Entrevista a Susana Martín Belmonte, autora de “Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano”
Enric Llopis
Rebelión
Economista independiente, especializada en el mundo de Internet y las nuevas tecnologías, Susana Martín Belmonte participa actualmente en los proyectos de dos monedas complementarias, el Ecosol y, fundamentalmente, el Eurocat. También es cofundadora del Instituto de la Moneda Social, que trabaja en nuevos enfoques de teoría económica respecto a la función del dinero y del crédito, y apoya iniciativas de monedas complementarias. Muchos de estos novedosos puntos de vista los explica en el libro “Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano” (Icaria). Susana Martín, candidata a las elecciones europeas por el Partido X, considera que la economía monetaria “está completamente fuera de control (el mercado de derivados representa 10 veces el PIB mundial), porque el diseño del sistema monetario es algo que jamás nadie cuestiona”.
P-“¿Crisis financiera o crisis monetaria?”, te preguntabas en un artículo publicado en la revista “Alternativas Económicas”. El negocio tradicional de la banca, captar ahorros para financiar créditos e inversiones, ¿se mantiene hoy? Si no es así, ¿Cuáles son las diferencias?
No es que el funcionamiento del sistema bancario sea esencialmente distinto ahora, es que el concepto popular que se tiene de él siempre ha sido muy diferente de la realidad. Por ejemplo, es cierto que los bancos captan ahorro y dan préstamos, pero eso no significa que el dinero para dar los préstamos salga de los ahorros captados, como se suele deducir. La realidad es que los bancos crean el dinero de la nada al prestárnoslo. Una vez creado, ese dinero se mueve en el sistema económico y normalmente acaba depositado en algún banco, de forma que los bancos, compitiendo entre sí, pueden captar esos depósitos para poder cumplir sus ratios. Lo que ha cambiado es que ese tipo de dinero, el dinero bancario, que también se puede llamar dinero-crédito, es el más abundante hoy día: un 97,7% del total de la masa monetaria. Los bancos son quienes tienen la capacidad de crearlo, o no y decidir qué financiar con él. El poder que eso les da es inmenso, lo que se puede ver en sus retribuciones.
P-¿Qué proporción se da hoy entre los flujos monetarios y la base material que teóricamente debería respaldarlos? O, en otros términos, la relación entre economía productiva y economía especulativa.
Tenemos algunos datos que indican esa proporción, pero es distinta según el mercado financiero del que se trate. Por ejemplo, en el año 2000 se calculaba que del volumen total de transacciones del mercado de divisas, aproximadamente el 98% eran especulativas y solo un 2% estaban destinadas a una transacción de compra de bienes o servicios nominados en otra divisa. En la actualidad, se calcula que el mercado de derivados tiene un volumen de 10 veces el PIB mundial, y creciendo. La economía monetaria está completamente fuera de control porque el diseño del sistema monetario es algo que jamás nadie cuestiona.
P-En el libro “Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano” (Icaria)” formulas la propuesta de la “R-Economía”. ¿En qué consiste y en qué modelos y referentes teóricos se basa?
La R-economía es un sistema de dinero-crédito digital, dinero que se basa en un reconocimiento de deuda, pero que se crea con las transacciones y sin interés y con control ciudadano del crédito. Por ejemplo, pongamos que A paga a B 100 euros a cambio de un producto que B ha producido. Si antes de la transacción los dos están a cero, después de la transacción, A tiene un saldo de -100 y B tiene un saldo de +100, el dinero y el crédito se han creado en la transacción. El éxito del sistema se asienta en que los límites de endeudamiento estén bien asignados, o sea que quien tenga capacidad de endeudarse sea capaz también de vender, no solo de comprar. El modelo teórico más cercano y conocido sería el Bancor, la moneda reserva mundial que Keynes propuso en la Conferencia de Bretton Woods. Con la diferencia que el Bancor era una moneda de países y no una moneda para cualquier economía, con sus individuos, sus instituciones y sus empresas. Se trata de un sistema de compensación de pagos.
