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jueves, 17 de julio de 2014

Sociedad propone invertir en avicultura

Cuba gasta anualmente más de 2.000 millones de dólares en la importación de alimentos.

La Habana, .- Modernizar la avicultura y retomar la producción de carne de aves, eliminada desde hace más de una década por sus elevados costos, podría representar una importante fuente de seguridad alimentaria para Cuba, propone Alberto Ramírez, presidente de la Sociedad Cubana de Productores Avícolas (Socpa). 

El especialista del grupo adscrito a la Asociación Cubana de Producción Animal dijo a la Redacción IPS Cuba que el país importa hoy entre 120.000 y 150.000 toneladas de carne al año.

La medida fue tomada a inicios de este siglo, cuando una tonelada de carne de pollo traída de los Estados Unidos costaba unos 500 dólares. Sin embargo, ese precio se ha triplicado en la actualidad.

Cuba sigue importando el alimento del país norteño y Brasil, apuntó Ramírez.

La avicultura cubana se dedicó desde entonces casi en exclusivo a la producción de huevos, aunque con bajos niveles que no logran satisfacer toda la demanda.

El huevo, esencial en la dieta de cubanos y cubanas, forma parte de la escasa lista de alimentos que se expenden de forma subsidiada –a razón de cinco posturas per cápita al mes- y además por limitadas ventas liberadas.

La insuficiente producción agropecuaria no alcanza cubrir la demanda de los 11,2 millones de habitantes del archipiélago ni otros sectores como el turismo con elevado consumo, lo que obliga a la nación de gobierno socialista a importaciones por unos 2.000 millones de dólares al año.

De acuerdo con el economista Armando Nova, “el país no puede continuar manteniendo estos altos niveles de importación de alimentos que constituyen entre 15 y 19 por ciento del total de las importaciones”. 

“Muchos de esos productos podemos producirlos en condiciones ventajosas de competitividad”, sostuvo.

Para el presidente de Socpa, “la erogación para adquirir cuartos traseros (del pollo) –las llamadas partes oscuras, cuya exportación le permite a las naciones exportadoras subsidiar el consumo nacional–, podría invertirse de manera paulatina en el país”.

A su juicio, “se necesita una fuerte inversión acompañada de investigación, porque el mundo ha evolucionado en la manera de producir carne y tendríamos que alfabetizar en las buenas prácticas, que incluyen también la dimensión ambiental”.

Para Ramírez, “no se trata solo de recuperar las naves sino de establecer toda una cadena productiva, desde los mataderos y diagnósticos hasta el eslabón final. También implica una revisión de la genética cubana para la producción de carne porque la que existe ya no compite con el mundo, donde hay líneas más eficientes”.

No se trata solo de alimentar a la población local, destacó el especialista.

“Si el país apuesta por un crecimiento sostenido del turismo, tiene que jugar con una relación costo-beneficio, la posibilidad de crear nuevas fuentes de empleo aún cuando importa 90 por ciento del alimento avícola”, alertó.

Según el presidente de Socpa, el mayor reto de la avicultura en Cuba es sentarse a repensar todas las estrategias y adquirir las experiencias positivas de cada uno de los escenarios de la avicultura en la región y ver en qué y por qué se han destacado, y tratar de aplicar las más adecuadas.

Incluso, es partidario de la inserción del sector privado en la producción avícola, que hoy está en manos estatales a excepción de la cría de aves de corral domésticas.

Además de los huevos, la avicultura cubana se dedicó durante años a la producción de plumas de oca.

Pero por dificultades en los precios y temores a las enfermedades transmitidas por aves, la fibra sintética le ganó la batalla a esa materia prima para confeccionar almohadas y muebles. 

Entonces, las naves asumieron la crianza de patos, cuyo principal cliente es el turismo internacional, sobre todo en la temporada alta, donde el hígado graso tiene demanda entre los turistas del norte de Europa. (2014)

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