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jueves, 24 de julio de 2014

Rusia, China y la esperanza de un mundo mejor

Ángel Guerra Cabrera La Jornada

Estados Unidos y sus aliados, encabezados por Reino Unido, lanzan su jauría mediática al cuello de Rusia por el derribo del avión MH 17 sobre cielo de Ucrania. Un hecho repudiable y odioso que merece la condena universal. 

Pero se supone que nadie debe ser acusado de un delito antes de presentar las pruebas que lo inculpen. Sin embargo, es el caso que desde el mismo momento de conocerse la noticia el dedo acusador apuntó a Rusia y a los rebeldes pro rusos, pero con las manos de los acusadores vacías. 

La histeria antirrusa de los medios occidentales contrasta con las cínicas afirmaciones de Obama y sus socios de que Israel tiene derecho a defenderse. Los muertos palestinos no importan, ni los de hoy ni los miles a lo largo de décadas. Pues si el cobarde y sanguinario ataque actual contra la densamente poblada Gaza (ya conocido como la guerra contra los niños) rememora la bestial represión nazi contra el heroico gueto de Varsovia, desgraciadamente es otra estación más en el largo calvario infligido por el sionismo a Palestina con la complicidad de los mismos gobiernos que se rasgan las vestiduras contra Rusia. 

Con qué cara puede mostrar indignación Washington con aviones de pasajeros derribados si alberga en Miami al multiasesino Luis Posada Carriles. Nada menos que el autor intelectual de la voladura de un avión civil cubano con 73 personas a bordo, entre otras graves acciones contra Cuba y países de América Latina. 

Ante la tragedia de Gaza otros gobiernos se esconden tras el silencio cómplice o arguyen que ambas partes deben cesar el fuego como si de dos fuerzas de igual magnitud se tratara. Cuando la máquina de guerra sionista es una de las más poderosas del mundo, armada hasta los dientes por Washington con un torrente sin igual de miles de millones de dólares. La que con las armas más modernas ataca sin cesar por aire, mar y tierra, un diminuto enclave con casi dos millones de personas, en su mayoría niños y jóvenes, al que se le niega descaradamente el derecho a defenderse que cacarea Obama para Israel. 

Escuelas –incluso bajo bandera de la ONU–, hospitales, miles de viviendas son destrozados por la metralla con sus ocupantes dentro, que empujan a la comisionada de la ONU para los derechos humanos Navi Pillay a afirmar que existe la fuerte posibilidad de que Israel esté cometiendo crímenes de guerra. 

En cambio, de Rusia sí llegan evidencias documentales que muestran una situación completamente distinta a la ofrecida en los medios occidentales. El general Andrei Kartapolov, alto jefe militar ruso, blande fotos de satélite de la zona donde fue siniestrado el avión malayo erizada de emplazamientos de misiles antiaéreos Buk-M1 SAM pertenecientes al ejército de Ucrania. Kartapolov pregunta si fue un hecho casual que el avión se desviara de su ruta 14 kilómetros al norte o si se lo ordenaron los controladores de vuelo de Dniepropetrovsk. Afirma que ese día voló un avión de guerra ucraniano cerca del MH 17 y otro sobrevoló el área del siniestro, presenta diagramas y hace más preguntas que merecen exigir una respuesta clara y terminante a la pandilla golpista de Kiev. 

Claro, sabemos que eso no va a ocurrir, ya que Washington, el gobierno más mentiroso del mundo, afirmará que son pruebas fabricadas. El mismo gobierno de las armas de destrucción masiva en Irak, la complicidad de Sadam Hussein con Al Qaeda, las armas nucleares de Irán, el supuesto ataque de los vietnamitas en el Golfo de Tonkin. Todo el espacio del diario no alcanzaría para documentar los recurrentes embustes gringos. 

Pero lo central es que la generación de las condiciones de violencia extrema que ocasionaron el derribo del MH 17 se deben, en todo caso, al derrocamiento del gobierno legítimo de Ucrania por Estados Unidos en connivencia con los peores bandidos de ese país apoyándose en la derecha fascista. A la vez, a la operación de castigo incesante ordenada por Kiev contra la población del sureste, en gran parte rusófona o de origen ruso. 

Lo cierto es que día a día comprobamos que la política exterior de Rusia es de paz, cooperación, amistad y acciones de provecho mutuo, como lo acabamos de corroborar en la cumbre de los BRICS de Brasil y en las muy fructíferas y benéficas giras por América Latina del presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo chino Xi Jinping. En la alianza de Rusia, China, los BRICS y los gobiernos patriotas de América Latina radica hoy la esperanza de un mundo mejor. 

Twitter: @aguerraguerra

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