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domingo, 19 de abril de 2015

Buitres, Nisman, DAIA: la ruta del dinero


En diciembre de 2012, el canciller Héctor Timerman visitó la DAIA y mantuvo en el séptimo piso de Pasteur 633 una reunión con el consejo directivo de esa entidad para explicar las características de las tratativas llevadas a cabo por entonces con la República Islámica de Irán.

En ese encuentro participaron familiares de las víctimas del atentado a la AMIA de 1994 y fue resumido por el presidente de la DAIA, Julio Schlosser, como “lo valedero es la opinión de los familiares (de las víctimas), y ellos expresaron claramente que esta entrevista ha sido altamente positiva… Si para los familiares ha sido positivo, la opinión de los dirigentes está de más”, sostuvo el presidente de la DAIA, una vez terminada la reunión con el canciller.

La misma tarde de ese encuentro, el miércoles 27 de diciembre de 2012, a las 19, el secretario general de esa entidad, Jorge Knoblobitz, manifestaba a sus allegados que había recibido una llamada telefónica del periodista Pepe Eliaschev quien le advertía –indignado– que la recepción cordial al canciller Timerman iba a ser taxativamente condenada y repudiada por “la comunidad” y las embajadas norteamericanas e israelí.

Luego de esa llamada se sucedieron varias reuniones espasmódicas hasta que el vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, se encargó de transparentar lo que estaba sucediendo: existía una clara presión “telefónica” orientada a cuestionar cualquier tratativa con Teherán.

Cualquier acuerdo convertiría a los ayatolás –reclamaban quienes presionaron por teléfono la mañana del 28 de diciembre de 2012– en actores de política internacional cuando en realidad debían ser etiquetados, frente a la opinión pública nacional, como belicosos terroristas incapaces de llegar a ningún acuerdo diplomático.

Entre los encolerizados lobbistas telefónicos sobresalían los números celulares de Santiago Kovadloff, Daniel Sabsay y Marcos Aguinis, quienes tiempo después se convirtieron en fervientes convocantes a la marcha de los paraguas del 18 de febrero. A partir de marzo, además, decidieron conmemorar mensualmente (junto a Nelson Castro) la memoria del ex fiscal a partir de la fecha de su fallecimiento.

En enero de 2013, la presidenta de la Nación informó el acuerdo alcanzado con Irán mediante el Memorándum de Entendimiento y afirmó que éste sería tratado en sesiones extraordinarias del Congreso de la Nación.

El lunes 11 de marzo de 2013, luego de que el memorándum fuese aprobado por el Congreso, se realizó una reunión en el barrio de Arlington, en Washington, en la cual los miembros del Grupo de Tareas Estadounidense sobre Argentina (ATFA, por sus siglas en inglés) decidieron incorporar el Memorándum de Entendimiento como un ariete más para condicionar a nuestro país a negociar de forma más vulnerable frente a los fondos especulativos.

Además de tomar la decisión de realizar una campaña negativa sobre los acuerdos alcanzados con Teherán, mediante solicitadas aparecidas en diferentes diarios, se resolvió contactar a dirigentes y políticos locales para solicitarles que se expidan rápidamente en forma crítica sobre el tratado en ciernes, ofreciendo todo tipo de “colaboración” para defenestrar al gobierno argentino.

El 2 de junio de 2013, la ATFA, financiada mayoritariamente por Paul Singer, presidente del fondo NML Elliott, publicó una solicitada que titula “Aliados vergonzosos” y que muestra una fotografía de la presidenta Cristina Fernández junto al entonces presidente persa Mahmud Ahmadinejad. “Ha llegado el momento de impedir que Argentina siga transgrediendo la ley estadounidense y la ley internacional”, se inscribe en letras catástrofe en dicha solicitada. El 16 de junio de 2014, la Corte Suprema norteamericana decide no tomar el caso de la deuda argentina dándole vía libre al juez Griesa para continuar amparando a los fondos especulativos internacionales.

El 9 de julio de 2013, el responsable de la Comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes, el republicano Jeff Duncan (que en septiembre de 2012 recibió el “aporte” de 10 mil dólares del Comité de Acción Política de la organización Cada Republicano es Crucial, financiado por Paul Singer), envió una carta a la presidenta Cristina Fernández mostrándose decepcionado por la decisión de la procuradora Gils Carbó de no autorizar a que Nisman “comparezca” ante el Capitolio.

Dos días después de la carta dirigida a la Presidenta, el propio Duncan envía una misiva al secretario de Estado, John Kerry, en donde advierte que “Argentina puede estar intentando apoyar el programa ilícito de armas nucleares iraní”y reclama al canciller Kerry que sopese los vínculos del gobierno de Fernández con “el principal auspiciante mundial del terrorismo”.

Por la misma época, el senador republicano por Illinois, Mark Kirk, envió otra carta a la presidenta de la Nación cuestionando las tratativas con Irán. El franqueo de dicha misiva y otros gastos mayores del senador fueron solventados por Paul Singer a través de una donación de 95 mil dólares, según Informa la International Press Service el 7 de agosto de 2013, citando al Center for Responsive Politics, organización dedicada a monitorear las donaciones políticas dentro de Estados Unidos.