P-¿Qué son las “monedas paralelas” y las “monedas sociales”? ¿En qué contexto surgen? ¿Puedes citar ejemplos históricos y actuales?
Las monedas paralelas son monedas distintas a las convencionales, a las monedas de curso legal de cada país. En el año 2012 un grupo de economistas, entre los que estaba Thomas Mayer, execonomista jefe del Deutsche Bank, emitieron una declaración en la que proponían las monedas paralelas como salida a los países en problemas de la eurozona. Fue la primera vez que vi el término de moneda paralela. Por lo general se denominan monedas complementarias.
Las monedas sociales son aquellas monedas complementarias que, además, tienen un componente social explícito. Siempre se dice que el dinero es unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor, pero eso es solo lo que el dinero hace. El dinero en sí es un vínculo social, una parte muy importante de nuestro contrato social. El sistema monetario, según sea su diseño, crea una serie de condicionantes que afectan a las reglas del mercado y de la sociedad. Y sin embargo, en los sistemas de moneda de curso legal, estas reglas no suelen conocerse y, por supuesto, no las hemos aceptado conscientemente. Por eso las monedas sociales son monedas en las que el concepto de vínculo está presente, en las que los participantes conocen las reglas y las aceptan y mucho más si tienen un control directo, individual o colectivo, sobre esas reglas.
Un ejemplo histórico es el WIR; es histórico y actual a la vez. WIR significa “nosotros” en alemán. Es una moneda complementaria que lleva 80 años en funcionamiento. Fue creada en plena Gran Depresión en Suiza por 19 empresarios como un sistema de compensación de pagos sin intereses. Hoy la usan más de 60.000 empresas suizas.
P-La mayoría del dinero es hoy digital. ¿Cómo se moviliza y qué implicaciones tiene el fenómeno?
La implicación más importante del dinero digital es que, como todo producto digital, su precio, como su coste marginal de producción, tiende a cero. Este coste nulo del dinero significa creación monetaria sin intereses, crédito sin intereses, pero no se materializa porque lo impiden estructuras bancarias colosales, subvencionadas, monopolísticas y abusivas. Esto es lo que estamos viendo: el tipo de referencia del euro es 0,25% y el sistema monetario actual no funciona con tipos tan bajos, tal como pronosticó Keynes, se produce una trampa de liquidez. La asignación de recursos es ridícula, se fomentan las burbujas especulativas mientras que la economía productiva no se financia. Y en lugar de buscar otros modelos, se rescata el modelo actual con dinero del contribuyente. Es necesario encontrar otras fórmulas para asignar la financiación, otras fórmulas para la gestión del dinero y del crédito.
P-¿Qué es el Bitcoin? ¿Tiene tanta relevancia como se dice?
El bitcoin es un sistema monetario digital en el que las reglas son explícitas. Los participantes las conocen, las aceptan y deciden participar. Las transacciones de bitcoins son públicas, visibles por todos los miembros de la red, y es de código abierto. Es un sistema muy original que puede romper el monopolio de los bancos en la emisión monetaria, pues compite en su propio terreno con las monedas de curso legal: es objeto de especulación como cualquier divisa convencional. También es bastante cara de producir, consume mucha energía. Pero Bitcoin es relevante en algunos aspectos: ha implantado en el subconsciente colectivo el concepto de moneda complementaria, cosa que ni un modelo tan exitoso como el WIR había conseguido, tiene una amplia aceptación sin estar respaldada por un ejército y rompe la posición dominante del cártel bancario. Sin embargo, la crisis ha sido resultado de una mala asignación del crédito y el bitcoin de por sí no resuelve la asignación de recursos mediante el crédito.
Las funciones del dinero y las del crédito son muy diferentes. El sistema de crédito es lo que hace que evolucionen los sistemas económicos porque es lo que vincula el presente con el futuro, es un aspecto esencial, profundamente político y con implicaciones públicas enormes. Tener la capacidad de decidir qué se financia es poder en estado puro.
