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viernes, 6 de diciembre de 2013

La Contaminación Electromagnética y los efectos sobre el ser humano y el medio ambiente

Días atrás, el CePETel organizó el Seminario de Electropolución CEM, Efectos de la Contaminación Electromagnética sobre el ser humano y aplicación del Principio Precautorio en el marco de la II Jornada de Electropolución CEM (Antenas – Celular – Wifi). El mismo se desarrolló en la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad de Buenos Aires.

La apertura del seminario estuvo a cargo del Cro.Ing. Guillermo Defays, director del Instituto IPEI del CePETel y Secretario de Salud laboral de la CTA de la Capital Federal, quien agradeció a los presentes y enfatizó la acción del CePETel en el cuidado de la salud de los compañeros y compañeras. Destacó la aplicación del Principio Precautorio, en cuestiones de salud laboral y las Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo. A continuación, el Ing. José Bravo disertó sobre la “Radiación de radiofrecuencia de los teléfonos móviles y sus posibles efectos sobre la Salud”. A partir de su exhaustiva investigación, mencionó la importancia de crear consciencia en la utilización de estas Tecnologías para prevenir los efectos de la radiación en la salud de las personas. Entre las cuestiones más importantes que se destacaron fue que la tecnología móvil es utilizada masivamente tanto por las empresas, como por los trabajadores, el gobierno y también en el ámbito personal, siendo que presta enormes herramientas y utilidades. Ello nos aproxima a nivel mundial, a que de 7600 millones de personas, el 60% utiliza dispositivos móviles. Algunos utilizan más de uno. La pregunta que se desprende inmediatamente de ello es que innumerable cantidad de seres humanos están sujetos a un problema: ¿cuál es el límite en que el cuerpo humano tolera la radiación de las múltiples fuentes como ser, un teléfono celular utilizado cerca del oído? Y la respuesta es que si bien, no estamos preparados para detectar el nivel de potencia de radiación electromagnética, las células del cuerpo responden.

La potencia recibida se relaciona con la distancia a las estaciones que emiten la señal y con la potencia emitida. La energía se calcula, multiplicando por el tiempo de exposición. También existen estudios que indican la distancia en que una persona debe posicionarse para disminuir los riesgos y cuyo tiempo de exposición, también influye en la salud del ser humano.

La potencia de radiación, de un teléfono móvil por ejemplo, sufrirá distinto tipo de absorción dependiendo de la materia de que se trate. Sea cemento, madera o células humanas. Esta potencia dependerá además, de la eficiencia del dispositivo móvil; del aumento de la potencia para compensar el ruido del ambiente; de la atenuación de la señal por lluvia o por el lugar donde se encuentre la persona. Como medida precautoria personal, la clave está en no usar más potencia de la necesaria.

El dispositivo “es ciego” porque no sabe dónde se ubica la base más cercana y al encenderse, discar o enviar un mensaje de texto, el móvil trasmitirá la potencia requerida en todas las direcciones. La potencia transmitida disminuye cuanto menor sea la distancia del dispositivo a la base. Cuando la persona utiliza un dispositivo en un ascensor o en un subte, lo peor que puede pasar es que la comunicación no se corte, porque en estos ambientes metálicos, que se denominan “jaulas de Faraday” y que aunque no fueran espacios totalmente cerrados, el teléfono aumenta su potencia para compensar el efecto de blindaje. (Ver pág. 8 de la presentación en P.P.)

En conclusión, la primera recomendación es que en zonas de mala cobertura, habría que mantener el celular lejos del área de la cabeza. No hacer llamadas de voz. Si es extremadamente necesaria la llamada, que dure el menor tiempo posible o utilizar el “manos libres”. En un ambiente de cobertura normal, disminuye la potencia a medida que se aleja la persona de un dispositivo móvil. Por lo tanto, se recomienda no apoyar el teléfono en el oído, sino sostenerlo a 4cm del mismo. La mejor opción es utilizar el servicio de manos libres para las llamadas u optar por usar los mensajes de texto.

