Mi blog sobre Economía

lunes, 2 de marzo de 2015

Esperando que llueva


Sayli Sosa

CIEGO DE ÁVILA.- Desde finales de octubre pasado las autoridades políticas y administrativas de esta provincia, localizada unos 400 kilómetros al Este de La Habana, conocían que el acumulado de lluvias no permitiría llegar al próximo ciclo húmedo en condiciones favorables. No obstante, la situación crítica de los acuíferos comenzando el 2015 adelantó los planes de contingencia para estos casos.

De los 15 sectores hidrogeológicos en que el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) divide las cuencas subterráneas avileñas, hoy cinco están en alerta y dos en alarma cuando restan varios meses del período seco.

Según Rafael González-Abreu, especialista del INRH, en 2014 Ciego de Ávila no sobrepasó su media histórica de precipitaciones, apenas 779 milímetros en todo el año. Esta es la principal causa de la lenta recuperación de los acuíferos y el no llenado de los embalses. Al cierre de diciembre, las seis presas de la provincia acumulaban el 50 por ciento de su capacidad (calculada en unos 150 millones de metros cúbicos de agua).

Sin embargo, otras variables complejizan la ecuación. El territorio ha crecido sostenidamente en el último quinquenio en los programas de frutales y granos, así como la recuperación de las plantaciones de cítrico, devastadas por la plaga conocida como Dragón Amarillo, en alrededor de 4000 hectáreas (ha).

Se estima que en 2014 el proyecto de frutales llegó a alcanzar 3000 ha de mango, 1600 de guayaba y unas 600 de piña, que de conjunto con los granos (arroz y frijoles) y el programa de cultivo de soya cubano-brasileño CubaSoy, demandan grandes volúmenes de agua para el riego. Las exigencias de la agricultura irán in crescendo, pues el mencionado programa de frutales prevé completar 14 000 ha en 2018.

Asimismo, el proceso inversionista en la cayería al norte de Ciego de Ávila, destino turístico Jardines del Rey, elevó el consumo el pasado año, al poner en funcionamiento unas 600 habitaciones y reparar otras 100. Se suma, también, el sobrecumplimiento de los planes de producción de la zafra: para producir más azúcar se requirió más agua.

El dark horse de esta situación es, no obstante, el despilfarro. Aunque las cifras no están disponibles, los especialistas del INRH y la Empresa de Acueductos y Alcantarillados aseguran que el consumo del vital líquido en los sectores estatal y residencial no es eficiente.


Hoy más del 50 por ciento del agua que se extrae del manto freático en Ciego de Ávila se pierde a medio camino, por el mal estado de las conductoras. De hecho, alrededor de 230 kilómetros de redes necesitan ser sustituidas. Esto sucede, irónicamente, en el territorio donde está emplazada una de las fábricas de tubos de polietileno de alta densidad con que cuenta la Isla.

En 2014 las producciones del enclave Ciegoplast estuvieron dirigidas al programa de rehabilitación de redes hidráulicas en La Habana, Camagüey, Holguín y Las Tunas.

SOS de San Antonio a Maisí

Pero las noticias de los estragos de la sequía llegan desde todas direcciones y hablan no solo de cambio climático, sino de afectaciones graves a la economía nacional.

En Pinar del Río, la ausencia de lluvias por largos períodos, ha obligado a los tabacaleros a desvincular tierras antes dedicadas a este cultivo, precisamente ahora que con las flexibilizaciones de la administración de Barack Obama, se abren nuevas oportunidades para el comercio de este rubro. En la más occidental de las provincias cubanas actualmente están sembradas unas 15 mil hectáreas.

De acuerdo con la información del sitio digital del Instituto de Meteorología (INSMET), el último trimestre de 2014 fue bastante seco, y dejó un 42 por ciento de déficit de acumulados en todo el país. Las provincias más afectadas fueron las localizadas en los extremos de la Isla: Pinar del Río y Artemisa, en el occidente; y Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, en el Oriente.


En Granma, hacia el oriente, el estado actual de las reservas de agua motivó, incluso, la visita del Jefe del Estado Mayor de la Defensa Civil de Cuba.

En ese territorio el programa de siembra de arroz, el mayor del país, se vio afectado por las escasas precipitaciones, aunque no se publicaron los datos.

