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miércoles, 23 de julio de 2014

El 71. Anatomía de una crisis


Una disección necesaria de un pasado no tan remoto.
Cuando en las primeras semanas de 2007 se desató entre escritores, artistas e intelectuales cubanos la que pronto sería bautizada como “guerrita de los emails”, se puso otra vez sobre el tapete de la esfera cultural cubana un conflicto que, a pesar de los años entonces transcurridos, aun no había quedado del todo resuelto, al menos en la memoria (y en el alma) de esa comunidad social. Porque los procesos ocurridos dentro de la sociedad y de la política cultural cubana a partir del año 1971, con sus antecedentes alarmantes y sus dolorosas y dilatadas consecuencias a lo largo de un quinquenio gris o decenio negro, demostró ser todavía un herida abierta, a la que los intentos de recuperación acrítica de ciertos protagonistas de la política cultural de aquel momento, puso la sal que provocó el alarido.

Durante aquellas jornadas en que los servidores cubanos se llenaron de mensajes que iban de la sorpresa por lo inadmisible a la petición de una reparación definitiva de los acontecimientos del pasado y la necesidad de establecer la imposibilidad de su repetición en el presente o en el futuro, resultó curioso el hecho de que muchos de los que enviaban sus opiniones, apenas conocían en sus más enrevesados detalles los hitos principales de lo ocurrido tres décadas y media atrás. Porque si bien la existencia de un periodo nefasto para la cultura cubana al que todos se referían como quinquenio gris o decenio negro, con sus dramáticos y castrantes resultados, resultaba un fenómeno de extendido conocimiento, la dinámica interna (y hasta internacional) que llevó a tal estado de cosas en el terreno cultural cubano, había quedado oscurecido por el alivio del paso de los años, el silencio y la paulatina superación de sus condiciones, tanto escritas como prácticas. Pero, aun desde el desconocimiento y desde la certeza de que se vivía en un momento diferente al que había generado el estado represivo que se concretó en 1971, con la “guerrita de los emails” se evidenció que la esfera cultural cubana no estaba dispuesta a sufrir otra vez laceraciones semejantes y, sobre todo, que no quería olvidar, como si no hubiera existido, aquel pasado doloroso para los individuos y para la cultura nacional.

Entonces se hizo notorio que faltaban recuentos y nuevos análisis de cómo y por qué se llegó a un periodo en el cual, desde las estructuras de poder, se pretendió –y en buena medida se logró- establecer una política cultural que, con sus variantes caribeñas, remedaba la que había caracterizado a la Unión Soviética, al ascenso de la estética del llamado realismo socialista y a la ortodoxia de intentar establecer una concepción única de la labor del intelectual dentro de una sociedad socialista. 

Sin duda esa ausencia de miradas abarcadoras y profundas sobre la dinámica de aquel proceso ha hecho que un libro como El 71. Anatomía de una crisis, ensayo de Jorge Fornet (Editorial Letras Cubanas, 2013), se haya convertido en unos días en un libro prácticamente imposible de encontrar. Su edición, de apenas mil ejemplares –según admite el pie de imprenta- ha servido para concretar su existencia, pero sin potenciar su presencia, aun cuando era sabido que un estudio de ese año y de su crisis en la esfera cultural cubana tendría muchísimos más lectores, ávidos de conocer los vericuetos y condiciones por los que se llegó al clímax dramático de la crisis y de entrever sus terribles consecuencias directas e indirectas, inmediatas y mediatas en la historia cultural del país.

El 71 es pues, ante todo, un libro necesario, y cumple con esa misión en varios sentidos. Ante todo por la recuperación orgánica de una atmósfera social, política, económica y cultural de tanta tensión como la que se vivió alrededor de aquel año, con el recuento de los sucesos más importantes y hasta más triviales que le dieron su carácter y color al período. Luego, por el ordenamiento y fijación de hechos, documentos, pronunciamientos y hasta necesidades políticas y coyunturas económicas que antecedieron y contextualizaron los dos momentos cumbres de la historia que entonces culminaba y abría sus puertas hacia la oscuridad del futuro: el Congreso de Educación y Cultura celebrado durante la última semana de abril de 1971 y la detención y posterior confesión de culpas del poeta Heberto Padilla, suceso memorable ocurrido en la noche del 27 del mismo mes, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. A estos dos hechos, íntimamente relacionados y de gravísimas secuelas para la cultura y la política cubanas, el autor dedica los capítulos centrales de su estudio, ordenándolos y aclarándolos, analizándolos y contextualizándolos no solo por lo que significaron en sí mismos, sino viéndolos como resultados de una evolución y como inicio de un período de aciagas consecuencias. Pero quizás lo que le da su carácter al estudio de aquella crisis y lo hace un texto de mayor profundidad analítica y de imprescindible recuperación del pasado, está precisamente en el recorrido que Jorge Fornet realiza por sus antecedentes –sobre todo los que ocurren a partir de 1968 y el Congreso Cultural de La Habana- y por los resultados inmediatos que provocaron, en especial la detención y confesión de Padilla que tanto ruido y nueces arrojó, a nivel local e internacional, sobre la situación del intelectual en Cuba.

