Por: Edmundo García / La Tarde se Mueve.
El mundo aguardaba, expectante, el anunciado discurso del Presidente Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Contrariamente a lo que propagó la extrema derecha, por estos días más rencorosa y envidiosa de lo habitual por todo lo que está sucediendo en Cuba, el Presidente de los Estados Unidos se expresó con total libertad. Sus palabras tuvieron una gran repercusión y se interpretaron en muchos sentidos; incluyendo los opuestos.
Las autoridades cubanas fueron respetuosas y la delegación oficial que se encontraba en el Gran Teatro, encabezada por el Presidente Raúl Castro Ruz, se puso de pie al concluir la pieza oratoria del invitado y lo saludó comedidamente, con los aplausos que indica el protocolo y el buen gusto.
Quienes revisaron la prensa escrita y los comentarios en los medios de difusión cubanos, pudieron comprobar la existencia de una respuesta general sobre algunos puntos del discurso de Obama que no fueron frontales, ni totalmente claros, y cuya ambigüedad permitía interpretarlos como una intromisión en los asuntos internos de Cuba. Ya se sabe lo celoso que es el pueblo cubano con su soberanía; hasta los gestores del injerencista plan “Zunzuneo” reconocieron con impotencia que los cubanos hacían críticas y chistes políticos, pero si los hacía el extranjero se le reviraban. No hay que equivocarse: Cuba es profunda y es exigente.
Al dejar La Habana el martes 22, el presidente Obama se dirigió a Argentina donde repitió algunas de sus ya repetitivas frases sobre el futuro, la nueva época, el cambio, el sí se puede; sin que mencionara el actual contexto argentino, donde un gobierno “viejoliberal” está llevando al despido de maestros, bibliotecarios, trabajadores de televisiones y teatros; a la vez que disfruta del beneplácito del gran capital internacional y los agroexportadores antinacionales.
Como si de repente se hubiera olvidado de algunas de las cosas que dijo en Cuba, como si no recordara que durante su estancia en La Habana el Secretario de Estado John Kerry sostuvo conversaciones con las partes comprometidas con el logro de la paz en Colombia, el presidente Obama prometió apoyar al derechista Mauricio Macri para que se convirtiera en un líder de influencia continental, para que lleve adelante en la región esa política “impresionante”, que fue como Obama calificó a los primeros cien días de Macri en el gobierno. Ya varios periodistas han advertido que en algunos conatos contra los presidentes Nicolás Maduro y Evo Morales, se pudieron ver personas portando carteles que decían “Viva Macri”.
Recuerdo esto para que se tenga una idea del ambiente de desconcierto que existía en los medios políticos, en la prensa y en las redes sociales sobre el alcance real de las declaraciones de Obama en sus viajes a Cuba y Argentina; cuando este lunes 28 de marzo aparece el esclarecedor artículo del Comandante en Jefe Fidel Castro “El hermano Obama”, que puso las cosas en su sitio. Califico el artículo como esclarecedor por la autoridad histórica, política y moral de quien lo firma, pero también porque a diferencia de otras opiniones sobre el discurso de Obama en La Habana, la opinión escrita de Fidel no se pierde en devaneos, no titubea ni se enreda en si va a molestar a este o al otro. Fidel, como siempre, con una prosa preclara, revela lo que hay escondido y opina desde la historia y con sentido de futuro.
Y por ahí empieza Fidel, por la historia. Porque no hay futuro sólido si no se construye sobre la experiencia; y no hay historia edificante si no se busca y se dice la verdad. La visión de Fidel es en este aspecto muy distinta, mejor dicho opuesta, a la sugerencia de Obama sobre olvidar el pasado para construir el futuro. No, para nada, no se puede construir el futuro si no se tiene en cuenta el pasado. Integralmente, que es lo que señala Fidel a Obama, quien olvidó mencionar la explotación y exterminio de los pueblos nativos, tanto de Cuba como de Estados Unidos, a mano de los llamados “conquistadores”.
Las fuerzas progresistas en Argentina también le exigieron a Obama respeto por la verdad histórica. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, y otros líderes le pidieron que hablara sobre el papel de Estados Unidos en el sostenimiento de las dictaduras militares en Argentina y en América Latina en general. Obama respondió con algunas de esas evasivas a que ya nos tiene acostumbrados. Pero de una cosa sí se puede estar seguro: Obama se llevó el convencimiento de que ni Cuba, ni Argentina, ni América Latina están dispuestas a construir una relación con Estados Unidos que pase por el olvido de la historia. No lo va a lograr Estados Unidos aunque Macri censure a Telesur en Argentina, o quiera salirse de los organismos de integración que han creado los políticos progresistas latinoamericanos.
El periódico Granma publica hoy martes una nota de la redacción internacional titulada “Artículo de Fidel recorre el mundo”, donde reseña parte de las repercusiones que ha tenido la reflexión “El hermano Obama”. No podía ser de otro modo. Fidel lleva tiempo tratando de tú a tú con políticos norteamericanos; conoce muy bien la cultura, la geografía, la psicología social de Estados Unidos.
Hay un pasaje en el artículo de Fidel que es toda una lección para aquellos a quienes nos gusta estudiar y polemizar. Fidel cita primero, brevemente, una frase del discurso de Obama; frase que como recordarán fue aplaudida “disciplinadamente” por algunos de los presentes en el Gran Teatro de La Habana. Dice esa frase de Obama: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado”.
Y es entonces cuando Fidel, que debatiendo es un especialista, aprovecha para lograr un párrafo de máximo alcance, estratégico: “Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada.”
Si alguna prueba faltara para mostrar los dobleces del discurso del presidente Obama, se ha publicado el dato de que solo unas hora después de que se despidiera del pueblo y las autoridades cubanas, el Departamento de Estado anunció un programa que destina 800 mil dólares para formar líderes ilusos para cambiar al gobierno al que supuestamente Obama le está proponiendo trabajar juntos para edificar un mejor futuro para sus pueblos.
Así de sorprendente suele ser la historia: Quien ha sepultado para siempre a la falsa oposición pagada desde el extranjero fue el propio presidente Obama cuando pidió a los cubanos que olvidaran su historia. Un desliz, un error irreparable. Y no hubo entre sus asesores expertos en Cuba uno solo que se lo advirtiera.