P-En un artículo citabas al presidente del BBVA, Francisco González, quien afirmaba en el Financial Times que los bancos “necesitan incorporar a Amazon o Google, o morirán”. ¿Qué quería decir el banquero? ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Lo que quiere decir es que hoy están mucho más preparados para gestionar activos digitales un Google o un Amazon que un banco tradicional. La digitalización ha cambiado el perfil del operador. Sin embargo, no estoy segura de que las tecnológicas no vayan a incorporar la sección bancaria a su negocio, en lugar de dejarse incorporar por los bancos. La lástima sería que toda esta transición tuviera lugar sin un cambio esencial de estructuras de poder, y que los ciudadanos pasáramos de la dominación de los bancos a la dominación de las tecnológicas. Espero que no ocurra, pero son los ciudadanos quienes tienen en su mano evitarlo, votando en las próximas elecciones europeas, por ejemplo.
P-Abogas por una economía con nuevas vías de financiación.
Creo que ya está bastante madura en la opinión pública la idea de que tenemos muchos problemas por no poder controlar los flujos de dinero: la evasión y la elusión fiscal, así como la criminalidad y el blanqueo de dinero, por nombrar sólo unos pocos. Si queremos controlar los flujos de dinero creados por los bancos tenemos una ardua tarea por delante y más vale que nos pongamos a ello cuanto antes con estrategias como el radar financiero que está elaborando Hervé Falciani con la Hacienda francesa, o la aplicación del ITF. Sin embargo, existen estrategias complementarias que es importante tener en cuenta para diversificar las soluciones, y en este aspecto, no hay que olvidar que los flujos de dinero actuales son, en un 97,7%, anotaciones en cuenta respaldadas por un reconocimiento de deuda. Si creamos esquemas de participación voluntaria en los que los flujos dinerarios nazcan ya con un contrato diferente, un contrato tal que esa renta esté ligada al territorio, obligada a pagar impuestos en el territorio y a ser gastada en el territorio, entonces esos flujos no necesitamos ir a buscarlos a los paraísos fiscales, no necesitamos gastar toda esa energía en controlarlos. En la medida en que esos flujos sustituyan a los actuales, tendremos también resuelto el problema.
P-Esas vías de financiación complementarias serían préstamos sin interés. ¿Qué implicaría la abolición de los intereses? ¿Por qué lo consideras tan importante?
La desaparición del interés es esencial. Es el verdadero cáncer del sistema económico mundial. La creación monetaria con dinero bancario, o sea, como préstamo con interés es responsable del 97,7% de la masa monetaria actual y esta forma de crear el dinero hace que siempre haya más deuda que dinero para pagarla. Es decir, en cualquier colectivo, si creamos una cantidad X para realizar los intercambios, al siguiente año deberemos entre todos X más el interés, pero como sólo tenemos X, por lo tanto no podemos pagar el interés. Individualmente algunos podrán, pero colectivamente no se puede, pues no hay dinero suficiente. Las consecuencias son brutales: crecimiento exponencial del sistema económico, crisis cada vez más frecuentes y secuestro de la sociedad a manos del sector financiero, por la dependencia del sector financiero que nos impone este modelo monetario: cada año se necesita nuevo crédito en el sistema para que funcione la economía y sólo el cártel bancario lo puede proporcionar: el poder de la banca queda perfectamente explicado y la situación de dependencia de la sociedad se traduce en la obligación de competir por el capital financiero, lo cual es una consecuencia lógica de crearlo deliberadamente escaso.
Librarnos de la creación monetaria como deuda con interés implicaría la desaparición de las crisis financieras, del imperativo de crecimiento del sistema económico y del secuestro que obliga a la sociedad a rescatar al sistema bancario en estos momentos.
P-¿Y cómo se canalizaría el crédito? ¿Cómo llegar a este escenario que planteas?
