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lunes, 26 de enero de 2015

La dualidad, las empresas y las finanzas

     Por Onaisys Fonticoba Gener 
     Por Onaisys Fonticoba Gener 
     Por Onaisys Fonticoba Gener 
Por Onaisys Fonticoba

Desde que el octubre de 2013 se anunció en Cuba la puesta en vigor de medidas que llevarían a la gradual unificación monetaria y cambiaria, las expectativas han ido en aumento.

A pesar de que no es una acción que resuelve por sí sola todos los problemas de la economía, como se ha dado a conocer en varios espacios públicos, lo cierto es que incidirá considerablemente en los indicadores de eficiencia y nivel de vida de la población, en tanto podrá restablecer el valor del peso cubano y sus funciones.

De acuerdo con el doctor Joaquín Infante Ugarte, asesor del presidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), la situación más importante a resolver en el futuro es la eliminación de la dualidad cambiaria, más que la monetaria.

Mientras que en muchos países esta última sucede por causas de índole coyuntural o estructural, apunta, en la Isla coincidieron ambas: el bloqueo económico y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, las escasas reservas de divisas y la dependencia del financiamiento externo, son algunas de sus manifestaciones.

Reconoce, no obstante, que la circulación del peso convertible (CUC) equivalente al dólar –adoptada en 1994– fue “una decisión acertada”, pues de lo contrario debían tomarse “medidas de choque, como se ha hecho en los países europeos a raíz de la crisis, lo cual no está a tono con los principios del proceso revolucionario cubano”.

La mayor dificultad, explica el también Premio Nacional de Economía, radica en las diferentes tasas de cambio que existen para el sector estatal y la población.

Entre los efectos negativos del mantenimiento de esa situación por más de 20 años destaca la distorsión de las evaluaciones económicas y de la información para los estudios de factibilidad, hacer menos rentables en pesos cubanos los productos y servicios exportados, así como desestimular la sustitución de importaciones –al abaratar los bienes y servicios importados y presentar comparativamente como más costosos los productos nacionales.

Sobre esto último comenta que, al no reflejarse el valor real de las ventas externas de los productos y servicios en pesos cubanos, puede parecer intrascendente la mayor o menor proporción que tengan los insumos importados en el costo total de los productos.

Según explica, para un mayor fomento de las exportaciones y de la sustitución de importaciones es imprescindible la devaluación del tipo de cambio para las personas jurídicas, y subraya que la estimulación dependerá también de la competitividad internacional de las producciones.

La eliminación de la dualidad monetaria en el sector de las personas naturales, por otra parte, la ubica en un segundo nivel de importancia, debido a que no tendrá un efecto impactante en los niveles adquisitivos del peso cubano, pues se mantendrán casi inalterables los precios minoristas.

El doctor Infante añade que, a pesar de la acertada política para estimular la economía cubana, debe prestarse especial atención a las manifestaciones de ineficiencia que aún persisten en la ejecución de actividades vinculadas, sobre todo, al proceso inversionista, las cuentas por cobrar vencidas y las pérdidas continuadas en empresas y cooperativas agropecuarias.

Al referirse a la empresa estatal socialista, indicó que, como organización económica clave en el desarrollo del país, su eficiencia depende considerablemente de la descentralización de sus decisiones operativas en aras de administrar con competitividad los recursos asignados.

Prestar atención a nuestros pasos y cuidar de la correcta ejecución de las medidas que se implementan, concluyó, es vital para nuestro desarrollo.

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