Sus áreas fueron registradas como sitio de referencia en el Sistema Mundial de Jardines Botánicos en 1906.
Redacción IPS Cuba
La Habana, 3 feb .- Primero espacio para convertir el tabaco en rapé; luego, residencia de los capitanes generales y del generalísimo Máximo Gómez, importante militar de la gesta independentista cubana, la Quinta de los Molinos deviene hoy parque ecológico en el centro de La Habana.
Colindante con tres de los 15 municipios habaneros: Centro Habana, Cerro y Plaza de la Revolución, en sus 4, 8 hectáreas se encuentran unas ciento setenta especies vegetales, de ellas 14 endémicas de la flora cubana.
De la fauna silvestre asociada a la vegetación, habitan más de 66 especies, de ellas diecinueve de moluscos (siete fluviales y 12 terrestres), incluyendo un endémico local, dos de anfibios, ocho de reptiles, 32 de aves (catorce migratorias) y cinco de mamíferos.
El parque ecológico ocupa el espacio donde a finales del siglo XVIII, en la entonces barriada de extramuros de la villa de San Cristóbal de La Habana, fueron instalados unos molinos de tabaco de la Real Factoría, donde dos enormes ruedas de piedra, movidas por las aguas de la zanja Real, convertían en picadura y rapé las hojas de la solanácea.
Los Molinos del Rey quedaron en desuso al popularizarse los habanos. En 1831 se funda una institución agronómica en ese sitio, que luego, por orden del gobernador Miguel Tacón, acogería al Jardín Botánico de La Habana, trasladado para la construcción de la Terminal de ferrocarril de Villanueva.
En 1837, Tacón ordenó construir en la estancia Molinos del Rey una casa quinta como residencia de verano y de vivienda de los capitanes generales antes de su regreso definitivo a España.
Cuenta la historia que en un inicio la edificación tuvo una sola planta hasta que en la primera mitad de los años 40 el orgullo de sus residentes se vio herido por las ostentosas casas de recreo que crecían en los alrededores de La Habana.
En 1896, al concluir la guerra de la independencia de Cuba de su metrópoli, fue la residencia del generalísimo Máximo Gómez hasta su muerte, en 1905, y como Cuartel General del Ejército Libertador. Delimitada por el antiguo Paseo de Carlos III, la Calzada de Infanta y el barrio de Cayo Hueso, así como por la Avenida de los Presidentes, la Quinta de los Molinos fue declarada Monumento Nacional en 1981.
Sometida a una restauración en 1986, acogió el Museo Máximo Gómez hasta 2004, cuando fue cerrada al público por el elevado deterioro de las construcciones y del Jardín Botánico.
A partir de 2006, la Quinta de los Molinos pasó a formar parte del patrimonio de la Oficina del Historiador de La Habana e inmediatamente comenzaron las labores de restauración de todas las instalaciones así como el rescate y la conservación de su patrimonio original.
El proyecto de rehabilitación dio paso a un programa de desarrollo ambiental comunitario que comprende servicios de información científico-técnica, cursos de superación y talleres, así como diversas propuestas culturales.
Casas de madera, todas amarillas, una glorieta, jardines donde se exhiben las diferentes especies de la flora, debidamente identificadas por su nombre común y científico y su lugar de procedencia, aves, ejemplares de mamíferos como jutías y ardillas, orquídeas, fuentes y estanques dan a los visitantes la sensación de encontrarse lejos del bullicio de una ciudad de más de dos millones de habitantes.
De acuerdo con Justo Torres Lazo, técnico en jardinería de la institución, desde la quinta se están promoviendo varios temas medioambientales como la jardinería, la agroecología y la permacultura, entre otros.
También se trabaja con las generaciones más jóvenes de escuelas del municipio de Centro Habana a través de círculos de interés y charlas de capacitación.
Aunque no está abierta libremente al público, las personas pueden visitarla a través de encuentros que realizan diferentes organizaciones, entre ellas la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales que celebra allí su habitual encuentro de jubilados.
También la recorren las familias en las visitas dirigidas del proyecto Rutas y Andares, que cada verano organiza la Oficina del Historiador de la Ciudad.
El proyecto incluye un Centro Comunitario de Información Ambiental y Aula ecológica, Pabellón Cultural, senderos ecológicos, exposiciones de mini ecosistemas, mariposario, viveros de reproducción y el Centro para el Desarrollo de la Educación Ambiental, con sala de proyecciones.
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