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jueves, 17 de julio de 2014

Agricultura y ganadería pueden hacer más por la economía

AIN Desde hace años la rama agropecuaria cubana ha estado buscando vías para elevar la producción y no depender decisivamente de las importaciones para asegurar la alimentación de la población por el mercado normado y el consumo social, y por el comercio interno sin subsidio y la gastronomía.
A pesar de las variadas formas llevadas adelante, lo cierto es que esa compleja economía no ha logrado satisfacer la demanda interna en magnitud tal que dé un empujón hacia abajo a las compras en el extranjero, siempre para Cuba muy costosas.
No debe echarse de lado una razón de peso en esos gastos: los cubanos padecen desde hace más de 50 años el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, lo cual constituye un gravamen adicional a las importaciones.
Por todo lo que el país compra tiene que pagar más, porque debe adquirir los productos en sitios lejanos y por tanto mayor gasto en flete, y aplicar seguros altos a la transportación y la mercancía.
Es preciso agregar el vaivén de los precios de los alimentos, generalmente a la alza, a pesar de estudios que van y vienen sobre tendencias a bajar, pero de por sí son elevados desde el boom hacia arriba a partir de 2008.
Estas son razones suficientes para hacer cuanto sea posible por reducir las importaciones sobre la base de incrementar la producción agropecuaria nacional.
Según estudios, la potencialidad agropecuaria inmediata de Cuba indica que el país puede cubrir alrededor del 60 por ciento de las importaciones anuales de alimentos, que el pasado año se movieron alrededor de dos mil millones de dólares, una factura excesivamente elevada para una nación con limitaciones financieras.
Pero hay que reconocer que el frente agrícola y ganadero necesita de modernización y de recapitalizar la gestión, muy dañada por varios años sin reposiciones fuertes de la maquinaria (tractores, implementos, talleres, recambios) y de deficiente aprovechamiento y cuidado de sistemas de irrigación construidos en la década de 1980.
Datos recientes indican que el 1,3 por ciento de los tractores en uso tiene menos de cinco años de explotación y el 87 por ciento acumula más de 15 años de trabajo, situación que muestra la elevada obsolescencia de esta técnica esencial en la rama.
Un estudio del Instituto de Investigaciones de la Mecanización Agropecuaria indicó que este sector representa un proceso en constante evolución y desarrollo.
El reto científico en las nuevas circunstancias y para el futuro es mejorar continuamente las líneas de máquinas y fuentes energéticas de modo que contribuyan cada vez más racionalmente al ahorro de combustible y de fuerza de trabajo, y que realicen sus operaciones productivas con calidad, eficiencia y bajo costo, señala la investigación.
Cuba se esfuerza por revertir ese estado de cosas mediante líneas de créditos cedidos por China, Belarús, Brasil, Venezuela y Rusia.
Un ejemplo radica en todo lo relacionado con la producción nacional de arroz, en la cual se realizan inversiones en equipamiento agrícola y de transporte, sistemas de riego, y en secaderos y molinos, y ya se evidencian discretos resultados de esta intención por crear mejores condiciones de trabajo.
Pero no en toda la rama agropecuaria ocurre igual. Con las limitaciones de dinero líquido del país es imposible acometer una empresa de tal envergadura en un mediano plazo.
A pesar de esa realidad, está claro que existe toda una infraestructura creada durante años, la cual urge utilizar adecuadamente y actualizarla para incrementar el uso de la tierra disponible, las producciones y los rendimientos.
Hay potencial humano preparado profesionalmente y también hombres y mujeres en condiciones de sacarle mayor provecho al suelo.
Eso importa mucho cuando de reducir importaciones y satisfacer la demanda interna se trata.

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