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martes, 22 de abril de 2014

Omar Everleny: “La ley en sí no basta para que fluyan con celeridad los capitales externos”

Por Elena Diego Parra • 22 de abril, 2014

La fuerza de trabajo joven y calificada resultará esencial para cubrir las prioridades de la cartera inversionista con los empleos que se generen a partir de esta legislación, manifestó a Soy Cuba el Doctor en Ciencias Económicas Omar Everleny Pérez Villanueva, Profesor Titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana

El proceso de actualización que atraviesa hoy la economía cubana ha requerido varios reajustes en los sistemas de leyes del país, los cuales se están realizando paulatinamente. Ejemplo de ello son la nueva Ley tributaria que entró en vigor en enero del 2013, el Código de Trabajo aprobado el 20 de diciembre del 2013 y próximo a publicarse, y más recientemente la Ley 118 de la inversión extranjera aprobada por unanimidad el pasado 29 de marzo por los miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se trata de un nuevo cuerpo legal que sustituirá a la vigente Ley No. 77 de 1995, y que fue publicado hace pocos días en la Gaceta Oficial de la República.

Muchas expectativas y no pocos temores ha generado el nuevo marco jurídico dentro y fuera del país. Sobre algunas de las principales inquietudes que se han manifestado al respecto y la incidencia directa que pudiera tener sobre los jóvenes, Soy Cuba dialogó con el Profesor Titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana, Omar Everleny Pérez Villanueva, Doctor en Ciencias Económicas desde el año 1998 con un trabajo investigativo sobre la inversión extranjera en Cuba y sus potencialidades.

—Doctor, algunas personas se preguntan por qué una ley de inversión extranjera y no una ley de inversiones.

—Son cosas diferentes, sin menospreciar a la ley de inversiones. Lo que el Estado necesita en estos momentos son capitales externos, requiere incrementar sus tasas de crecimiento económico para que permitan avanzar rápidamente hacia el desarrollo. Para eso, es preciso realizar fuertes inversiones en el país, y la capacidad de ahorro de Cuba es insuficiente para cubrir esas inversiones, por lo que una variable a la que se puede tener acceso rápidamente, es potenciar y hacer atractivo la llegada de recursos externos.

— ¿Cuáles son los aspectos más importantes en los que supera la nueva ley a la anterior?

—Creo que hay muchos elementos en los que la supera. Algo importante es reconocer la necesidad del relanzamiento de la inversión extranjera directa en el país en la actualidad, ya que a pesar de que la Ley 77 estaba vigente, no se motivaba ni se atraía capitales externos como se hizo en el período antes de 2003. Este nuevo cuerpo tiene tres niveles de decisiones que el anterior no lo tenía. Se amplían las formas de inversión y los servicios profesionales. Hay incentivos y exoneraciones fiscales más detalladas.

«El impuesto sobre utilidades es ahora de cero por ciento en los primeros ocho años del negocio. Se definen 60 días hábiles a partir de la presentación de la documentación y 45 días cuando sean decisiones de los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE), lo que en la anterior no se reflejaba. Hay menos espacio a la discrecionalidad en la toma de las decisiones. La Ley 118 salió con su reglamento desde el momento inicial, que en la Ley 77 no fue así; aunque, por supuesto, hay otras depuraciones».

La nueva ley requiere que los jóvenes desarrollen nuevas competencias y se despojen de la falta de eficiencia que ha lastrado la economía nacional. Fuente: Roberto Suárez.

—Es tendencia a nivel mundial la preferencia por fuerza de trabajo joven y calificada. ¿Impactará sobre este grupo poblacional los nuevos empleos que genere la ley?

— Yo creo que la fuerza de trabajo joven pudiera ser la más beneficiada, aunque hay que tener en cuenta el tipo de actividades de que se trate. La aspiración es que lleguen capitales externos que traigan tecnologías avanzadas, por lo que se necesita una masa laboral que no solo esté altamente escolarizada, sino calificada para asumir los retos de una empresa moderna. Hay mucho interés de empresas de la biotecnología, de energías renovables. Por ello, el personal que laborará en ellas tiene que ser competente, y si son jóvenes tendrán además ese atractivo. Los trabajadores estarán llamados a aprender nuevos métodos gerenciales y de dirección económica y podrán ver en la práctica las técnicas modernas de producción o de elaboración de servicios.

