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domingo, 7 de enero de 2018

¡Nieve en Cuba!, ¿cuándo, dónde?

La mayoría de los especialistas coinciden en calificar de muy remota la probabilidad de que pueda nevar en determinado punto del país, pues nuestra característica insular hace que en su avance hacia el sur las masas de aire sumamente gélido de origen ártico y los frentes fríos activos provenientes de Norteamérica sean atenuados por las aguas más cálidas del Golfo de México y el Estrecho de la Florida





Foto: Ariel Cecilio Lemus

Acostumbrados a sacar en muy pocas ocasiones los abrigos durante buena parte de los últimos inviernos, no pocas personas y en particular muchos jóvenes se muestran sorprendidos por la persistencia de varios días consecutivos con frío en este comienzo del 2018, principalmente en el occidente y centro del país.

Sin embargo y como lo ha planteado Granma en ocasiones anteriores, para nada ello constituye algo inusual desde el punto de vista meteorológico, pues en las décadas de los 30, 40, 50, 60 y 70 del pasado siglo, por solo mencionar algunos ejemplos, tuvimos temporadas invernales donde hubo temperaturas notablemente bajas.

Vale citar la mínima de 2,0 grados Celsius, medida el 28 de enero de 1940 en el aeropuerto de Rancho Boyeros, en las afueras de la capital, reseñada en medios de prensa de la época.

Reportes muy significativos tuvieron lugar también el 11 de enero de 1970. Así el poblado de Güira de Melena registró 1,8 grados (la más baja de los últimos 50 años en ese momento), mientras los termómetros marcaron 2,5 en Tapaste y 2,9 en la ciudad de Santa Clara.

La habanera estación de Casablanca notificó ¡8,5 grados!, que todavía es el récord vigente para la zona metropolitana de la capital.

Un año después, el 21 de enero de 1971, los campos de caña del central Puerto Rico Libre, en Unión de Reyes, amanecieron cubiertos por una fina escarcha en el momento que la estación meteorológica de la referida localidad matancera tenía una mínima de ¡1,0 grados!

Hubo, además, valores muy significativos en Indio Hatuey con 1,2: Güines, 2,1 y Jovellanos, 2,4.

Y aunque más cercano en el calendario, es indispensable mencionar el récord nacional de frío de 0,6 grados Celsius, establecido en Bainoa el 18 de febrero de 1996, y lo sucedido en la madrugada y primeras horas de la mañana del 15 de diciembre del 2010, al romperse los récords de mínima para el mes en 31 estaciones. Nueve de ellos fueron absolutos, relación encabezada por el reporte de 1,9 grados en Colón, Matanzas.

Pero observaciones hechas por Andrés Poey y Aguirre, precursor de la meteorología científica en Cuba, sugieren que en nuestro país pudieron ocurrir en épocas ya bien lejanas temperaturas inferiores a las anteriormente mencionadas.

En un trabajo investigativo sobre su obra, cuyo autor es el fallecido meteorólogo Roberto Ortiz Héctor, Poey hace alusión a una serie de anotaciones hechas por el Barón Alejandro de Humboldt durante su visita a la mayor de las Antillas en 1800, referentes a la presencia de «heladas» en puntos situados en las cercanías de La Habana.

Igualmente comenta el fuerte invierno de 1845, que produjo escarcha en las afueras de la ciudad de Santiago de Cuba (algo inconcebible para los cubanos de hoy). Dice además que en San Diego Núñez, a 28 leguas de La Habana, se congeló el aceite en las lámparas del alumbrado público.

Lo más insólito de los apuntes de Poey es su referencia a la caída de nieve en una cima montañosa de Pinar del Río, en enero de 1852.

¿Veremos alguna vez las actuales generaciones de cubanos tan llamativo fenómeno?

Sobre el tema la mayoría de los especialistas coinciden en calificar de muy remota la probabilidad de que pueda nevar en determinado punto del país, pues nuestra característica insular hace que en su avance hacia el sur las masas de aire sumamente gélido de origen ártico y los frentes fríos activos provenientes de Norteamérica sean atenuados por las aguas más cálidas del Golfo de México y el Estrecho de la Florida. Por tanto, ello solo podría suceder bajo la persistencia de condiciones meteorológicas extremas y anómalas.

Es oportuno resaltar que si bien hay una marcada tendencia hacia el calentamiento del planeta, de ningún modo eso significa que no haya inviernos intensos, como se viene comportando el actual en gran parte de los Estados Unidos y Europa.

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