El popular personaje, creado por el genio de Leonardo Padura, vive su mejor racha de suerteahora en escenarios de Barcelona.
Foto: Cortesía de la autora
Sin duda alguna Mario Conde es un tipo con suerte. A pesar de su vida desastrada y su ya incurable tendencia a rastrear los lados oscuros de la sociedad, el popular personaje creado por el escritor Leonardo Padura no solo se ha ganado el favor de los lectores, sino que últimamente ha comenzado a vivir otras vidas, siempre paralelas, que lo han llevado de la literatura al cine y a la televisión, de la mano del director español Félix Viscarret.
Encarnado por el más internacional de los actores cubanos, Jorge Perugorría, el Conde llegará a las salas de cine en España en septiembre, con una película basada en la novela Vientos de Cuaresma y cuya adaptación lleva el nombre de Vientos de La Habana.
Y mientras todavía se espera el anuncio del estreno de la miniserie “Las cuatro estaciones” en la pequeña pantalla, al Conde le llega otro golpe de suerte cuando el programa de teatro de Casa América Catalunya,E299SCENA, le proponeal reconocido escritor y dramaturgo cubano Abilio Estévez, afincado en España desde hace varios años, hacer la adaptación de una de las novelas protagonizadas por el ex detective. Vale recordar que Abilio no solo está considerado uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes de la isla, sino que desde la publicación de su primera novela Tuyo es el reino por la editorial Tusquets, de Barcelona, también se ha convertido en un sólido narrador de reconocimiento internacional.
Ficha artística
Autor: Leonardo Padura
Dramaturgia: Abilio Estévez
Dirección: Alfredo Alonso
Intérpretes: Viviani Godoy, Abril Hernández, Martín Brassesco y Eloi Benet.
Producción: Casa América Catalunya
Por su parte la Casa América Catalunya, fundada en 2011, mantiene una programación diaria abierta al público que entre los meses de mayo y junio ha estado dedicada a Cuba, a propósito de los nuevos escenarios abiertos a partir del restablecimiento de relaciones entre la isla y los Estados Unidos. Uno de estos eventos fue la inauguración de una exposición que bajo el sugerente título “Mi tío no se llama Sam. EE.UU. en la gráfica cubana”, la cual agrupa una amplia muestra de vallas y carteles realizados en la isla, que reflejan diversos momentos de las difíciles relaciones entre los dos países en los últimos cincuenta años.
El curador de la interesante muestra fue el especialista Alfons González, que también sirvió de anfitrión a Leonardo Padura, invitado por Casa América Catalunya a realizar una charla sobre su obra. El autor presentó y firmó ejemplares de su libro más reciente, Regreso a Ítaca, que incluye el guion de la película homónima realizado a cuatro manos con el director francés Laurent Cantet.
De todas las novelas protagonizadas por Mario Conde, la escogida para ser representada fue La neblina del ayer, pues según confiesa Abilio, todo ese mundo de la antigua noche habanera todavía lo seduce mucho. Tal vez porque cuando era niño veía a su tío carnicero vestirse de punta en blanco todas las noches, para irse al Cabaret Parisién, al Alí Bar, a la Playa de Marianao… Y aquellos viajes le parecían desde su mirada infantil un misterio maravilloso. O quizá porque en su casa de Marianao se oían los boleros, los tangos, las rancheras; o porque en la bodega de la esquina había una victrola, y de cuando en cuando iba El Benyallí a jugar al cubilete. Ademásporque, según Abilio, “esta novela es muy dramática”.
Aunque los organizadores han advertido, en las invitaciones entregadas para el estreno, que se trata de una “lectura dramatizada de La neblina del ayer, el anuncio es engañoso: en realidad Abilio se ha tomado toda la libertad creativa para escribir su peculiar versión de esta novela de Leonardo Padura.
Según confiesa el escritor, una de las preocupaciones iniciales era que ninguno de los actores sería cubano, pero fue precisamente este elemento el que le sugirió abandonar el realismo y recurrir al juego teatral para justificar los diferentes acentos, y lograr un material más creíble.
En la firma de libros en Casa América Cataluña.
De acuerdo con Abilio, otro de los grandes problemas por resolver fue la traslación de la trama policial al texto dramático.Pero quizá su apuesta más osada, y sin duda todo un acierto, fue introducir en la adaptación “un tono de comedia musical, que podría incluso estar más acentuado, con lo cual fue posible enfatizar en otros aspectos que no eran exactamente la pesquisa policial”, explica Abilio.
Aunque a riesgo de ser demasiado absoluta y por tanto, de equivocarme, considero que solo el teatro y el exquisito talento de un escritor como Abilio Estévez se podían permitir una mirada tan “diferente” de Mario Conde, sin que ello significara una “traición” absoluta al personaje y a la obra de Padura.
La puesta en escena, a cargo del también cubano Alfredo Alonso, es minimalista y funcional, sin dejar de ser creativa. Con su interpretación los actores logran que el espectador pase por alto sus diversos acentos llegados del cualquier rincón del continente americanoo de la península. Hay humor, aunque se ha potenciado la fibra más nostálgica —y hasta romántica— del Conde, cuando el eterno bolero se adueña de la escena, arrastrando las más melancólicas neblinas del ayer. Se ha deconstruido el relato policial, pero se ha mantenido el sabor del suspense característico del género. Y por increíble que parezca, con todos esos elementos a favor (o en contra), de pronto uno empieza a sentir que se abre una brecha en el tiempo para traer un poco de esa vieja Habana hacia la noche barcelonesa.
Lo dicho, Mario Conde vive su mejor racha de suerte.
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