Mi blog sobre Economía

lunes, 6 de octubre de 2014

Cooperar es progresar


Necesidad de información sistemática, de hacer realidad el espacio reconocido a las cooperativas en el nuevo modelo, avanzar en la cultura de la autogestión, eliminar obstáculos burocráticos y de vieja mentalidad institucional, y buscar soluciones expeditas impulsaron a la nutrida concurrencia que tomó asiento en la habanera sala Fresa y Chocolate, del ICAIC, frente a un panel bien diverso. Lo integraban el canadiense Martin Van Den Borre, director de operaciones de la cooperativa de comercio justo La Siembra, y consejero de desarrollo cooperativo en la región de Laurentides, Quebec; la doctora Niurka Pérez Rojas, profesora de la Universidad de La Habana, socióloga dedicada al estudio de asentamientos rurales; Exiquio Ramírez, presidente de la Cooperativa de Confecciones Textiles de Marianao; Grisel Tristá, máster en dirección de empresas, jefa de área en la Comisión de Implementación de los Lineamentos Económicos y Sociales acordados en el 6º Congreso del Partido; y como moderador, Rafael Hernández, director de Temas.

Por supuesto, lo primero era aclarar qué significan cooperativa y autogestión. Resultaba imprescindible no solo para avanzar mejor en el debate, sino –y en primera instancia– debido a la falta de cultura en torno al asunto padecida por la mayoría de los cubanos.


Integraron el panel (de izquierda a derecha) Grisel Tristá, Exiquio Ramírez, Niurka Pérez Rojas, Martin Van Den Borre y Rafael Hernández

Todos los expertos coincidieron con la definición expresada por Van Den Borre: “Una cooperativa es un grupo de personas que de manera voluntaria deciden formar una comunidad para satisfacer ciertas necesidades y enfrentar retos mediante la operación de una empresa”. El consejero añadió que en Quebec existen cinco tipos de cooperativas y en todos los sectores económicos se encuentra esa forma de producción.

Con independencia de la modalidad escogida, en ese conjunto siempre confluyen la dimensión humana y la empresarial. Según el especialista, tienen que ponerse en práctica el funcionamiento democrático, la autogestión (entendida como la capacidad de tomar decisiones en grupo, por quienes van a ser afectados a causa de ellas), el cuidado de la comunidad y otros principios básicos, a los cuales debemos agregar dos más: es muy importante obtener calidad y éxito, de lo contrario la gente se desmoviliza; el segundo precepto es sentir placer al trabajar juntos; ello contribuye a enfrentar mejor posibles conflictos, pues “el cooperativismo es un deporte de contacto entre los seres humanos, con diferentes maneras de afrontar los problemas, los riesgos”.

Niurka Pérez Rojas retomó los principios esenciales de las cooperativas: mantener abierta la entrada y salida de su seno, ser flexibles en su organización interna, participación económica de los asociados, autonomía, establecer mecanismos de cooperación con otras cooperativas, priorizar la comunicación y la información, tanto de sus afiliados como del público en general. A esos presupuestos se agrega, en el caso de Cuba, sostener relaciones de colaboración con el Estado. Sobre la autogestión dijo que es una necesidad e implica mayor descentralización de las facultades y los recursos. “En el país, dentro del sector agrícola hay un predominio de los autogestionarios campesinos y cooperativistas”, puntualizó.

Elementos útiles a la hora de comprender las acciones emprendidas por los cubanos en pos de un sector cooperativo no agropecuario aportó Grisel Tristá. A manera de preámbulo especificó que las cooperativas poseen personalidad jurídica, patrimonio propio, fines económicos; su objetivo es producir y prestar servicios. Pueden crearse a solicitud de “personas naturales” o a partir de entidades de la empresa estatal. Se sustentan en el principio de autofinanciamiento, es decir, cubrir sus gastos con sus ingresos. Aunque actúan de acuerdo con relaciones de oferta y demanda, hay esferas donde para proteger a la población se acotan algunos precios; por ejemplo, en el transporte. Pueden tener determinados vínculos especiales con ciertos clientes y asumir encargos estatales. Una vez satisfechos sus compromisos y pagados los impuestos, deciden de modo colectivo y libremente cómo distribuir los ingresos entre los socios. Su funcionamiento interno se rige por estatutos particulares aprobados por los fundadores en la asamblea constitutiva. Están obligadas a cumplir las leyes del país y, a la par, mientras dure la etapa experimental, tienen un régimen jurídico y de seguridad social exclusivo, recogido en decretos leyes.