Creo que en el establecimiento y recuento de esos antecedentes y causas inmediatas desatadas por los hitos de abril de 1971 se encuentra el valor superior de este volumen. Porque si bien sobre el Congreso de Educación y Cultura, con sus lamentables Tesis –sobre el arte, la sociedad, incluso sobre la religión y la homosexualidad- y sobre la confesión pública de Padilla existía un mayor conocimiento (acrecentado con las discusiones generadas por la ya mentada “guerrita de los emails”), no ocurría lo mismo sobre sus alrededores, internos y externos, culturales y políticos, en los que se hallan las razones e indicios que llevaron a la crisis. Así, el examen del alineamiento político cubano más cercano a la Unión Soviética, la situación política latinoamericana posterior a la muerte del Che y con el ascenso del chileno Salvador Allende al poder (1970-1973), la coyuntura económica nacional tras del fracaso de la Zafra de los Diez Millones y el paulatino caldeamiento del ambiente cultural del país –en especial con los sucesivos artículos del personaje (o los personajes) que se ocultó tras el seudónimo de Leopoldo Ávila, aparecidos en la revista Verde Olivo y que fueron como la “preparación artillera” de lo que vendría después- sirven al lector para tener un panorama en el cual resulta posible identificar el cómo y el por qué de los acontecimientos mayores y, sobre todo, de los posteriores: los que dieron lugar a que se viviera un quinquenio gris o decenio negro en la Cuba de los años 1970... e, incluso, a entender las razones de un posterior cambio de política cultural.

En su descripción y disección de la anatomía de aquella crisis ejecutada por Jorge Fornet se puede respirar el tremendo dramatismo que se desarrolló en las entrañas de la sociedad cubana, en especial de su mundo cultural, siempre efervescente. Los ataques y descalificaciones, a los que siguieron los castigos y marginaciones de decenas de creadores que fueron considerados como intelectuales no suficientemente revolucionarios o, cuando menos, no ubicados y concientizados del “momento histórico” que se vivía, revelan los caminos y estilos con que se gestaron y concretaron las condenas a “muerte civil” a los que fueron confinados muchos artistas y los modos con los que se trató de imponer una estética realista socialista bajo el pretexto de crear un verdadero arte del pueblo y para el pueblo, ajeno a todo pretendido elitismo intelectual.

Los resultados de aquella crisis –contra los que reaccionaban los remitentes de los emails de 2007- son anunciados por el ensayista, aunque no detallados: su dimensión resulta más conocida y, por tanto, puede quedar implícita. Pero al poner en blanco y negro el torbellino del momento, Jorge Fornet hace un aporte notable al estudio del pasado cultural y social cubano reciente y a la vez alerta sobre los peligros y resultados lamentables a los que puede conducir un exceso de ortodoxia política y una visión estrecha de las complejidades del universo de la creación artística y la personalidad del creador.

Por fortuna El 71. Anatomía de una crisis se refiere a un pasado superado. Solo así se pueden explicar la edición –aunque limitada- de este libro o la reacción en cadena que se vivió con la “guerrita de los emails”, entre otros ejemplos posibles de las nuevas circunstancias. Pero, incluso desde la luz de una época diversa, el estudio advierte muy reveladoramente sobre métodos, conceptos, empoderamientos que utilizados o ejecutados desde posturas ortodoxas y cerradas pueden afectar el desenvolvimiento de una cultura, y lastrar por años su producción artística, como ocurrió a raíz de la crisis del 71, de cuya anatomía Jorge Fornet hace una necesaria autopsia.(2014)

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