No se trata únicamente de la desaparición del interés. La mecánica del interés tiene que ser sustituida por otra mecánica de asignación del crédito. Es necesario establecer otros condicionantes para acceder al crédito. Por ejemplo, solo financiar la economía productiva, no la especulativa. No pagar interés a cambio de no cobrarlo: los depósitos no están remunerados. Tampoco sería necesario devolver los créditos, pero sí vender y comprar cada año por un importe mínimo proporcional a la línea de crédito usada. Se trataría de esquemas de participación voluntaria a los que los participantes se podrían acoger si les resulta interesante. En las que las estructura de toma de decisiones estuvieran acotadas para analizar su funcionamiento y fomentar las mejores prácticas. En mi libro describo la R-economía que es el modelo monetario que propongo. Es imprescindible abrir las posibilidades institucionales de nuestra economía. El dinero y el crédito son instituciones creadas por los seres humanos, no leyes de la naturaleza: Se pueden cambiar. En muchas ocasiones se confunde economía de mercado con lo que tenemos ahora y creo que es un error. La economía de mercado no tiene una única solución, tiene infinidad de formas posibles en función del marco institucional. Pero si hay una institución que condiciona a todas las demás, esa es el dinero.
P-Las monedas representan el poder político y económico de los estados. ¿Cuál es la correlación de fuerzas entre el euro, el dólar o el yuan? ¿Te atreves a vaticinar próximos escenarios?
En estos momentos veo varias amenazas que pueden estallar en cualquier momento. Las tensiones sociales derivadas de la recesión del primer mundo, no canalizadas con opciones políticas que estén a la altura, pueden acabar en fascismos o en conflictos armados. Esto junto con el cambio climático es lo que más me preocupa. Las potencias emergentes como China y el resto de los países BRICS están desafiando la hegemonía del dólar hace años. Cada vez hay más países que están reduciendo sus reservas en dólares. El poder militar de EEUU está detrás del dólar, lo estuvo ya desde Bretton Woods y fue decisivo para que el dólar se convirtiera en la moneda global, o para que nada cambiase cuando Nixon decidió unilateralmente dejar de honrar la convertibilidad del dólar en oro. Sin embargo, no sabría decir cuándo la tensión provocará una ruptura del dólar como moneda reserva o si otra de las inminentes crisis que nos acucian estallará antes. Creo que aquí tienen más peso los factores militares y políticos que los económicos.
-Por último, ¿Cómo interpretas la denominada “crisis del euro”? ¿Consideras que finalmente se producirá un estallido de la moneda única?
Mientras el modelo monetario dominante sea el actual, y considerando que ya estamos dentro y enormemente endeudados, me parece que una moneda reserva poderosa como el euro es el menor de los males para toda Europa, por ahora. Las tensiones que sufre el euro están dentro del espacio económico europeo. Hacia fuera, la Unión Europea es acreedora neta, tiene superávit de balanza por cuenta corriente con el resto del mundo. Esto quiere decir que, mientras haya un modo político de resolver las tensiones internas de Europa, el euro tiene posibilidades de mantenerse. Si no se gestionan adecuadamente las tensiones políticas, entonces habrá problemas. Dependerá de hasta qué extremos se lleva el austericidio: las mal llamadas políticas de austeridad que en realidad son una transferencia de recursos descomunal de la ciudadanía europea a la banca.
Y esto precisamente tiene que ver con el verdadero problema, que no es quedarse o salir del euro, sino qué diseño monetario hay detrás del euro y qué distribución de los recursos favorece. El euro funciona exactamente igual que cualquier otra moneda de curso legal. Ese modelo dominante es un modelo monetario quebrado, que se apuntala políticamente mientras no haya otras opciones. Pero de hecho ya están surgiendo opciones, es necesario fomentarlas, tanto para facilitar una transición suave hacia otro modelo monetario como para resolver las esas tensiones políticas internas de la zona euro derivadas de los costes sociales del paro y la recesión.
