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lunes, 30 de diciembre de 2013

El hombre que enseña las reglas del tránsito por cuenta propia

Lissett Izquierdo Ferrer (AIN)
 
Reynerio Catalá Verdecia se ha dedicado por más de 50 años a elevar la cultura vial entre la población cubana, incluso por cuenta propia poco después de jubilarse en 1989. Desde entonces y hasta la actualidad se desempeña como instructor de automovilismo en la capital. 

Por ello es el primer cuentapropista del país en dedicarse a tal actividad, y en su casa, devenida aula, confesó a la AIN con sumo regocijo haberle enseñado ya a miles de alumnos las reglas de oro para manejar en las calles y la importancia de su cumplimiento. 

“Mi objetivo es inculcarles mayor sentido de responsabilidad, en aras de que no aprendan por accidente las normas del tránsito”. 

Los conocimientos teóricos que posee sobre la Ley 109 “Código de Seguridad Vial” y demás reglamentaciones han requerido de una constante preparación, ejercicio que no resulta ajeno para quien siempre ha estado muy relacionado con el trabajo de la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional Revolucionaria. 

"Fui desde locutor de los autos altoparlantes hasta jefe del Departamento Nacional de Divulgación y Educación Vial, y luego de mi retiro laboré como profesor en la Escuela Provincial de Capacitación de Taxistas de La Habana, donde fungí además por dos años como subdirector docente”, recordó Catalá. 

“¿Por qué decidí ser instructor de automovilismo? Siempre tuve amor por el magisterio, pero a la vez estaba convencido de que constituía un oficio socialmente útil e imprescindible. Además, me motivó la posibilidad de tener mi propio espacio”. 

Sobre las personas que se suman a esa práctica no estatal, otra vía de complementar la labor desarrollada por las Escuelas de Educación Vial y Conducción del país, Catalá considera que no deben hacerlo solo por el interés monetario. “Es preciso tener vocación y sobre todo, dominar las leyes del tránsito.” 

Él cree oportuno para otorgar la licencia de instructor de automovilismo la exigencia de requisitos o avales, los cuales hasta ahora no han sido solicitados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, organismo que en tal sentido debe coordinar con las direcciones de trasporte en los territorios. 

“Aunque es necesario – aclaró Catalá- potenciar la incorporación de personas a esta actividad, pues los planteles estatales no son capaces de asimilar a todos los interesados en obtener conocimientos teóricos.” 

“Más aun- continúa- cuando desde octubre del 2013 se estableció de manera obligatoria presentarse a los exámenes teóricos que realizan las oficinas de tránsito, solo después de haber asistido a una escuela de educación vial y aprobado el curso correspondiente.”


“No obstante, la incorporación de cuentapropistas a estos esfuerzos debe ser un proceso selectivo. Es esencial que los aspirantes posean la metodología para impartir las clases, y dada la complejidad de las leyes y la importancia de interpretarlas correctamente, las mismas no se pueden modificar.” 

Sobre por qué considera fundamental la nueva disposición, Catalá expresó que anteriormente muchas personas estudiaban de forma empírica y, por ende, analizaban las reglas del tránsito a su manera, y quizás con suerte aprobaban el examen, pero en realidad sin el dominio pertinente. 

“A mis discípulos siempre les insisto que no memoricen los números de los artículos, sino que aprendan los contenidos, no solo para obtener la licencia de conducción, sino para aplicarlos luego en su vida como conductores o peatones”. 

“Manejar constituye uno de los actos que más sentido de responsabilidad requiere por el hecho de que los choferes tienen permanentemente el arma homicida en sus manos, pero a la vez, quienes transiten por las calles también deben ser cuidadosos”, acotó. 

“Un accidente no se produce por casualidad, siempre hay factores que lo provocan, y la falta de educación vial es uno de ellos”. 

La modalidad de empleo de Catalá incluye las dos especialidades: la instrucción teórica y la práctica, pero aunque dice dominar la segunda no la ejerce, pues su edad le impide la agilidad necesaria, así como este ejercicio implica disponer de un vehículo y recursos como el combustible y las piezas. 

Para el hombre que dice sentirse feliz de poder realizar su último aporte a la formación vial de las personas, esa fase de adiestramiento resulta indispensable. “Si el que enseña a conducir ignora las leyes y los procedimientos establecidos, entonces el aprendiz le restará crédito a lo asimilado en los cursos teóricos, lo cual engendra un riesgo para el futuro inmediato”. 

Durante todos estos años ha sido recurrente la presencia mayoritaria de féminas en las clases de Catalá, quien las juzga como mejores conductoras, inclusive, de ser más precavidas en la vía, quizás por ese sexto sentido que poseen. 

Sosteniendo en las manos una de las numerosas distinciones -testigos irrefutables de su trayectoria- que atesora con orgullo, él manifestó satisfacción por el trabajo que desempeña. “Siento útil mi labor, pues en cierta medida ha contribuido a evitar los accidentes del tránsito, una de las causas de muerte con frecuencia en nuestro país”.

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