Hoy en día, el servicio de manos libres no funciona de manera óptima. Si bien el auricular normalmente funciona, no se escucha limpio para el que está del otro lado del teléfono. En un futuro, los aparatos deberían diferenciarse a favor de cuanto mejor se escuche con el “manos libres”.

En la investigación surge que, por un lado, existen estudios sobre los niveles de radiación que ocurren en la Naturaleza y por otro, los niveles de potencia con que se implementa en la fabricación de los aparatos electrónicos.

En la Naturaleza la medida de radiación constante que recibe del sol y las estrellas, es de 0.0000000001 Microwatios por centímetro cuadrado (1×10-10?W/cm2). Esta medida es exactamente igual al nivel de sensibilidad del ser humano según se detecta en la actividad de las células. Los niveles de densidad de potencia de los teléfonos móviles son miles de millones de veces superiores al nivel natural densidad de potencia de radiofrecuencia. (Ver pág. 21)

Según la Física, cuando la propagación de la energía se produce en el espacio, el resultado es la dispersión. Pero, cuando la propagación se produce en la materia, el resultado es la absorción de esa energía. La materia que absorbe la energía de la radiación cuando hablamos por teléfono, es el cerebro.

Entonces, cuando la energía viaja en el aire, hay dispersión pero cuando la radiación alcanza al cuerpo de una persona, hay absorción. Cuando hacemos llamadas móviles, la probabilidad de que el trayecto de la energía hasta la base celular, atraviese la cabeza, es del 50%. La mitad de la potencia se dirige para un lado del dispositivo y la otra mitad es absorbida por la cabeza (ver pág. 22). Sin embargo, no podemos percibir con nuestros sentidos cuánta energía de radiación recibimos.

Por otro lado, la potencia es directamente proporcional a la conductividad. A mayor conductividad, mayor absorción de energía de radiación. En el fluido cerebroespinal la conductividad es mayor que la de la sangre y la de los tejidos del cerebro. El aislante en nuestro sistema es de grasa. La grasa es el tejido más absorbente del cuerpo humano. (Ver pág. 35)

A su vez, la radiación acumulada en el tiempo que recibe cada persona, es acumulable año a año. Mientras más jóvenes comenzamos a utilizar teléfonos móviles, más radiación acumulamos. En la vida diaria, estamos expuestos a gran cantidad de radiación de radiofrecuencia como la que proviene de los WIFI, de las antenas de radiodifusión, de los microondas, o de los teléfonos inalámbricos cuya base trasmite radiación las 24hs del día, etc. El cuerpo no está preparado para recibir tanta radiación.

El organismo tiene en su ADN distintos mecanismos de defensa, ciertas maneras de organizarse a lo que le es conocido y reacciona ante lo ajeno a la naturaleza. Algunos de los efectos de la radiación de radiofrecuencia en la salud de las personas, tiene que ver con que las células en su ADN no están preparadas para recibirla porque básicamente, no están en la naturaleza. Los efectos biológicos pueden devenir en daño a la salud, que dependen de la potencia de su exposición, de su duración, del total acumulado de exposición a lo largo del tiempo, de las condiciones particulares de la persona, etc. (Ver pág. 53)

A su vez, la absorción de energía de radiación que sufre el cerebro de un menor de 10 años, es mayor por unidad de masa que el cerebro de un adulto, porque el niño posee mayor proporcionalidad de líquido, de sangre y sus tejidos son más blandos. (Ver pág. 30)

Lo alarmante es que está comprobado que los campos electromagnéticos de radiofrecuencia son carcinogénicos para los seres vivos. Esto se afirman en los estudios de la OMS del año 2011 pero, a su vez, se dice que no se encontró vínculo causal entre el uso del teléfono móvil y el cáncer. Entonces, por un lado se publicaron afirmaciones de los efectos carcinogénicos y por otro lado, no afirmaron los mismos por considerar inadecuados o insuficientes los métodos empleados para determinar tal probabilidad. Por otro lado, son múltiples las fuentes de radiación a las que estamos expuestos, y que la radiación de tecnología móvil no sea ionizante, no deja de ser peligroso.

