Mi blog sobre Economía

domingo, 19 de enero de 2014

Guantánamo de la base y sus demonios

Autor Yisell Rodríguez Milán

Quien viva en lo más oriental de Cuba y haya crecido escuchando anécdotas sobre la Base Naval estadounidense que ocupa alrededor de 117 kilómetros cuadrados, o de las fechorías de los marines, o de aquella llamada «zona de tolerancia» donde, antes de 1959, las mujeres del pueblo terminaban «deshonradas», sabrá de qué escribo hoy.

Escribo sobre una provincia marcada, desde hace más de un siglo, por etiquetas absolutistas que, desde los titulares de prensa y buscadores de Google, dicen «Guantánamo» donde debe leerse «emplazamiento ilegal yanqui» o «base de torturas norteamericana», y meten a una población de 515 mil 428 cubanos residentes en esa provincia en el mismo saco que a un grupo de militares estadounidenses.

Ahora mismo recuerdo, por ejemplo, cuando comenzó a circular por internet el siguiente titular: «A usted no le gusta la verdad, 4 días en Guantánamo». Se trataba una nota de prensa, publicada por el Clarín.es, acerca del documental de los realizadores Patricio Henríquez y Luc Côté.

Ambos llevaron a la gran pantalla el testimonio del adolescente Omar Khadr, canadiense de ascendencia árabe acusado de asesinar a un soldado norteamericano en Afganistán y retenido durante más de seis años en la Base Naval emplazada en Guantánamo.

El filme muestra imágenes reales del interrogatorio a Khadr tomadas por una cámara de vigilancia ubicada en su celda y reflexiona acerca de la posición asumida por Canadá, país que, a pesar de las reiteradas exhortaciones de Amnistía Internacional y la UNICEF, se niega a pedir la extradición o repatriación del joven.

La historia es terrible y merecía atención inmediata, sin embargo, horas después de su publicación, Elena, una cibernauta que leyó el titular de la noticia, replicó desde su cuenta en facebook: «Guantánamo es mucho más que la Base Naval».

No pude estar más de acuerdo con ella. Sin dudas, las horas de tortura padecidas por este joven de 15 años debían ser vistas por todos. Pero, una cosa es exigir justicia ante la impunidad con que Estados Unidos viola la Convención de Ginebra —que regula el tratamiento a los prisioneros de guerra y la Convención Internacional sobre los Derechos del niño—, y otra bien distinta es confundir a la opinión internacional con frases absolutistas como «4 días en Guantánamo». Desde el titular, pareciera que Omar Khadr fue apresado, incomunicado y torturado en la ciudad y no en el emplazamiento militar.

Tales distorsiones de significados se sienten luego cuando a ti, que vives en Guantánamo y jamás has estado ni cerca de la Base Naval, la gente —principalmente extranjeros— te preguntan cómo es eso allí, si ya fuiste a la Base Naval, si no tienes miedo de vivir tan cerca de uno de los centros de tortura más famosos del mundo.

Y entonces tiene uno que explicarles siempre lo mismo, que no hay miedo porque de la Base solo sabes lo que te enseñan en la escuela, que está entre los límites de la provincia donde naciste, que están los guardafronteras cubanos allí, y que en esa zona hay cárceles y campos minados pero también aeropuertos, casas, pizzerías, medios de comunicación, oficinas…

Aunque hay gente en mi provincia, muchachos con los que compartí aulas y becas, colegas de trabajo, vecinos de barrio, amigos incluso, para quienes la Base, más que un ente lejano, centro de discursos políticos, titular de periódicos… es su historia familiar. El abuelo jubilado, las cercanías de su casa y la razón del sinfín de limitaciones convierten, sobre todo, al municipio de Caimanera —zona más cercana al emplazamiento estadounidense— en un sitio «especial» de «acceso restringido».

Recientemente concluyó en Guantánamo el III Seminario Internacional de Paz en contra de las bases militares extranjeras y este asunto —sobre el que siempre giran las conversaciones allá donde nací— ha ocupado otra vez los titulares. Delegados de 22 países se convocaron ante el llamado del Consejo Mundial por la Paz, el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Denunciaron las políticas agresivas e injerencistas del gobierno de Estados Unidos y la OTAN, y exigieron la devolución de la Base Naval ilegalmente ocupada desde 1903.



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