“Los Lineamientos del Partido reconocen que además de la empresa estatal, forma principal de la economía, la actualización del modelo acepta otras maneras de gestión, entre ellas la inversión extranjera, los trabajadores por cuenta propia y las cooperativas. En los sectores no agropecuarios estas últimas se vinculan fundamentalmente a la edificación de viviendas, la producción de materiales para la construcción, la pequeña industria, las actividades enfocadas hacia el desarrollo local, con un impacto fuerte en la población. Esa figura debe insertarse en igualdad de condiciones con el resto de los actores económicos presentes en la actualidad. Son cooperativas de trabajo, y se sustentan en el aporte del trabajo de sus socios”, manifestó Tristá. También insistió en que son formas socialistas de propiedad colectiva; y que se trata de un proceso experimental, según establece el régimen jurídico que lo acompaña.

Al desempeño específico de la Cooperativa de Confecciones Textiles de Marianao se refirió Exiquio Ramírez. El 1º de octubre cumple un año y tiene cincuenta y tres socios. Parte de su labor ha consistido en acercarse a la comunidad, mediante el apoyo a escuelas secundarias básicas y a círculos infantiles. Surgió a partir de un taller de la Industria Ligera, pero se autogestiona y actúa según la relación de oferta y demanda, ya que, entre otros gastos, sus socios deben “pagar electricidad, teléfono y no podemos hacer producciones por pocos centavos”. En el aspecto económico les ha ido bien, pues en lugar “de un salario de 450 pesos nuestras costureras hoy reciben un promedio de 1 500 pesos. Todo el mundo está entusiasmado, se acabaron las indisciplinas, las llegadas tarde y las ausencias. Si hay un trabajo extra se llama a las compañeras, a cualquier hora, cualquier día. Tenemos custodios, pero ya no chequeamos ni controlamos a las personas que salen de la fábrica, porque nadie puede coger ni una hebra de hilo, todo el mundo ha entendido que lo que hay en el taller es para producir y obtener ganancias. Estamos reparando la fábrica, haciendo un buen comedor, un buen baño, arreglando el piso”. 

¿Miel sobre hojuelas? De eso nada

Ni siquiera en el próspero Canadá las cooperativas viven exentas de conflictos. Ante todo deben resistir la competencia de las empresas privadas. “Otro desafío radica en que mantener los valores cooperativos y la autogestión resulta bastante fácil en un grupo de pocos trabajadores, pero cuando las agrupaciones crecen es más difícil”, comentó Martin Van Den Borre. Un ejemplo es la Cooperativa de ahorro y crédito más grande de esa nación –reconocida como la segunda institución financiera más segura del mundo–, con cinco millones y medio de afiliados, cuando la población de Quebec asciende a ocho millones. “Es un éxito, pero autogestionar una cooperativa de ese nivel, en un sector tan complejo como las finanzas, constituye un reto. Y en la actualidad hay un abismo entre las grandes cooperativas, con muchos socios que manejan unos ciento cincuenta mil millones de dólares, y las más comunitarias”.

En la mayor de las Antillas, diversos problemas, inherentes al devenir del país, han gravitado sobre todas las variantes de cooperativas presentes en el sector agrario –las de producción agropecuaria (CPA), las de créditos y servicios (CCS) y las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC)–; entre ellos la escasez de fuerza joven de trabajo y la obligación de cumplir con un “objeto social” hasta fecha reciente poco flexible y barrera a la diversificación de las producciones. A ello se suman las dificultades específicas de esta última forma de gestión. Desde su nacimiento, las UBPC han generado fuertes controversias y la polémica continúa. Al respecto, Niurka Pérez Rojas expuso: “Aparecieron en 1993, en medio de la gran crisis económica; los obreros agrícolas se unieron y las crearon, pero algunos expertos afirman que en realidad no son cooperativas, en ellas lo único cooperativo es la producción. Hay quien las considera un híbrido entre una cooperativa y una empresa estatal”. Lo innegable es que representan el eslabón más débil de la cadena y durante los últimos años se ha propuesto la desintegración de 327 a causa de su ineficiencia.

Tampoco para los miembros de la cooperativa dirigida por Ramírez el camino ha sido expedito. Luego de tener en regla la escritura correspondiente e inscribirse en el registro mercantil, salieron a buscar clientes entre las empresas estatales. “Nadie nos quería abrir la puerta, decían que no trabajaban con cooperativas. Todavía hay algunos problemas en ese sentido. Otra dificultad es la falta de un mercado mayorista”. En las tiendas recaudadoras de divisas no siempre hallan lo que necesitan, y cuando lo hacen “el precio del tejido está a $4,75 el metro, es difícil obtener ganancias”.

