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martes, 31 de diciembre de 2013

Historias de naufragios cubanos


Por Yamilé Luguera González*

La Habana, (PL) Cuba, como llave del nuevo mundo encierra, una increíble historia de naufragios, pues alrededor del 2,800 se reportan en archivos históricos, ocurridos desde la época del descubrimiento colombino y hasta finales del Siglo XIX.En él, quebrado de La Galera, con fecha de 1560, se observan restos de una embarcación, que transportaba planchas de plomo, discos de Plata y oro, acuñados con diferentes marcas del fundidor, restos cerámicos, dispersos por el arrecife coralino, a dos metros de profundidad.

En la zona de San Cayetano, y atribuido al naufragio del galeón San Ignacio de Loyola, se localizó una colección de monedas macuquinas de plata, acuñadas en Potosí en 1663, bajo el reinado de Felipe IV, piedras semi preciosas, instrumentos de navegación y otros exponentes del comercio y la vida a bordo.

Otro accidente fue localizado en el cayo Inés de Soto y atribuido a la embarcación Nuestra Señora de la Piedad, arrojó una pieza de renombrada importancia, un cañón anillado y fundido en hierro, nombrado Bombarda, pieza de gran valor histórico con 2, 6 metros de largo, fabricada en España en el siglo XVI.

El quebrado del Fuxa resguarda un naufragio correspondiente a una de las varias embarcaciones nombrada Santísima Trinidad, su estructura o maderamen en el momento de su descubrimiento era la mejor conservada y más completa de América, fue construida en el siglo XVI con madera de Arabo.

El Palemón es otro de los sorprendentes naufragios acaecidos en la isla, en la primera mitad del XIX, este transportaba una carga muy variada, bolas de villar de marfil, frascos de cristal labrado de perfumería francesa, y medicinas, bases de relojes de bronce con figuras de ángeles y mujeres.

También joyas variadas con predominio de cadenas, pasadores, relicarios y anillos, en oro de 18 quilates, con pedrería de brillantes, esmeraldas, rubíes y turquesas, bisutería general de botones, broches, alfileres; herrajes, adornos para monturas de Latón y bronce, bridas y arreos de cabalgaduras.

También se localizaron potes de loza fina inglesa y botellas cerámica de Piedra, para transportar cerveza, pistolas de percusión fabricadas a partir de 1836, entre otros.

Lo que queda de estas naves naufragadas se localiza en el archipiélago de Los Colorados, en la costa Norte de Pinar del Río, y parte de los exponentes se muestran en el museo naval de la Habana ubicado en el castillo de la Real Fuerza.

De los naufragios ocurridos en La Habana, uno de los más antiguos, es el de la Almiranta de la Flota de Tierra Firme Nuestra Señora de las Mercedes hundida en 1698, en el bajo de Sibarimar de la playa de Guanabo y localizada en 1984.

Ha sido excavado en varias ocasiones, y develado un vasto universo de monedas de plata, de un alto valor histórico, documental y de tasación.

Recuperadas del naufragio son las llamadas Aras Votivas, pruebas hechas en plata que se funden con toda la escoria para ser transportadas y luego procesadas.

Colgantes, candelabros y adornos de plata, tinteros y platos de peltre, proyectiles, cuarzos de amatista, chocolateras fragmentadas de porcelana decoradas en azul.

Queda por comprobar en futuros trabajos la existencia de una exótica perla de gran tamaño que se transportaba en esta embarcación, que aún no ha sido localizada.

Otro de los eventos navales, excavado y estudiado, ocurrió en la isla en 1895 y fue la tragedia del barco de guerra el Aviso Sánchez Barcaíztegui, en el canal de entrada de la bahía habanera.

Esta nave servía para misiones de enlace entre las escuadras, terminó el 18 de septiembre de 1895, a las once de la noche, con un lamentable accidente a la entrada de la bahía de esta capital.

De la tripulación compuesta por 150 hombres, perdieron la vida 31 de ellos, ahogados o comidos por tiburones, que en aquella época infestaban la bahía.

El Barcaíztegui, ostentaba un increíble lujo y confort, es por eso que fue el escogido el día 8 de mayo de 1893, para recibir a la infanta María Eulalia Borbón, hija de la Reina Regente Isabel II, que llegó a Cuba a bordo del trasatlántico Reina María Cristina.

También sirvió de transporte y escolta al capitán general español Martínez Campos, y fue utilizado en varias importantes misiones contra los independentistas.

Precisamente su estructura sumergida se convirtió a partir de la década de 1950 en escuela de la arqueología submarina cubana. Por desgracia los trabajos comenzaron a golpe de dinamita para localizar una caja de caudales que ya había sido rescatada en la época posterior al naufragio por buzos del Real Arsenal de La Habana.

No obstante, los tempranos trabajos arqueológicos desde 1950 y hasta el 2001 brindaron experiencia, y una importante colección, favoreciendo así el estudio y conocimiento de un trozo de nuestra historia naval.

ylg/rcg

*Colaboradora de Prensa Latina, arqueóloga, espeleóloga y buzo especialista.

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