Enric Llopis
Rebelión
Economista independiente, especializada en el mundo de Internet y las nuevas tecnologías, Susana Martín Belmonte participa actualmente en los proyectos de dos monedas complementarias, el Ecosol y, fundamentalmente, el Eurocat. También es cofundadora del Instituto de la Moneda Social, que trabaja en nuevos enfoques de teoría económica respecto a la función del dinero y del crédito, y apoya iniciativas de monedas complementarias. Muchos de estos novedosos puntos de vista los explica en el libro “Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano” (Icaria). Susana Martín, candidata a las elecciones europeas por el Partido X, considera que la economía monetaria “está completamente fuera de control (el mercado de derivados representa 10 veces el PIB mundial), porque el diseño del sistema monetario es algo que jamás nadie cuestiona”.
P-“¿Crisis financiera o crisis monetaria?”, te preguntabas en un artículo publicado en la revista “Alternativas Económicas”. El negocio tradicional de la banca, captar ahorros para financiar créditos e inversiones, ¿se mantiene hoy? Si no es así, ¿Cuáles son las diferencias?
No es que el funcionamiento del sistema bancario sea esencialmente distinto ahora, es que el concepto popular que se tiene de él siempre ha sido muy diferente de la realidad. Por ejemplo, es cierto que los bancos captan ahorro y dan préstamos, pero eso no significa que el dinero para dar los préstamos salga de los ahorros captados, como se suele deducir. La realidad es que los bancos crean el dinero de la nada al prestárnoslo. Una vez creado, ese dinero se mueve en el sistema económico y normalmente acaba depositado en algún banco, de forma que los bancos, compitiendo entre sí, pueden captar esos depósitos para poder cumplir sus ratios. Lo que ha cambiado es que ese tipo de dinero, el dinero bancario, que también se puede llamar dinero-crédito, es el más abundante hoy día: un 97,7% del total de la masa monetaria. Los bancos son quienes tienen la capacidad de crearlo, o no y decidir qué financiar con él. El poder que eso les da es inmenso, lo que se puede ver en sus retribuciones.
P-¿Qué proporción se da hoy entre los flujos monetarios y la base material que teóricamente debería respaldarlos? O, en otros términos, la relación entre economía productiva y economía especulativa.
Tenemos algunos datos que indican esa proporción, pero es distinta según el mercado financiero del que se trate. Por ejemplo, en el año 2000 se calculaba que del volumen total de transacciones del mercado de divisas, aproximadamente el 98% eran especulativas y solo un 2% estaban destinadas a una transacción de compra de bienes o servicios nominados en otra divisa. En la actualidad, se calcula que el mercado de derivados tiene un volumen de 10 veces el PIB mundial, y creciendo. La economía monetaria está completamente fuera de control porque el diseño del sistema monetario es algo que jamás nadie cuestiona.
P-En el libro “Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano” (Icaria)” formulas la propuesta de la “R-Economía”. ¿En qué consiste y en qué modelos y referentes teóricos se basa?
La R-economía es un sistema de dinero-crédito digital, dinero que se basa en un reconocimiento de deuda, pero que se crea con las transacciones y sin interés y con control ciudadano del crédito. Por ejemplo, pongamos que A paga a B 100 euros a cambio de un producto que B ha producido. Si antes de la transacción los dos están a cero, después de la transacción, A tiene un saldo de -100 y B tiene un saldo de +100, el dinero y el crédito se han creado en la transacción. El éxito del sistema se asienta en que los límites de endeudamiento estén bien asignados, o sea que quien tenga capacidad de endeudarse sea capaz también de vender, no solo de comprar. El modelo teórico más cercano y conocido sería el Bancor, la moneda reserva mundial que Keynes propuso en la Conferencia de Bretton Woods. Con la diferencia que el Bancor era una moneda de países y no una moneda para cualquier economía, con sus individuos, sus instituciones y sus empresas. Se trata de un sistema de compensación de pagos.