Grisel Tristá reconoció que lo narrado por el cooperativista no es un hecho aislado, a pesar de que en el actual esquema económico cubano “quien llegue con mejores condiciones, mejor oferta de precios y calidad, es quien debe ocupar el espacio”. También llamó la atención sobre la existencia de una política creada para el desarrollo de las cooperativas, en consecuencia “no hay por qué discriminarlas” ni aplicarles más reglas de las ya establecidas.

Disímiles asuntos todavía están pendientes de solución, continuó. Entre ellos la tan demandada venta al por mayor, crear una red de servicios vinculados con las actividades del sector cooperativo; buena parte de los asociados requiere aprender a autogestionar con eficiencia sus recursos y dejar atrás las fórmulas igualitaristas. En las cooperativas surgidas en el seno de empresas estatales lo significativo no es el cambio de nombre, debe haber modificaciones reales en el producto o servicio que ofrecen. Y urge recuperar la disciplina. “También comprender que el objetivo es que las cooperativas triunfen, pero cuando una no obtiene buenos resultados es preciso extinguirla. Nuestra Ley de cooperativas debe sintetizar experiencias, principios y maneras de actuar. Estará lista entre 2016 y 2017”, informó la disertante. 

Dinamizar, corregir incongruencias

A tenor con las aristas novedosas del tema, desde el auditorio llovieron las interrogantes: ¿Las cooperativas solo se aprueban si las solicitan trabajadores de empresas con malos resultados económicos? ¿Podrán abrirse en el sector de la cultura y en el de la informática y las comunicaciones? ¿Por qué en los Lineamientos se afirma que la empresa estatal es socialista y no se le da esa misma connotación a las cooperativas? ¿Qué se está haciendo para evitar en el sector no agropecuario errores como los cometidos en las UBPC? ¿Qué pasos dar cuando una cooperativa tiene problemas, para que la extinción sea la última opción? ¿Se ha consultado con los cooperativistas la Ley prevista para 2016? ¿Cuál mecanismo pueden emplear los órganos foráneos interesados en apoyar a los cooperativistas cubanos? ¿En la concepción de las actuales y futuras transformaciones se ha tenido en cuenta la dimensión psicológico-social, además de la económica?

No faltaron los reproches acerca de la lentitud en la aprobación de las solicitudes, la existencia de cientos de expedientes engavetados, la potestad que tienen los funcionarios, en cualquier escalón, para vetarlas, mientras los solicitantes están completamente desamparados. De igual modo, los asistentes a Fresa y Chocolate criticaron las barreras a la importación y la imposibilidad de que las cooperativas establezcan relaciones comerciales con entidades extranjeras y puedan exportar sus producciones, la escasa publicidad en torno a las ofertas de las cooperativas ya constituidas, la ya mencionada inexistencia del mercado mayorista, el hecho de que el banco presta montos insignificantes y en moneda no convertible. Una investigadora abogó por diversificar las políticas crediticia, fiscal y comercial; y añadió: “Debemos acostumbrarnos a que tenemos una economía mixta”.



Tales inquietudes de la concurrencia dieron pie a que los disertantes se adentraran en la última pregunta del moderador: ¿Cuáles alternativas posibilitarían resolver las cuestiones señaladas?

Muestras de cómo imbricar necesidades sociales, acciones con carácter estatal y desarrollo del cooperativismo ofreció Van Den Borre: “Para nosotros las cooperativas forman parte de una familia más amplia, a la que llamamos economía social y solidaria e incluye organizaciones sin fines de lucro, empresas comunitarias. Dicha familia ha tenido como partidario al Estado. En Quebec, por ejemplo, el cuidado de los niños se realizaba como parte de la economía informal, por mujeres que no tenían ninguna protección, algunas eran inmigrantes, otras muy pobres. El Estado, junto con el sector de la economía social, creó un programa nacional de mil quinientas guarderías (cooperativas) que da servicio a trescientos mil niños; los padres pagan siete dólares y el gobierno la diferencia. Las cuidadoras son esas mujeres, poseen los derechos de las trabajadoras, utilizan normas. De igual forma nos hemos especializado en la atención a los ancianos, en sus propias casas; este programa también sacó del trabajo informal a muchas mujeres. Y los estudios demuestran que por cada dólar que el gobierno entrega se obtiene un ingreso de dólar y medio.