En el año 1984 en el que comienza a aparecer la telefonía móvil en EEUU, no se conocían los riesgos. Los problemas surgen con los radares en la “2da Guerra Mundial” y en las líneas de alta tensión, en los cuales se detectan los riesgos a la salud. En ese momento, los científicos alertaron de los riesgos y la industria se interesó en crear un centro de investigación cuyos resultados de estos estudios, fueron revelados recién en los años 1993 y 1994, comprobando los efectos negativos sobre la salud de la gente. La industria, contrario a intentar implementar medidas de corrección para la prevención de la salud de los usuarios, paradójicamente durante los años noventa, decide suspender las investigaciones y el financiamiento a esta institución.

Posteriormente, el IIEE (Instituto de Ingenieros Electricistas y Electrónicos de Estados Unidos) estipula unas normas para niveles seguros de exposición a la radiación de campos electromagnéticos. Las normas del IIEE adoptadas por la agencia reguladora de las telecomunicaciones de EEUU son más restrictivas que las de Europa. Existen los ambientes controlados según actúen los especialistas pero, no fue conveniente regular todo tipo de ambientes como los habituales: el hogar o el trabajo.

Además, las normas deberían fijar la tasa de absorción específica (SAR, Specific Absorption Rate), pero en la realidad, incluso estas normas, permiten más altos niveles de lo tolerable. Las pruebas para fijar estas normas, se realizan simulando el tejido del cerebro y del cuerpo humano con una sustancia formada de un líquido específico, con agua y sal (ver pág. 45). Este simple estudio no toma en cuenta los distintos tejidos que existen en el cerebro humano. No se trata sólo de medir cuánta absorción se produce en una célula, sino también de cómo una determinada cantidad de radiación afecta a cada tipo de célula. (Ver pág. 47)

Entonces, las mediciones están alejadas de la realidad. En la práctica, no se maneja ninguna norma. No se aplican. Son manejadas por conveniencias. A esto se suma que el concepto de energía de radiación es difícil de entender y de medir para un ciudadano común.

Ni siquiera se tiene conocimiento si en la etapa de fabricación de los dispositivos móviles, se toman en cuenta estas normas. La mitad de los modelos de teléfonos no cumplen las normas porque, el control de la normativa se subcontrata, cuando éste existe. Tampoco se controla uno por uno cada dispositivo móvil.

Al menos deberían existir límites para los grupos de riesgo. Por ejemplo, los niños nunca deberían usar celular. Estos grupos de riesgo o los efectos de la radiofrecuencia en la salud, podrían estar identificados en los manuales de uso de los teléfonos.

La cuestión es que según la opinión fundada de nuestro disertante en esta investigación, a la OMS como a la ONU, les resulta difícil separarse de los intereses económicos. De manera indirecta, estas organizaciones representan a la industria farmacéutica y de las telecomunicaciones. No es casual que diez años después, aproximadamente, de conocidos los efectos adversos de la radiación de los celulares en la salud (año 1994), se hayan publicado sus resultados (año 2011). También depende de quién financie el estudio, se evalúen los resultados. Lo importante es que el avance en este tipo de investigaciones, es real.

Importantes estudios demostraron que la radiación de radiofrecuencia puede vincularse a cierto tipo de cáncer en el mismo lado de la cabeza en el que los usuarios colocan los teléfonos móviles para las llamadas de voz, tales como el cáncer en el nervio acústico y en la glándula salival parótida.

Existieron relaciones causales del uso de telefonía móvil con cáncer en lugares cercanos donde se guardan los teléfonos móviles como de cáncer de mamas en las mujeres que los usaban el celular encendidos en los corpiños o cáncer de testículos en hombres que guardaban el teléfono en el bolsillo delantero del pantalón o en un holster en su cadera.

