“¡Líbrenos el que libra, de los pueblos hemipléjicos, que sólo de un lado se desarrollan, y del otro quedan atáxicos! No hay pueblo en la tierra que tenga el monopolio de una virtud humana; - pero hay un estadio político que tiene el monopolio de todas las virtudes: - la libertad ilustrada: no aquella libertad que es entendida por el predominio violento de la clase pobre vencida sobre la clase rica un tiempo vencedora – que ya se sabe que esa es nueva y temible tiranía; - no la libertad nominal, y proclamaria, que en ciertos labios parece – y son por desdicha los que más la vociferan – lo que la cruz de Jesús bueno en los estandartes inquisitoriales; - aquella libertad en las costumbres y las leyes, que de la competencia y equilibrio de derechos vive, que trae de suyo el respeto general como garantía mutua, que libra su mantenimiento a ese supremo e infalible director de la naturaleza humana: el instinto de conservación.”
Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VIII, 381: “Trabajadores franceses”. La América, Nueva York, octubre de 1883.
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