“Las cooperativas necesitan ser apoyadas, en varios momentos de su existencia, a veces cuando surgen, pero puede ocurrir veinte años después. Lo mejor es que sean ayudadas por otras cooperativas. Para eso hemos creado las cooperativas de desarrollo regional (CDR), son de segundo grado y su misión es acompañar y brindar servicios a las que lo requieran. Tenemos once CDR para diecisiete regiones administrativas. El gobierno invierte en las CDR y otra parte proviene de los recursos de las propias cooperativas, por lo tanto es un programa compartido”.

El director de operaciones de La Siembra instó a que las cooperativas cubanas establezcan convenios internacionales y realicen exportaciones. “Estamos importando cacao y azúcar de muchas naciones latinoamericanas, millones de dólares, docenas de contenedores al año. Y resulta imposible tener relaciones con una sola de las UBPC que en Cuba fabrican azúcar orgánica. No entiendo que ustedes estén produciendo sobre una base socialista y después vendan a una multinacional capitalista. Tenemos relaciones directas con una cooperativa de Paraguay, cuando empezamos hace quince años eran productores de caña, ahora poseen un ingenio, el más moderno de ese país. Es el resultado de alianzas con nosotros y otras veinte cooperativas en el mundo, de trabajar bajo el principio de intercooperación y recibir un precio justo por su trabajo, primas”.

Una reforma general del sistema agrario cubano reclamó Niurka Pérez Rojas. El nuevo tendría que debatirse previamente en la sociedad, de manera semejante a como ocurrió con los Lineamientos, y “estar basado en la autogestión de la producción y en utilizar más los diversos y flexibles mecanismos de estimulación, particularmente en lo referido a remunerar el trabajo y a los precios de comercialización. Articularía factores económicos, sociales y ambientales, algo imprescindible ya que la legislación existente es incompleta, incluyendo los decretos leyes 259 y 300”.

Exiquio Ramírez recomendó preparar bien a todo el personal antes de inaugurar una cooperativa; y desarrollar el sentido de pertenencia.

De acuerdo con las ideas formuladas por Grisel Tristá, un reto bien grande es forjar una cultura del cooperativismo. En ese sentido, las acciones deben empezar en la escuela, hay que enseñar a los alumnos qué son las cooperativas, sus principios de funcionamiento, su régimen jurídico. A continuación precisó que ellas están surgiendo tanto en las empresas ineficientes como en las poseedoras de buenos resultados. En ambos casos se establece una relación contractual de arrendamiento de los inmuebles y los medios principales de producción. Ante todo son protegidos los obreros de la entidad estatal objeto de transformación. Y es respetado el principio de voluntariedad, si esos trabajadores no lo desean, no se integran como socios de la cooperativa.

La panelista admitió la necesidad de “acortar los plazos, hacer más eficiente el proceso de aprobación”. Mencionó formas de acompañamiento aplicadas en Cuba: las bonificaciones fiscales y de precios, el financiamiento en forma de fidecomiso, la negociación de las tasas de arrendamiento. Y aclaró que los pasos dados y los futuros se basan en serias investigaciones. “Trabajamos de conjunto con la Universidad y con la red de cooperativas; hay un Consejo científico en la Comisión de Implementación de los Lineamientos, con representantes de más de cuarenta y dos centros. Estamos desarrollando tres líneas de investigación de cara a nuestra futura Ley de cooperativas, una de ellas se refiere al funcionamiento de esas entidades, a las cooperativas de segundo grado y a la propia Ley. Se elaboran programas de enseñanza. Esto, unido a la experiencia práctica, que va creando bases sólidas”.

Finalmente opinó: “Resulta esencial no ver el proceso de constitución de cooperativas como único cambio económico en el país, estamos inmersos en un proceso de grandes transformaciones que va más allá, va a la empresa estatal, a la inversión extranjera, a nuevas políticas, e incluso a la separación de las funciones estatales y empresariales. Todo eso, integrado, está creando condiciones para implementar los Lineamientos y llegar a estadios superiores en el desarrollo de la economía. Yo sí creo que el movimiento cooperativo tendrá éxito”.

Nada mejor para concluir esta reseña que un criterio expuesto por Martin Van Den Borre hacia los minutos finales del pasado Último Jueves de Temas: “El factor humano y psicológico es muy importante. Existe una bioquímica de la cooperación, los indígenas cooperaban mucho mejor que nosotros. En Quebec hemos aprendido a partir de su experiencia. Tenemos el desafío de crear el homo cooperatus, no es solo político, sino una cuestión de evolución como especie”.

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