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martes, 3 de noviembre de 2015

Un sacerdote jesuita cubano habla del Papa Francisco

Entrevista con el Padre Román Espada.



Las noticias sobre el recorrido de su Santidad por tres ciudades cubanas y cada intervención pública colman los medios cubanos de prensa.

Foto: Jorge Luis Baños

El viaje apostólico del Papa Francisco a Cuba y a Estados Unidos, entre el 19 y el 27 de septiembre, es analizado por el Padre Román Espada, sacerdote jesuita cubano, quien estuvo muy atento a todo el periplo del Santo Padre por ambas naciones y accedió muy amablemente a compartir sus comentarios con esta publicación.

-Padre Román, ¿cuál es el significado particular, para la Compañía de Jesús presente en Cuba, de la visita del Papa Francisco a la Isla?

-Desde que se anunció la visita del Papa Francisco a Cuba, la Compañía de Jesús se sintió agradecida y esperanzada por la visita a nuestra Patria del primer Papa jesuita en la historia católica. Para dar a conocer su pensamiento socio-ecológico, expresado en su encíclica Laudato Si, comenzamos el 25 de julio un seminario en nuestro Centro Loyola que titulamos ‘La isla verde dialoga con el planeta azul: Reflexiones cubanas sobre Laudato Si’, encíclica que ha sido calificada por Frei Betto como la propuesta más importante, más radical, más integral y más esperanzadora que tenemos hoy sobre nuestra grave y preocupante situación socio-ecológica.

“Nosotros hemos ido siguiendo, capítulo tras capítulo, los temas esenciales que el Papa propone como respuesta a la pregunta, presente en su encíclica, ‘¿Qué le está pasando a nuestra casa común?’. Eminentes científicos e investigadores cubanos nos han ido ayudando a profundizar los temas socio-ecológicos que el Papa nos plantea, tales como el cambio climático, la contaminación ambiental, la carencia de agua, la degradación socio-ambiental, la inequidad planetaria, o la necesidad del diálogo. Esa ha sido nuestra esperanzada y agradecida manera de esperarlo, de recibirlo y de querer mantenerlo presente permanentemente entre nosotros”.

-En su paso por Cuba, el Papa estuvo en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba. ¿Cuáles son sus impresiones sobre los distintos temas abordados y por el mensaje del Obispo de Roma durante ese recorrido?

-Su visita a Cuba fue clara y trasparente. Marca imborrablemente un antes y un después. Traía una agenda de misericordia pastoral que vivió y compartió con todos, creyentes y no creyentes, pueblo y autoridades. Se identificó como Misionero de la Misericordia y lo logró. Estilo y contenido, gestos, acciones y palabras brotaron siempre desde sus entrañas de Pastor Universal, de Pastor Misericordioso. En el recibimiento y hasta su despedida, las autoridades y funcionarios cubanos mostraron amabilidad y cercanía al Papa. Así también fue la visita a Fidel Castro, marcada por el afecto.

“Los obispos de las diócesis que visitó –el Arzobispo de La Habana, Jaime Ortega; el obispo de Holguín, Emilio Aranguren; y el Arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García–, ofrecieron al Papa una visión histórica y actual del obrar católico en Cuba.

“Los niños y las niñas se mostraron cariñosos, libres y creativos con el Papa; los jóvenes, le hablaron a Francisco de sus sueños y de sus frustraciones actuales. Él los escuchó y tomó nota de sus aspiraciones y de sus necesidades juveniles, y los animó a soñar en grande, a poner esperanza y esfuerzo en la realización, aunque se quedaran a mitad del camino. Les pidió que cultivaran la amistad social con todos; y les insistió en que no se jubilaran de la vida, ni permitieran ser jubilados por otros.

“Los religiosos y las religiosas, los seminaristas, los diáconos y sacerdotes, representados en la voz de una Hija de la Caridad, le compartieron a Francisco sus dolores y sus esperanzas en su misericordiosa dedicación a los más pobres y necesitados del pueblo cubano. Él les habló de la alegría evangélica de amar y servir a los que sufren por sentirse descartados por otros.

