Mi blog sobre Economía

domingo, 16 de noviembre de 2014

El crecimiento en la nueva economía climática

Por Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU’s Stern School of Business


MILÁN – Por mucho tiempo se ha considerado que las medidas para reducir las emisiones de dióxido de carbono y mitigar el cambio climático se oponen de manera fundamental al crecimiento económico. De hecho, a menudo se cita la fragilidad de la recuperación económica como una justificación para demorarlas. Pero un informe reciente, “La nueva economía climática: Mejor crecimiento, mejor clima”, realizado por la Comisión Global sobre Economía y Clima, refuta este razonamiento. El informe concluye que las iniciativas para contrarrestar el cambio climático, lejos de perjudicar el crecimiento económico, podrían impulsarlo de manera considerable, y relativamente pronto.

Cualquiera que haya estudiado el desempeño de la economía desde el comienzo de la crisis financiera de 2008 entiende que los daños a los balances (como el exceso de deuda y pasivos sin financiar y no generadores de deuda) pueden desacelerar el crecimiento, detenerlo abruptamente o hasta revertirlo. Y quienes estén familiarizados con el crecimiento en los países en desarrollo saben que la falta de inversión en capital humano, infraestructura, base tecnológica y conocimiento de la economía acaba por producir balances que no pueden ser la base de un crecimiento sostenido.

El cambio climático no es demasiado distinto de estos patrones de crecimiento insostenibles o defectuosos. En esencia, también es un problema de hoja de balances, basado en la cantidad de CO2 en la atmósfera.

A su ritmo actual, al mundo le quedan solo entre 3 y 4 décadas (o menos) antes de que el CO2 atmosférico alcance niveles que afecten los patrones climáticos, con consecuencias catastróficas para el medio ambiente y, a su vez, los sistemas económicos y sociales. Permitir que el agotamiento del “capital natural” del mundo (los recursos y ecosistemas que los sostienen) es, en esencia, otra forma de subinversión destructiva.

La inmensa cantidad de evidencia científica en la que se basan las actuales proyecciones climáticas hace improbable que el mundo pueda prescindir del todo de realizar ajustes. Sin embargo, no será fácil solucionar los complejos problemas de coordinación y distribución que generarán y, convencidas de que no nos podemos permitir una decidida estrategia de mitigación en momentos en que debemos hacer frente a tantos otros retos, las autoridades se podrían ver tentadas a postergar la toma de medidas concretas.

En “La nueva economía climática” se argumenta que esa sería una muy mala idea. Su meticulosa evaluación de los estudios, la experiencia y las innovaciones recientes ha llevado a la clara conclusión de que actuar ahora sería mucho menos costoso que esperar. De hecho, apenas supondría costes.

Las vías de crecimiento económico que utilizan bajos niveles de carbono no son tan diferentes de las que utilizan altos niveles… pero estas últimas pueden acabar por conducir al precipicio de un catastrófico desastre. Dicho de otra manera, los costes netos de reducir las emisiones de CO2 (en términos de crecimiento, ingresos y otros parámetros de rendimiento económico y social) no son tan altos en el corto y mediano plazo. Considerando lo que hoy sabemos sobre las consecuencias de la vía de altos niveles de carbono para el ambiente natural y, a su vez, la calidad de vida y la salud, estos costes podrían en realidad ser negativos.

Pero hay una condición importante: las medidas se deben adoptar ya mismo. Los costes económicos de retrasarlas se elevan de manera no lineal a medida que pasa el tiempo. Si se postergan 15 años o más será imposible alcanzar los objetivos de mitigación, sean cuales sean sus costes para ese entonces.

¿Cómo pasamos a adoptar la vía de bajos niveles de carbono? El informe señala los beneficios de construir la infraestructura y los edificios de uso eficiente de la energía para sustentar la economía global de bajos niveles de carbono de 2050, incorporando estrategias de bajo carbono a los procesos de planificación municipal y aprovechando el potencial de Internet para mejorar la eficiencia. Si a esto se añaden los costes en declive de las fuentes de energía alternativas y el incesante avance de la tecnología, las metas mundiales de reducción del carbono no parecen tan lejanas ni costosas.

Tras evaluar las tecnologías, las opciones de políticas y el análisis que se incluyen en el informe, se podría concluir que las vías de crecimiento con bajo uso de carbono serían ligeramente menos pronunciadas que sus contrapartes con alto uso, ya que exigirían más inversión y menos consumo. Sin embargo, sería difícil juzgarlas como inferiores si se consideran sus ventajas en el mediano y largo plazo.

El informe además arroja luz sobre otro punto importante del debate climático: ¿es esencial la cooperación global para mitigar el cambio climático? Para una economía en particular, ¿actuar en solitario implica vías de crecimiento claramente inferiores, por ejemplo, al dañar la competitividad de su sector comercial? Si la respuesta es positiva, una buena coordinación internacional de políticas tendría que ser una condición necesaria para progresar.

No parece ser el caso. Parte importante de la agenda de políticas de un país individual para apoyar el paso a una vía de bajo consumo de carbono (por ejemplo, mejorar la eficiencia del uso de la energía) no tiene por qué producir desaceleración económica: de hecho, las iniciativas de este tipo incluso podrían conducir a mayores índices de crecimiento, en comparación con continuar por un camino de alto uso de carbono. En un primer examen, son mejores las estrategias de bajo uso de carbono, ya que implican una visión completamente diferente y mucho más favorable de las estructuras de incentivos.

Esto significa que, aunque la coordinación internacional ha de ser un factor importante para el éxito de largo plazo de las medidas de mitigación del cambio climático, sus complicaciones no deberían retrasar los avances, lo que es una buena noticia si se consideran las dificultades para desarrollar e implementar una estrategia global.

La evidencia científica ha eliminado las dudas que legítimamente se habían planteado acerca de la escala de los riesgos del cambio climático. Ahora el análisis de la Comisión Global ha refutado en gran parte los argumentos económicos para la inacción. Si a esto le sumamos la creciente preocupación pública sobre el cambio climático, es posible que hayamos llegado a punto en que se cumplen las condiciones para tomar medidas decisivas.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
Read more at http://www.project-syndicate.org/commentary/climate-change-mitigation-and-economic-performance-by-michael-spence-2014-10/spanish#8IcikcW7yX8kkDjG.99

Concluye Proyecto para la Restauración del Palacio del Segundo Cabo



Representantes de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, la Delegación de la Unión Europea (UE) y la Oficina del Historiador de La Habana (OHCH), visitaron este lunes las instalaciones del Palacio del Segundo Cabo, edificio patrimonial cubano sujeto a un amplio proceso de restauración cuya obra civil ha quedado formalmente concluida.

Durante el recorrido, los visitantes verificaron el grado de ejecución de las obras y recibieron explicaciones de primera mano sobre los detalles de terminación de los diferentes espacios del inmueble, incluyendo las labores de rescate de pintura mural y otros detalles arquitectónicos.

Asimismo, conocieron sobre el estado de instalación del equipamiento técnico adquirido para la puesta en funcionamiento de locales como la sala polivalente del edificio, prevista para esta primera fase de ejecución del proyecto.

Según explicaron la inversionista de la obra, Norma Pérez Trujillo, y la coordinadora del proyecto de uso cultural del Palacio del Segundo Cabo, Yainet Rodríguez, el edificio acogerá al Centro de Interpretación de los Intercambios Culturales entre Cuba y Europa, con salas dedicadas a recrear los viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, los imaginarios sobre América construidos por criollos y extranjeros, la evolución de la cartografía de la isla de Cuba, así como una sala monográfica sobre la historia del Palacio del Segundo Cabo y el proceso de restauración a que fuera sometido.

El Centro también albergará una sala para niños y niñas, otra para adolescentes y jóvenes, una mediateca, salones para exposiciones transitorias y una sala polivalente equipada con un moderno sistema de proyección, entre otras facilidades.

La obra de restauración del Palacio del Segundo Cabo fue posible gracias a un proyecto de cooperación firmado conjuntamente por la UNESCO y la Unión Europea en noviembre de 2009, con el propósito de restaurar este emblemático edificio barroco situado en la Plaza de Armas del Centro Histórico de La Habana.

