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jueves, 18 de enero de 2018

Los ataques sónicos de Marco Rubio


Observadores de la política estadounidense sostienen que el senador Marco Rubio viene desarrollando desde hace algún tiempo un proyecto encaminado a convertirse en el primer presidente hispano de Estados Unidos.

La lógica de quienes lo respaldan dentro del establishment republicano reside en que si el partido demócrata pudo hacerlo con un negro y casi lo logró con una mujer, puede ser la hora de que lo intente un hispano republicano que teóricamente disfruta de mayor favor del pentágono y de Wall Street.

El anheloso proyecto de Rubio entraña riesgos y muchos conflictos pero este joven senador parece dispuesto a arriesgar una carrera política convencional que parecía marchar de manera satisfactoria en aras de mantener al partido republicano en la Casa Blanca, en especial en la circunstancia de que la reelección de Trump se ve cada vez más dudosa a la luz de los constantes dislates de éste en el ejercicio de la Presidencia.

Recientemente a Marco Rubio se le ha visto arremeter furioso contra el actual Presidente en la puja por la candidatura republicana y luego aliarse con él desde una posición de chantaje en una comisión senatorial que podría llevarlo a un juicio político en relación con ciertos supuestos arreglos con Rusia una vez en la Casa Blanca.

En la actualidad, Rubio está involucrado profundamente en la arriesgada acusación contra Cuba por los supuestos ataques sónicos que podría prestigiarlo como político habilidoso, capaz de conseguir para Trump una victoria “de la nada” contra la isla rebelde que una docena de administraciones anteriores de los dos partidos no habían podido lograr, aunque ello sea al riesgo de un grotesco ridículo para sí y sus adláteres en la aventura.

División de Operaciones Tecnológicas del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) declaró oficialmente que no ha encontrado evidencia alguna de aquellos supuestos “ataques sónicos” contra personal diplomático de EEUU en La Habana, tras varios meses de investigaciones y cuatro viajes a Cuba con todas las facilidades y apoyo oficial de la máxima dirección del Gobierno cubano de la Isla. Las conclusiones de los investigadores estadounidenses concordaron con las del Comité de Expertos cubanos que condujo una exhaustiva investigación sobre los supuestos incidentes.

Al borde de ser revelada la escandalosa mentira de Rubio contra Cuba, éste y sus patrocinadores han estado apelando a una patraña tras otra, la última de las cuales fue la de someter el caso a un Comité investigador Congresional encabezado por el propio Senador por el Estado de Florida, Marco Rubio. Para evaluar los “ataques” testimoniaron varios congresistas y funcionarios del gobierno pero nuevamente no pudieron hacerlo los supuestos afectados por los pretendidos ataques porque a éstos se les disculpa porque son oficiales y agentes de la inteligencia y la contra-inteligencia de Estados Unidos acreditados en Cuba como diplomáticos y por ello sus identidades no revelarse.

Parece evidente que no ha habido forma de confirmar la existencia de los ataques sónicos que reclama el Senador Marco Rubio y que solo existen en la imaginación del Presidente Donald Trump y el Secretario de Estado Rex Wayne Tillerson.

Para Trump tal cosa revelaría apenas una extravagancia suya más, pero para Rubio pudiera ser su funeral en política.

En tal contexto, el senador elaboró su teoría acerca del origen de los ataques sónicos en desesperado esfuerzo por encontrar chivos expiatorios para una gran mentira.

Según Marco Rubio los ataques han sido tan sofisticados que no se puede siquiera describir cómo han ocurrido. “Podrían ser obra de a) Un grupo contrarios de Castro con el propósito de perjudicar las iniciativas cubanas de dialogar con Obama; b) Una fuerza discrepante dentro del gobierno cubano, o c) Tiene que haber sido un tercer país y la lógica apunta a Rusia y Vladimir Putin”.

En la gran farsa de los ataques sónicos, que ya tiene visos de comedia silente, no se identifican culpables y tampoco se conocen los supuestos perjudicados. Evidentemente, no han existido.

Como principal patrocinador del espectáculo se utilizó al Presidente, Donald Trump, de quien -como señala Michael Wolff en su libro Fuego Y Furia- se ha escrito muchísimo acerca de que “actúa como un niño, sufre de psicopatologías como delirios de grandeza y paranoia, es un ignorante que ni lee ni escucha y es totalmente incapaz de cumplir con los deberes de su cargo”.

Por eso es previsible que dentro de pocas semanas, nadie se acuerde de la farsa de los ataques sónicos de Trump que habrán engrosado la lista de sus “excentricidades”.

Rubio hará todo lo posible por salirse de la escena y pensará: “Perdí, pero fue un buen intento, culparán a Trump”. 

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