Mi blog sobre Economía

miércoles, 9 de julio de 2014

La quimérica búsqueda de republicanos razonables

Por Pual Krugman Premio Nobel Economia

Hank Paulson, el ex secretario del Tesoro, escribía recientemente un artículo de opinión muy triste sobre el cambio climático en The New York Times. Debemos actuar, declaraba, de la misma manera que actuamos para contener la crisis financiera.


Es una analogía dudosa: la crisis en 2008 avanzaba rápidamente, y la gente como Paulson podía advertir creíblemente de que si EE UU no tomaba medidas, toda la economía mundial se hundiría en cuestión de días. En cambio, el cambio climático es lento pero inexorable, y tiene una enorme fuerza; para cuando resulte innegable que hay una crisis, será demasiado tarde para evitar la catástrofe.

Pero esta no es la parte triste del artículo de Paulson. No, lo que es triste es que se imagina que todo el mundo está escuchando en el partido que sigue afirmando que es el suyo. Tierra llamando a Paulson: el Partido Republicano que usted se imagina, que respeta la ciencia y está dispuesto a plantearse incluso intervenciones del Gobierno favorables al mercado, como las tasas sobre el carbono, ya no existe. Las riendas del poder las manejan ahora firme e irreversiblemente unos hombres que creen que el cambio climático es un engaño inventado por científicos liberales para justificar un Gobierno intervencionista y que se niegan a reconocer que la intervención del Gobierno para corregir los fallos del mercado puede estar justificada.

Teniendo en cuenta el estado de la política estadounidense en los tiempos que corren, las medidas sobre el cambio climático dependen por entero de los demócratas. Con un demócrata en la Casa Blanca, se ha hecho algo al respecto a través de medidas ejecutivas; si los demócratas acaban recuperando la Cámara de Representantes, se podría hacer más.

Si Paulson cree que puede apoyar a los republicanos y al mismo tiempo seguir abogando por la adopción medidas sobre el cambio climático, se está engañando.

La responsabilidad social de los especialistas

El economista Jared Bernstein planteaba no hace mucho en su blog sus dudas sobre el papel de los análisis de los especialistas en un entorno político en el que “los datos y la política inteligente se han dado a la fuga”. Es algo que también a mí me preocupa. 

Por una parte, si los especialistas no señalan lo que deberíamos estar haciendo realmente, ¿quién lo hará? Por mencionar un ejemplo actual acuciante, puede que nadie en la corriente política mayoritaria británica esté dispuesto a posicionarse en contra de la austeridad, pero los economistas deberían señalar no obstante que es una política realmente mala.

Y por otra parte, si los especialistas solo proponen cosas que no sucederán, ¿para qué sirven?

La mejor respuesta que puedo encontrar es la de trabajar en dos vertientes: hablar de las mejores políticas, pero también estar preparados para apoyar las segundas mejores políticas si es lo que toca. La reforma sanitaria de Obama es una máquina de Rube Goldberg que, sin embargo, es mucho mejor que nada, y está funcionando. Las tasas sobre el carbono serían la forma de proceder en un mundo mejor, pero en este, es posible que lo mejor que puedas hacer es adoptar distintas medidas administrativas.

Es un difícil ejercicio de malabarismo. No se debe renunciar a las buenas ideas y hacer que parezca que los compromisos políticos erróneos son mejores de lo que son, y si son malos, hay que oponerse a ellos. (¿Y cómo sabemos si son malos? Ejem…) Pero como especialista, está claro que uno no está haciendo su trabajo si se limita a exponer su magnífica teoría y no tiene en cuenta las posibilidades reales.

Nadie ha dicho que la vida sea fácil.

Traducción de News Clips.
© 2014 The New York Times.

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