“El Papa bendijo a todas las familias cubanas desde el interior de la Catedral de Santiago de Cuba y les pidió que fueran comunidades de amor y de crecimiento humano, caracterizadas por el diálogo y la mutua comprensión, y donde se cuidara mucho a los más jóvenes y a los mayores.

“Con el Presidente Raúl Castro y con los obispos católicos dialogó en privado. Al verlos actuar, nos iremos enterando de los asuntos en los que concordaron.

“La fusión de aeropuertos, calles, plazas, lugares históricos, iglesias y catedrales, creó un medio ambiente muy parecido al que Francisco propone en Laudato Si. El rojo, el azul y el blanco de nuestra enseña patria y del ave nacional, el tocororo, acompañados del verdor esperanzador de nuestras palmas, llenaron de simbólico colorido todos los espacios de encuentros.

“El Papa, siempre sonriente y de buen humor, habló en un español muy latinoamericano, amenizado por dos o tres modismos argentinos. Su estilo y su modo de proceder y de relacionarse con todos, siempre estuvieron iluminados por la humilde, profunda y sincera fuerza de sus sabias convicciones. Nada de autoritarismo, de dogmatismo, de superioridad, de autocomplacencia.

“Es mucho y muy bueno lo que hemos aprendido de este aventajado discípulo y fiel seguidor de Jesús de Nazaret, de Ignacio de Loyola, y de Francisco de Asís”.

-En Estados Unidos el Papa Francisco estuvo en tres estados y se expresó en instituciones diversas. ¿Qué nos puede decir de esas acciones?

-La visita estadounidense del Papa Francisco fue un auténtico maratón de lugares, discursos, homilías, gestos y acciones significativas. Comenzó en Washington donde compartió digna, clara y afectuosamente con el Presidente Obama, con los congresistas, con obispos católicos y, como siempre, con grandes y afectuosos grupos populares.

“Desde su llegada a Estados Unidos, el Papa se solidarizó, plena y radicalmente, con los inmigrantes, documentados e indocumentados, y con sus familias. Les dijo que una nación construida por inmigrantes no podía maltratar ni rechazar a los nuevos inmigrantes. Y expresó: ‘Yo soy hijo de una familia emigrante’.

“A los senadores y representantes en el Congreso, que lo aplaudieron de pie en varias ocasiones, les pidió, con fuerza y convicción, que abolieran la pena de muerte, y que aceptaran y ayudaran a los inmigrantes.

“A los obispos les recordó que su misión era la de ser pastores misericordiosos de personas reales, especialmente de las más necesitadas y maltratadas.

“El Papa reconoció la dedicación, la santidad apostólica de Fray Junípero Serra. De esta manera valoró fuertemente la presencia inmigrante en la construcción de la nación estadounidense.

“En New York, el Papa se unió, en el Punto Cero, al dolor allí acumulado, a las víctimas del despiadado ataque terrorista a las Torres Gemelas, y a sus familias.

“En el barrio de Harlem, que albergó el dolor de los negros abusados y maltratados y hoy acoge el de los inmigrantes perseguidos y rechazados, habló de educación solidaria y esperanzada.

“A los inmigrantes les pidió que incorporaran a sus vidas los nuevos valores, sin olvidar ni despreciar la validez de sus propias culturas de origen.

“En Naciones Unidas, exhortó a promover la paz en paz, respetando y promoviendo, siempre dignamente, la autonomía de cada nación y pueblo, especialmente la de los más pobres, necesitados y maltratados.

“En el Madison Square Garden, en el Central Park, en la Catedral de San Patricio, con miles y miles, compartió celebrativamente su fe y su esperanza por el mundo que nos propone en Laudato Si.

“En el Independence Hall de Philadelphia reconoció y alabó los grandes valores que dieron origen a la nación estadounidense: la libertad y la unidad.

“A los presos que visitó, les recordó que estaban recluidos, pero no excluidos.

“A las familias, reunidas en congreso mundial y objetivo central de su visita, las animó a convertirse en ecosistemas familiares de amor, comprensión y mutua ayuda, cuidando muy especialmente a los más jóvenes y a los mayores.

“Para entender mejor y profundizar en el contenido y significado de este periplo del Papa Francisco por Cuba y Estados Unidos sugiero la lectura de El Gran Reformador (Francisco, Retrato de un Papa radical), de Austen Ivereigh” (2015).

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