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jueves, 7 de agosto de 2014

Cuba y los esqueletos de la USAID


Fernando Ravsberg

La agencia de prensa AP parece decidida a hacer públicos todos los planes del gobierno de EEUU en Cuba. Su primera gran revelación fue que Alan Gross –el estadounidense preso en La Habana- había contrabandeado sistemas de comunicación tan sofisticados que eran de uso del Pentágono y la CIA.

Además demostraron que para realizar esas operaciones había cobrado cientos de miles de dólares de Washington, con lo cual se resquebrajó la imagen del desinteresado cooperante judío que arriesga la libertad para dar acceso a internet a su comunidad en la isla.

Tiempo después publican la existencia del programa “Zunzuneo”, una especie de twitter diseñado especialmente para influir en la situación política interna de Cuba mediante mensajes de teléfonos celulares. De esa forma llegaron a unas 40 mil personas dentro de la isla.

El plan consistía en enviar informaciones interesantes pero políticamente inocuas para ganar credibilidad en un público al que, posteriormente, se le irían filtrando materiales dirigidos a influir en la situación interna cubana con el fin de “promover la democracia”.

Ahora ponen sobre el tapete que el gobierno de los EEUU también infiltró en Cuba a grupos de jóvenes latinoamericanos -de Costa Rica, Perú y Venezuela- para fomentar la oposición, lo hicieron escondidos tras la tapadera de programas de salud.

Uno de los infiltrados en Cuba fue Felipe Valencia Dongo, asesor del ministro de Educación de Perú
Uno de los infiltrados en Cuba fue Felipe Valencia Dongo, asesor del ministro de Educación de Perú

El senador demócrata Patrick Leahy, titular de la comisión que supervisa el presupuesto de la USAID, declaró que la fachada utilizada es “peor que irresponsable” porque “nunca debería sacrificar el suministro de programas sanitarios o cívicos en favor de objetivos de espionaje”.

Sin embargo, los jóvenes latinoamericanos resultaban un muy buen negocio porque se les pagaba un salario ínfimo y si caían presos no se convertirían en un problema para la Casa Blanca. Mejor aún, crearía conflictos entre La Habana y los gobiernos de la región.

A pesar de que los políticos
cubano americanos  lo tachan de blando, Barack Obama ha sido uno de los presidentes más activamente anticastrista. Ya es suyo el record –global e individual- de multas a empresas extranjeras que negocian con Cuba, aplicando castigos de miles de millones.

En operaciones encubiertas tiene también un buen “avergage”, aunque difícilmente pueda igualar a sus predecesores de los años 60 con el “Plan Mangosta”, las conspiraciones para cometer asesinato, el apoyo a grupos armados internos y la organización de invasiones.

El gobierno de Obama buscó una solución para apoyar y promover la oposición interna después de que la fiscalía del Congreso comprobara que el dinero enviado a los grupos anticastristas de Miami se gastaba en esa ciudad en chocolates, abrigos de cuero y sierras eléctricas.

Había que saltarse a los cubanoamericanos si se quería que los recursos llegaran realmente a la disidencia interna. Así debe de haber surgido la idea de contratar estadounidenses y latinoamericanos para entrar a Cuba los equipos de comunicaciones y recursos financieros.

Desde su campaña electoral quedó claro de que Obama es un hombre que sabe moverse en el ciberespacio y usar las redes sociales con fines políticos. Nadie debería sorprenderse de que haya habido una “Primavera Árabe” y de que esa misma táctica se intentara usar contra La Habana.

El objetivo de los infiltrados latinoamericanos era influir sobre los jóvenes de Cuba para sumarlos a la oposición
El objetivo de los infiltrados latinoamericanos era influir sobre los jóvenes de Cuba para sumarlos a la oposición

En el caso cubano no se debe culpar al Presidente del fracaso, en realidad jugó desde el inicio con pocas probabilidades de éxito. Intentar una guerra cibernética en un país que apenas tiene desarrollado el Internet es como encargarle a la US Navy la invasión de Bolivia.

Además se lanza al ruedo sin percatarse de los cambios que se están produciendo en las dos orillas del estrecho de La Florida. Las reformas de Raúl Castro y el acercamiento de los más importantes e influyentes empresarios cubanoamericanos como Fanjul, Bacardí o Saladrigas.

La apertura migratoria golpeó también los planes de Washington. Hoy los disidentes han perdido hasta la más mínima presencia porque pasan muchísimo tiempo fuera de Cuba, sea estudiando periodismo en La Florida o haciendo giras propagandísticas por Europa.

Incluso la prensa anticastrista de Miami refleja que “tras la reforma migratoria del gobierno de Raúl Castro se ha creado la tendencia al desarrollo de una disidencia viajera, que ha logrado ampliar sus horizontes internacionales, al tiempo que ha visto reducida su influencia en la isla”.

Por si todo esto fuera poco, La Casa Blanca, debe enfrentar ahora su propia oposición interna que crece rápidamente. Desde una Hilary Clinton que deja solo a Obama con el Embargo a Cuba hasta aquellos que le señalan a la prensa donde la USAID tiene enterrados los esqueletos.

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