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lunes, 2 de marzo de 2015

Dueños, historias y leyendas detrás de "la casa argentina de Hitler"

Por Mariana Muriel Fernández


La leyenda urbana suele aparecer cuando una historia del folclore popular no puede confirmarse, pero tampoco descartarse.

En Villa La Angostura, la pequeña aldea de montaña que alguna vez alguien bautizó como “el jardín de la Patagonia”, la posibilidad de que Hitler haya vivido en la mansión de Inalco es un rumor reciente, fogoneado por los abundantes artículos periodísticos y las investigaciones sobre el tema.

La casa de Inalco se encuentra en un lote de 460 hectáreas a orillas del lago Nahuel Huapi, a unos 7 km. del centro de la localidad. El predio, ubicado a metros de la ruta 231, aún hoy parece escondido en medio de un frondoso bosque de especies nativas.

A raíz de las dudas sobre la muerte de Hitler, en la década del '90 distintos autores reprodujeron la teoría de que el lider nazi escapó a la Argentina en un submarino, recaló en la Patagonia y que durante algunos años vivió en Inalco.

La historia de la casa, devenida en el Berghof del Führer en la Patagonia, se entremezcla con datos ciertos del desembarco de capitales alemanes en la zona después de la Primera Guerra Mundial (desde la compañía Chile -Argentina hasta la familia Lahusen, que adquirió varias estancias en la década del '40) y la presencia confirmada de distintos jerarcas nazis en Bariloche y alrededores. Ambos elementos fueron el caldo de cultivo de una historia con vinculaciones y derivaciones sorprendentes.

El nacimiento de un mito

El lote de Inalco fue vendido por el hijo de Primo Capraro –inmigrante italiano- a Enrique García Merou, un abogado porteño conectado a la alta sociedad de entonces y vinculado a empresas de capitales alemanes que habrían colaborado con la huida de decenas de agentes nazis hacia la Argentina luego de la Segunda Guerra Mundial.

García Merou compró el lote alrededor del 40 y contrató al reconocido arquitecto Alejandro Bustillo –autor del hotel Llao Llao y el Centro Cívico de Bariloche, entre otras obras- para que construyera la casa.

Los planos originales de la granja y la fachada de la casa principal, firmados por el mismo Alejandro Bustillo, tienen fecha de marzo de 1943.

Distintos autores señalan la vinculación de Merou con Juan Domingo Perón y la “venta” posterior de la propiedad a Jorge Antonio, supuesto testaferro del ex presidente y representante de la empresa Mercedes Benz en la Argentina.

En el libro “Bustillo en la Patagonia”, de Martha Levisman, se reseña un detalle curioso: Merou habría importado ejemplares de una raza de vaca lechera típica de los Alpes Suizos que se adaptó a la zona pero que luego se “mestizó” con animales comunes.

Durante varios años el complejo sirvió como fuente de trabajo para numerosos pobladores. Por eso, antiguos vecinos descartan la posibilidad de que alguien tan conocido cono Hitler hubiera estado ahí y que no se “filtrara” alguna información.

Abandono y saqueo

A mediados del ´50 la casa quedó abandonada y en los ´70 José Rafael Trosso, ex presidente del Banco de Intercambio Regional (BIR), compró la propiedad. Trosso invirtió mucho dinero y mejoró las instalaciones.

Por esos años el banquero también adquirió el hotel Correntoso, aledaño a Inalco. El contador de ambas propiedades habría sido Juan Mahler, quien en realidad resultó ser Reinhard Kopps, ex oficial de la SS descubierto en Bariloche en el 94 por la cadena de noticias norteamericana ABC. Kopps murió en septiembre de 2001.

Kopps fue quien señaló a la prensa a Erich Priebke, acusado de la masacre de las Fosas Ardeatinas, por ese entonces destacado miembro de la sociedad barilochense.

Ambos habían llegado en Bariloche en la posguerra. Priebke, quien fue desterrado y juzgado por sus crímenes de guerra en Italia, dirigía en Bariloche la escuela Primo Capraro, cuyo hijo fue uno de los dueños de la tierra en donde se construyó la casona.