La acción, ejecutada desde el punto de vista constructivo por la Oficina del Historiador de La Habana, contribuye positivamente a mejorar el estado de conservación de La Habana Vieja y sus Fortificaciones, sitio de patrimonio mundial, al tiempo que refuerza la cooperación entre Cuba y Europa en los campos de la cultura y el patrimonio.

Estuvieron presentes en el recorrido el especialista del programa de Patrimonio de UNESCO La Habana, Víctor Marín, la consultora de UNESCO La Habana, Begoña Guzmán, el Jefe de la Sección Política de la Delegación de la Unión Europea en Cuba, Alain Bothorell, la Jefa de la Sección de Cooperación de la UE, Janet Coto, la especialista de la propia sección, Ana Guallarte y la responsable de Finanzas y Contratos, María Queralt Sistach.

Por parte de la Oficina del Historiador de La Habana, participaron la Directora de Cooperación internacional, Nelys García, la Directora de Patrimonio Cultural, Lesbia Méndez, especialistas y técnicos a cargo de los diferentes aspectos de la obra civil, así como artistas y profesores de la Escuela Taller vinculados con las obras de restauración del edificio.

LA SABIDURÍA DE LA TORTUGA: Sin prisas pero sin pausa

Por: Jose Luis Trechera
Profesor de Psicología del Trabajo en ETEA (Córdoba)
Autor del libro: La sabiduría de la tortuga. Sin prisa pero sin pausa. Editorial Almuzara

“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad que olvidamos lo único importante: vivir”
(R. Stevenson)

En la costa oeste de Nicaragua se produce en las tardes-noche de julio un espectáculo inolvidable: cientos de tortugas emergen de las aguas del Pacífico para conquistar la orilla y con sus movimientos pausados buscan un lugar idóneo para enterrar sus huevos en la arena. Con el objetivo de cumplir con la misión de mantener la especie, cada animal quizás haga un recorrido de miles de kilómetros para volver al sitio donde nació y en ello, según la tradición popular, puede que empleen unos treinta años.

Desde nuestro contexto, ¿cómo evaluaríamos ese modo de proceder? ¿Es una pérdida de tiempo? ¿Es una baja productividad? Quizás nos surja el deseo de poder acelerar el proceso para que fuesen más rápidas y eficaces. Seguro que también se buscaría alguna justificación racional: de esa manera se les ayudaría y facilitaría su ardua labor y podrían tener más descendencia. Desgraciadamente, la disminución de ejemplares tortuga no va unido a la ineficacia de su ciclo vital, sino a la presencia del ser humano, que roba sus huevos y esquilma a los ejemplares adultos, provocando su lenta desaparición.

Si utilizamos el símil de la tortuga es para interrogarnos sobre los estilos de vida actuales. En nuestra cultura ser lento es sinónimo de ser torpe, “tonto” o inútil. Se impone la rapidez y la impaciencia, todo tiene que estar disponible “al momento”. Por ejemplo, hoy una espera de quince segundos ante el ascensor se hace insoportable o por mucha alta velocidad o banda ancha de la que se disponga, nos enerva que no aparezca rápidamente una página en internet. Cualquiera que observe el día a día de nuestras ciudades verá una vorágine de sujetos corriendo desesperadamente de un lugar para otro. Muchas personas, si pudieran desearían que el día tuviera el doble de horas o la posibilidad de incluso no dormir, ya que supone una pérdida de tiempo.

¿Qué nos pasa? ¿Hemos incrementado la felicidad con ese modo de vivir? ¿Somos más eficaces? La experiencia demuestra que todos nos quejamos de las prisas pero sucumbimos a ese ritmo frenético. ¿Es una condición irrenunciable de la vida moderna o algo imposible de cambiar? ¿Nos ayuda a ser más personas? Quizá, si somos conscientes de la situación y de las consecuencias que provoca, podamos ofrecer alternativas para afrontar la realidad de otra manera. Es el propio ser humano el que se plantea el problema y el único que tiene la respuesta.

1. ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN

“Los occidentales tienen el reloj, los orientales poseen el tiempo”
(Proverbio Árabe) 

Una de las características principales de nuestro mundo actual es la aceleración, la rapidez, el cambio brusco, la inmediatez. Decir que “no hay tiempo” es una expresión demasiado generalizada. De ahí que en el denominado “primer mundo”, el tiempo se considere un bien escaso y como tal muy apreciado, time is money, y no es raro que se afirme que puede que sea uno de los recursos más valorados en el siglo XXI.

En nuestro contexto actual nos invade la prisa. Se tiene la experiencia de que las actividades nos superan y desbordan. La urgencia precipita un modo de proceder en el que casi todo tiene que estar terminado para ayer. Así, no se vive en el presente, porque el presente “ya es pasado” y en consecuencia, difícilmente se proyectará un futuro, porque nunca podrá llegar.

Nos encontramos gobernados por los relojes, con la sensación de que cada vez corremos más y curiosamente, cada vez tenemos menos tiempo. Funcionamos como unos “hamsters” que son colocados en un entorno social – jaula- y que no paran de correr a toda velocidad día y noche dentro de una rueda que se mueve pero que no se desplaza a ningún sitio y cuyo único objetivo es mantenerla en continuo movimiento.

A pesar de los inventos modernos que deberían aliviar la dureza de la actividad diaria y facilitar una existencia más relajada, la realidad camina por otro lado. Más que controlar y disfrutar del tiempo, da la sensación que es éste el que nos dirige y domina. Más que vivir, el ser humano se “desvive” o mal vive. He aquí algunos ejemplos:

Se creía que con la revolución industrial las máquinas trabajarían por nosotros y se auguraba que a finales del siglo XX se llegaría a establecer las 20 ó 25 horas semanales. Sin embargo, en la práctica estamos trabajando más horas que hace unas décadas. Desde hace dos años, la asociación norteamericana “Take Back Your Time”(Recupere su tiempo perdido) convoca el 24 de Octubre el día de los “relojes caídos”, ya que en esa fecha un norteamericano medio ha trabajado más de lo que hará un europeo medio en todo el año.

De hecho los mismos avances tecnológicos que posibilitan las bases para potenciar la sociedad de la comunicación y del conocimiento, se están usando para producir una “sociedad de la fragmentación”, en las que las personas se alejan más unas de otras y se perciben cada vez como extrañas. Más que desconectar, la irrupción de la tecnología provoca la necesidad imperiosa de estar alerta 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año, despertándonos con los e-mails o durmiendo con los móviles en la mesilla de noche.

Los propios ciclos vitales se modifican. ¿Para qué dedicar tiempo a comer? No es raro que se fomente la comida rápida que también recibe el calificativo de “comida basura”. Da la sensación que lo que menos importa es comer y como tal, da lo mismo que sea cualquier cosa. ¿Para qué dormir? Algunos hasta se sienten mal por pasar 23 años de su vida durmiendo (el tercio de la vida de una persona que llegue a los 70 años) y por ello intentan alargar como sea el estado de vigilia.

2. CONSECUENCIAS

“Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada. De nada en absoluto, ni siquiera de sí mismo”
(M. Kundera)

El tiempo se está convirtiendo en uno de los bienes más escasos en los países “desarrollados”. La presión se hace insostenible y comienza a “pasar factura”. 

He aquí algunos comportamientos que pueden reflejar esa “protesta”:

Alteraciones psicosomáticas. Los nuevos ritmos de vida están fomentando distintas patologías: desequilibrios metabólicos, obesidad, trastornos digestivos, insomnio, trastornos del sueño, etc.

Ansiedad y tensión. Aumento de la agresividad, la competitividad y la sensación de vivir en un estado de alerta permanente. Se acude a “muletas” – drogas o sustancias estimulantes-, para que “ayuden” a mantenerse en pie, con el consiguiente coste psicológico y fisiológico que provocan dichos psicofármacos.

