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domingo, 7 de junio de 2015

Mariela Castro: "Para los norteamericanos viajar a Cuba es venir a ver la fruta prohibida"

Tema del Domingo Clarin /Entrevista la hija de Raúl Castro habla de los cambios en la isla. Es diputada nacional y dirige el organismo que impulsa la igualdad de derechos de la comunidad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.



Mariela Castro. Desde el Centro Nacional de Educación Sexual impulsa medidas para terminar con la discriminación por identidad de género y orientación sexual. /Alvaro Ybarra Zavala/Reportage by Getty Images


Hay varias formas de presentar a Mariela Castro Espín. Una es por su rasgo biográfico más destacado: su familia. Es hija de Raúl Castro, el actual presidente de Cuba, y de Vilma Espín, una de las mujeres que subió a Sierra Maestra para protagonizar el derrocamiento de Fulgencio Batista en 1959. Es obviamente “la sobrina de Fidel”. Pero a los 52 años, casada y con tres hijos, además ha construido una historia propia. Es sexóloga, doctora en sociología, diputada nacional y una de las pocas que rompió la unanimidad del voto legislativo -un hecho poco común en las casi seis décadas de Revolución-. Fue cuando se opuso a un cambio en el Código de Trabajo porque no incluía una cláusula ya negociada contra la discriminación por identidad de género y para quienes viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Dirige también desde hace catorce años el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), que impulsa políticas de integración de la comunidad de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI), perseguida a lo largo de los años en Cuba. Desde allí, el Estado ha financiado cirugías de adecuación genital y políticas de no discriminación. Sus críticos dicen que con su militancia por los derechos de los homosexuales “intenta limpiar la imagen” del país. Ella se reconoce como parte de una generación preparada para heredar el poder. Alguna vez dijo que Cuba está lista para tener una mujer en la presidencia.

-¿Cuál es la situación del colectivo LGTBI en Cuba?

-En este momento, es un colectivo que está siendo respaldado por la política del Estado cubano y del Partido Comunista de Cuba, donde se está trabajando en formas de no discriminación. Explícitamente ya fueron expresadas en la Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba de enero de 2012 y se empezaron a traducir en leyes, como el Código de Trabajo, en el que aparece la no discriminación por orientación sexual. No incluyeron por identidad de género, pero al menos ya se habla de orientación sexual. A partir de nuestra labor de abogacía y comunicación en el Cenesex se logró conciencia en que hay que incluir en las nuevas legislaciones y en las que se estén modificando -incluida la Constitución, de la que hay perspectiva de modificación- estas formas de no discriminación. Trabajar los temas de no discriminación está en la agenda del Partido y del gobierno cubano.

-¿Cómo se llegó a tenerlas en cuenta, un cambio con respecto a 40 años de la revolución?

-Ya de niña escuchaba a mi papá y mi mamá que hablaban del tema en casa. La preocupación que tenían existía porque no sabían cómo resolverlos. Las tragedias individuales o de familias llegaban a mi mamá por la Federación de Mujeres Cubanas, que dirigía. Yo prestaba mucha atención a las conversaciones que tenían. Veía que era un problema para el que no había solución, que no sabían por dónde empezar. Cuando comencé a trabajar en el Cenesex observo esta problemática y veo que todavía no se han dado soluciones. En el año 2000 asumo su dirección y se acercan a mí personas LGTBI para pedirme soluciones. Empecé a trabajar sobre qué estrategia seguir, qué propuestas hacerle al gobierno.

-Y, ¿cómo reaccionó una sociedad y dirigencia machista que sostenía una legislación que penaba la homosexualidad?

-No había una ley que lo prohibiera ni la penalizara. Se dice que se penalizaba, pero lo que sucedía es que en el Código Penal había conductas tipificadas -como escándalo público- que quedaban a la libre interpretación de los administradores de Justicia. Desde esa interpretación homófoba caían homosexuales, que incluso la población los denunciaba. Estas figuras fueron eliminándose.

-Su generación, ¿está lista para heredar el poder?

-Yo te puedo hablar de mí, yo como parte de esta generación recibo una herencia ideológica, cultural, de parte de mis padres. Una herencia de involucramiento en un proceso revolucionario, de transformaciones, de compromiso. Yo me siento en el deber de aportarle a ese proceso mis conocimientos, mis aprendizajes, mis reflexiones, mi mirada crítica a lo que se ha hecho; pero también mi propuesta y creo que esta generación está trabajando fuertemente en eso. No me veo a mí sola en esto. Ha sido un proceso de mucha creatividad, una de las cosas que defiendo mucho es que perfeccionemos los mecanismos de participación a diferentes niveles y temáticas, como la del LGTBI, porque yo siento que si no lo hay no vamos a lograr hacer un buen experimento socialista.

-A ¿qué se refiere con proceso de participación?

-Creo que todo lo que hemos hecho desde el ‘59 es un interesante experimento de transformación social, identificado teóricamente con el socialismo que en la práctica ha tenido muchas dificultades externas e internas en cada país que se ha realizado.

-Como por ejemplo…

-Internas desde todos los desconocimientos, luchas de clases, contradicciones, en cómo hacer todo esto. Yo no considero que el socialismo fracasó, como dicen. Para mí, la caída del socialismo no existe. Se desarticuló el proceso europeo, pero Vietnam sigue con su experimento, China también, nosotros con el nuestro.

-¿La experiencia de apertura de Vietnam o China podría servir para Cuba?

-Todas las experiencias sirven, pero también hay que analizarlas desde su contexto histórico concreto, no se puede extrapolar una experiencia a otra. Yo creo que se está haciendo ese proceso y te das cuenta de lo complejo que es. Todas las experiencias socialistas se han hecho en contextos de grandes hostilidades desde el exterior. Nosotros seguimos bloqueados. Sin embargo, crece la cantidad de personas interesadas en conocer el experimento cubano.

-¿Ese interés creció después del anuncio del deshielo de las relaciones con EE.UU.?

-Para los norteamericanos viajar a Cuba es venir a ver la fruta prohibida. Lo hacen con permisos especiales y cada vez vienen más. Todos dicen que esta no es la Cuba de la que les hablaron.

(*) En colaboración con Marta María Ramírez

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