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martes, 14 de enero de 2014

¿México rompe el hielo con Cuba?


Por Katia Monteagudo14 enero, 2014 OnCuba

La gélida política exterior mexicana hacia Cuba durante las dos últimas décadas podría llegar a su fin, tras el anuncio de la visita de Estado del mandatario Enrique Peña Nieto a La Habana, a poco más de un año de haber tomado las riendas del gobierno.

Según la cancillería de México, el mandatario se reunirá en La Habana con el líder cubano Raúl Castro, durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a realizarse entre el 28 y el 30 de enero próximos.

Para muchos, esta cita podría ser el puntillazo de la reconciliación diplomática con la Isla, con la que paradójicamente nunca rompió sus relaciones mercantiles ni varió su postura de rechazo al bloqueo estadounidense contra el país caribeño.

De acuerdo con la subsecretaria de Relaciones Exteriores para América Latina, Vanessa Rubio, este encuentro representará un relanzamiento muy importante de los vínculos entre ambos gobiernos, después de que en el pasado octubre se firmaran ocho tratados para actualizar el marco jurídico de la relación bilateral.

Desde el retorno a la silla presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no han sido pocos los acercamientos entre ambos Estados. Primero, el encuentro de sus presidentes en enero del 2013, durante una cita internacional en Chile, apenas un mes después de haber tomado posesión Peña Nieto de su cargo.

Luego, en septiembre de ese mismo año, José Antonio Meade, canciller mexicano, visita La Habana, y en noviembre su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, al Distrito Federal.

En esta cita, el ministro cubano agradeció el histórico respaldo de México a la condena del bloqueo de Estados Unidos, y sugirió que la actualización del modelo económico de Cuba sería una gran oportunidad para los empresarios mexicanos.

Durante esa visita, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció que México condonaba a Cuba el 70 por ciento de su deuda. Nada más y nada menos que 340 millones de dólares, de unos 500 en total.

“Queremos tener una relación cercana, no solo de amistad entre nuestros pueblos, sino económica (…) y esta situación era un obstáculo para que fluyeran bien las cosas”, reiteró Videgaray.

Tal espaldarazo para muchos lo interpretaron como el inicio de una nueva era en las relaciones entre ambos países, y el posible cierre de los desacuerdos y distanciamientos que existieron desde finales de los años noventa, incluso con el PRI en el gobierno, hasta finales del 2012 .

Tras la firma del Tratado de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá las relaciones ya no volverían a ser las mismas. Los tiempos de la hermandad incondicional murieron con esto pacto.

En la Cumbre Iberoamericana de La Habana de 1998, el entonces presidente mexicano Ernesto Zedillo asumió un discurso crítico contra la Isla, acción que no dejó pasar el líder Fidel Castro al afirmar que los niños mexicanos conocían más Mickey Mouse que a sus héroes nacionales.

La siguiente desavenencia ocurrió cuando el presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, visitó a La Habana en febrero de 2002 y se entrevistó con grupos disidentes cubanos. Poco después, en marzo, Fidel Castro acudió a una cumbre de la ONU en Monterrey, y raudo abandonó la cita.

Luego se supo que la partida imprevista se debió a que Fox, para contentar a Estados Unidos, lo presionó para que su estancia fuera mínima allí, y para demostrarlo, el líder cubano hizo pública una grabación en la que el presidente mexicano le decía abiertamente: “Comes y te vas”.

En el 2004 otra divergencia pondría en ascuas las relaciones bilaterales, tras la deportación por corrupción de un empresario mexicano, por lo que Fox, aún en su cargo, decidió expulsar al embajador cubano en México.

Durante la presidencia de Felipe Calderón, de 2006 a 2012, los ánimos se calmaron, pero sin ningún cambio sustancial. Después de las tormentosas relaciones con Fox, el nuevo presidente adoptó una política más fría, aunque no faltó su voto en las Naciones Unidas contra el bloqueo estadounidense durante su sexenio en el gobierno.

Igual cumplió la prometida visita a la Isla, aunque solo a finales de su mandato, y en la misma no tuvo contacto con grupos disidentes cubanos.

Con Peña Nieto y el retorno del PRI a Los Pinos, la política hacia Cuba comenzó a tornarse más cálida. No obstante, expertos aseguran que su giro resulta cauteloso.

Para Rafael Rojas, del Centro de Investigación y Docencia Económicas de México, Peña Nieto está canalizando este asunto con sobriedad, pero sin hacer movimientos pronunciados, ni expresar un entendimiento pleno con Cuba.

Según Ricardo Pascoe, embajador de México en La Habana a principios de los 2000, cuando un presidente mexicano va a Cuba hay indudablemente una presión de Washington para que se reúna con la disidencia y en su discurso haya planteamientos sobre derechos humanos.

Y aunque ha sido clara la voluntad de cambiar el estado actual de las relaciones bilaterales, sobre el mandatario mexicano pesa el mismo dilema de sus antecesores: cómo mantener una relación cordial con Cuba y a la vez no decepcionar a Estados Unidos, su principal socio económico, y enemigo jurado del gobierno cubano por más de 50 años.

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