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martes, 31 de diciembre de 2013

La Cuba donde yo vivo no se ve desde la ventana de un hotel

Tahimi Arboleya 31 diciembre, 2013 Revista, Siluetas

Fernando Ravsberg es un periodista con una capacidad singular para reflejar la vida de la gente. Ha sido corresponsal de guerra y ha trabajado para la Radio Nacional de Suecia, la cadena norteamericana Telemundo; Televisión Azteca, de México; el periódico Público de España y la BBC (British Broadcasting Corporation). En el año 2008 creó su propio Blog en la página de BBC Mundo, Cartas desde Cuba, que ha ganado seguidores desde todas partes.

Se puede comunicar uno muy fácil con Ravsberg. Que es inteligente y está bien informado ya lo sabía, pero me sorprendieron su sencillez y su mirada. No mira con ojos de quien tiene muchas respuestas, sus ojos claros preguntan con la avidez y la sorpresa de quien descubre. ¿Qué habrán visto sus ojos después de más de 20 años preguntando en Cuba?, pensando en eso comencé esta entrevista.

Algunos lo consideran una especie extraña en el panorama informativo cubano, su objetividad lo separa de la prensa nacional pero también de la visión que ofrecen sobre Cuba la mayoría de los medios extranjeros, ¿se considera realmente una excepción, por qué?

Sí y no, pude haber sido en determinado momento una excepción pero ahora cada vez lo soy menos porque en la prensa nacional, sobre todo en la blogosfera, están surgiendo voces nuevas. Yo me propuse en un momento hacer periodismo como si estuviera en Estocolmo o en París, o sea, sin preocuparme de qué consecuencias políticas podría tener decir tal o más cual cosa. Era difícil porque siempre tiene consecuencias políticas, en el tema Cuba todos esperan que tú confirmes su punto de vista. Entonces, los que son anticastristas esperan que todo lo que tú hables sea contra el gobierno, y los que son procastristas esperan que todo lo que tú hables sea a favor. La realidad es más rica que eso, hay cosas que están bien, hay otras que están mal. Trabajar sin esa auto-presión de complacer a unos o a otros fue lo que me propuse y creo que funcionó. En este momento, por suerte, hay un montón de jóvenes haciendo lo mismo. Voy a ser una pieza más en ese mosaico de gente que está haciendo un periodismo que no es en blanco o negro, y se van sumando cada vez más personas, con mucha seriedad y responsabilidad.

Cuando me comenta de personas que están haciendo un “nuevo tipo de periodismo”, me está hablando de periodistas (o no), que tienen sus propios Blogs, que no responden a un medio, en su caso no es así… ¿Ha sido posible ejercer ese periodismo en los grandes medios para los que usted ha trabajado?

Si, es posible. Yo he trabajado con medios muy duros en relación con el tema Cuba, como la cadena de televisión norteamericana Telemundo, pero yo instauré determinadas normas de trabajo. Establecer para Cuba el mismo rasero que para otros países de la región, es decir, lo que sea noticia en Brasil o en Colombia, será noticia en Cuba y lo voy a transmitir; lo que no sea noticia, no. Si una manifestación de veinte personas en Brasil no es noticia, en Cuba tampoco lo será. Ese fue el criterio que acordamos y con el cual pudimos trabajar. Incluso, el primer canal de televisión que publicó imágenes de la Escuela Latinoamericana de Medicina fue Telemundo, justamente por ese principio.

Fuimos el medio que les comunicó a los venezolanos que Chávez no había renunciado, cuando el golpe de estado de abril de 2002, y eso se hizo público en Venezuela y fue importante para que la gente supiera que todavía podía defender al presidente. De hecho, la primera entrevista que concede Chávez después de salir me la concede a mí; viajé de Cuba a Venezuela a entrevistarlo, y esa entrevista también la publicó Telemundo, a pesar de que no tenían ninguna simpatía con el gobierno chavista.

Es posible, si tú como periodista tratas de mantener una posición ética, no solamente con el gobierno cubano, sino con los que te pagan. En un medio público como BBC es mucho más fácil, hay una línea editorial menos rígida que te permite trabajar con más libertad.

Hay quien lo ubica en la disidencia, otros lo propondrían para militante del Partido Comunista, sus artículos son polémicos y generan indistintas reacciones de un lado y del otro, ¿por qué cree que lo colocan siempre en posiciones extremas?

Porque yo no busco la conveniencia política a la hora de hacer mi trabajo. Por ejemplo, escribo que la disidencia no tiene influencia social en Cuba, o sobre la represión que sufren los homosexuales en la Isla… y sé que voy a la hoguera, de un lado o del otro. El problema es que cuando uno elogia o critica un aspecto de la realidad enseguida quieren etiquetarte, cada quien es libre de etiquetarme como le parezca, pero yo trato de hacérselo difícil. Las personas no somos tornillos de una ferretería que se pueden clasificar por tamaño o grosor, somos algo mucho más complejo, y cuando tratamos de ser libres, mentalmente, que es la única forma de ser libres, no nos podemos clasificar ni nosotros mismos.

