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lunes, 31 de marzo de 2014

Resaltan su importancia para la economía cubana


Por Yainier Sánchez González

Mito, cultura, tradición o hasta producto único pudieran ser sinónimos de una leyenda que nació desde que arribaron los colonizadores europeos a Cuba allá por el siglo XIV, cuando los aborígenes ya eran fieles adictos de la planta: una especie de medicina -en aquel entonces- imprescindible para acompañar ceremonias sociales, políticas y religiosas.

Hasta la fecha, diferentes empeños se juntan para garantizar que el habano continúe siendo objeto de orgullo para los cubanos, por su calidad, pureza y combinación de saberes que lo autentifican. Así quedó demostrado mediante una conferencia especializada que se impartió a hombres de negocio y representantes del sector empresarial en Cuba, asistentes a la Feria Agroindustrial Alimentaria (Fiagrop 2014), recientemente clausurada en La Habana.

El panel estuvo rectorado por la empresa Tabacuba y especialistas de la red comercial de Habanos S.A, responsable de la comercialización de los puros premium. Asimismo, transmitieron sus experiencias seis hombres merecedores del Premio Habano en la producción, con más de 50 años de amplia trayectoria, fumadores especializados y conocedores netos del cultivo, el torcido y la industria.

Gerardo Medina, productor de las tierras de Vueltabajo y premiado en 2006, recalcó en la necesidad de incentivar en las nuevas generaciones las mañas del cultivo, torcido y la producción del habano para continuar garantizando al fumador internacional un producto clásico y auténtico. Por su parte, Arnaldo Vichot, maestro ligador de la fábrica Partagás, destacó la importancia de atender a las plantaciones de forma exhaustiva en aras de recolectar una hoja de calidad para su posterior procesamiento, así como también acercar la técnica, tanto de siembra a cielo abierto como de tabaco tapado, a los más jóvenes que se inician en el oficio.

Vladimir Andino Ruibal, director adjunto de Tabacuba, expresó la gratitud de su empresa por contar con su aporte al desarrollo del sector tabacalero, puesto que constituyen los mejores productores agrícolas de las vegas finas de Pinar del Río y otros rincones de la Isla, especialistas -además- de la industria y la pre industria del tabaco. "La economía cubana se regocija al contar con su sabiduría, porque sus acertaciones nos permiten evaluar cómo anda nuestro trabajo y cómo pueden combinarse mejor ciencia y técnica en las plantaciones, y de ese modo seguir ofreciendo un producto de calidad exquisita", argumentó.

Actualmente, la industria tabacalera significa un aporte cuantioso para la economía del país, de ahí que persista el interés de salvaguardar ese patrimonio. Tanto es así, que empresas como Habanos S.A., Internacional Cubana de Tabacos (ICT) S.A. y Cigarrillos Brascuba S.A. cumplieron con el plan de exportación de bienes al cierre del 2013; Tabacuba y Habanos S.A lo hicieron en servicios. Todas, junto a otras entidades como la comercializadora ALCONA S.A y el Grupo Agroindustrial de Granos, permitieron al Ministerio de la Agricultura (Minag) recaudar 299 millones de pesos por concepto de exportación de bienes, y 45,3 millones por exportación de servicios.

Según cifras del citado organismo, cada año la industria tabacalera exporta el equivalente a aproximadamente 213 millones de pesos, a partir de una producción agrícola estimada en 21 867 toneladas de tabaco que se cosechan como promedio y que se distribuyen en unas 19 590 hectáreas de tierras, de las cuales más de la mitad pertenecen a propietarios individuales.

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