Activismo. Tendencia a potenciar las “multitareas”. Nos convertimos en hombres orquesta que al mismo tiempo queremos realizar diferentes actividades: conducir comiendo, bebiendo o hablando por el móvil. En Japón va en aumento una patología laboral que se denomina karoshi o muerte por agotamiento laboral.

Omnipotencia, omnipresencia y creerse imprescindible. Se piensa que se es insustituible y necesario para realizar todas las actividades. ¿Cómo van a salir las tareas, si no la hacemos nosotros? Según B. Russell, “creer que nuestro trabajo es terriblemente importante, es uno de los síntomas que nos muestra que el colapso nervioso es inminente”.

Deshumanización personal. No se piensa, se actúa como robots, ya que no hay tiempo para pararse y reflexionar. Se funciona con recetas. A su vez, cuando se va tan deprisa, se pierde la capacidad de sentir y “saborear” las experiencias. Muchas veces no somos ni conscientes de lo que comemos, ya que quizá no nos demos ni cuenta. Curiosamente, parece que se tiene como objetivo “construir robots que piensen y personas que sean autómatas”.

Fragmentación y “temporalidad”. Se potencia la sociedad del contrato temporal. Se sacraliza lo provisional y relativo, con lo cual ya no hay compromiso ni proyectos a largo plazo. Se pone en práctica al fenómeno Kleenex, todo es para “usar y tirar”, y tiene “fecha de caducidad”. En consecuencia, lo mismo que se hace con los utensilios, se realiza con las personas.

Desestructuración social. La “falta de tiempo” la están pagando las familias, las madres trabajadoras, etc. Lamentablemente, los buenos momentos no vividos con los hijos cuando tienen dos años, no se pueden recuperar cuando cumplan dieciséis. 

La situación actual se podría sintetizar en los siguientes trastornos que se observan en la práctica clínica:
La enfermedad de la prisa: “el hombre orquesta”.
La adicción al trabajo: “Adicción decente y respetable”.
El estrés: “La chispa de la vida o la carcoma que corroe y mata”.
El síndrome “bournout” o estar quemado.
El narcisismo: “Narcotizados y aplastados por el Yo”

3. ALTERNATIVA: “LA CALMA ES ORO”

“La gente siempre culpa a sus circunstancias por ser lo que son. Las personas que progresan en este mundo son aquellas que buscan las circunstancias que quieren y, si no son capaces de encontrarlas, las crean”
(G.B. Shaw)

Frente “al mal o enfermedad del tiempo”, hay que afirmar que la velocidad no lo es todo. Así, el vals de un minuto de Chopin no será dos veces mejor por que lo toquemos en treinta segundos o un idioma no se aprende en un cursillo intensivo de cinco días. La realidad nos muestra que no sabemos a donde vamos pero curiosamente, si avanzamos a pasos agigantados.

A veces puede venir la tentación de llevar a la práctica el eslogan de los años sesenta, “qué paren el mundo que me quiero bajar”. Sin embargo, la solución no es bajarse, -la huida o la resignación alternativa-, sólo algunos privilegiados con recursos y posibilidades podrían realizarlo, sino tomarse la vida con más calma.

En los últimos años empieza a abrirse camino el movimiento “Slow” que parte del supuesto de que la serenidad aumenta la calidad de vida, Como afirma C. Honoré no se pretende una declaración de guerra contra la velocidad. Hay situaciones en las que viene muy bien actuar más rápido, “pero lo que no podemos es convertir la velocidad en una obsesión”. La “desacelaración” nos puede hacer más efectivos y de ahí que a través de la sensibilización sobre los estilos de vida, el movimiento Slow nos empuja a saborear la vida y no sólo a sobrellevarla. En la misma línea se ha desarrollado algunos movimientos más especializados: “Slow Food”(comida tranquila) que surgió en Roma como respuesta a la invasión de los establecimientos de comida rápida o la “Cittá Slow”, red de más de cien “ciudades lentas” que levantan barreras al coche y reivindican la reconquista de las calles.

Desde nuestra experiencia ofrecemos un decálogo, “la calma es oro”, que puede aportar algunas pistas para cambiar de estrategia:

Decálogo para aprendices: La calma es oro
  1. Cambiar el reloj por la brújula: tener un norte claro.
  2. Convertirse en el protagonista de la propia historia: poner los medios.
  3. Aprender a conocerse: fortalezas y debilidades.
  4. Saber priorizar: jerarquía de valores.
  5. Saborear el presente: carpe diem.
  6. Saber perder el tiempo: ganar calidad de vida.
  7. Darle tiempo al tiempo: la creatividad necesita tiempo.
  8. Saber simplificar: soltar lastre.
  9. Saber ser paciente y perseverante: ser proactivo y no reactivo.
  10. Saber vivir: ser positivo y tener sentido del humor.
Comenzábamos reflexionando sobre la tortuga y terminamos también con ella. Ya Esopo nos cuenta la fábula de la tortuga y la liebre, en la que ambas se retan a una carrera y precisamente por su prepotencia, la liebre pierde. Es la constancia y la perseverancia de la tortuga la que le da la victoria. Es curioso, que para nuestro contexto cultural ser lento sea sinónimo de torpe e inútil y sin embargo, para muchas culturas la tortuga es un animal espiritual y símbolo de longevidad y sabiduría.

Moverse con lentitud no significa pensar o vivir con apatía. Lo fundamental es hacer buen uso de esa lentitud. Quizás lo básico no es ser “tan-lento”, sino actuar con “talento”. He ahí la sabiduría de la tortuga: sin prisa pero sin pausa.

Cooperativas no agropecuarias: mucho más que la intención

El año 2012 marcó el comienzo de una renovación en el sistema económico cubano. Si bien la actualización de este ha sido un proceso que viene desde años atrás, la aprobación gubernamental para constituir Cooperativas No Agropecuarias ha suscitado un cambio de perspectivas y modos de gestión comercial a la que no pocos ciudadanos quieren afiliarse.

Sin embargo, tanto en el proceso de conformación como en su revisión y aprobación, aún son muchas las brechas que ralentizan una mayor presencia de estas organizaciones en el panorama nacional contemporáneo.

Tanto los ministerios de Economía, Finanzas y Precios, como los vinculados específicamente con la labor que desempeñará la futura cooperativa están implicados en la aceptación o no de dicha propuesta. Por su parte, los fundadores han de presentar un expediente bien articulado que avale la pertinencia y utilidad de esta asociación.

De uno y otro lado el camino no deja de ser engorroso. Por una parte está el vasto entramado de pasos a seguir para evaluar la propuesta, los entresijos burocráticos a que se expone esta gestión e incluso cierto desentendimiento acerca de lo que la nueva forma de institución significa, afecta y demora el proceso.

Desde su orilla, los interesados en agruparse como entidad jurídica tampoco se libran de desaciertos y son comunes los fallos en la documentación a presentar y cómo deben actuar en cada uno de sus estadíos. Por tanto, conocer con mayor nitidez acerca de los aspectos fundamentales para conformar dicho archivo es esencial en los actores de esta empresa social de propiedad colectiva, de modo tal que las posibilidades de error y dilación sean menores.

Bases legales sustentan la conformación de estas entidades. Para ello el Modelo de Gestión Económica aprobado en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba establece en su Lineamiento 25 que "se crearán las cooperativas de primer grado como una forma socialista de propiedad colectiva, en diferentes sectores, las que constituyen una organización económica con personalidad jurídica y patrimonio propio, integradas por personas que se asocian aportando bienes o trabajo, con la finalidad de producir y prestar servicios útiles a la sociedad y asumen todos sus gastos con sus ingresos.”

Así, de acuerdo con los especialistas de la Consultora Económica de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, las cooperativas del país forman parte de la propiedad social socialista, son organizaciones con fines económicos y sociales, autonomía de gestión y actúan conforme a las normas morales y éticas de la Revolución. Seguridad social, aprobación de procedimientos de licitación, otorgamiento de créditos y nexos tributarios son algunos de los aspectos que también van muy ligados a esta forma de gestión.

