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martes, 7 de abril de 2015

Cumbre de las Américas

Por: Jorge Gómez Barata

¿Qué pasará en la Cumbre de las Américas?

―El primer día nada y el segundo todo habrá terminado.

La cita será notoria por la presencia del presidente Raúl Castro y habrá expectación por ver cómo interactúa con Obama. Tal vez la reunión trascienda por la rectificación de la política norteamericana respecto a Cuba y por la roncha que ha levantado un desafortunado decreto imperial contra Venezuela. Quizás Barack Obama ofrezca alguna explicación (nadie espere una excusa) o saque un as de la manga.

La Cumbre de las Américas no es más que una reunión de la OEA, tan intrascendente como cualquiera otra, aunque ahora matizada por los aires de un cambio de época. No hará falta esperar el veredicto histórico. Viviremos para verlo.

LA HISTORIA NO CONTADA DE LA OEA

En los días finales de la II Guerra Mundial cuando desde direcciones opuestas las tropas soviéticas y norteamericanas (entonces aliadas) marchaban sobre Berlín, en las conferencias de Dumbarton Oaks y San Francisco se redactaba lo que sería la Carta de la ONU.

Pocas veces se recuerda que entonces, la mayor parte de Europa estaba ocupada por los nazis o sus gobiernos se habían comprometidos con ellos, lo mismo ocurría en Asia, mientras casi todos los países africanos eran colonias. De los 49 fundadores de la ONU, veinte (20) fueron latinoamericanos*

Cuando en 1945 el borrador de la Carta fundacional estuvo listo, en bloque los diplomáticos latinoamericanos, entonces liderados por Alberto Lleras Camargo*, se opusieron a la “cláusula de unanimidad”, según la cual el uso de la fuerza solo podía ser acordado con el voto unánime de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad lo cual, automáticamente, otorgaba a cada uno de ellos “potestad de veto”.

La insistencia de los Cinco Grandes (Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña, China y Francia) y la oposición latinoamericana amenazaban con hacer fracasar los esfuerzos de Franklin D. Roosevelt para fundar la ONU.

A los representantes latinoamericanos, celosos de su soberanía y herederos de una tradición diplomática forjada en más de 100 años de independencia, les parecía insólito y ofensivo que, en caso de que en la ONU fuera necesario examinar algún asunto de la región, la decisión se supeditara al criterio de Stalin, Chiang Kai-shek o de cualquier otro gobernante extranjero.

Así, antes de que existiera la Guerra Fría, surgió la preocupación por una intromisión “extracontinental”.

En la búsqueda de un arreglo que solucionara aquel desacuerdo que podía hacer fracasar no sólo un esfuerzo de años, sino toda la filosofía para el ordenamiento del mundo de posguerra, por invitación del presidente mexicano Manuela Ávila Camacho, entre febrero y marzo de 1945, en Chapultepec, se efectuó la Conferencia Interamericana sobre los Problemas de la Guerra y la Paz, en la cual se acordó adoptar una política propia y común en asuntos de defensa.

Con esas precisiones, aceptadas por Estados Unidos, como una concesión a cambio de la aceptación del veto o como premio de consuelo, surgieron la OEA y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIART) creados para dar una solución latinoamericana a los conflictos regionales, incluso cuando tuvieran implicaciones militares.

De ese modo se encontró una fórmula que virtualmente excluía a la ONU de los asuntos latinoamericanos y se evadía la aplicación del veto. La idea no era mala. El error fue incluir a Estados Unidos, cuya presencia hegemónica introdujo de contrabando lo que se había querido evitar.

La historia se torció, las oligarquías se plegaron y la OEA, instancia nacida de una voluntad de independencia frente a los poderes imperiales, se transformó en lo que no quería ser: un ministerio de colonias norteamericano.

Tal vez en Panamá donde según cuentan ronda el espíritu de Bolívar, renazca el de Chapultepec, donde además de Niños Héroes, hubo diplomáticos dignos y lúcidos. Hay tiempo para todo, incluso para rectificar. Allá nos vemos.

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*De los 49 fundadores: dos Ucrania y Bielorrusia entonces no existían como estados independientes, mientras Polonia, Francia, Dinamarca, Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Noruega apenas participaron en los trabajos por estar ocupadas por los nazis o lo hicieron como “gobiernos en el exilio”

*Alberto Lleras Camargo (1906-1990), político, periodista, diplomático y académico liberal colombiano, presidente de la República (1945-1946; 1958-1962). Embajador en Estados Unidos. Primer secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA)

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