P-¿Qué son las “monedas paralelas” y las “monedas sociales”? ¿En qué contexto surgen? ¿Puedes citar ejemplos históricos y actuales?
Las monedas paralelas son monedas distintas a las convencionales, a las monedas de curso legal de cada país. En el año 2012 un grupo de economistas, entre los que estaba Thomas Mayer, execonomista jefe del Deutsche Bank, emitieron una declaración en la que proponían las monedas paralelas como salida a los países en problemas de la eurozona. Fue la primera vez que vi el término de moneda paralela. Por lo general se denominan monedas complementarias.
Las monedas sociales son aquellas monedas complementarias que, además, tienen un componente social explícito. Siempre se dice que el dinero es unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor, pero eso es solo lo que el dinero hace. El dinero en sí es un vínculo social, una parte muy importante de nuestro contrato social. El sistema monetario, según sea su diseño, crea una serie de condicionantes que afectan a las reglas del mercado y de la sociedad. Y sin embargo, en los sistemas de moneda de curso legal, estas reglas no suelen conocerse y, por supuesto, no las hemos aceptado conscientemente. Por eso las monedas sociales son monedas en las que el concepto de vínculo está presente, en las que los participantes conocen las reglas y las aceptan y mucho más si tienen un control directo, individual o colectivo, sobre esas reglas.
Un ejemplo histórico es el WIR; es histórico y actual a la vez. WIR significa “nosotros” en alemán. Es una moneda complementaria que lleva 80 años en funcionamiento. Fue creada en plena Gran Depresión en Suiza por 19 empresarios como un sistema de compensación de pagos sin intereses. Hoy la usan más de 60.000 empresas suizas.
P-La mayoría del dinero es hoy digital. ¿Cómo se moviliza y qué implicaciones tiene el fenómeno?
La implicación más importante del dinero digital es que, como todo producto digital, su precio, como su coste marginal de producción, tiende a cero. Este coste nulo del dinero significa creación monetaria sin intereses, crédito sin intereses, pero no se materializa porque lo impiden estructuras bancarias colosales, subvencionadas, monopolísticas y abusivas. Esto es lo que estamos viendo: el tipo de referencia del euro es 0,25% y el sistema monetario actual no funciona con tipos tan bajos, tal como pronosticó Keynes, se produce una trampa de liquidez. La asignación de recursos es ridícula, se fomentan las burbujas especulativas mientras que la economía productiva no se financia. Y en lugar de buscar otros modelos, se rescata el modelo actual con dinero del contribuyente. Es necesario encontrar otras fórmulas para asignar la financiación, otras fórmulas para la gestión del dinero y del crédito.
P-¿Qué es el Bitcoin? ¿Tiene tanta relevancia como se dice?
El bitcoin es un sistema monetario digital en el que las reglas son explícitas. Los participantes las conocen, las aceptan y deciden participar. Las transacciones de bitcoins son públicas, visibles por todos los miembros de la red, y es de código abierto. Es un sistema muy original que puede romper el monopolio de los bancos en la emisión monetaria, pues compite en su propio terreno con las monedas de curso legal: es objeto de especulación como cualquier divisa convencional. También es bastante cara de producir, consume mucha energía. Pero Bitcoin es relevante en algunos aspectos: ha implantado en el subconsciente colectivo el concepto de moneda complementaria, cosa que ni un modelo tan exitoso como el WIR había conseguido, tiene una amplia aceptación sin estar respaldada por un ejército y rompe la posición dominante del cártel bancario. Sin embargo, la crisis ha sido resultado de una mala asignación del crédito y el bitcoin de por sí no resuelve la asignación de recursos mediante el crédito.
Las funciones del dinero y las del crédito son muy diferentes. El sistema de crédito es lo que hace que evolucionen los sistemas económicos porque es lo que vincula el presente con el futuro, es un aspecto esencial, profundamente político y con implicaciones públicas enormes. Tener la capacidad de decidir qué se financia es poder en estado puro.