Tal como establece el manual de conformación se trata de la asociación de más de tres personas naturales, residentes en Cuba, vinculadas a partir del patrimonio integrado con la finalidad de adquirir conjuntamente insumos y asistencias, comercializar productos y servicios o emprender otras actividades económicas, conservando los socios la propiedad sobre sus bienes.

Sustentada en principios como la voluntariedad, cooperación y ayuda mutua, decisión colectiva e igualdad de derechos de los socios, autonomía y sustentabilidad econó- mica, disciplina, responsabilidad social, contribución al desarrollo planificado de la economía y al bienestar de sus socios y familiares, así como a la colaboración y cooperación con otras entidades, se establecen los cimientos de la cooperativa a presentar.

Varios pasos son esenciales para la organización, constitución y registro de las cooperativas: período de formación; conformación del expediente y solicitud de aprobación; recibo de la notificación de autorización e inscripción ante notario y creación de la asamblea constitutiva.

En concreto, se entiende como Cooperativa en Formación al grupo de personas que han decidido presentar la solicitud de aprobación de una organización de este tipo donde una o varias personas realizan los trámites y gestiones de constitución. Se mantiene esta condición hasta tanto no se produzca su registro oficial.

Para la solicitud de aprobación es necesario acercarse a las dependencias territoriales del órgano de gobierno municipal, con un archivo que incluya, entre otros elementos, el objeto social y ámbito territorial en que se desarrollará la labor de la cooperativa, la modelación económico-financiera de la entidad, sus bienes y procedencia de estos, precios a establecer, vía de adquisición de los insumos, impacto ambiental y el proyecto de los estatutos, donde se incluyen régimen bancario, derechos y deberes de los socios, sistema de cobros, pagos, seguros y retribución, normas de contabilidad, control interno y las relaciones Esta- do-cooperativas, entre otros. Una de las principales recomendaciones que hacen los expertos en asesoría, auditoría y servicios económicos es contar con una guía profesional especializada, sobre todo en cuanto a Derecho y Contabilidad concierne.

Luego de que las autoridades instituidas para evaluar la propuesta, entre esas el Consejo de Administración Municipal, el ministerio relacionado, la Comisión de Implementación y el Consejo de Ministros autoricen la existencia oficial de la cooperativa, tiene lugar la inscripción ante notario para formalizar la constitución de la nueva empresa y el desembolso del patrimonio inicial. Viene entonces la creación de la Asamblea General por todos los socios fundadores y la aprobación de funciones, estatutos, presupuestos de ingresos y gastos para el año y otros aspectos de índole económica y administrativa.

De 60 días dispone la novel entidad para oficializar trámites ineludibles que la fundamenten como tal. Las inscripciones en los registros establecidos para ejercer la actividad en la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), en el Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS) ambos con carácter colectivo e individual, son de obligatorio cumplimiento. Asimismo, la membresía en el Directorio de Entidades de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) y en el Registro Comer-cial del Ministerio de Comercio Interior, así como la apertura de cuentas bancarias en las diferentes monedas nacionales con sus firmas autorizadas, son de extraordinaria importancia para el accionar legal de la cooperativa en ciernes.

Comienza así el devenir de una nueva organización que si bien toma como modelo estructuras que datan del siglo XX y que están diversificadas por el mundo en gran variedad de núcleos y funciones, en Cuba, toma un cariz particular al estar insertado en un sistema donde el desarrollo social es privilegiado. El país pone sus miras en una economía más diversificada en la cual también la gestión privada tiene un importante impacto. Las estrategias están modificándose, revisitándose, y aunque queda mucho por hacer y trascender ya son numerosos los que suben los peldaños en un esfuerzo que demanda mucho más que ideas e intenciones.

Revelado: 40 agencias federales de EE.UU. realizan operaciones encubiertas

Oficiales de al menos 40 agencias federales de EE.UU. se hacen pasar por negociantes, beneficiarios de asistencia social, manifestantes políticos e incluso médicos o ministros para protagonizar operaciones encubiertas, según 'The New York Times'.

Basándose en los documentos que tiene a su disposición, el diario revela que grupos pequeños de agentes encubiertos se visten de estudiantes y se unen a los manifestantes que se reúnen frente al edificio de la Corte Suprema para detectar "actividades sospechosas". En el Departamento de Agricultura, más de 100 agentes encubiertos fingen ser beneficiarios de cupones de alimentos en las tiendas de la vecindad para trazar los posibles fraudes y vendedores sospechosos.

El trabajo encubierto en su momento fue una prerrogativa del FBI y muy pocas agencias de las fuerzas del orden a nivel federal, destaca 'The New York Times'. Sin embargo los cambios en las políticas y tácticas a lo largo de la última década, sin que el público general lo notara, resultaron en equipos encubiertos administrados por agencias prácticamente por todos lados.

Algunos oficiales sostienen que estos métodos les dan un poderoso nuevo instrumento para recaudar evidencias, aumentando el número de infracciones detectadas, algo que sería imposible con los métodos convencionales. Sin embargo, la escala ampliada de operaciones encubiertas que puede tener como blanco a individuos específicos o categorías específicas de posibles sospechosos también plantea cierta preocupación acerca del abuso de libertades civiles y captura de objetivos involuntarios, acentúa el diario.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/147192-agencias-eeuu-operaciones-encubiertos

La Unificación del Tipo de Cambio: El Caso Cubano

Por Augusto de la Torre y Alain Ize
Banco Mundial 


Este artículo se preparó para una serie de talleres dedicados a analizar el proceso de cambio económico en Cuba desde una perspectiva internacional. Dichos talleres fueron organizados por la Iniciativa de Política Exterior para América Latina del Brookings Institution, el Centro de Estudios de la Economía Cubana y el Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana. Brookings recopilará y publicará en un libro los artículos preparados para esta serie en 2014.

Los autores trabajan para el Banco Mundial como Economista Jefe para América Latina y el Caribe (adelatorre@worldbank.org) y Consultor Senior (aize@worldbank.org), respectivamente. El artículo se benefició de los comentarios de Aquiles Almansi, Tito Cordella, Eduardo Fernandez-Arias, Daniel Lederman y Sergio Schmukler, y otros participantes en un taller interno del Banco Mundial (agosto de 2013), así como de los comentarios de Richard Feinberg, Andrea Gallina, Guillermo Perry, José Juan Ruiz, Alejandro Santos, Alberto Trejos, Juan Triana, Pavel Vidal y otros participantes en el taller de Brookings-Universidad de La Habana celebrado en La Habana (septiembre de 2013). Los autores agradecen la excelente asistencia de investigación de Magali Pinat.

Las opiniones aquí expresadas pertenecen únicamente a sus autores y no necesariamente reflejan las del Banco Mundial, de su Directorio o de los países representados por este.

1. Introducción

Desde el año 2011, las autoridades cubanas han declarado que la unificación del tipo de cambio era una de sus mayores prioridades de política. El actual sistema dual, en el que coexiste un tipo de cambio de uno por uno con respecto al dólar estadounidense para el “peso convertible” junto a un tipo de cambio de veinticuatro por uno para el “peso cubano”, introduce distorsiones severas en la asignación de los recursos de la sociedad y merma significativamente el potencial de crecimiento de la economía. Simultáneamente, la magnitud del diferencial entre los dos tipos de cambio (que es muy grande en términos comparativos) exacerba los costos de transición, lo que probablemente constituya una de las razones principales para posponer su unificación.1

Este artículo resume desde una perspectiva internacional los retos a los que Cuba se enfrenta en la unificación de su tipo de cambio y compara varias alternativas para alcanzar dicho objetivo. El artículo presenta argumentos a favor de una unificación de una sola vez pero amortiguada por un sistema de impuestos y subvenciones de monto prefijado (lump-sum) que se eliminarían de manera gradual durante un periodo de transición previamente anunciado. Al permitir que los precios relativos se ajusten desde el principio, la unificación maximizaría los incrementos de eficiencia. Asimismo, al amortiguar el costo inicial para la economía cubana (que podría incluir pérdidas de ingresos, desajustes productivos, explosiones inflacionistas y efectos redistributivos), los impuestos y subsidios lump-sum facilitarían la unificación, estimulando así su credibilidad. Estos impuestos y subvenciones se establecerían empresa por empresa para neutralizar de entrada las pérdidas o ganancias extraordinarias que de otro modo experimentarían las empresas al momento de unificarse el tipo de cambio.

