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viernes, 1 de abril de 2016

Ciego de Ávila, ciudad cubana de amplias calles

Por Neisa Mesa del Toro*

Ciego de Ávila (PL) Las rectas y amplias calles, corredores públicos, columnas neoclásicas de variado diseño, rejas bien decoradas y edificios de arquitectura ecléctica convierten a Ciego de Ávila en una ciudad muy atractiva en Cuba.

Situada en la región central de la Isla, a unos 430 kilómetros al este de La Habana, la joven ciudad cumplió este mes el aniversario 139 de habérsele otorgado la categoría de municipio.

Aunque predomina la arquitectura vernácula, que se une a la libre interpretación del clasicismo ecléctico, aparecen ejemplos puntuales de otras influencias como la árabe, la andaluza, el barroco y el art-decó.

En la parte más céntrica de la urbe afloran las principales edificaciones, entre las que sobresale el teatro Principal, en cuyo diseño confluyen los estilos renacentista, imperial y barroco.

El hotel Sevilla, el museo de Arte Decorativa, La Cruz Verde y la Antigua Colonia Española, convertida hoy en la Casa de la Cultura, son inmuebles que también adornan el núcleo de la localidad.

En otros puntos se puede encontrar el antiguo Ayuntamiento, hoy sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular (gobierno local), y el Museo Provincial de Historia, que ocupa el edificio donde radicó la comandancia española durante la época colonial.

Muy a la vista se ubica el edificio de 12 plantas, el sitio más alto de la ciudad, que sirve de mirador para toda el área del centro histórico.

Por mucho tiempo el sitio más acogedor de la capital provincial lo fue el parque José Martí, antigua plaza Alfonso XII, mérito que ocupa hoy el moderno "boulevard", inaugurado a finales del 2008 y devenido un lugar de mucha atracción para la vida social avileña.

Construido en la céntrica calle Independencia, el paseo de cuatro cuadras de largo, se ha convertido en un espacio de confluencia del comercio, la recreación y la interactividad de los habitantes de la ciudad.

Fue concebido con novedosa arquitectura y buen gusto artístico, por lo que es un punto importante para la familia avileña y los visitantes foráneos.

Al frente del parque Martí se observa la espléndida iglesia católica, ubicada en el mismo punto donde surgió el curato de monte a finales del siglo XVIII.

En el frente del inmueble, en la parte superior, impresiona la enorme efigie de San Eugenio de la Palma, santo patrono de la localidad, cuyo día se celebra el 15 de noviembre.

En áreas aledañas se ubican la Alameda de la Locución, el Parque de la Ciudad y la Avenida de las Flores, fruto de un Proyecto de Reanimación Urbanística.

A ello se une la construcción de parques y paseos en zonas donde no existen edificaciones para beneficiar el paso del viandante, quien puede recorrer toda la ciudad a través de áreas comunes, adornadas de pérgolas y exuberante vegetación.

Según la arquitecta Xiomara Pérez, la reanimación de la ciudad con un entorno moderno y armónico, protege tanto el medio ambiente como las interacciones sociales.

El nombre de Ciego de Ávila se remonta al año 1538, cuando ocurrió la distribución anárquica de las tierras, pues, según el diccionario, "ciego" indica terreno llano y sabanoso rodeado de bosques, con suelos más o menos fértiles.

"Ávila" lo adopta por el apellido del primer propietario de esas tierras, las que sirvieron de descanso para los ganaderos que transitaban entre las villas de Sancti Spíritus y Santa María del Puerto del Príncipe (hoy Camagüey).

Los monteros que circulaban por la región, al referirse al lugar, lo nombraban como "el ciego de Ávila", nombre que ha trascendido.

En 1860, la zona era una pequeña aldea de aproximadamente una hectárea, con una plaza limpia y llana, calles definidas y una población de sólo 262 habitantes, según datos ofrecidos por Adrián García, historiador de la localidad.

Un gran impulso para la comarca significaron las guerras de independencia, a raíz de las cuales se construyó la Trocha de Júcaro a Morón, la mayor fortificación militar de España en América Latina durante el siglo XIX, y se extendió la crianza del ganado.

A partir de entonces, en unos 20 años, las fértiles tierras comenzaron a dar frutos, se ejecutaron confortables casas y edificios, iglesia nueva, escuelas, fondas y otras instalaciones para brindar servicio a la comunidad.

El 25 de marzo de 1877, Ciego de Ávila fue declarada municipio, pues contaba con la población y la economía necesarias, incluida su estratégica ubicación geográfica para la defensa colonial de la zona.

Además de la Trocha de Júcaro a Morón, a Ciego de Ávila se le conoce como la ciudad de los portales, corredores que forman parte inseparable de las viviendas citadinas , con carácter colectivo y público.

Esos espacios, que impresionan por la amplitud y variedad de estilos, son autóctonos y han perdurado por más de 100 años. Su surgimiento se remonta al siglo XIX.

Otro calificativo que posee es el de Tierra de la Piña, por poseer grandes extensiones de la llamada reina de las frutas, cuya siembra y producción datan de más de un centenar de años.

* Corresponsal de Prensa Latina en Ciego de Ávila.

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