centros de control de la tierra en cada municipio", detalla Félix Antonio.

No obstante, reconoce que para atraer a la gente hacia zonas apartadas y con condiciones de trabajo tan adversas —al punto de que a cinco años del inicio de la entrega de tierras ociosas, apenas ha habido interesados en ocuparlas— junto a la construcción de viviendas, se precisan otras acciones previstas cuando se concibió esta experiencia, pero que aún no acaban de concretarse.

"En la medida que el entorno agrícola comience a transformarse, que las personas vean que se empezó a buldocear, a instalar sistemas de riego, la incorporación será mayor", afirma.

Sin embargo, según el subdelegado de la agricultura, hoy todavía se trabaja en el proyecto de los sistemas de riego a emplear. En tanto, para el año próximo solo se prevé el desmonte de 60 hectáreas en los alrededores de cada comunidad, teniendo en cuenta el equipamiento existente en el territorio y todas las tareas que deben asumirse con ellos.

Ante esa situación, el director de la empresa de cítricos explica que hoy, "la propuesta que le hacemos a las personas es incorporarse a las comunidades, e ir limpiando áreas manualmente, con esfuerzo propio, producir carbón en ellas y luego empezar a sembrarlas", aunque admite que es una opción que no está en las expectativas de la mayoría.

Un dato basta para ilustrarlo. De 250 confortables apartamentos que fueron inaugurados a principios de año, solo se han ocupado 32.

A estas alturas uno se pregunta: ¿cuál ha sido el sentido de esta inversión, que al cabo de tanto tiempo, aún no reporta provecho alguno?

En medio de su soledad, las tres comunidades pinareñas, son lo contrario de lo que deberían ser. Parecieran alertar, con su abandono, que antes de asumir cualquier proyecto se impone razonar con objetividad si existen condiciones para llevarlo a cabo. De lo contrario, la inmovilización de recursos que hacen falta en otra parte, o incluso el despilfarro, seguirán formando parte de nuestra cotidianidad.

Al respecto, los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido, señalan textualmente que "las inversiones fundamentales a realizar responderán a la estrategia de desarrollo del país a corto, mediano y largo plazos, erradicando la espontaneidad, la improvisación, la superficialidad, el incumplimiento de los planes, la falta de profundidad en los estudios de factibilidad, etc."

Teniendo esto en cuenta, ¿acaso no habría resultado más apropiado intervenir integralmente en una sola comunidad, o en dos —incluyendo el desbroce y los sistemas de riego— antes que dedicar todos los recursos y esfuerzos a la creación de cientos de viviendas que debido a la falta de otras condiciones para trabajar la tierra, la gente se resiste a habitar?

Hasta el momento, la vida indica que sí.

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