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lunes, 29 de diciembre de 2014

Tania Bruguera, que sirvió cocaína en un performance, suele hacer montajes polémicos

El Tiempo

La cubana dice estar 'dolida' por el tratamiento de los medios colombianos hacia su trabajo.

No es noticia que la artista cubana Tania Bruguera se codee con la polémica. Es más, dejar los ánimos caldeados después de sus performances, es un resultado natural de un trabajo que ella denomina 'arte político'. Lo hizo esta semana en el edifico de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá, pero su recorrido es extenso y arriesgado.

Bruguera, de 41 años, tiene una hoja de vida artística envidiable. Ha participado en bienales como las de Venecia, Shangai, La Habana y en numerosos encuentros internacionales en Europa. Trabaja performance con su cuerpo, como Autosabotaje, que presentó en Venecia en el 2001. En esa propuesta jugó a la ruleta rusa con una pistola. Al cuarto intento, levantó el arma y disparó, causando revuelo entre los casi cien asistentes que creían que iban a una charla.

"Provocar es una estrategia para hacer que se escuche el mensaje", dijo acerca de ese trabajo.

Bogotá no podía ser la excepción y así ocurrió en el VII Encuentro Hemisférico del Performance que tuvo lugar en la Universidad Nacional, y en que además de las ya famosas tres bandejas de cocaína, la artista trató de hacer una reflexión acerca del conflicto nacional con desplazados. "La gente puede cambiar las cosas", suele repetir.

Es célebre su participación en la X Bienal de La Habana, en la que armó una tarima con un telón marrón en el Centro de Arte Contemporáneo de Wilfredo Lam e invitó al público a que dijeran lo que quisieran durante un minuto.

El ejercicio, llamado Susurro de Tatlin N° 6, terminó en una protesta en la que algunos pidieron la libertad en la isla y de nuevo la artista quedó en el ojo del huracán. Ella reaccionó diciendo que no pudo controlar las emociones de los participantes.

En otra de sus intervenciones, en la galería Tate de Londres, llevó a un grupo de policías a caballo que acorralaron a los asistentes y controlaron sus movimientos. Recientemente, en el encuentro Art Basel, en Miami, invitó a varias personas a un salón lleno de fotos de muertos para preguntar "¿Porqué tanta gente quería matar a Obama?"

En El peso de la culpa, apareció frente a una bandera cubana hecha de cabello humano y sostenía en su cuerpo un carnero degollado. En esa pieza también se comió una mezcla de tierra con agua en un ritual que emulaba una práctica de los indígenas por culpa de la presión de los españoles.

Ahora, sobre su acción artística en Bogotá, dice: "Estoy muy dolida porque los medios de prensa han cubierto (en sus titulares y en sus textos), solo la mitad de la obra y han dejado fuera lo que para mí es más importante, que es la mesa de discusión que se estaba realizando simultáneamente con actores del conflicto colombiano", respondió en un correo electrónico a este diario. "Lo que se hizo fue banalizar mi obra y a mí como artista, ya que es una representación falsa de mi propuesta -agregó-. Reduce el proceso intelectual de los todos colombianos que participaron en ella".

Bruguera, fiel a sus búsquedas extremas, tiene un pacto con su colega peruano Jota Castro (quien hizo la curaduría de Autosabotaje en Venecia). Y el pacto es el siguiente: El que muera primero le donará su cadáver al otro para hacer una intervención artística... pública, desde luego.

Lo que hizo en la Universidad Nacional

La artista se encontraba en Bogotá para hacer un performance en el que la bandeja de cocaína era, según sus propias palabras, solo era una parte. La acción artística consistía en un encuentro entre diferentes protagonistas del conflicto colombiano, que hablaron de su experiencia. En una mesa sentó a personas que representaban a un paramilitar, una desplazada y una guerrillera. A cada uno se le hizo la pregunta: "¿Qué es para usted un héroe?" Quienes asistieron cuentan que la bandeja de cocaína apareció, llevada por una asistente de Bruguera, después de la primera intervención y que muchos la miraron con recelo y otros consumieron. Varios artistas presentes se salieron de la sala. Al final, el acto fue suspendido por la Universidad.

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