Se trata de Rutas y Andares, que durante 16 años ofrece visitas guiadas para divulgar el patrimonio de Habana Vieja entre las familias.
CULTURA Redacción IPS Cuba 23 agosto, 2016
Una de las actividades fue organizada por el grupo Teatro La Proa, que diseñó un espectáculo para pequeños del Hogar de Guanabacoa, en La Habana. Foto: IPS-Cuba
La Habana, 23 ago.- Una de las iniciativas del proyecto cultural Rutas y Andares, que cada verano organiza la Oficina del Historiador de La Habana (OHC), realizó todos los miércoles de agosto actividades para niñas, niños, adolescentes y jóvenes que viven en orfelinatos.
“El Andar Somos 1 tiene ya cuatro años y su fin es llegar a públicos diversos que, por varias razones, no pueden acceder al proyecto, entre ellos, chicas y chicos en situación de vulnerabilidad”, explicó Ingrid Fernández, especialista del programa social infantil de la Dirección de Gestión Cultural de la OHC.
Detalles de Rutas y andares
El programa de verano Rutas y Andares para Descubrir en Familia es organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad, con el propósito de acercar al público al patrimonio histórico-cultural atesorado en la zona.
Desde que en 2001 se trazaran los primeros itinerarios por los museos, ha evolucionado para incluir recorridos temáticos y, más recientemente, andares virtuales para personas de la tercera edad y talleres de verano.
Ha aunado a guías, profesionales que en este período dejan sus oficinas y gabinetes, para caminar junto a la familia. Y suma también a intelectuales y artistas, que abren al público sus talleres o brindan conversatorios.
En 2010, recibió el Premio Iberoamericano de Museos y Educación este proyecto que, como promedio, cada año recibe a 12.000 visitantes.
En este tiempo, Somos 1 ha trabajado con menores síndromes de Down, autistas, ciegos y sordos, pero también con quienes no pueden salir por estar hospitalizados en centros de atención pediátrica.
“En este ocasión nos acercamos a niños y niñas, adolescentes y jóvenes sin amparo familiar, de cuatro hogares: Mayabeque, Guanabacoa, Cotorro y Plaza, con edades entre dos y 18 años”, dijo Fernández.
“Siempre tratamos que la iniciativa cultural tenga como centro el teatro. Luego hacemos actividades de esparcimiento, por ejemplo en el Parque de la Maestranza, donde hay equipos y distracciones, o en la Quinta de los Molinos, donde hay un minizoológico y muchas especies de plantas, entre otras opciones”, apuntó.
Pequeñas y pequeños del Hogar de Guanabacoa, entre dos y seis años, disfrutaron de una variedad titiritera que preparó para ellos el grupo Teatro La Proa, que incluyó canciones infantiles cubanas y juegos de participación que sumaron hasta a las educadoras y enfermeras.
Según Arneldy Cejas, actor y director artístico de La Proa, “como hay algunos muy chicos, no usamos los pitos habituales porque en ocasiones algunos se asustan. Les trajimos canciones como Di por qué y El gato de bigotes largos, en un espectáculo breve, ajustado a su programa para la mañana”.
“Regalamos nuestro arte, lleno de cariño, a todo aquel que lo necesite, ya sea en hospitales, en zonas de desastres tras ciclones y en este tipo de función”, dijo Cejas.
Dachely, Mariam, Yemay y Estefany miraron atentamente las diferentes tipos de títeres: planos, digitales, de guante, marotes y marionetas, cantaron, respondieron preguntas de los payasos y aplaudieron, primero tímidamente y, luego, con soltura y sonrisas.
De acuerdo con Margarita González, directora del hogar que acoge a 18 niños, este tipo de actividad en el Centro Histórico es una vivencia positiva, que desde la primera infancia repercute en el desarrollo futuro y la inserción social.
“Socializan con títeres y payasos, se reúnen con otras personas, pueden apreciar cuadros y conocer sobre su importancia, además de jugar en el parque, divertirse y liberar energía”, destacó la profesional, con más de 36 años de experiencia laboral.
“Son muy activos y alegres, y consideramos vital la interacción que pueda existir entre el hogar, educación y toda la comunidad y organizaciones”, insistió la educadora, al frente de la institución desde que fue creada hace un año.
Cuba estableció un sistema estatal de hogares, en 1984, para acoger a menores huérfanos, abandonados, hijos de madres con padecimientos psiquiátricos, retraso mental e internas, y que abarca varias decenas de casas a lo largo del archipiélago.
La iniciativa de Somos 1 de 2016, recibida con mucho agradecimiento por parte de las instituciones beneficiadas, contó con el apoyo de la Oficina del Historiador y también de la representación en Cuba del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, que proporciona los medios para realizar este trabajo, que concluirá el 24 de agosto. (2016)
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