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Por Marco Antonio Moreno
Blog El Salmon
Por Marco Antonio Moreno
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Tras diez años de guerra en Irak, un reciente
análisis de los costos financieros arroja luz sobre las empresas que
hicieron más dinero con el lucrativo
negocio de la guerra en la prestación de servicios en
Irak, desde las operaciones militares, la construcción de infraestructuras y la
alimentación de las tropas. Estas empresas (todas privadas, hasta los soldados)
recibieron 138 mil millones de dólares y hubo diez contratistas que acapararon
el 52 por ciento de los fondos, de acuerdo a este reporte de Financial Times.
Muchas de las ofertas fueron otorgadas sin ninguna licitación abierta a las
empresas que compiten en el rubro, directamente a las amistades del gobierno de
Bush. De acuerdo a Bloomberg, varios escándalos son hoy investigados como la
renovación de un contrato el año 2010 por 568 millones de dólares para
proporcionar alojamiento, alimentación, agua y baño a las tropas en Irak.
El análisis de Financial Times demuestra que dos
empresas se beneficiaron con el conflicto bélico con contratos de al menos 72
mil millones de dólares, y la que más beneficios obtuvo fue Kellogg Brown
& Root, la filial de Halliburton dirigida por el vicepresidente de Estados
Unidos, Dick Cheney, con 39.500 millones de dólares, demostrando el
“capitalismo de amigos” en que se ha corrompido la economía actual. La nota de
Anna Fifield aporta varios datos relevantes como éste: “En Irak,
Estados Unidos contrató a más empresas privadas que en cualquier conflicto
anterior y en muchas ocasiones había en el terreno más contratistas privados
que militares”. Lo insólito es que todos esos gastos se hicieron
con cargo al Estado, es decir, a los contribuyentes, pero los
beneficios fueron a dar a las grandes empresas privadas. No por nada la
deuda pública de Estados Unidos pasó de 6 a 16 billones de dólares en estos
diez años, mientras las empresas que participaron en la guerra se
enriquecieron.
Es evidente que todas las empresas justifican y
defienden su participación “con honor y sacrificio, en ese ambiente hostil,
complejo, ambiguo e impredecibe de la guerra”, como señala Marianne Gooch,
portavoz de Kellogg Brown & Root, la empresa que preparó y sirvió más de
mil millones de comidas, movilizó más de 25 mil millones de galones de agua
potable y 265 toneladas de hielo. Cuando el año 2011 el gobierno de Estados
Unidos comenzó a ajustar los recortes presupuestarios, consideró excesivos e
injustificados los pagos a KBR, más aún cuando se tomó como único
proveedor en ese rubro. KBR tenía además contratos para obras de
ingeniería y servicios de construcción. El forzamiento de la austeridad tras la
crisis financiera desatada en 2008 obligó a revisar con más detalles los
contratos y por eso para muchas empresas la guerra terminó en diciembre de
2011, con el retiro de la tropas. Sin embargo, todavía quedan en Iraq
más de 14.000 contratistas y 5.500 guardias de seguridad.
Si la guerra de Irak fue producto de una mentira
escalofriante (las armas biológicas de destrucción masiva de Saddam Hussein),
es lógico que todo en esa guerra sea una mentira y que todo esté empañado en
corrupción. Eso es lo que investiga la Comisión bipartidista del Congreso de
Estados Unidos, que apunta al Departamento de Defensa de los tiempos de Bush
como el principal motor de la corrupción: contratos a puertas cerradas y por
sumas estratosféricas y costes nunca estimados como el de las vidas
humanas, que dispararon el costo de la guerra a los 3 billones de
dólares que señaló Joseph Stiglitz en 2008, aunque hoy señala
que los costos de la
guerra de Irak recién comienzan. Esto obliga a recordar la frase de
Bush de que “la guerra sería breve”, y la de su ministro de Defensa, Paul
Wolfowitz cuando en marzo de 2003 señaló al Congreso de Estados Unidos que “se
trata de un país que podrá financiar rápidamente su reconstrucción”. A diez
años de esos dichos, todo el mundo coincide en que esa visión fue totalmente
errónea.
Otro de los hechos relevantes de la guerra de Irak
fue la participación de la banca. La guerra de Irak se financió completamente
con crédito privado y fue tal el movimiento de flujos de la banca europea y
estadounidense hacia las empresas que participaban en la guerra, que los bancos
(europeos y estadounidenses) dejaron de cumplir sus compromisos con
países africanos, asiáticos y otros países europeos. La banca optó por
facilitar recursos financieros a las empresas de la primera economía mundial
dado que tenían menor riesgo y mayor rentabilidad. Pese a que Estados Unidos no
tenía necesidad de pedir dinero prestado dado que lo puede imprimir
directamente y en cantidades abultadas, como ha dejado en claro la Reserva
Federal con los rescates a la banca, el exceso de confianza lo llevó a un
retorcido mecanismo de financiamiento que disparó la deuda pública en forma
exponencial.
Si la guerra de Irak fue un escándalo en términos
de corrupción política, también lo fue en términos financieros dado que se
favoreció en forma abusiva a las empresas que apoyaban y financiaban al
gobierno de Bush. Es también una de las muestras más claras de ineficiencia
global dado que desde la privatización del petróleo iraquí a fines de 2003 el
petróleo se despidió para siempre de los 20 dólares el barril,
quintuplicando y sextuplicando su precio en una década. Es eficacia sólo para
los cuatro grandes bancos de Estados Unidos, que con un petróleo de mayor valor
logran impulsar la demanda de dólares que es la divisa en que transa el oro
negro en casi todo el mundo. Esto logra evitar transitoriamente el colapso de
Estados Unidos con su deuda de 16,8 billones de dólares.
El petróleo estatal iraquí era el más barato del
mundo dado que su costo de producción llegaba a los 60 centavos el barril en
2003. Desde su privatización en manos extranjeras el petróleo iraquí encareció
para pagar la incursión bélica en Bagdad de los emprendedores amigos de Dick
Cheney, el vicepresidente de Estados Unidos. Los invasores no tuvieron
miramientos para destruir el patrimonio histórico y cultural de una de las cunas
de nuestra civilización. Este hecho,es también la muestra más clara de que la
economía actual no es más que un “capitalismo de amigos” donde impera la
corrupción, los sueldos secretos, la evasión y el crimen organizado. Y mientras
esta situación perdure en el tiempo, las crisis locales y globales serán cada
día más devastadoras.