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jueves, 19 de junio de 2014

La estampida de RTVE de Cuba

Aurelio Pedroso • 19 de junio, 2014

LA HABANA. Dijo en su momento ese gran poeta de las letras hispanas perteneciente a la Generación del 98, que fue Antonio Machado (1875-1939) que “de cada diez españoles, nueve embisten y uno piensa”. Tal parece que se adelantaba en el tiempo y pensaba en la actual directiva de Radio Televisión Española (RTVE).

RTVE se despide de la isla sin analizar siquiera que los próximos tres años serán decisivos en el curso que tomará un proceso revolucionario iniciado en 1959 y con una importante presencia empresarial española y en el turismo. Para Madrid, vía aérea, salió con alta prioridad todo un archivo gráfico de los principales acontecimientos ocurridos en la isla desde que las autoridades cubanas concedieron el permiso reglamentario para que la corresponsalía iniciase sus actividades en 1998 a raíz de la visita papal. Entonces sus principales responsables gozaban de luz larga.

La línea bandera, Iberia, habría levantado también, poco tiempo antes, un vuelo sin retorno, dejando atrás una ruta iniciada mucho antes del 1959. La Habana, Cuba, un país con cada vez más cubanos con pasaporte español, no era rentable según ellos. Guatemala, por ejemplo, tiene más interés para Iberia que Cuba. Cosa rara.

Ambos acontecimientos tal vez vuelvan a confirmar de cara al futuro eso tan español de que “más se perdió en Cuba” a pesar de que un alto cargo del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, dijo en esta capital a finales de diciembre del pasado año que España acompañaría a Cuba en el actual proceso de cambios. Menuda compañía.

Desde entonces y hasta hace unos días, RTVE se estableció en el primer conjunto inmobiliario del país, la Lonja del Comercio, un proyecto mancomunado entre la Oficina del Historiador y el Banco Argentaria, que poco tiempo después se fusionaría con otro banco de ese país para formar el BBVA y comenzaría a emprender otros proyectos como aquel que no fructificó de construir una segunda Habana.

Y quiso la historia, con sus caprichos y asombrosas coincidencias, que la corresponsalía de RTVE estableciera campamento a pocos metros de el lugar donde a finales del siglo XIX explotó el acorazado Maine que, como casi todos conocen, dio entrada a los interventores gringos y al mismo tiempo la salida de los españoles.

El local, una oficina en la última planta de la Lonja, posee una vista panorámica que abarca desde el canal de entrada al puerto hasta el bolsón de la bahía, con el Cristo de La Habana en lontananza y sus brazos abiertos a la ciudad.

Ya tiene dueño la oficina, un nuevo inquilino que tuvo a bien comprar casi todo el mobiliario adquirido cuando su puesta en marcha y comenzar a borrar del decorado las señas hispanas tan comunes a ambos lados de la geografía. Aún la corresponsal de RTVE no lo había abandonado camino a nuevas tareas en México, cuando cada pieza poseía la pegatina de los nuevos propietarios: la gringa CNN. Un sutil mensaje, tal vez no pensado, de que aquí estamos porque llegamos.

Nuevamente, salen los españoles y entran los gringos.

Además del error estratégico cometido por los directivos de RVTE, es bochornoso el tratamiento que le han dispensado a sus cinco trabajadores cubanos, casi todos fundadores de la delegación, con más de 15 años de labor comprobada al servicio de los intereses editoriales impuestos por Madrid.

De nada valieron los esfuerzos de los tres antiguos corresponsales por reconsiderar tal decisión. Completamente imposible indemnizar a los cubanos cuando aún está ante la justicia un caso similar en Argentina porque, entre otros factores, las leyes cubanas no son lo suficientemente protectoras para estos casos donde media una agencia oficial empleadora y no un contrato directo entre el cubano y el empleador extranjero.

El extremo ha llegado a ni siquiera abonarles tres meses de salario en tanto buscan un nuevo trabajo. Ningún responsable de ese ente oficial les ha dado la cara. Una lección que muchos deberán aprender en La Habana. El cinismo ha llegado al tope, al punto de cerrar el candado para que lo abra CNN, que piensan enviar una carta de reconocimiento o recomendación como si el papel pudiera surtir el efecto de un espagueti. Este último, como metáfora.

A la puta calle, al buen decir callejero y coloquial de la Madre Patria.

A los altos cargos de RTVE, so pretexto de la crisis, poco les importa la isla. Confunden, como decía también Machado, “valor y precio”, entre otras cosas más sensibles y humanas.

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