Otro alto dirigente cubano, Ramiro Valdés, constató en Santiago de Cuba, en diciembre pasado, los estragos de la sequía y las afectaciones en el suministro de agua potable a la población de ese territorio, fundamentalmente en la cabecera provincial.

En la actualidad esa provincia dispone de menos del 40 por ciento del agua que pueden almacenar sus 11 presas; tal coyuntura provoca el alargamiento en los ciclos de distribución al sector residencial y restricciones para la actividad agrícola, industrial y de servicios.

Sancti Spíritus, al centro de la Isla, tenía a finales de enero 25 fuentes de abasto deprimidas, algunas de ellas al borde del colapso, y 43 000 personas recibían el servicio mediante pipas, según reportó el diario Granma.

Se sabe que 2014 fue el año más caliente de los últimos 135. Los científicos no salen del asombro, puesto que no hubo oscilación climática causada por El Niño. Así, 10 de los años con temperaturas promedio más elevadas han tenido lugar de 1997 a la fecha, lo que confirma las implicaciones del cambio climático, resultado de la acción humana sobre el planeta.

Claves de la contingencia

Según datos del INSMET, la zona central del país recibirá los menores acumulados de precipitaciones durante la temporada que se extiende hasta abril.

El 90 por ciento del agua que se consume en esta provincia central se extrae del manto freático. Las fuentes subterráneas estaban calculadas en unos 963 millones de metros cúbicos, pero estudios recientes en los dos sectores del Sur arrojaron que el acumulado disminuyó allí hasta 295 millones, de manera que el total de las cuencas, cuando están llenas, solo alcanza los 872 millones de metros cúbicos de agua.

Tal panorama obliga a tomar medidas que, aunque aún no son extremas, sí tienen impacto en los ámbitos social y económico. Las claves de la contingencia aluden al control estricto de las piscinas (privadas y estatales) y los organismos altos consumidores, además de los cuentapropistas con plantas de lavado de autos y actividades económicas con un gasto significativo. Otro sector que ya es objeto de reducción en sus niveles de agua es la Agricultura, en cuyo sistema proliferan los regadíos ilegales anexos a las redes de abasto.

En la zona donde se localizan los pozos con mayor decrecimiento en sus reservas está enclavada la Empresa Agroindustrial Cítricos Ceballos, entidad que capitaliza el 80 por ciento de las plantaciones de frutales. Otras empresas de producción agrícola en el territorio también podrían sentir el rigor de la actual coyuntura, entre ellas La Cuba, responsable de los mayores volúmenes de plátano en el país y encargada de un ambicioso plan de granos. Según se conoció, disminuirá la frecuencia y extensión del riego, en correspondencia con la severidad de la sequía. En este sentido se ha suspendido el bombeo en 11 fuentes, relacionadas con cooperativas de campesinos y casas de cultivo de la Empresa Cítricos Ceballos; aunque los datos sobre las posibles afectaciones económicas no están disponibles.

Luego de que el ciclón Flora demostrara de la peor manera las ineficientes (e inexistentes) estructuras para acumular agua en Cuba, el gobierno cubano comenzó un movimiento constructivo de embalses, canales de trasvase y acueductos. Este programa permitió elevar la capacidad de almacenaje de 48 millones de metros cúbicos en 1959, a más de 9000 millones de metros cúbicos a finales de la década de los 80.

Sin embargo, la voluntad hidráulica se vio disminuida en los ´90, lo que provocó que varios de los proyectos quedaran a medias o nunca se concretaran. No fue hasta 2004, con la peligrosa motivación de una de las sequías más extremas, que se decidió retomar la construcción de trasvases, sobre todo, en la zona oriental. Una década después, todavía no están creadas las condiciones para asegurar en Cuba “agua para todo el siglo”.

El desafío en Ciego de Ávila, y el resto del país, es llegar al mes de mayo con niveles del vital líquido que garanticen la sostenibilidad. Si no hay inversiones rápidas para evitar la fuga creciente y los responsables no consiguen disminuir el despilfarro, no hay mucho más que hacer como no sea esperar que llueva y que los mangos maduren. Desde ahora, aquí se mira al cielo.

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