Al sustituir los impuestos y subsidios que se encuentran implícitos en el diferencial actual del tipo de cambio por impuestos y subsidios lump-sum explícitos, los efectos traumáticos iniciales de la unificación se eliminarían. A diferencia de los impuestos proporcionales, los impuestos y subsidios lump-sum se fijan en valor absoluto. Una vez fijados, no varían con el nivel de ingresos o ganancias de las empresas y, por ende, no afectan los incentivos marginales de la empresas para invertir y producir. No obstante, para garantizar que la unificación del tipo de cambio conduzca a una materialización temprana de mejoras de eficiencia, sería necesario implementar importantes reformas complementarias, sobre todo en lo que respecta al gobierno corporativo y gerencia de las empresas de propiedad estatal y el rediseño del sistema de impuestos y subsidios.

El resto del artículo está organizado como sigue. El apartado 2 resume brevemente las experiencias internacionales de unificación cambiaria. El apartado 3 enfatiza algunos rasgos propios de Cuba y evalúa sus implicaciones. El apartado 4 compara y contrasta las ventajas e inconvenientes de cuatro alternativas de política. Los apartados 5 y 6 trazan un bosquejo de como la opción propuesta de big bang con amortiguación fiscal funcionaría para dos sectores claves de la economía cubana: el sector turístico de gestión extranjera y el de los productores locales y empresas importadoras de propiedad estatal. El apartado 7 concluye con un análisis de las principales reformas habilitantes (fiscal, monetaria y del gobierno corporativo de las empresas estatales) y una discusión de algunas opciones relativas al calendario de unificación. Asimismo, aborda brevemente el tema de la unificación monetaria, un asunto que aunque relacionado a la unificación cambiaria, es de naturaleza diferente.

2. Algunas lecciones aprendidas de las experiencias internacionales 


El punto de partida ineludible es una buena comprensión de las causas originales de un régimen cambiario múltiple. Normalmente, los sistemas de tipo de cambio múltiple surgen después de que algún tipo de choque adverso presiona el mercado de divisas y requiere de una gran depreciación del tipo de cambio real de equilibrio. El choque puede ser de oferta, como un deterioro de los términos de intercambio que debilite duramente el saldo comercial exterior o un incremento de las tasas de interés mundiales que aumente marcadamente el costo del servicio de la deuda externa del país. El choque también puede ser de demanda, como una fuga de capitales (residentes demandando activos internacionales) desencadenada por la represión financiera y/o políticas macroeconómicas insostenibles. En el caso de choques de oferta, la depreciación requerida del tipo de cambio real refleja el deterioro del poder adquisitivo del país. En el caso de choques de demanda, la depreciación requerida refleja el ajuste en los precios relativos necesario para reducir la demanda interna de bienes comercializables (especialmente de importaciones) de tal modo que los ciudadanos puedan transferir su capital al extranjero.

Los gobiernos optan por introducir tipos de cambio múltiples con el fin de evitar una caída políticamente explosiva de los salarios reales y un fuerte incremento de la inflación debido al aumento del costo de los insumos importados. Bajo un régimen cambiario dual, típicamente se utiliza el “tipo paralelo” más depreciado (el tipo de cambio determinado por el mercado) para las transacciones de la balanza de capitales y las importaciones “no básicas”, mientras que el uso del “tipo oficial” menos depreciado se restringe para las importaciones “básicas” y se aplica a los ingresos de exportaciones que son “incautados”, esto es, que deben entregarse obligatoriamente al banco central.

En teoría, los regímenes de tipo de cambio múltiple pueden ayudar a controlar la inflación, proteger las actividades económicas socialmente sensibles, canalizar los recursos hacia las prioridades del desarrollo y redistribuir el ingreso de manera progresiva (evitando así que los propietarios de activos denominados en moneda extranjera se beneficien mediante ganancias cambiarias). En la práctica, sin embargo, estos regímenes generan grandes pérdidas de eficiencia. El diferencial cambiario actúa como un impuesto sobre las exportaciones sometidas a requisitos de incautación y como un subsidio a las importaciones básicas. Ambas son perjudiciales para la producción doméstica de bienes de exportación o de bienes que sustituyan a importaciones, obstaculizando de esta forma el crecimiento y la creación de empleo. Además, la distinción entre importaciones básicas y no básicas puede generar opacidad y severos problemas asociados a la mala asignación de los recursos de la sociedad.

En todos los casos, el diferencial cambiario abre una brecha creciente entre los intereses privados y el interés público, que se traduce en enormes dificultades de control administrativo, así como en actividades de captación de rentas socialmente destructivas. Los costos de estas distorsiones se acumulan y empeoran con el tiempo. Conforme los tipos duales persistan y se fosilicen, terminan por generar segmentaciones muy arraigadas y cada vez más perjudiciales entre los sectores ganadores (esto es, los que acceden a los tipos de cambio preferentes) y los sectores perdedores (los que no).2 Por estas razones, la unificación cambiaria tiende a generar aumentos de eficiencia tanto estáticos (a saber, una mejor asignación de los recursos existentes) como dinámicos (esto es, una expansión del ingreso y mejor uso de los recursos a lo largo del tiempo).

El porcentaje en el mundo de países con regímenes de tipo de cambio múltiple se ha reducido notablemente durante los últimos cuarenta años (a pesar de un ligero resurgimiento en el último quinquenio). Esto probablemente refleje un mejor entendimiento de los costos sociales de estos regímenes, así como una mejora en el manejo macro-monetario (Gráfico 1). En América Latina ha habido un resurgimiento reciente, aunque limitado, de sistemas de tipo de cambio dual, con movimientos en ambas direcciones. En algunos países, los tipos de cambio duales han regresado después de períodos relativamente largos con regímenes unificados (por ejemplo, Venezuela y Argentina). Otros países con cambios duales, como la República Dominicana, lograron reunificar con éxito (Gráfico 2). No obstante, puede decirse que los tipos de cambio múltiples son una especie al borde de la extinción.

Gráfico 1. Porcentaje de Regímenes Cambiarios Múltiples y Unificados 
Fuente: Rogoff et al. (2003) y base de datos IMF AREAER.

La persistencia de tipos de cambio múltiples en los pocos países que todavía los tienen refleja los retos y costos vinculados con la unificación. Estos costos dependen de las raíces de la dislocación original. Así, en países en los que el choque originador fue de demanda, derivado de la represión financiera o la mala gestión macro-monetaria, es posible que un giro hacia políticas macro-financieras más sensatas sea todo lo que haga falta para desincentivar la fuga de capitales y, así, absorber las presiones que dieron originalmente lugar a un tipo de cambio dual. En cambio, en los países donde el choque vino del lado de la oferta y los factores que lo desencadenaron todavía perduran (por ejemplo, un empeoramiento permanente de los términos de intercambio), los costos de la unificación serían más cuantiosos.

Gráfico 2. Movimientos entre Regímenes Cambiarios Múltiples y Unificados (1999-2011) 


Nota: Los países con regímenes cambiarios múltiples en 2011 pero unificados en 1999 son Angola, Argentina, Eritrea, Georgia, Guinea, República Kirguisa, Malaui, Mongolia, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Sudán, Ucrania, Uzbekistán y Venezuela. Los países con regímenes unificados en 2011 pero múltiples 1999 son Afganistán, Bielorrusia, Botsuana, Camboya, República Dominicana, Egipto, Irán, Laos, Libia, Rusia y Turkmenistán. Fuente: base de datos IMF AREAER. 