P-En un artículo citabas al presidente del BBVA, Francisco González, quien afirmaba en el Financial Times que los bancos “necesitan incorporar a Amazon o Google, o morirán”. ¿Qué quería decir el banquero? ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Lo que quiere decir es que hoy están mucho más preparados para gestionar activos digitales un Google o un Amazon que un banco tradicional. La digitalización ha cambiado el perfil del operador. Sin embargo, no estoy segura de que las tecnológicas no vayan a incorporar la sección bancaria a su negocio, en lugar de dejarse incorporar por los bancos. La lástima sería que toda esta transición tuviera lugar sin un cambio esencial de estructuras de poder, y que los ciudadanos pasáramos de la dominación de los bancos a la dominación de las tecnológicas. Espero que no ocurra, pero son los ciudadanos quienes tienen en su mano evitarlo, votando en las próximas elecciones europeas, por ejemplo.
P-Abogas por una economía con nuevas vías de financiación.
Creo que ya está bastante madura en la opinión pública la idea de que tenemos muchos problemas por no poder controlar los flujos de dinero: la evasión y la elusión fiscal, así como la criminalidad y el blanqueo de dinero, por nombrar sólo unos pocos. Si queremos controlar los flujos de dinero creados por los bancos tenemos una ardua tarea por delante y más vale que nos pongamos a ello cuanto antes con estrategias como el radar financiero que está elaborando Hervé Falciani con la Hacienda francesa, o la aplicación del ITF. Sin embargo, existen estrategias complementarias que es importante tener en cuenta para diversificar las soluciones, y en este aspecto, no hay que olvidar que los flujos de dinero actuales son, en un 97,7%, anotaciones en cuenta respaldadas por un reconocimiento de deuda. Si creamos esquemas de participación voluntaria en los que los flujos dinerarios nazcan ya con un contrato diferente, un contrato tal que esa renta esté ligada al territorio, obligada a pagar impuestos en el territorio y a ser gastada en el territorio, entonces esos flujos no necesitamos ir a buscarlos a los paraísos fiscales, no necesitamos gastar toda esa energía en controlarlos. En la medida en que esos flujos sustituyan a los actuales, tendremos también resuelto el problema.
P-Esas vías de financiación complementarias serían préstamos sin interés. ¿Qué implicaría la abolición de los intereses? ¿Por qué lo consideras tan importante?
La desaparición del interés es esencial. Es el verdadero cáncer del sistema económico mundial. La creación monetaria con dinero bancario, o sea, como préstamo con interés es responsable del 97,7% de la masa monetaria actual y esta forma de crear el dinero hace que siempre haya más deuda que dinero para pagarla. Es decir, en cualquier colectivo, si creamos una cantidad X para realizar los intercambios, al siguiente año deberemos entre todos X más el interés, pero como sólo tenemos X, por lo tanto no podemos pagar el interés. Individualmente algunos podrán, pero colectivamente no se puede, pues no hay dinero suficiente. Las consecuencias son brutales: crecimiento exponencial del sistema económico, crisis cada vez más frecuentes y secuestro de la sociedad a manos del sector financiero, por la dependencia del sector financiero que nos impone este modelo monetario: cada año se necesita nuevo crédito en el sistema para que funcione la economía y sólo el cártel bancario lo puede proporcionar: el poder de la banca queda perfectamente explicado y la situación de dependencia de la sociedad se traduce en la obligación de competir por el capital financiero, lo cual es una consecuencia lógica de crearlo deliberadamente escaso.
Librarnos de la creación monetaria como deuda con interés implicaría la desaparición de las crisis financieras, del imperativo de crecimiento del sistema económico y del secuestro que obliga a la sociedad a rescatar al sistema bancario en estos momentos.
P-¿Y cómo se canalizaría el crédito? ¿Cómo llegar a este escenario que planteas?