El riesgo de cáncer está asociado con el daño del ADN. Si las células con ADN dañado se reproducen, es esta consecuencia la que produce cáncer. Son tan interesantes como desalentadores los efectos en las proteínas de stress, que expuestas a las radiaciones, de manera prolongada en el tiempo, puede producir la reducción de respuesta de las células y las eventuales reacciones de protección del cuerpo. Por otro lado, el sistema inmunológico nos protege contra infecciones y enfermedades. Las radiaciones de radiofrecuencia pueden causar reacciones inflamaciones, reacciones alérgicas y cambiar la función inmunológica. Varias enfermedades crónicas están relacionadas con el mal funcionamiento inmunológico.

En conclusión, hacen falta políticas de estado a nivel mundial para el cumplimiento al menos, de las normas límite. No deberíamos importar los teléfonos que excedan estar normas. Sería importante acrecentar el nivel de información para los usuarios de las consecuencias sobre la salud a las que se exponen. Se piensa que, según los criterios de marketing, la más alta tecnología disponible, siempre es la mejor opción, pero, con conocimiento de las consecuencias que surgen de estas investigaciones, no siempre es lo mejor para la salud de las personas. La falta de información no debería limitar la posibilidad de elección.

Por su parte, las personas particulares pueden implementar medidas precautorias como utilizar la opción de manos libres más que la llamada por teléfonos móviles; optar por el teléfono fijo en las oficinas o en la casa; enviar mensajes de texto en lugar de hablar; no exponer a los niños al uso de celulares; mantener el teléfono móvil alejado del cuerpo, evitar realizar llamadas donde hay poca señal; etc. Este tipo de información es necesario que parta de las instituciones y organizaciones.

Por este motivo, el CePETel, en distintos espacios de información y concientización, ha venido exponiendo el Principio Precautorio en defensa de los derechos de los compañeros y compañeras. El CePETel también ya había organizado en el mes de agosto en la Universidad de Quilmes el Seminario sobre “Radiaciones no ionizantes, sus posibles efectos sobre la salud y las soluciones técnicas del caso”, con el Ing. Néstor Mata, Profesor de la UTN de Bahía Blanca. El mismo, disertó sobre la Electropolución CEM, desde los primeros estudios sobre los efectos biológicos como trastornos neurológicos y cáncer en operadores de estaciones de radar, hasta los diferentes estudios internacionales sobre el tema y, la adecuación de la legislación nacional al respecto. También en noviembre del año 2012 se participó en el Encuentro Nacional de Informática Aplicada (ENIAC), en la Universidad Blas Pascal de la Ciudad de Córdoba).

Por otra parte, el Director del Instituto IPEI del Cepetel, Cro. Ing. Guillermo Defays, expuso sobre “Notas sobre el efecto de las ondas electromagnéticas sobre la población” en la Audiencia Pública para debatir sobre “Antenas, contaminación electromagnética y sus efectos sobre la salud” en el marco del Proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Prevención y control de la Contaminación Electromagnética, que se llevó a cabo en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Luego de esto, el compañero Defays participó como consultor técnico, en la Reunión de asesores de la Comisión de Recursos Naturales, también de la Cámara de Diputados de la Nación.

Siguiendo con esta línea, el CePETel participó en la Reunión de Vecinos Interbarriales Autoconvocados de Quilmes y el Gran Buenos Aires sobre Radiaciones Electromagnéticas y en la Jornada de Esclarecimiento y Formación sobre la Contaminación Electromagnética, realizada en septiembre en el Auditorio del Museo de Ciencias Naturales de Fiske Menuco (actualmente llamada Gral. Roca – Río Negro). En la misma, el compañero Ing. Guillermo Defays disertó sobre el efecto de las ondas electromagnéticas sobre la población.

El Principio Precautorio se relaciona con que “si una acción o política implica probable riesgo de causar un daño a la población o al medio ambiente, en ausencia de consenso científico de que el daño no se produce, la carga de la prueba recae sobre aquellos que defienden la acción”. Y el CePETel, en base al mismo, pretende continuar las acciones para la defensa de la salud de los trabajadores y su medio ambiente.

Ecoportal.net

CePETel

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