Teóricamente, se podría esperar que el tipo de cambio pos-unificación de equilibrio se sitúe en algún lugar entre los dos tipos de cambio pre-unificación. La razón es simple: una depreciación del tipo de cambio más apreciado (el “oficial”) debería reducir la demanda de importaciones básicas y promover las exportaciones, permitiendo así que más divisas fluyan hacia el mercado paralelo y se fortalezca el tipo de cambio en ese mercado. De este modo, según continúe depreciándose el tipo de cambio “oficial,” los dos tipos de cambio deberían acercarse gradualmente el uno al otro y, finalmente, converger en algún punto intermedio dentro del diferencial inicial. No obstante, en la práctica, debido a que la demanda de importaciones básicas suele ser inelástica y la reacción de las exportaciones ante un tipo de cambio más competitivo tarda en materializarse (la demanda de exportaciones es inelástica a corto plazo), es poco probable que la depreciación del cambio oficial libere muchas divisas, al menos en el corto plazo. En tal caso, a no ser que el mercado de divisas tenga una profundidad tal que le permita anticipar influjos futuros de divisas, los dos tipos tenderán a encontrarse en la parte inferior del diferencial, es decir, cerca del tipo paralelo de mercado.3 Además, si las expectativas de inflación pos-unificación (a las que nos referiremos más adelante) generan movimientos privados hacia el dólar, o si hay movimientos de la cartera pública a favor del dólar (si el banco central comienza a acumular reservas de divisas después de la unificación), el tipo de cambio único pos-unificación bien podría depreciarse con algún grado de amplificación (overshooting), alcanzando así niveles aún más depreciados que el tipo paralelo pre- unificación.4

En general, a no ser que haya ajustes fiscales compensatorios (sobre los que volveremos más adelante), es de esperar que se produzca una elevación de la inflación pos-unificación debido al aumento de costos resultante de la depreciación (inflación de oferta).5 Además, el incremento del nivel de precios puede convertirse en un aumento permanente de la tasa de crecimiento de los precios si el choque de oferta inicial desencadena una espiral inflacionaria salarios-precios facilitada por una política monetaria débil o no creíble (inflación basada en expectativas); o cuando la unificación genera desequilibrios fiscales prolongados (inflación de demanda) derivados de la pérdida de ingresos parafiscales asociada al régimen de tipo de cambio dual (la reducción abrupta de los impuestos implícitos sobre las exportaciones).

Tabla 1. Inflación Pos-Unificación en Varios Países de América Latina




País


Comienzo del Proceso de Unificación


Diferencial Anterior a la Unificación



Transición
Inflación Anual
3 meses antes del comienzo de la unificación


3 meses
después


12 meses
después


24 meses
después

Venezuela Argentina Perú Ecuador
República Dominicana

Cuba

Mar. 1989

Feb. 1989

Jun. 1989

Sept. 1992

Oct. 2003

?

202%

53%

166%

27+%

10+%

2300%

pida Gradual Gradual Gradual pida
?

36%

372%

3414%

50%

26%

4%

103%

460%

5704%

64%

40%

?

81%

8163%

1968%

46%

52%

?

36%

232%*

207%*

27%

0%

?

Nota: El diferencial se define como la diferencia promedio entre los tipos paralelo y oficial como porcentaje del tipo oficial en el último trimestre anterior a la unificación. La transición se caracteriza según la duración de la coexistencia de los tipos oficial y paralelo después de la unificación (“rápida” es menos de 3 meses). *28 meses después, para capturar los efectos de la introducción formal de la convertibilidad en abril de 1991 (Argentina) y la unificación monetaria final en agosto de 1991 (Perú). Fuentes: EIU, World Currency Yearbook (varias publicaciones), AREAER (varias publicaciones), Pick’s currency yearbook (varias publicaciones), Kiguel y O’Connell (1995), Marion (1999), Ilzetzki, Reinhart y Rogoff (2008), Kamin (1991), base de datos IFS. 


La Tabla 1 presenta una panorámica general de las experiencias inflacionarias en países de América Latina que han unificado su tipo de cambio en un pasado no demasiado remoto. La inflación pos-unificación tendió a ser mayor en países cuya inflación pre-unificación era elevada (Argentina, Perú) o en países con altos diferenciales cambiarios pre-unificación (Venezuela, Perú). En cambio, en los países en donde la inflación pre-unificación era relativamente baja (Ecuador, República Dominicana), la inflación pos-unificación fue relativamente suave. Para Cuba, estas son buenas y malas noticias. Mientras que en Cuba la inflación pre-unificación es baja, el diferencial cambiario está muy por encima del observado en otros países de la región.

3. El caso cubano 

El sistema de tipo de cambio dual en Cuba se solapa con un sistema monetario dual, en el cual coexisten el Peso Convertible (CUC), que se intercambia uno a uno con el dólar, con el Peso Cubano (CUP), que se intercambia a 24 por un dólar de Estados Unidos.6 Por lo tanto, el sistema monetario de dos monedas (CUPs y CUCs) coexiste con un sistema de dos tipos de cambio (uno a uno y 24 por uno, en relación al dólar). En este artículo nos concentraremos en el tema de la unificación cambiaria y presentamos solo una corta discusión del tema de la unificación monetaria en el apartado final del artículo. Nótese que la terminología utilizada en la sección previa— que distingue entre tipo de cambio “oficial” y tipo de cambio “paralelo”—no se aplica en el caso cubano, en el que los dos tipos de cambio son oficiales.

El sistema de tipo de cambio dual se remonta a principios de los años sesenta, cuando se usó un tipo de cambio diferente para el comercio con los países de la antigua Unión Soviética. La segmentación del mercado de divisas se exacerbó abruptamente durante el periodo 1990-1993, cuando los cambios políticos en la antigua Unión Soviética condujeron a una redefinición de las relaciones comerciales con Cuba que generó un enorme deterioro de los términos de intercambio para Cuba. Posteriormente (en 1994), en el contexto de la alta inflación que siguió al choque negativo de los términos de intercambio, se creó el CUC. El objetivo era limitar la dolarización mediante el suministro de una moneda alternativa al dólar estadounidense que pudiera servir como unidad de cuenta y reserva de valor en un contexto de alta volatilidad. Este solapamiento y origen común de los sistemas de dualidad cambiaria y dualidad monetaria ha hecho que muchos observadores consideren que “van de la mano”, pese a que a que sus determinantes y objetivos son diferentes. Técnicamente, la unificación del tipo de cambio puede ser desvinculada, tanto conceptualmente como en la práctica, de la unificación monetaria.

¿Qué es lo que hace de Cuba un caso especial cuando se lo compara con otros tipos de cambio duales en América Latina? Cabe destacar al menos cuatro rasgos especiales. En primer lugar, debido a que el origen del tipo de cambio dual cubano es más real que financiero (está relacionado con un choque a los términos de intercambio), básicamente equivale a un régimen parafiscal de impuestos (que gravan a las exportaciones y a algunos otros tipos de flujos de capital) y subsidios (que benefician a importaciones consideradas como “básicas”). Esta característica del sistema cubano limitaría el riesgo de turbulencias financieras especulativas durante la unificación, especialmente considerando que gran parte de los ahorros de los ciudadanos ya están en forma de dólares en efectivo, por lo que no existe una demanda reprimida por dólares. Además, dado que la mayoría de los depósitos bancarios (denominados en CUPs o en CUCs) pertenece a empresas estatales, es poco probable que se den movimientos especulativos hacia el dólar. Sin embargo, la naturaleza parafiscal del sistema cambiario dual de Cuba también implica que la unificación cambiaria tendría inevitablemente (a no ser que sea neutralizada fiscalmente) grandes implicaciones redistributivas. Los que venían vendiendo CUCs o dólares saldrían ganando mientras que los venían comprando CUCs of dólares (y sus clientes) saldrían perdiendo. Pese a que esta redistribución podría ser compensada mediante medidas fiscales enérgicas (si bien temporales), la sostenibilidad de la unificación en el medio plazo requerirá de reformas fiscales (que analizaremos más adelante).

En segundo lugar, el diferencial entre los dos tipos de cambio cubanos es de 2.300 por ciento, de lejos el más grande de toda la historia de América Latina posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ello implica que hay un riesgo significativo de que los efectos de transmisión de la depreciación del CUC puedan desencadenar una espiral inflacionaria. Para evitarla, será necesario mantener un control muy estricto sobre la expansión monetaria durante y después de la unificación.

