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lunes, 10 de marzo de 2014

Modelar el desarrollo desde la aldea local: un reto para Cuba

Por Laura Howland / Fotos José Cabrera Peinado

La mayoría de los manuales que hablan del desarrollo local suelen definirlo como “proceso reactivo de la economía y dinamizador de la sociedad, que mediante el aprovechamiento de recursos endógenos existentes en una determinada zona o espacio físico es capaz de estimular y fomentar su crecimiento económico, crear empleo, renta, riqueza y, sobre todo, mejorar la calidad de vida y el bienestar social de la comunidad”.

Un concepto como este hace parecer muy atractiva y viable la política que desde hace varios años trata de asumirse en Cuba, como asidero para rescatar y luego poder enrumbar los parajes más atrasados o inhóspitos de la geografía nacional, a partir de actividades básicas como las que se realizan en los campos, que serán siempre fuentes generadoras de la principal riqueza que da la tierra: los alimentos.

Como es un asunto llevado y traído en cuanto foro económico se celebra en el país, aprovecho el acercamiento a la temática realizado por el profesor e investigador Carlos César Torres, de la Universidad de Pinar del Río, quien ha defendido con vehemencia una propuesta de modelo para la gestión pública de los gobiernos municipales, basada en la perspectiva territorial.

El experto reconoce entre los elementos esenciales para la concepción de esa estrategia el fomento de la inversión, la creación de empleos, el mejoramiento de la calidad de los servicios, el desarrollo de la base exportadora, de la competitividad empresarial y el empleo sostenible de los recursos naturales.

Como ejes articuladores cita también la interconexión de los intereses de cada agente local, entiéndase el gobierno, el sistema empresarial y nuevas formas de gestión no estatal, más la comunidad, receptora básica de los servicios públicos que se brindan y las organizaciones no lucrativas.

Se suman además la capacitación de los recursos humanos, la innovación, el cuidado y preservación del medio ambiente, y el auge de las minindustrias, todo puesto en función de una planificación y ordenamiento territorial renovados, con un enfoque integrador, donde el rol del gobierno local se enfile a lograr la concertación estratégica de los diferentes actores.

Por el académico conocimos que ya hay algunas experiencias de este tipo en varias provincias del país y, en la más occidental, Pinar del Río, se alistan los territorios de Consolación del Sur, Los Palacios, Viñales y San Luis, los cuales centran sus actividades económicas en la agricultura y el turismo.

En esos ejemplos salen a relucir varios mecanismos, entre ellos uno primordial y relacionado con la distribución de los ingresos económicos por concepto de este tipo de iniciativa, pues una buena parte de los recursos disponibles en el municipio pueden ser aprovechados como fuentes de financiamiento local y quedarse allí para solventar paulatinamente problemáticas comunitarias y ejecutar proyectos de índole social que involucren a todos.

Con la aplicación de tales concepciones, los órganos de gobierno, por ejemplo, pueden contar con sumas financieras en sus cuentas que les posibiliten atender las urgencias de los habitantes, así como el mejoramiento de la urbanización, las calles y el alumbrado público, entre otros servicios y prestaciones a la población.

Muchas de las acciones tienen el propósito de crear condiciones de vida y trabajo en el medio rural. Potenciar la participación de los pobladores y fomentar la cohesión de la comunidad son elementos vitales en el éxito de este modelo.
¿TÁCTICA O ESTRATEGIA?

Todavía hay quienes consideran al desarrollo local como una simple táctica, puesta de moda por la vuelta a los orígenes o, más bien, a las formas más primitivas y remotas de ganar el sustento.

Se trata, en todo caso, de adoptar una estrategia a corto, mediano y largo plazos, que se adecue al ritmo y la urgencia de estos tiempos, en una nación como Cuba, donde el avance ha estado mediado por disímiles factores, como el difícil acceso al mercado internacional, el cambio ineludible de socios comerciales en un breve lapso o una economía que pende de la buena o mala racha de un sector, de un producto exportable.

Pasar por encima de tantos males implica también romper otras barreras que encuentra a su paso el empuje desde la aldea, entre estas, la tendencia centralizadora en la toma de decisiones que competen directamente a la localidad, las limitaciones de recursos materiales y financieros en provincias y municipios, además de otras restricciones impuestas por la especialización económica sectorial y la organización vertical de la economía.

Lo ideal sería concretar una estrategia local que se articule adecuadamente a la nacional, para lograr mejorar las condiciones materiales y espirituales de las personas, con plena autonomía y autenticidad, y que se apueste por el aprovechamiento más eficiente y sustentable de los recursos endógenos, mediante el fomento de las capacidades del empresariado del territorio y todas las formas de gestión que lo acompañan.

Un modelo dinámico y flexible que funcione como un todo único para enrumbar ese espacio vital hacia la solución gradual de los principales problemas y retos; un proceso cuyo éxito y viabilidad está sujeto al aumento de la capacidad gerencial de los funcionarios del gobierno, al perfeccionamiento del mecanismo de participación real de los ciudadanos y la redefinición de políticas para asimilar cambios estructurales.- See more at: http://www.cubacontemporanea.com/noticias/modelar-el-desarrollo-desde-la-aldea-local-un-reto-para-cuba#sthash.mpkmdxL9.dpuf

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