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martes, 26 de diciembre de 2017

Fidel Castro y su vestuario poco común

De antemano no voy hablar del traje "verde olivo" o de la guayabera blanca. Un día alguien expresó que los pueblos se parecen a sus líderes-desde luego si llegan a serlo- porque no siempre quien dirige o está en un puesto alcanza el liderazgo. Ahora me atrevo a escribir y asegurar que los cubanos nos parecemos a Fidel y si un día el Comandante en Jefe dijo que en el pueblo hay muchos Camilos, igual hay miles de cubanos que actúan y piensan como Fidel.

Advierto que no pretendo sobrevalorar las cualidades del hombre que nos INDICÓ y muestra por dónde sale el sol, pero los cubanos respiramos desde siempre orgullo por el pasado, por la historia, no olvidamos y somos agradecidos, martianos de raíz, como Fidel. En la sociedad cubana de hoy se mezcla una titánica claridad de mente, de pensamiento, fruto de las enseñanzas del líder. Es lo que más molesta a los medios de Miami. Porque saben que Fidel a pesar de su partida física no deja de estar en cada momento, en la vida de los cubanos.

La cordura de Fidel, el reto para enfrentar en cualquier circunstancia difícil los peligros de fuerzas internas y externas, en el basto magisterio de Fidel Castro, sobresale entre otras virtudes, unido a la modestia, la perseverancia, el poder de la oratoria, el saber de la historia, el lector insuperable, el periodista, el deportista, el diplomático, su ejemplo es múltiple en las más diversas áreas . Esos atributos dan mucha “PICAZON” por las orillas del Miami revuelto y brutal que intenta una y otra vez en no reconocer el coraje, esfuerzo y heroísmos del líder histórico de la revolución cubana. Intentan hoy desde la maldad matar furiosamente el ejemplo de Fidel y manipular su historia tal como ha han hecho con el Che, por eso cada día, como nunca, el sueño de un mundo mejor, de Fidel es digno de ser ensalzado con absoluta transparencia. Imagino que en los planes del ICAI haya muchos proyectos ya de guiones para películas sobre Fidel.

Nosotros los cubanos no somos ni tolerantes, ni implacables, que lo digan los españoles, quienes durante siglos colonizaron nuestra isla, sin embargo sentimos un apego especial por la cultura de la tierra de Cervantes y admiramos a su gente porque allí también hay un poco de nuestro árbol, Fidel siempre nos enseñó a actuar así. Nos gustaría conversar y estrechar los nexos de amistad con los norteamericanos, sin condiciones, pero no podemos, es un delito, lo prohíbe la administración de Donald Trump aupado por los Diaz Balar y los Marquitos Rubios. Así todo el respeto y el cariño por la gente de Estados Unidos, por su pueblo no deja de ser grande tan enorme como la Obamafobia del actual inquilino de la Casa Blanca. Que desconoce de la cultura de la resistencia del pueblo y el gobierno cubanos que es la misma cosa. Cuba siempre ha sabido luchar y vencer desde el cerco que impone el bloqueo norteamericanos y la ignominia de la mentira.

En la isla de Cuba donde nacimos y donde conviven más de once millones de cubanos no hay descanso, leales a su tiempo tiempo, no se nos puede engañar a los de allá o lo que vivimos distantes de la mayor de las Antillas y menos someternos a una seudorrepública como aquella que NO nació en 1902, sino fue impuesta por una enmienda fruto del entreguismo, en un momento donde las fuerzas estaban diezmadas, divididas y las órdenes llegaban desde el norte revuelto y brutal después de habernos arrebatado el triunfo frente al colonialismo español.

Desde mediado del siglo pasado un hombre nacido entre cañaverales y montañas se enfrentó con aquella triste realidad y la venció. Fidel desde el primero de enero de 1959 se compenetró como nadie con la gente humilde, con el negro, hasta entonces tirado a la basura y sometido durante años a la servidumbre, de pronto, como de la noche a la mañana, se vio libre, se sintió persona.

Durante más de medio siglo en su permanente quehacer, Fidel se compenetró tanto con su tierra y su pueblo, que su liderazgo profundamente humanista se hizo parte del destino de la Nación, Fidel Castro es un símbolo indiscutible desde que subió la escalinata del Alma Mater. Los sueños de aquella universidad se extienden por toda Cuba, caminan por el continente y a todo el universo, vestidos de profesionales y educadores. Eso molesta al bando de los que odian. Fidel es la fuerza de la nación y la gente lo sabe, el niño lo conoce, el más viejo lo confirma. Somos optimistas, soñadores, sencillos, enamorados de la obra de la vida.

Los cubanos NO soportamos la injusticia o que alguien pretenda ponernos la bota encima, repudiamos a los serviles, a los que se arrastran y al mismo tiempo compartimos nuestro pan con los más pobres. Los cubanos sabemos compartir tareas y trabajar mejor cuando el jefe no está; y eso es una cultura de hacer miel como las abejas en su colmena. Así vivimos nosotros. Así somos los cubanos, nos parecemos a él, a Fidel.

Fidel vestido de lo que es: un atleta indetenible, nos sigue mostrando que NO ha dejado de estar en las pistas del pensamiento de las ideas, ahora desde la irredenta y rebelde Santiago, allí donde convergen los ideales del maestro Martí, el autor intelectual del Moncada es tanta y grande la gloria unida que enaltece a la patria. Fidel, para siempre. Fidel, resurge como lo que es: un titán frente a los avatares, que resistió las múltiples pruebas de la lucha y enfrentó cientos de planes de asesinato.

Fidel seguirá como el eterno gladiador o Quijote frente a los molinos de cada época, su mirar distante hacia el futuro, sus ideas y su historia no dejará de irradiar confianza y fe en la victoria, como referente de los nuevos caminos a construir . Desde la tercera década del siglo pasado, este hombre nacido entre cañaverales y montañas por el Mayarí de valles y altos picos, se enfrentó con la triste realidad de la colonia- pintada con colores del imperio- y la venció. Es esa la gran virtud de Fidel y al propio tiempo el odio de sus enemigos.

En 1979, antes de viajar a Naciones Unidas, un periodista le preguntó a Fidel Castro por un rumor de que "siempre está protegido por su traje".
Cuando intervino ante la Asamblea de la ONU en 1979.-"¿Cuál traje?", respondió Fidel sacándose el tabaco de la boca para desabrocharse la camisa.

- "Todo el mundo dice que usted tiene un chaleco a prueba de balas", insistió el periodista.

- "No", replicó Fidel entre risas mientras mostraba su pecho. "Voy a desembarcar así en Nueva York. Tengo un chaleco moral que es fuerte. Ese me ha protegido siempre".

Después de la despedida física de Fidel, el héroe volvió a inflar las velas de la embarcación de noviembre y ahora navega hacia puerto seguro de la posteridad, para desembarcar en la historia de la humanidad con su chaleco moral, un vestuario poco común para muchos que suelen creerse estadistas.

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