En tercer lugar, es de esperarse que se tenga en Cuba un mayor control sobre el comportamiento de las empresas, dado que la mayoría son estatales. Esto podría complicar algunas cosas y facilitar otras. La materialización de las mejoras de eficiencia requerirá de una reacción suficientemente elástica de la oferta (en cuanto a decisiones de inversión y producción) ante los cambios en precios relativos que resultarían de la unificación cambiaria. Sin embargo, esta elasticidad de oferta dependerá de la calidad de las señales de precios relativos y del grado de reacción de los actores económicos descentralizados ante dichas señales (y ante otros incentivos de mercado). Es probable que en el sector estatal de la economía estas señales se caractericen por su debilidad y lentitud. No obstante, por el lado positivo, el control gubernamental de las empresas estatales también puede ayudar a limitar los incrementos de precios de los bienes más básicos durante la transición (aspecto que retomaremos más adelante).

En cuarto lugar, el acceso de Cuba al financiamiento internacional es limitado, lo que supone una complicación adicional importante. Está claro que, de ser disponible, el financiamiento externo concesional podría facilitar la unificación al permitir que los gastos superen a los ingresos durante la transición.

4. Las opciones para la unificación cambiaria 


En vista de las restricciones mencionadas anteriormente, el reto clave para Cuba será equilibrar los costos de corto plazo de la unificación cambiaria con las mejoras de eficiencia de mediano y largo plazo. Con el tiempo, al agrandar el tamaño del pastel, las mejoras de eficiencia deberían compensar ampliamente el costo inicial asociado a los efectos redistributivos y de reasignación de recursos. Por lo tanto, en el mediano y largo plazo, toda la población debería salir ganando. De hecho, la consecución de mejoras de eficiencia es la raison d’être de la unificación. El problema es que el tamaño del pastel esta dado en el corto plazo, ya que la nueva inversión (incluida la extranjera) y la reasignación del trabajo y de los medios de producción a otras actividades, de manera que se produzcan los incrementos de eficiencia, tardarán en materializarse. Por lo tanto, los costos iniciales de la unificación (pérdidas de ingresos fiscales, dislocaciones productivas, brotes inflacionistas y efectos redistributivos regresivos) podrían ser muy altos si no se suavizan de alguna manera.

Una estrategia exitosa para la transición debería por lo tanto perseguir dos objetivos. En primer lugar, limitar los costos de corto plazo hasta que los aumentos de eficiencia se materialicen. En segundo lugar, adelantar lo más posible la materialización de los incrementos de eficiencia. El grado de consecución de estos dos objetivos debería ser la vara según la cual se midan y comparen las opciones de unificación. A continuación, distinguimos y discutimos cuatro opciones tipológicas.

La Opción Uno podría denominarse big bang crudo. Consiste en unificar los tipos de cambio desde el primer día. Para limitar presiones sobre la balanza de pagos y el mercado de divisas, los tipos de cambio se unificarían a 24 (nuevos) pesos por dólar. Todas las transacciones de divisas se realizarían al nuevo tipo de cambio único. Las ventajas principales de esta opción son su sencillez y su credibilidad inicial, pues puede implementarse de un plumazo, haciendo evidente en forma temprana el compromiso de las autoridades con la unificación. No obstante, por el lado negativo, esta opción no aborda en absoluto el objetivo de mitigar los costos de transición hasta que se materialicen los aumentos de eficiencia. La devaluación del CUC, realizada de golpe, tendría importantes impactos inflacionarios, fiscales, redistributivos y de reasignación de recursos. Por lo tanto, las consecuencias económicas y políticas pudieran ser tan traumáticas que podrían acabar inviabilizando el experimento en su conjunto.

La Opción Dos puede denominarse gradualismo por sector. Consistiría en depreciar progresivamente el CUC hacia el tipo de cambio de 24 pesos por dólar, a velocidades distintas para cada sector. Por el lado positivo, al distribuir el costo entre sectores (y por lo tanto a lo largo del tiempo), esta opción sería menos traumática que la Opción Uno. Asimismo, podría dar a las autoridades algún espacio para experimentar y mantener mayor control sobre el proceso de unificación. Sin embargo, por el lado negativo, esta opción también distribuiría las mejoras de eficiencia de manera diferenciada por sector y a lo largo del tiempo. Al retrasar los cambios de precios relativos entre sectores (y, por tanto, la respuesta de la oferta), se retrasaría y limitaría también el alcance de los aumentos de eficiencia. Por lo tanto, la Opción Dos cumpliría con el objetivo de amortiguar el costo de ajuste mejor que la Opción Uno, pero avanzaría menos rápido hacia el objetivo de anticipar y maximizar las ganancias de eficiencia. Además, al dar más control discrecional a las autoridades, esta opción generaría también más incertidumbre respecto al ritmo y credibilidad del proyecto de unificación. Además, al avivar las presiones para posponer la introducción de la unificación en los sectores más distorsionados, esta opción podría poner en duda la conclusión del proceso. Esto a su vez podría promover una estrategia generalizada de espera que retrasaría aún más la respuesta de la oferta. Por último, la multiplicidad de tipos de cambio, que se agravaría durante la transición, podría aumentar la segmentación de los mercados y distorsionar las señales de precios, dificultando así la re-asignación eficiente de recursos entre sectores.

La Opción Tres podría denominarse gradualismo global. Consistiría en anunciar anticipadamente una convergencia gradual del CUC hacia el tipo de cambio de 24 pesos por dólar, aplicada de manera uniforme a toda la economía. Al repartir el costo de ajuste a lo largo del tiempo, la Opción Tres sería menos traumática que la Opción Uno. Debido a la uniformidad de su aplicación, sería también menos distorsionante que la Opción Dos. No obstante, como la Opción Dos, la Opción Tres podría inducir a los inversionistas a adoptar una actitud de espera debido al temor de que los costos prolongados del ajuste podrían forzar eventualmente una interrupción del proceso. A su vez, al posponer los aumentos de eficiencia, la inercia en la oferta exacerbaría los costos de transición, lo que podría forzar las autoridades a abandonar la senda anunciada. De ser esto el caso, se acabaría validando el escepticismo inicial, convirtiéndose así el abandono del programa de unificación en una profecía auto cumplida.

La Opción Cuatro podría denominarse big bang con amortiguación fiscal. Al igual que en la Opción Uno, los dos tipos de cambio se unificarían desde el primer día al tipo (nuevo) de 24 pesos por dólar. Sin embargo, para mitigar el costo inicial del ajuste, los subsidios e impuestos implícitos en el tipo de cambio dual serían sustituidos por subsidios e impuestos explícitos lump-sum. Estos afectarían a todas las empresas que hubiesen realizado previamente transacciones cambiarias a la tasa de un peso por dólar, y se calcularían de forma que el impacto sobre el ingreso de estas empresas se neutralice por completo.7 Considérese el ejemplo de una empresa hotelera que vendió Y dólares a la tasa de uno a uno durante un año completo antes de la unificación (por lo que recibió Y pesos a cambio). Después de la unificación y en ausencia de impuestos compensadores, esta empresa recibiría muchos más pesos al tipo de cambio unificado, a saber, 24xY pesos. Para evitar este salto extraordinario en sus ingresos, en el primer año de la unificación, a esa empresa se le aplicaría un impuesto lump-sum de un monto equivalente a 23xY pesos. De este modo le quedarían a la empresa los mismos Y pesos después de la unificación que tenía antes de la unificación. El impuesto lump-sum se eliminaría progresivamente en línea con un cronograma preanunciado. Por ejemplo, podría reducirse a 15xY pesos en el año dos, 7xY pesos en el año tres y eliminarse por completo en el año cuatro. Análogamente, una empresa estatal que se hubiese beneficiado al comprar Z dólares a la tasa de un peso por dólar durante el año antes de la unificación recibiría un subsidio lump-sum de 23xZ pesos durante un año entero después de la unificación. 

Al igual que con los impuestos prefijados, los subsidios lump-sum se eliminarían posteriormente de modo progresivo dentro de un cronograma preanunciado.

