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martes, 21 de octubre de 2014

Energías renovables, experiencia de la Isla de la Juventud

Por Alfredo Boada Mola*

La Habana, (PL) Cocodrilo, una aislada comunidad de solo 80 viviendas y 230 habitantes en la zona sur de la Isla de La Juventud, al sur de Cuba, tiene garantizado el servicio de electricidad durante las 24 horas al día gracias al empleo de fuentes de energías renovables, en especial la proveniente de la gasificación de la biomasa forestal a partir de los desechos del bosque.

Una instalación de 50 kilowatt (Kw) basada en esa tecnología funciona desde hace un año en ese poblado, y además de las viviendas abastece a una escuela primaria, una panadería y el sistema de suministro de agua potable.

El equipamiento fue donado por la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) mediante un proyecto de desarrollo de energías renovables que podría ser replicado en otros parajes cubanos y también en países de América Latina, a través de la cooperación Sur-Sur.

Un taller internacional sobre energías renovables recién realizado en Cuba divulgó entre expertos latinoamericanos y europeos los pormenores en el uso de la gasificación de la biomasa forestal para generar electricidad en ese territorio insular situado al sur del archipiélago cubano, considerado como un sitio muy turístico y de perspectivas agrícolas que por su pequeño tamaño es una región muy vulnerable al cambio climático y con dificultades para el abastecimiento energético.

En el encuentro, que sesionó durante dos días en el Palacio de Convenciones de La Habana y luego se trasladó al referido territorio isleño, participaron ponentes de Cuba, México, Argentina, República Dominicana, Holanda, Austria, Brasil, entre otros, quienes debatieron sobre esas tecnologías.

Se trata del proyecto de la Onudi más importante realizado en este país caribeño en los últimos 10 años, el cual tuvo en cuenta también el uso de la energía eólica y la fotovoltaica, e incluyó la preparación de personal, la creación de entidades para promover las energías renovables, así como la transferencia de tecnologías para el diseño, fabricación y operación de gasificadores de biomasa forestal.

Adicionalmente, se llevó a cabo la fabricación de cuatro prototipos de pequeños aerogeneradores, con participación de la Facultad de Mecánica del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, en La Habana, y un mapa eólico de la Isla de la Juventud.

También, aunque no tuvo los resultados esperados, se construyó un prototipo de máquina para cortar Marabú, una planta invasora que afecta a la 

agricultura cubana.

Fue creado además un parque eólico resistente a huracanes y otro 

fotovoltaico, construidos por medio del proyecto que implementó Onudi con apoyo del Fondo Global de Inversiones (GEF) del Programa de Naciones 

Unidas para el Medio Ambiente y del gobierno cubano.

Asimismo, la siembra de bosques energéticos para garantizar el abastecimiento de biomasa a futuras instalaciones de gasificación para generar 

electricidad, y una central eléctrica de 500 kilowatt, que funciona mediante gasificación de biomasa forestal en el norte de la isla.

ENERGÍAS RENOVABLES, UNA POLÍTICA DE AVANZADA EN CUBA, SEGÚN ONUDI 

Los resultados de este proyecto vaticinan un nuevo paso para la 

cooperación sur-sur en la esfera de las fuentes de energías renovables, incluyendo el intercambio de información, capacitación, tecnologías y otros objetivos entre los países en desarrollo, señaló Diego Masera, jefe de la unidad de Energía Renovable y Rural de la Onudi.

Masera aseveró ante los asistentes al encuentro que Cuba tiene una 

política avanzada en el campo de las energías renovables y se posicionó como una referencia para América Latina y el Caribe en el uso de la biomasa.

El experto de la Onudi, quién dictó una conferencia magistral sobre 

gasificación de la biomasa como energía renovable para el desarrollo 

sostenible, señaló que Cuba favorece el desarrollo de las energías renovables y lleva a cabo una fuerte capacitación técnica local.

Resaltó el jefe de la unidad de Energía Renovable y Rural de la Onudi la participación y compromiso del gobierno cubano en la creación de un fondo para inversiones en energías renovables con un sentido económico, social y ambiental.

Según Masera, estas tecnologías tienen un potencial enorme para la 

cooperación Sur-Sur, pues se adaptan a las condiciones de los diferentes países y se basan en la creación de fuentes de empleo y trabajo, el uso de los recursos naturales existentes, sustitución de importaciones de combustibles y reducción en la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera terrestre.

EXPERIENCIA CUBANA AYUDARÁ A ACLARAR DUDAS EN USO DE LA BIOMASA 

Una serie de presentaciones de estudiosos locales sobre proyectos de 

gasificación de biomasa, asimilación de tecnologías y lecciones aprendidas en Cuba matizaron este taller internacional.

El especialista en Bioenergía Alfredo Curbelo señaló que la experiencia cubana en el uso de biomasa para generar electricidad ayudará a aclarar muchas dudas sobre este campo en América Latina.

El jefe del grupo de Bioenergía en la empresa Cubaenergía destacó que el proyecto realizado en la Isla de la Juventud promueve la combinación de fuentes renovables de energía en un lugar aislado.

Según Curbelo, se demostró una aplicación práctica en condiciones de 

operación comercial de una tecnología nueva como la gasificación de la biomasa, vinculada a residuos agroindustriales como los provenientes de aserraderos y de la industria arrocera.

Las tecnologías de gasificación de la biomasa -dijo- permiten producir electricidad incluso en cantidades que autoabastecen la industria y además se alimenta al sistema eléctrico nacional, así como para electrificar comunidades rurales que no están conectadas a la red, y donde generalmente existe biomasa disponible para generar electricidad, desde 25 kilowatt hasta tres megawatt.

El investigador cubano explicó que naciones que disponen de suficiente biomasa en América Latina como Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia y algunas zonas rurales de Venezuela podrían utilizar ese recurso.

En ese sentido, especialistas de México, República Dominicana, Argentina y Uruguay presentaron trabajos que se ejecutan en América Latina y el Caribe y sus posibilidades de cooperación.

La economista Paula Cobas, del Ministerio de Industria, Energía y Minas de Uruguay, afirmó que ese país es uno de los más avanzados en temas de energías renovables de la región y su meta es alcanzar en 2015 el 50 por ciento de la matriz de generación energética con fuentes renovables.

Por su parte, México prevé aumentar hasta 35 por ciento la participación de energías renovables en su matriz energética en 2024.

La directora de Promoción de Bioenergéticos de la Secretaría de Energía de esa nación, Mónica Soria Baledón, acotó que una de las metas es desarrollar una política energética integral, así como cambiar y diversificar la matriz energética nacional.

A su vez, República Dominicana enfoca una estrategia nacional en energías renovables que tiene entre sus ejes el desarrollo de fuentes como la eólica, solar fotovoltaica y biomasa forestal, como pilares para el desarrollo económico y social, según la ingeniera Damarys Marte, directora de Fuentes Alternas y Uso Racional de la Energía de la Comisión Nacional de Energía.

En Argentina la política sobre las denominadas bioenergías es una cuestión de Estado y seguirá creciendo en esa dirección, afirmó el doctor Javier Urquiza, de la Secretaría de Energía del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. Para 2016 la matriz energética del país debe estar cubierta en un ocho por ciento con energías renovables.

*Periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina

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