—Hay una preocupación que ronda: ¿pudiera esto llevar a una migración excesiva de la fuerza de trabajo joven hacia empresas de este tipo y quedarse así desprotegidos otros sectores que no se benefician con la nueva legislación?

—Es muy prematuro adelantar criterios en ese sentido, pero soy ferviente defensor de la competencia y no comparto la mentalidad monopolista que trae consigo ineficiencia y altos precios de los servicios. El tejido empresarial cubano debe prepararse para el futuro, ofrecer productos de calidad, incrementar sus producciones, estimular con mejores salarios a sus trabajadores y eso será una condición que impedirá que se produzca la migración de la que hablas. No se puede buscar la eficiencia solo con protección social.

—Profesor, sabiendo que la nueva ley privilegiará determinados sectores de interés nacional, no ganará lo mismo un trabajador de una empresa mixta con altos ingresos que un maestro, por ejemplo, quien se desempeña en una labor estratégica para la consolidación de nuestro proyecto de país. ¿Cómo estima que se pudieran equilibrar algunas desproporciones en este sentido?

—La economía cubana necesita lanzarse nuevamente y eso solo es posible incrementando riquezas que nos lleven al desarrollo. Lamentablemente, el país atraviesa una situación macroeconómica compleja al no generar por sí mismo los recursos que necesita para eso. Se sabe que existen otros mecanismos de acceder a recursos externos, pero no podemos olvidar que aún el país se mantiene bloqueado por una potencia hegemónica que controla las instituciones financieras mundiales, y eso impide lograr créditos externos.

«Creo que el Estado, por un lado, debe lograr recuperación de ciertas ramas productivas a través de negocios mixtos donde trabajen sus jóvenes trabajadores y se ganen los salarios que se merecen. Y por otro lado, se deberá tener en cuenta mediante presupuestos a los que cumplen una labor social encomiable. Los recursos para pagarles a los que no están directamente beneficiados con la ley podrían venir de una redistribución estatal por el incremento de los ingresos al presupuesto, por el aumento de los impuestos que pagará el sector estatal que se recuperará con inversiones extranjeras o nacionales, y por el sector no estatal que ha emergido y que paga impuestos personales».

—Debido a obsolescencias tecnológicas, carencia de recursos e incentivos laborales durante años se ha lastrado buena parte del sistema productivo nacional, se han originado determinados vicios y las nuevas generaciones han crecido en este escenario. Sin embargo, ahora las nuevas condiciones obligarán por sí solas a superar viejas prácticas…

—El rigor del trabajo que le exigirán los empleadores a sus empleados imprimirá un ritmo tal que los vicios del pasado quedarán rezagados. Siempre que al inversionista se le exijan derechos para el trabajador, él exigirá a su vez deberes que tiene que cumplir el que labora.

«Además, los sistemas de retribución salarial y de estimulación serán más beneficiosos que los acostumbrados, y eso demandará compromisos laborales. El círculo vicioso de que bajos salarios lleva implícito baja productividad y de que esta impide aumentar salarios, se rompería en las nuevas condiciones de trabajo a las que estarían vinculados los jóvenes trabajadores».

—La actividad por cuenta propia ha alcanzado auge en la Isla. No obstante, en la nueva legislación no se recoge la posibilidad de que este sector se asocie con inversores extranjeros.

—No se deben mezclar los asuntos. Una cosa es la necesidad de recursos externos que tiene el país, y otra es potenciar las nuevas formas no estatales que han surgido en la economía cubana. Yo creo que podemos discrepar o no con algunas decisiones económicas que ha tomado el Estado cubano con respecto a ese sector, pero en los momentos actuales sería aún mínima la posibilidad económica que el cuentapropismo tiene para ser contrapartida de inversores extranjeros.

«Creo que sería mejor la variante de potenciarlo con la creación de los mercados mayoristas, la ampliación de los oficios permitidos, que aún la lista es reducida, entre otros estímulos. Y dejar para otra etapa la decisión de si pueden o no vincularse con los que llegan».


