Nuestra anterior conversación con el canadiense residente en Cuba Gregory Biniowsky, doctor en Ciencias Jurídicas, politólogo y consultor para la cooperación internacional, trató sobre el tema de laseconomías creativas y los emprendimientos socialesen el contexto del proceso de cambio y actualización del modelo económico que vive el país.
El trabajo por cuenta propia ha emergido con fuerza en años recientes y, según datos divulgados en el Parlamento el pasado mes de diciembre, había al cierre de 2013 un total de 444.109 personas ocupadas legalmente en el sector no estatal, cuya contribución a la economía creció 18% desde 2010.
No hay modelos, no hay recetas. Creo que cada sector requiere pragmatismo, y tanto los cuentapropistas como el Estado tienen que pensar en cómo pueden trabajar juntos para lograr el objetivo final: que la población cubana tenga respuesta a sus necesidades y mejore cada año su nivel de vida.
Para nuestro entrevistado, “este desarrollo se da en un entorno sumamente interesante, nuevo, después de cinco décadas de práctica inactividad, y ello crea una serie de retos tanto para el Estado como para el sector no estatal, porque todos están aprendiendo a la vez y cualquier proceso de aprendizaje es difícil, aun más a nivel de sociedad”.
“Cuba está viviendo un momento en que puede haber mucha creatividad e innovación. Hay quienes dicen que Cuba está transitando hacia el capitalismo, pero lo que está haciendo realmente es reconocer que el mercado y la iniciativa privada son también elementos importantes para el socialismo del siglo XXI. No hay modelos, no hay recetas. Creo que cada sector requiere pragmatismo, y tanto los cuentapropistas como el Estado tienen que pensar en cómo pueden trabajar juntos para lograr el objetivo final: que la población cubana tenga respuesta a sus necesidades y mejore cada año su nivel de vida”.
MODELO POR ARMAR
Uno de los reclamos más insistentes de quienes se desempeñan en el sector no estatal es la falta de suministros: no hay facilidades ni sitios para comprar las piezas que requiere un taller de reparaciones electrónicas, o pegamento, suelas, herramientas y otros insumos… Confiesan que se ven obligados a acudir a las tiendas minoristas -pagando precios muy alejados de la práctica mayorista- o al mercado negro.
En opinión de Biniowsky, los cambios de los últimos tiempos en el modelo económico han reducido, como saldo positivo, el alto nivel de paternalismo que antes existía, “un enfoque que funciona bien cuando la economía cuenta con muchos recursos, como sucedía en los ´80”.
A la vez, considera que el Estado “debe pensar muy bien los mecanismos de comunicación con el sector no estatal, porque todo el mundo gana si este segmento puede, de una forma sistemática y transparente, comunicar al Estado sus retos, frustraciones, sugerencias… Tiene que existir un medio de comunicación y retroalimentación permanente entre tomadores de decisiones a nivel de gobierno y los cuentapropistas que día a día tratan de llevar adelante sus negocios y ven cómo unas políticas les favorecen y otras no”.
“Lo que voy a decir no tiene nada que ver con capitalismo o socialismo, sino con el sentido común. Ya se ha reconocido que puede haber sector no estatal y mercado dentro del socialismo, y hay principios para el funcionamiento del mercado: por ejemplo, si usted va a crear un negocio, lo primero que tiene que confirmar es que haya una demanda, gente que quiera o necesite ese producto o servicio, y si hay espacio para ingresar a ese mercado. Lo otro es el ámbito legal, que ese producto o servicio estén dentro de la ley; el modelo –decidir si se va a hacer cuentapropista o se puede crear una cooperativa”…
Y es fundamental la disponibilidad de suministros, insumos… Muchos nos han dicho que sus piezas las consiguen “por medios propios”.
-Es un tema fundamental. Desde el punto de vista del cuentapropista también hay que preguntarse: ¿se pueden conseguir legalmente los insumos que necesito? La gente conoce el mercado negro y recurre a él, pero sabe también que tarde o temprano el que lo hace puede terminar mal. Se crean cadenas de ilegalidades. Lo ideal sería garantizar un negocio en el que los insumos se pudieran adquirir legalmente y de forma económica.
El Estado tiene aún mucho por hacer, pensar en cómo desarrollar un mercado mayorista efectivo (…) Es imprescindible desarrollarlo para que el sector no estatal sea una opción real, funcione en total normalidad y sea próspero y lícito.