La Opción Cuatro maximizaría y adelantaría los aumentos de eficiencia porque permitiría que, desde el principio, todos los actores económicos (tanto las empresas existentes como las nuevas) operasen en un nuevo contexto de precios relativos y, por lo tanto, bajo incentivos que promoverían la eficiencia. De hecho, en la medida en que se implementen reformas complementarias (sobre las que hablaremos más adelante), las decisiones de inversión y producción de las empresas no se verían afectadas por los subsidios e impuestos lump-sum. El monto de estos impuestos y subsidios se fijaría en términos absolutos y no cambiaría con la intensidad del esfuerzo productivo y de búsqueda de ganancias de eficiencia de las empresas. Sin embargo, comparada con las otras opciones, la Opción Cuatro protegería mucho más eficazmente a la economía de los costos del ajuste. Al inicio, los impuestos y subsidios lump-sum neutralizarían totalmente estos costos. De ahí en adelante, al irse reduciendo el nivel de impuestos y subsidios lump-sum, los costos del ajuste se irían compensando a través de los incrementos de eficiencia. Por lo tanto, esta opción claramente ofrecería un mejor equilibrio entre costos y beneficios.8 No obstante, esta opción requeriría una preparación adecuada que no sería fácil y que incluiría cambios importantes en varias políticas económicas complementarias, las cuales analizaremos en el apartado 7. Antes de ese análisis, en las dos secciones siguientes, ilustraremos los rasgos básicos de la opción de big bang con amortiguación fiscal, esbozando en forma esquemática cómo podría ser implementada en dos sectores clave de la economía cubana: el sector turístico de gestión extranjera y el sector de las empresas importadoras estatales.

5. El sector turístico de gestión extranjera 

El sistema bajo el cual operan en la actualidad los servicios turísticos de propiedad o gestión extranjera conlleva pérdidas de eficiencia muy grandes. Debido a que los hoteleros extranjeros tienen que pagar al gobierno el salario de los trabajadores en dólares al tipo de cambio del CUC (uno a uno), pero que los trabajadores reciben su salario en CUPs, el diferencial entre el tipo de cambio de uno a uno y el de 24 a uno implica un enorme impuesto sobre la mano de obra local. Por cada dólar pagado por el operador hotelero, el trabajador recibe 1/24 dólares (alrededor de 4 centavos), mientras que el estado se queda con los 23/24 dólares restantes (en torno a 96 centavos) en forma de impuesto.9 Si bien esto permite al gobierno cubano capturar y redistribuir gran parte de las rentas del sector turístico, el impuesto distorsiona la asignación de la fuerza laboral. Los elevados costos laborales a los que se enfrenta el hotelero desincentivan la creación de empleo, reducen la calidad de los servicios hoteleros, ponen trabas a la inversión extranjera directa (IED) y promueven el empleo informal (esto es, la venta directa pero no legal de servicios laborales) en el sector turístico no estatal. 


Una unificación mediante un big bang crudo (la Opción Uno) tendría un impacto traumático debido a sus enormes efectos redistributivos. Si los salarios promedio post-unificación siguiesen en el nivel actual (lo que es probable que ocurra mientras se mantenga el alto grado de subempleo) y los precios hoteleros no se redujesen (lo que es también probable en la medida en que no aumentasen las presiones competitivas), los operadores extranjeros se beneficiarían de ganancias extraordinarias. En cambio, los ingresos fiscales se derrumbarían, lo que socavaría la capacidad del gobierno para compensar las pérdidas y/o generaría (mediante el aumento del déficit fiscal) presiones al alza sobre los precios. Los operadores extranjeros dispondrían de más dólares para repatriar, lo que debilitaría la balanza de pagos (BP) si esta repatriación no se viera compensada por nuevas entradas de IED, las que tardarían en materializarse.

Los beneficios y pérdidas extraordinarias que se generarían en un big bang crudo (Opción Uno) se podrían neutralizar por completo en un big bang con amortiguación fiscal (Opción Cuatro). Bajo esta última opción, cada hotelero pagaría un impuesto anual lump-sum acorde al monto promedio de las transacciones en divisas realizadas al tipo de cambio del CUC durante los años anteriores. Una vez establecido para el primer año, el impuesto lump-sum se eliminaría gradualmente de acuerdo con un calendario pre-anunciado. Dado que todos los operadores existentes, sin excepciones, tendrían que pagar el impuesto lump-sum, y que el monto de dicho impuesto sería independiente de la actividad realizada (o no realizada) por el operador en Cuba, el impuesto no sería distorsionador (esto es, no tendría un impacto sobre las decisiones de inversión y producción del operador). Para que el sistema funcione, sin embargo, el operador no debería tener la opción de incumplir sus obligaciones fiscales (por ejemplo, vendiendo la empresa y saliendo de Cuba). La manera más sencilla de evitar que el operador incumpla con el pago del impuesto lump-sum sería recurrir a contratos sujetos a jurisdicciones internacionales, lo cual permitiría al gobierno cubano exigir legalmente que los operadores cumplan con sus compromisos ya sea que abandonen Cuba o no.

Siempre que las presiones de la competencia se mantuviesen en un nivel moderado, la unificación del tipo de cambio, al reducir los costos laborales, debería impulsar la rentabilidad marginal, tanto de las inversiones existentes (por ejemplo, a través de mayor ocupación de los hoteles que ya operan en Cuba) como de las nuevas (por ejemplo, construcción de nuevos hoteles). Por lo tanto, las empresas existentes deberían utilizar mejor su capacidad instalada y mejorar la calidad de los servicios prestados para garantizar y expandir su cuota de mercado, anticipando un aumento de la competencia. Así, dado el stock actual de IED, el empleo y la calidad de los servicios deberían aumentar, lo que a su vez debería incrementar el turismo. Como resultado, las presiones fiscales y sobre la balanza de pagos deberían amainar. Con el tiempo, las nuevas reglas del juego deberían estimular IED nueva y promover mayores inversiones locales, lo que beneficiaría aún más a la balanza de pagos y a las cuentas fiscales. Estas mejoras, a su vez, deberían facilitar la eliminación gradual y pre-anunciada de los impuestos lump-sum. En el largo plazo, la productividad del trabajo debería ir en aumento, permitiendo así que los salarios reales creciesen y el tipo de cambio real se apreciase, tal y como ha sucedido en la transición hacia economías de mercado en Europa del este.

Pese a que los operadores hoteleros existentes no sufrirían desventajas competitivas (tanto los nuevos como los viejos competirían bajo las mismas condiciones), podrían oponerse al plan aduciendo que los impuestos lump-sum podrían reducir sus beneficios promedio (aunque no los marginales). Conforme entrasen nuevas empresas y/o los operadores ya establecidos comenzasen a competir más agresivamente, los precios hoteleros podrían reducirse, haciendo así disminuir el margen promedio de los hoteles existentes. Sin embargo, hay al menos tres argumentos para rebatir este razonamiento. En primer lugar, dado que los operadores hoteleros ya establecidos podrían aprovechar al máximo su capacidad instalada y su conocimiento del mercado local, deberían ser los principales beneficiarios del impulso inicial a la rentabilidad. Con la ventaja de que ya conocen bien el mercado local podrían posicionarse para aprovechar al máximo cualquier oportunidad empresarial nueva que pudiera surgir como resultado de la unificación. En segundo lugar, aunque en promedio sus márgenes de rentabilidad se comprimieran debido al incremento de la competencia, este efecto debería ser compensado en buena medida (o incluso totalmente) con aumentos en el volumen de ventas. Finalmente, incluso en el peor escenario posible, en el que la rentabilidad promedio de los hoteles ya establecidos en Cuba se redujese de manera transitoria (debido al pago de impuestos lump-sum en un entorno más competitivo), los propietarios (o gerentes) actuales de estos hoteles que son, en su mayor parte, cadenas internacionales, deberían ser capaces de absorber esta reducción sin que tenga un impacto muy significativo en sus resultados globales.

6. El sector de empresas estatales importadoras