Días después de esas tres cartas, el fiscal Nisman inicia una serie de encuentros con los dirigentes de la DAIA y de la AMIA donde se acuerdan los pasos a seguir para evitar la aplicación del memorándum. En dichas reuniones, realizadas en un bar ubicado en la calle Juana Manso 1601 de Puerto Madero, el fiscal Alberto Nisman repitió enfervorizadamente que estaba dispuesto a aportar “de sus propios recursos” para colaborar con la DAIA a destrozar el memorándum. “Si es necesario, Paul Singer nos va a ayudar”, afirmó frente a dos sorprendidos contertulios.

La oferta de Nisman quedó flotando como un secreto a voces en el edificio de Pasteur al tiempo que generó un debate entre los más pragmáticos –que estaban dispuestos a aceptar dichos potenciales aportes para enfrentar al memorándum– y quienes se negaban a recibir “ayuda” de un fondo especulativo, cuyas prácticas violaban varios de los preceptos judíos acerca de la prohibición de imponer intereses usurarios.

Los debates crematísticos fueron silenciados aunque hoy ya contamos con un dato relativo a una cuenta en Estados Unidos, revelada por uno de sus titulares, el informático Lagomarsino, que proveyó a la Justicia la codificación número 5v3-50653, correspondiente a la sucursal de Nueva York del Merrill Lynch Bank of America Corporation.

Dicha cuenta fue inicializada en febrero de 2010 en ocasión del viaje de Nisman a Washington.

Las coincidencias se acumulan cuando queda en evidencia que ésa fue la misma época en que el fiscal inició su campaña desaforada destinada a cuestionar la intención de la Cancillería argentina de lograr la comparecencia de los acusados iraníes.

Fue en ese período, curiosamente, en el que decidió la contratación –con dineros públicos– de los servicios de consultoría de Mariela Ivanier, titular de la consultora Verbo Comunicación. Ivanier trabajaba desde hace un lustro como lobbista de Papel Prensa y los diarios La Nación y Clarín, empresas en las que sigue trabajando al día de hoy. Ivanier, además, brinda servicios a la multinacional Estée Lauder Companies, perteneciente al actual presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder, entidad internacional de la que es socia la DAIA, y que recibe aportes anuales del fondo NML Eliott.

Durante todo el año 2013, la Foundation for Defence of Democracies (FDD), think tank republicano cuyo directivo ejecutivo es Mark Dubowitz, difundió seis “estudios” destinados a denostar la política argentina en relación con los buitres y a las tratativas con Teherán.

Dubovitz brindó una entrevista ante la CNN afirmando ser amigo personal de Nisman y denunciando que el ex fiscal le había comentado en la intimidad que había recibido fotos de sus hijas como forma de amedrentamiento.

Uno de los subalternos de Dubovitz, Jonathan Schanzer, se dedicó a indagar en las “oscuras conexiones entre el gobierno argentino y Teherán” en un paper difundido por la FDD en agosto de 2014. El caso llamativo es que la Foundation for Defence of Democracies dirigida por el íntimo amigo de Nisman ha recibido 3,6 millones de dólares desde 2008 hasta 2014 provenientes de aportes de Paul Singer, según el informe impositivo realizado por International Press Service.

En febrero último el actual secretario general de la DAIA, Jorge Knoblovitz, realizó un gira por Estados Unidos destinada a denunciar el “asesinato de Nisman” y el imperio de la impunidad en la Argentina.

El caballito de batalla de la gira fue la afirmación de que el ex fiscal era el muerto número 86 del atentado a la AMIA. En declaraciones a un medio comunitario de Miami, afirmó que “la DAIA comprende que en el día de hoy se debe internacionalizar la causa AMIA” y en pos de lograr dicha internacionalización se entrevistó con el presidente de la Anti Defamation League, Abraham Foxman, socio republicano del Instituto para Asuntos de Seguridad Nacional (Jinsa), entidad en la que Paul Singer ha donado 250 mil dólares en los últimos dos años. Durante la gira, y en forma posterior a ella, el actual vicepresidente de la DAIA Waldo Wolff dio rienda suelta a su afán tuitero afirmando que “Nisman fue ausentado” por el gobierno por su denuncia a la Presidenta. Días después consignó en la red social del pajarito –luego de la resolución de la cámara de rechazar el pedido de Pollicita– que “no había nada que festejar”.

Si se pretendiera hacer caso omiso de todas estas llamativas coincidencias, que podrían titularse como una “ruta del dinero”, quizá debiera iniciarse el camino de la pesquisa desde atrás hacia adelante: luego de la muerte del ex fiscal se creó una página web –con dominio en Estados Unidos– en homenaje a Nisman. El motivo de dicho portal es reconocer a “aquellos que de manera similar luchan por la justicia y muestran coraje excepcional frente a obstáculos sustanciales”. La web http://albertonisman.org promociona un premio internacional para honrar al fallecido fiscal. El premio se denomina Alberto Nisman Award for Courage y está avalado por la Foundation for Defence of Democracies (FDD), del amigo íntimo de Nisman Mark Dubowitz. El financiamiento del Premio le corresponde, como era de esperar, al señor de los buitres, el titular de NML Eliott, Paul Singer.

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