Es un asunto que muchos ven como el Talón de Aquiles en la situación actual del cuentapropismo.
-Es un punto en el que, en mi modesta opinión, el Estado tiene aún mucho por hacer, pensar en cómo desarrollar un mercado mayorista efectivo y concretarlo, organizar un espacio en el que estos trabajadores puedan adquirir sus insumos legalmente. Si no, los productos se hacen demasiado caros porque deben comprarlos en la red minorista, y ello hace que los negocios sean poco rentables o no rentables, o que esos costos se trasladen al precio final que debe pagar el consumidor por el producto o servicio, y que no todos puedan pagar algo que en otras circunstancias sería asequible. Puede suceder, también, que los cuentapropistas recurran al mercado negro, o roben al Estado. Sé que se está pensando, sé que es difícil crear de la nada estos mecanismos, pero es imprescindible desarrollarlos para que el sector no estatal sea una opción real, funcione en total normalidad y sea próspero y lícito.
Es un proceso complejo, de aprendizaje, y creo que tanto los cuentapropistas como los encargados de regular desde el Estado cometen y cometerán errores. Se lanzan a veces emprendimientos sin un buen plan de negocios, o un mercado, o insumos y capital asegurados… En cuanto al Estado, mi opinión es que podría haber otras variantes de solución. Cuando escuché la noticia de que no se iba a permitir que quienes vendían ropa importada lo hicieran…
Sus licencias eran de sastre o costurera…
-Ahí está el problema. Pienso que es una decisión soberana, y es lo que indica la ley. Pero tal vez el Estado hubiera podido decir: bueno, a la vez vamos a facilitar telas y máquinas a quienes quieran fundar cooperativas de sastres y costureras para hacer ropas aquí, y no dudo de que se hagan mejores que en otros países. Esos puestos de ropa importada, que tenían ciertos niveles de venta, prosperaron porque al parecer las tiendas del Estado no estaban satisfaciendo las necesidades o gustos de cierto segmento de la población, o porque los precios eran muy caros… hay razones para todo.
Creo que algo que hace el particular es medir bien lo que quiere la población, y ofrecerlo, y no se puede decir lo mismo siempre de las tiendas estatales, con inventarios que se pasan meses sin salida mientras la gente busca cosas que necesita y no encuentra.
Sobre esto también está la experiencia real que han tenido muchas personas por estos días, luego de que cerraran mercados conocidos en los que se conseguía todo tipo de cosas, desde tornillos y puntillas hasta herrajes y otros artículos de consumo… Ahora, nos dijeron algunos entrevistados, simplemente no se encuentra algo tan básico como unos tornillos, o los pocos que aparecen están mucho más caros. Ocurre también que hay artículos muy demandados que se venden bien y rápido pero que se pierden por períodos, pese a que son muy rentables por su propia demanda.
-Siempre he escuchado quejas de personas que van a las tiendas y no hay ciertos productos o artículos, y luego los ven ofertados por revendedores, pero a precios abusivos. La cuestión es cómo controlar esto. Creo que algo que hace el particular es medir bien lo que quiere la población, y ofrecerlo, y no se puede decir lo mismo siempre de las tiendas estatales, con inventarios que se pasan meses sin salida mientras la gente busca cosas que necesita y no encuentra. Hay que crear mecanismos para que esas tiendas del Estado puedan responder efectivamente a la demanda y a las necesidades de los consumidores.
Es un reto para Cuba: que el consumidor pueda adquirir legalmente, en una tienda del Estado o de privados, lo que necesita y cuando lo necesita, y que también haya rangos de ofertas y calidades.
Es un fenómeno extraño este de las cosas necesarias y que no se encuentran en las tiendas. Hay tantas cosas complejas en las que Cuba está muy por encima de la gran mayoría de los países del tercer mundo, pero hay temas más simples como este de la oferta y la demanda en que le superan. Es un reto para Cuba: que el consumidor pueda adquirir legalmente, en una tienda del Estado o de privados, lo que necesita y cuando lo necesita, y que también haya rangos de ofertas y calidades.
VENDO, POR TANTO, SIRVO
Décadas de dinámicas muy especiales en el sector de los servicios y el comercio, combinadas con otras circunstancias, hicieron que se fueran desdibujando conocimientos y tradición en áreas como la gestión de ventas, la atención al cliente o el marketing.