No se trata únicamente de la desaparición del interés. La mecánica del interés tiene que ser sustituida por otra mecánica de asignación del crédito. Es necesario establecer otros condicionantes para acceder al crédito. Por ejemplo, solo financiar la economía productiva, no la especulativa. No pagar interés a cambio de no cobrarlo: los depósitos no están remunerados. Tampoco sería necesario devolver los créditos, pero sí vender y comprar cada año por un importe mínimo proporcional a la línea de crédito usada. Se trataría de esquemas de participación voluntaria a los que los participantes se podrían acoger si les resulta interesante. En las que las estructura de toma de decisiones estuvieran acotadas para analizar su funcionamiento y fomentar las mejores prácticas. En mi libro describo la R-economía que es el modelo monetario que propongo. Es imprescindible abrir las posibilidades institucionales de nuestra economía. El dinero y el crédito son instituciones creadas por los seres humanos, no leyes de la naturaleza: Se pueden cambiar. En muchas ocasiones se confunde economía de mercado con lo que tenemos ahora y creo que es un error. La economía de mercado no tiene una única solución, tiene infinidad de formas posibles en función del marco institucional. Pero si hay una institución que condiciona a todas las demás, esa es el dinero.
P-Las monedas representan el poder político y económico de los estados. ¿Cuál es la correlación de fuerzas entre el euro, el dólar o el yuan? ¿Te atreves a vaticinar próximos escenarios?
En estos momentos veo varias amenazas que pueden estallar en cualquier momento. Las tensiones sociales derivadas de la recesión del primer mundo, no canalizadas con opciones políticas que estén a la altura, pueden acabar en fascismos o en conflictos armados. Esto junto con el cambio climático es lo que más me preocupa. Las potencias emergentes como China y el resto de los países BRICS están desafiando la hegemonía del dólar hace años. Cada vez hay más países que están reduciendo sus reservas en dólares. El poder militar de EEUU está detrás del dólar, lo estuvo ya desde Bretton Woods y fue decisivo para que el dólar se convirtiera en la moneda global, o para que nada cambiase cuando Nixon decidió unilateralmente dejar de honrar la convertibilidad del dólar en oro. Sin embargo, no sabría decir cuándo la tensión provocará una ruptura del dólar como moneda reserva o si otra de las inminentes crisis que nos acucian estallará antes. Creo que aquí tienen más peso los factores militares y políticos que los económicos.
-Por último, ¿Cómo interpretas la denominada “crisis del euro”? ¿Consideras que finalmente se producirá un estallido de la moneda única?
Mientras el modelo monetario dominante sea el actual, y considerando que ya estamos dentro y enormemente endeudados, me parece que una moneda reserva poderosa como el euro es el menor de los males para toda Europa, por ahora. Las tensiones que sufre el euro están dentro del espacio económico europeo. Hacia fuera, la Unión Europea es acreedora neta, tiene superávit de balanza por cuenta corriente con el resto del mundo. Esto quiere decir que, mientras haya un modo político de resolver las tensiones internas de Europa, el euro tiene posibilidades de mantenerse. Si no se gestionan adecuadamente las tensiones políticas, entonces habrá problemas. Dependerá de hasta qué extremos se lleva el austericidio: las mal llamadas políticas de austeridad que en realidad son una transferencia de recursos descomunal de la ciudadanía europea a la banca.
Y esto precisamente tiene que ver con el verdadero problema, que no es quedarse o salir del euro, sino qué diseño monetario hay detrás del euro y qué distribución de los recursos favorece. El euro funciona exactamente igual que cualquier otra moneda de curso legal. Ese modelo dominante es un modelo monetario quebrado, que se apuntala políticamente mientras no haya otras opciones. Pero de hecho ya están surgiendo opciones, es necesario fomentarlas, tanto para facilitar una transición suave hacia otro modelo monetario como para resolver las esas tensiones políticas internas de la zona euro derivadas de los costes sociales del paro y la recesión.
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