Yo hago en Cuba el mismo periodismo que haría en cualquier otro lugar, hay cosas para elogiar, cosas para criticar y cosas para informar, que no implican ni crítica, ni elogio.

Usted es un periodista latinoamericano de mucho oficio y que ha estado en contacto con la realidad de los pueblos de América, ¿cómo ubica esta Isla en el contexto latinoamericano?
Cuba es muy difícil de ubicar en el contexto latinoamericano pero es muy necesario hacerlo. Este es un país muy particular, diferente al resto, con un sistema social y de gobierno diferente también. Con cosas muy positivas y otras negativas. Por ejemplo, tiene una salud pública, en mi criterio, entre las mejores del continente, cuando la comparamos con los servicios de salud públicos en el resto de los países de América. Tiene un sistema de educación envidiable, un país donde el ciento por ciento de los niños acuden a la escuela es impresionante. Hay que salir a América Latina y ver cuántos niños hay en la calle en horario escolar. Es el único país donde tú puedes salir a las 3 de la mañana y no encuentras un niño de la calle, ¿te imaginas el drama que implica tener un niño desamparado, durmiendo en la calle? Cuba no vive ese drama. Hay problemas de vivienda, la gente vive hacinada, pero en los bancos de la calle no hay niños durmiendo.

En otros aspectos es triste, por ejemplo, tiene una prensa que debe ser la peor del Continente, y no por falta de periodistas o de capacidad, es por un sistema donde el control de las redacciones ha sido unificado y puesto en manos de personas sin el conocimiento necesario.

Es de los corresponsales extranjeros que más tiempo lleva en Cuba, ha gozado y sufrido esta Isla, ¿hay que visitar Cuba para conocerla o se puede confiar en los medios?

Ni una cosa ni la otra, hay que vivir en Cuba. Yo escribí un libro que se llama Rompecabezas cubano y en la introducción digo que la Cuba donde yo vivo no se ve desde la ventana de los hoteles. En Cuba no hay “zonas de tolerancia”, así que las prostitutas, los chulos, los vendedores ilegales de tabacos rodean los hoteles. La Cuba que tú te encuentras cuando sales del hotel no se refleja en mi barrio. Yo vivo entre cubanos, y no es que no haya “jineteras”, las hay, pero podrían ser tres de trescientas muchachas que viven allí, y la mayoría, que no está en eso, no andan por los hoteles para que no haya confusión. Entonces, cuando entras en la sociedad, tienes vecinas y vecinos cubanos, encuentras una Cuba diferente. Que es otra cultura, es cierto, que el sexo no es pecado, también. Aquí a los orishas les gusta el sexo, la bebida, el baile, y todo el mundo quiere parecerse a sus dioses. Para el cubano es muy importante gozar la vida, no importa la cantidad de jugo que tenga la vida de cada uno, el que tenga, el cubano lo saca. Yo he querido, sin mucho éxito, aprender.

Usted es un relator de la realidad cubana pero también forma parte de ella, ¿qué es lo que más le entusiasma de la Cuba de hoy?, ¿qué es lo que más le preocupa?

A mí lo que más me entusiasma es que se empezó a mover, hacia algún lugar; aquella parálisis de todo igual, todo lo mismo, era lo que se hacía difícil para todo el mundo. Lo que más me preocupa es hacia dónde nos movemos, no es que dude o tenga sospechas, es que cualquier movimiento, socialmente hablando, debe ser muy bien pensado y trabajado. Me preocupan los daños colaterales que pueda tener cada movimiento para el cubano de a pie.

Vive en Cuba hace más de 20 años, ha dicho que ha vivido más tiempo en la Isla que en su Uruguay natal, ¿ha sido esta permanencia en Cuba una elección?

En principio no, yo era corresponsal de guerra, y en el año 90, cuando se esperaba la caída del gobierno cubano me mandan acá pensando que yo sabía cómo moverme en una situación de esas. Cuando llegué, mi experiencia me decía que no había ningún síntoma de rebelión popular, ni nada por el estilo. Empezó a pasar el tiempo y lo que se esperaba, no pasó, yo intenté irme varias veces pero los medios me pedían que esperara. Después de unos años decidí que era un buen país para criar a mis hijos, donde podían salir a jugar solos al parque, donde no había problemas de droga, lo peor que le podía pasar a los muchachos era una bronca en la calle. También me casé, hice amigos, y ahora extraño, cuando estoy más de un mes fuera de aquí y regreso, es como llegar a casa. Es una sensación difícil de explicar y que no siento en otro sitio. No soy cubano, sigo siendo uruguayo, pero me siento parte de esta tribu.


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