“Creo que es un reto para los cubanos aprender otra vez esa cultura que muchos resumen en la frase de que ´el cliente siempre tiene la razón´. Se va viendo más en el sector no estatal, no en todos los casos, y menos en el estatal”, considera Biniowsky.
“A la larga –agrega- el negocio de particulares o cooperativistas que va a sobrevivir y prosperar es el que sepa establecer una comunicación eficaz y directa con el consumidor, el cliente: saber qué quiere éste, cómo lo quiere y cuándo lo quiere. Es vital este vínculo, tanto como el que mencionamos entre Estado y sector no estatal”.
EL CONSUMIDOR, EN EL CENTRO
Gregory, se repite en las encuestas que hemos realizado en la calle la preocupación de los consumidores por la escasa o inestable oferta, los altos precios, y entre los cuentapropistas la queja por la falta de un mercado mayorista.
Una de las entrevistadas decía que, y citamos, “hay que explorar el estado de opinión de la población, qué es lo que quiere y espera la gente de los cuentapropistas. Por ejemplo, cierran algunas actividades, pero luego el Estado no activa una vía para que puedas resolver esas necesidades que antes cubrías con los cuentapropistas. El Estado cumple con su función y hace valer las leyes, los cuentapropistas deben cumplirlas, pero entonces el pueblo queda en medio, en el aire, porque no encuentra solución a sus necesidades ni por una vía ni por la otra”. ¿Qué puedes comentar sobre esto?
-Reconocidas estas dificultades, pienso que los próximos pasos deben ser, uno, buscar las vías para facilitar que los cuentapropistas, de forma lícita, pagando sus aranceles e impuestos, importen (o tengan acceso a importadores) productos e insumos a vender en Cuba. Este segmento de comercio tiene como prioridad responder a la demanda popular, que es su garantía de subsistencia, y buscará siempre los suministros y modos de lograrlo. Si se nutre por la vía de la ilegalidad, el Estado y el país son los que pierden. Hay que contar con un mecanismo transparente y claro para esto. Para otros insumos que no se requiere importar, pues hay una política –muy positiva- de sustituir importaciones, debe desarrollarse mercados mayoristas donde estos negocios puedan adquirir productos a tarifas más bajas, de modo que los precios al consumidor final no estén por los cielos, como pasa hoy en muchos casos.
Hay que pensar con mente abierta, ser creativos, identificar sectores económicos con dificultades y pensar hasta qué punto pueden aplicarse allí mecanismos innovadores para que funcionen mejor. El sector cooperativo puede prometer mucho, tanto para los servicios como para la industria ligera, quizá no en la gran escala, pero sí en la pequeña o mediana escala, y ahí se pueden producir muchas cosas hoy demandadas.
Hay otro punto clave, y es el adiestramiento, la capacitación.
-Es un tema básico. Pienso que el Estado debería ser líder en ofrecer oportunidades a este sector de capacitarse en las habilidades básicas para emprender y sostener un negocio: contabilidad básica, plan de negocio, plan de marketing… Hay alguna que otra institución haciéndolo, pero debería venir del Estado, que abrió este espacio para el sector no estatal, cuya importancia ya ha sido reconocida. Si este sector prospera ganan todos: sus miembros, el consumidor final y el propio Estado por la vía fiscal.
Esta pareja, el Estado y los cuentapropistas, está en plena etapa de inicio de convivencia, tiene que buscar formas de comunicación y cada uno debe hacer que el otro sea mejor y más fuerte.
Hay otro punto. Para arrancar con un negocio se necesita un capital inicial, una inversión. Hoy muchos negocios están siendo abiertos con dinero enviado desde el extranjero, y se crea una brecha entre quienes tienen acceso a esa vía y quienes no. Por una cuestión de equidad, hay que ir desarrollando también oportunidades en este sentido, créditos y préstamos.
Para concluir, la analogía que me viene a la mente es la de un matrimonio. Digamos que lo que ha sucedido en los últimos años es que ha habido una especie de matrimonio entre el Estado y el sector no estatal, y hay un proceso de aprendizaje, como cuando dos personas se casan, se van a vivir juntos y entonces comienzan a emerger las idiosincrasias, las molestias, las costumbres más particulares… Esta pareja, el Estado y los cuentapropistas, está en plena etapa de inicio de convivencia, tiene que buscar formas de comunicación y cada uno debe hacer que el otro sea mejor y más fuerte.
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