Mi blog sobre Economía

domingo, 1 de diciembre de 2013

¿La demanda manda?

Ricardo Ronquillo

Sin quitarles el cartelito de patito feo a algunas categorías económicas, y darles mejor vista en las aguas de nuestra economía, será más complicado dar el salto que nos proponen los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido.

Estamos en camino de la expansión de una economía actualizada, más horizontal y menos monopólica, incluso socializada, sin renunciar al papel preponderante de la planificación socialista, pero —como se estampó en las líneas estratégicas— dando el espacio adecuado al mercado.

No es casual que los investigadores subrayen que una de las variantes que no pueden soslayarse en la rectificación actual, y cada vez con más énfasis hacia el futuro, es el papel que desempeña la «demanda» en la economía.

Altos ejecutivos del sector agrícola del país y del Gobierno en la capital abordaban recientemente en conferencia de prensa, cuánto desestimulan la producción los problemas que hemos tenido a la hora de calcular la demanda real de productos agropecuarios y en la contratación, algo que se extiende a otros sectores.

En el encuentro se admitió el alto grado de formalismo y burocratización sufrido por esa importantísima herramienta en el manejo estructural de la economía. Anteriormente, cuando se concebía la demanda, el Gobierno no intervenía. La hacía Acopio directamente con los productores, lo cual creaba una seria distorsión.

La noticia es que ello no ocurrirá con la concepción de la demanda del año 2014, que está decidida con las autoridades. A partir de este año y de la política para hacer la contratación, la demanda que se elevará al Ministerio de la Agricultura tiene que ser oficial, presentada por el ejecutivo y debe incluir todos los intereses.

En la conferencia se dijo que en la capital, donde a principios del próximo mes se comenzará a experimentar una nueva forma de comercialización de los productos agrícolas, ya concluyó ese proceso. En este caso se planificó teniendo en cuenta el ingreso medio de la población, la venta de productos, la movilidad en los meses del año y la participación de las instituciones. Todo lo cual, dijeron los entendidos, facilitará la contratación en el 2014.

Los especialistas indican que la economía criolla ha sufrido golpes muy duros. Hemos debido sortear una crisis sobre otra crisis, sin superarse ambas y todas sus complejas secuelas.

Agréguese que la nuestra no es una crisis cualquiera. Sobrepasarla requiere superar un modelo de economía verticalista y centralizado, que ha frenado los mejores ímpetus del país.

Recordemos que desde las clases de Economía Política se nos educó en la satanización de las «leyes ciegas del mercado», e incluso el papel de la demanda era sustituido por «la satisfacción siempre creciente de las necesidades de la población», algo que de tan repetido, fue no pocas veces peor cumplido.

Como ya fundamenté en este espacio, una interrogante suspendida sobre el avance de la actualización, y muy específicamente sobre el éxito del trabajo por cuenta propia, entre otras medidas, es cuánto peso tendrá en su curso la prevalencia de salarios deprimidos, con muy escasa capacidad de compra.

Antes del relanzamiento de esta forma de gestión, las indagaciones revelaban que una abrumadora porción de los ingresos del cubano promedio se utilizaban para adquirir alimentos. Si como ya advertí, los precios de estos crecen no pocas veces sustancialmente de un año a otro, debe inferirse que un segmento significativo tiene ahora una situación más complicada para adquirir productos más allá de los básicos.

A lo anterior debe agregarse que la irrupción de miles de nuevos vendedores en los más diversos confines del país no trajo la reducción de precios que se hubiera esperado.

La ausencia de un mercado mayorista y la confluencia en el minorista del consumidor común con estos nuevos actores, derivó no solo en menos productos en las cadenas tradicionales de venta, sino que los surtidos de estas vayan a los mostradores de las nuevas formas de gestión con mayores precios. Como es de suponer, ello incide adicionalmente sobre la solvencia, el poder adquisitivo y la capacidad de compra.

Hay que sumar que autoridades del país reconocían, antes de iniciarse la actualización, que ya para esa fecha la baja en la demanda le estaba creando problemas a la economía.

Desde ese momento estaba planteada la necesidad de incrementar los ingresos, que se consideraba debía iniciarse por los sectores productivos, con el propósito de que este aumento funcionara también como incentivo a la eficiencia.

Superada la idea de que el mercado es una «bestia» que no puede digerir la transición socialista, debemos asumir, entre los cambios mentales que precisa la actualización, que la apertura del mercado implica reconocer el peso de la demanda.

Esta última se convierte en una variante inexcusable de las transformaciones de nuestra economía. De entender que la demanda también manda depende entonces cuánto más se le puede pedir a la economía cubana.

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