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domingo, 31 de mayo de 2015

¿Por qué ser candidato a la presidencia cuando no tienes ninguna oportunidad?

Ralph Nader
31/05/15

Las elecciones presidenciales de 2016 están atrayendo a un número insólitamente amplio de candidatos. Los republicanos alinearán probablemente a más de una docena de candidatos y los demócratas, al menos a cinco. Ahora mismo, muy pocos de estos contendientes tienen verdaderas oportunidades de convertirse en presidente. Los republicanos Ben Carson, Carly Fiorina y Ted Cruz van de perdedores. En el campo de los demócratas, ese término se aplica a todo el mundo salvo a Hillary Rodham Clinton.

Pero el tamaño de esa multitud no resulta muy sorprendente que digamos; si acaso, yo creía que podía ser incluso mayor. Las barreras de entradas son reducidas y todo lo que necesita un candidato, por lo menos en esta fase preliminar, es dinero. Y eso ya no resulta tan difícil de encontrar, dadas las posibilidades de recaudación por Internet y la provisión aparentemente inacabable de patrones megarricos que canalizan su opulencia a través de los superComités de Acción Política, [PACs, figura legal para la recogida de fondos electorales]. El dinero atrae la atención de los medios y los medios atraen más dinero.

Para los inscritos como demócratas y republicanos, resulta fácil acudir a las votaciones de las vocaciones y sucumbir a la adulación. “Vaya, senador Rubio, la suya es una cara joven y nueva, y sus comienzos fueron los de un humilde inmigrante. Encarna usted el sueño americano, y da usted muy bien en televisión. Atrae a patronos ricos. Puede usted ir a por todas”. Nadie en su círculo de admiradores le llamaría bisoño.

En el bando de los demócratas, Clinton va muy por delante en las encuestas, lo que deja al senador Bernie Sanders, al ex-gobernador Martin O'Malley, al ex-senador Jim Webb y el exgobernador con cifras de un solo dígito.

Si en privado les dices, “No tienes la menor oportunidad de ser presidente”, señalarán a quienes llevaban las de perder y ganaron, como Jimmy Carter o Ronald Reagan, o a los favoritos que se tambalearon, como la misma Clinton en 2008. Albergan todos la creencia de que pueden dar la sorpresa, sobre todo durante los debates de las primarias. Saben que Clinton podría tambalearse una vez más; si este es el caso, estarán listos.

Aparte de llegar a la presidencia, hay, no obstante, muchas otras recompensas por presentarse.

Puedes engrosar tu lista de contactos y tu archivo de fichas giratorio para futuras oportunidades. Entre estas puede haber empleos lucrativos, anticipos, conferencias remuneradas o adelantos por libros. Después de 2008, el ex-gobernador Mike Huckabee llegó a Fox News y, al seguir bajo los focos, se aseguró un segundo intento.

Por supuesto, estos candidatos afirmarán, algunos verazmente, que lo que verdaderamente quieren es que el público de todos los días asimile sus firmes convicciones e ideas sobre política. ¿Qué mejor forma de hacerte oír que por medio de una candidatura presidencial? Todo lo que tienes que hacer es salir a diario y hablar. Los medios prestarán oídos, por lo menos si tienes el dinero y perteneces a uno de los partidos principales. 

Si estos candidatos tuvieran agendas diferenciadas que ponen en tela de juicio el afianzado poder empresarial de amigotes o las políticas destinadas a dejar sin poder a los ciudadanos, podrían enriquecer de un modo descomunal las campañas y sacar a la luz votantes más exigentes con un grado mayor de expectativas.

Ay, Sanders puede que sea el único candidato de un partido principal que haga avanzar los intereses de la calle [Main Street] por encima de los de Wall Street. Pocos más pueden hacer los demás, aparte de repetir la línea del partido, bien que aderezada con diferentes lemas y etiquetas.

Fiorina ha dirigido con poco tino una gran empresa. A Carson se le conoce como pionero de la cirugía en misión quirúrgica a Washington. Jeb Bush, Rick Perry y Scott Walker quieren dirigir Norteamérica tal como han gobernado Florida, Tejas y Wisconsin, respectivamente, para que no se queden atrás las poderosas corporaciones. Rick Santorum es el tribuno de la libertad (aunque favorece un salario mínimo ligeramente más alto), y el acosado Chris Christie está tratando de volver a recrear la imagen de gobernador que consigue que se hagan las cosas.

Por lo menos Rand Paul ofrece algo diferente, pero ya está dando señales de dar marcha atrás. Es un conservador que levanta la liebre sobre el imperio, reacio al bienestar empresarial y la defensa de las libertades civiles, al menos, por ahora. 

Entretanto, Clinton, abanderada de los demócratas, perora con una retórica veladamente progresista mientras mantiene intactas sus credenciales de corazón empresarial y militarista.

Hasta ahora, los medios están dando cobertura a las historias personales de los candidatos y continuarán sacando detalles biográficos, mientras esperan las meteduras de pata, un fallo autodestructivo o un supuesto escándalo. Los medios fingirán que diferencias políticas menores equivalen a visiones distintas de cómo dirigir el país.

Tomado en conjunto, resulta todo tan rancio…Toda esta monotonía se reduce a quién es más agradable, tiene más anuncios de campañas y un equipo de campaña superior. Los votantes se ven como meros espectadores, y se quejan todo el rato. No parece que puedan a hacer reaccionar a sus necesidades. Están aburridos y el aburrimiento a menudo se convierte en cinismo y abstención (los votantes se convierten en no votantes). Cuando la gente tiene bajas expectativas de los políticos, los políticos se acomodan a ellas.

Hay forma de salir de este círculo Desde luego, los medios podrían hacerlo mejor.

A los medios les encanta cubrir carreras de caballos, sobre todo cuando no hay un claro favorito en las encuestas. Les encantan las entrevistas con carnaza llenas de preguntas tácticas que invitan a responder tácticamente. Odian prestar cobertura a candidatos de terceros partidos. Los reporteros creen que es irrelevante, porque esos candidatos carecen de oportunidades.

Pero mientras los medios dan cobertura a los candidatos de los dos grandes partidos que no llegarán a presidentes, como [Carly] Fiorina, ¿por qué no darla también candidatos fuera del duopolio que no llegarán a presidente, como Jill Stein, del Partido Verde? Los candidatos de terceros partidos pueden potenciar agendas importantes ignoradas por la mayoría convencional — pero que pueden tener un apoyo mayoritario, bien ahora o en el futuro — tal como hicieron en los siglos XIX y principios del XX.

¿Quién planteó primero cuestiones como la abolición de la esclavitud, el derecho a voto de las mujeres, la seguridad social, la reforma agraria y laboral? Terceros partidos pequeños, que nunca ganaron unas elecciones nacionales.


Ralph Nader, cuatro veces candidato a las presidenciales (la última en el año 2000 por el Partido Verde), es uno de los mayores activistas norteamericanos de las causas de los consumidores y el ecologismo. Su último libro es Unstoppable: The Emerging Left-Right Alliance to Dismantle the Corporate State (2014).

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

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