Al poco tiempo de comprarlo Trosso vendió el Hotel Correntoso y se quedó sólo con la propiedad de Inalco.

El banquero tenía vinculaciones con Martinez de Hoz y Eduardo Emilio Massera. En los '80 se produjo la quiebra del BIR –uno de los fraudes más importantes de la historia del país- y Trosso escapó. Estuvo prófugo en México durante décadas.

Tras el escándalo el complejo quedó abandonado y fue saqueado nuevamente. Personal que trabajó en la casa asegura que en distintas hosterías y casas de La Angostura hay muebles y hasta puertas de la antigua propiedad.

La etapa del “turismo estudiantil”

En 1993 la Fundación Hölters, del colegio Alemán de Buenos Aires, alquiló la propiedad para convertirlo en un complejo destinado a los viajes de estudios de sus alumnos y de otros colegios alemanes.

“Alquiló el lugar por 10 años, con una condición, debía invertir y recuperar el predio. El colegio invirtió una fortuna. No entiendo porqué alquilaron eso que estaba destruido en vez de otros lugares en mejores condiciones. Invirtieron mucho dinero”, cuenta Carlos Bryner, un ex alumno del colegio, quien organizaba los viajes y las actividades de los alumnos en Inalco.

El colegio convirtió el establo en comedor, baños y un albergue. El taller de máquinas se transformó en dormis, la casa de los peones en cabañas turísticas y la casa principal en una hostería. Durante esos años unos 10 mil estudiantes del Colegio Alemán y escuelas estatales pasaron por el complejo y en el lugar se filmaron algunas películas como "La vida según Muriel" y cortometrajes.

En el 2001 Edmundo Simon, presidente de la Fundación Hölters, fue denunciado como responsable de una organización dedicada a realizar cacerías ilegales de ciervo en el Parque Nacional Nahuel Huapi. La denuncia, que salió a la luz a través de una cámara oculta de Telenoche Investiga, indicaba que Simon habría usado como fachada una fundación para recibir importantes subsidios de organismos nacionales e internacionales destinados a fines ecologistas.

La denuncia salpicó al colegio aunque continuaron trabajando hasta el 2003. El convenio venció y la Fundación decidió no renovarlo.
La casa quedó abandonada y fue nuevamente saqueada.

¿El Berghof de la Patagonia?

Las dudas que alimentan el mito señalan la disposición interna de la casa principal –similar al Berghof de Hitler en los Alpes- y la construcción de una pequeña villa paralela autosustentable, con usina propia, cultivos y animales.

Bryner describe que en la parte superior de la casa principal hay un pasillo grande, hacia el lago hay una puerta que da a dos habitaciones muy amplias independientes que se comunican por un baño en común. Una de ellas tiene un balcón. Del otro lado del pasillo, otras dos habitaciones más pequeñas también con un baño en común.

Al final del pasillo, en la otra punta de la casa, dos habitaciones muy chicas con un baño y una escalera que comunica a la cocina de la planta baja. También en el primer piso pero sin comunicación con el interior, se ubica una habitación pequeña con baño.

En la planta baja hay un gran salón, una cocina y tres habitaciones con baño privado. En el salón principal se advierte una gran chimenea y amplios ventanales con vista al Nahuel Huapi y la cordillera.

Por un camino interno, a unos 500 metros a la derecha de la casa principal se llega a una pequeña villa donde Bustillo construyó la “frame” o granja, con establo, casa del encargado, para los peones, gallinero, perrera y el centro un bebedero, entre otras cosas. Las construcciones se encuentran en torno a una especie de plazoleta que originalmente era de adoquines y ahora está cubierto por cenizas.

En la costa hubo una rampa y galpón que para algunos autores sirvió para guardar un hidroavión. Bryner señala que en realidad la rampa fue construida para el barco “El Paisano”, una embarcación que compró la familia Trosso. También había allí un malacate importante que luego desapareció.

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