La Asamblea Nacional del Poder Popular, en sesión extraordinaria presidida por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, aprobó la nueva Ley de la Inversión Extranjera el 29 de marzo de 2014. Foto: Roberto Ruiz.

—Se mantendrá la agencia empleadora. ¿Esta no constituye un mecanismo burocrático que retrasa el proceso de contratación?

—Aunque no soy un defensor de la agencia empleadora, creo que en la etapa inicial del auge de capital externo, como se espera que ocurra, debe haber un cierto orden y control de ese tema, para velar por el cumplimiento de las leyes laborales existentes en Cuba.

«Lo más importante es que se definió que dejarán de ser, como en el pasado, solo agencias recaudadoras más interesadas en cobrar los dividendos por salario de las empresas radicadas en el país que en las funciones, para la cual fueron creadas, de organizar el proceso del empleo, buscar personas competentes, ofrecer calificación de la fuerza de trabajo y defender los derechos de los trabajadores».

— ¿Un cubano que jamás haya salido de Cuba y que resida aquí puede dirigir el capital de un extranjero o de un residente cubano en el extranjero?

—La ley 118 no es muy precisa en esa inquietud, pero deja claramente expresado lo que considera como inversionista extranjero y nacional en el Capítulo II inciso (i) y (m). El inversionista nacional es definido como una persona jurídica de nacionalidad cubana.

—Los deslices cometidos en el pasado llevaron a varias empresas extranjeras a retirarse de la Isla. ¿Pudiera este precedente influir ahora en la decisión de invertir de algunos?

—Justamente, en la Asamblea Nacional del Poder Popular quedó claramente expresado que, entre los elementos desfavorables que nos afectarán, están los errores cometidos tiempos atrás. Lamentablemente muchos inversores que se fueron y los que aún funcionan con la ley anterior tienen sinsabores sobre cómo se trató y se trata a los inversionistas extranjeros en el pasado reciente. Son elementos que deben superarse y el nuevo cuerpo legal, con su mayor precisión en algunos temas, se encamina a trascender esa percepción.

—Hay personas que piensan que con esta apertura se está vendiendo el país al capital extranjero. ¿Qué opinión le merece esto?

—El que no conoce las condiciones en las cuales se formalizan los acuerdos con el capital extranjero puede tener esa apreciación errada. Los contratos con el capital extranjero tienen una fecha de vencimiento, no se vende ningún bien público, se realizan contratos de usufructo, de arrendamiento, de administración, entre otros tipos. Los negocios son propuestos por el gobierno cubano a través de una cartera de proyectos y participan disímiles instituciones nacionales para proteger nuestros recursos y el medio ambiente.

«El país no puede dejar perder su planta industrial que está totalmente descapitalizada, sin condiciones productivas, por no tener presencia de capitales externos en sus instalaciones. El estancamiento industrial no se puede repartir, la prosperidad industrial sí nos puede llegar con acceso a bienes y servicios y no por carencia de estos».

—Por todo lo que hemos compartido, ¿podemos avizorar entonces que esta ley será la solución para impulsar la economía nacional?

—Es una de las soluciones, junto a otras que se deben tomar en el futuro. Ya está más claro para el gobierno que es vital y necesario destrabar los nudos que frenan las fuerzas productivas del país para, en un mediano y largo plazo, resolver las principales deformaciones estructurales que tenemos.

«La Ley 118 es una de las medidas que pueden traer rápidamente bienes y servicios necesarios para la mejoría del nivel de vida de la población cubana, siempre que no la sometamos a trabas burocráticas y nos preocupemos por ser más ágiles, flexibles y nos orientemos mejor hacia la solución de problemas económicos nacionales.

«No obstante, el entorno debe atemperarse a los nuevos tiempos que se avecinan, en los que se producirán a la vez cambios en el sistema bancario e instituciones de control como la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) han de funcionar eficientemente. Además, se necesita que empresas como Palco, por ejemplo, presten los servicios para el arrendamiento de instalaciones. La ley en sí no basta para que fluyan con celeridad los capitales externos. Es un sistema que debe estar engrasado desde los momentos iniciales».

(Tomado de soycuba.cu)

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