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viernes, 27 de diciembre de 2013

Los poderes del ajo

Por Dai Liem Lafá Armenteros 

 Sencillo, humilde y con olor que a no pocos disgusta, el ajo guarda reconocidos poderes curativos. Sus dientes contienen elementos sulfurosos, aliína y ajoeno, los cuales impiden la formación de coágulos, o sea, previenen las trombosis tan dañinas al organismo humano.

Además de condimento para las comidas, debe consumirse si se necesita mejorar la circulación sanguínea y paliar males de origen circulatorio como la arteriosclerosis, hipertensión, colesterol, infarto del miocardio, angina de pecho y hasta las hemorroides.

Es uno de los reyes de los remedios naturales para conservar sano el sistema respiratorio, y así evitar gripes y resfriados, al tiempo que posibilita calmar la tos de origen bacteriano y expectorar materias nocivas.

Las úlceras también se combaten con el ajo, ya que este prodigio favorece la digestión y estimula el hígado, la vesícula y el páncreas, pero debería limitarse su empleo en casos de acidez estomacal.

Aunque tiene propiedades innegables, se recomienda consultar al médico si se precisa probar sus beneficios.

Igualmente, favorece a la conservación de la memoria, pues se ha comprobado contiene sustancias que ayudan a formar los neurotransmisores o “mensajeros” que van de una neurona a otra en el cerebro, y facilitan su trabajo.

Bactericida, inhibidor de enfermedades malignas y, en el otro extremo, el ajo muy nutritivo.
Hierva la cabeza de ajo entera con cebolla y papa, hasta que se ablanden. Saltee en aceite otra, pero desgranada y adiciónela a la preparación.

Luego, pásela por el colador, cocine a fuego lento en litro y medio de caldo de pollo y deje hervir durante cinco minutos.

Agregue hojas de perejil picadas finamente y migajas de pan tostado, sal, pimienta y solo resta servirla. Ya puede decir que inventó y degustó una excelente variante de sopa de ajo.

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