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martes, 3 de septiembre de 2019

A 59 años de un bautizo en Quito

Por Pedro Martínez Pírez

Este 2 de septiembre se cumplen 59 años del bautizo en la sede de la Embajada cubana en Quito del niño Fidel Juan Oswaldo Nieves Navarro, el ahijado ecuatoriano del Comandante Fidel Castro.

Los padres de Fidel Juan Oswaldo, el soldado Virgilio Nieves y el ama de casa María Enriqueta Navarro, madre de siete niños, le habían escrito al líder de la Revolución Cubana pidiéndole que fuera el padrino de su hijo. La petición llegó a manos de la eficiente colaboradora de Fidel Castro, Celia Sánchez Manduley, quien transmitió al canciller Raúl Roa García la aceptación del líder cubano, así como la indicación de que los diplomáticos que laborábamos en Quito, efectuáramos el bautizo.

El embajador de Cuba en Ecuador era entonces el doctor Mariano Rodríguez Solveira, quien había sido el Rector de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas cuando yo cursaba estudios en el horario de la noche en ese Centro, y Maríano era mi profesor de Derecho Civil.

Él me pidió que lo acompañara como su secretario en la misión que le encomendaron Fidel y el Presidente Osvaldo Dorticós, y así lo hice luego de pasar un curso de algunos meses en el Departamento de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería cubana, encabezada entonces por el Doctor Raúl Roa García, quien fue uno de mis profesores, y ganó por su brillante y leal ejecutoria el título de Canciller de la Dignidad de Cuba.

El bautizo se efectuó en la sede de la Embajada cubana, situada entonces en la Avenida 6 de diciembre, en Quito, en una fecha histórica para nuestro país: el 2 de septiembre de 1960, cuando en la capital cubana, en Asamblea General, un millón de personas aprobada la Primera Declaración de La Habana, que fue leída por el Comandante Fidel Castro.

Al bautizo asistieron varios familiares del niño, algunos amigos de Cuba y dos integrantes de la delegación cubana que habían asistido unos días antes a la toma de posesión del presidente José María Velasco Ibarra. 

La delegación cubana estuvo presidida por el entonces ministro de economía, Regino Boti, e integrada por el Alcalde de La Habana, Jose Llanusa, y el Jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria, Juan M. Castiñeiras, los tres ya fallecidos al igual que el embajador Rodríguez Solveira.

La más feliz de todas las personas en esa ceremonia era precisamente la madre de Fidelito, convertido desde entonces en ahijado del célebre comandante de la Sierra Mestra.

Pasó el tiempo. El embajador Rodríguez Solveira decidió regresar a Cuba, retornó a la docencia, entonces como Vice Rector de la Universidad de La Habana, y yo asumí como Encargado de Negocios la representación de Cuba en Ecuador durante varios meses.

El Comandante Fidel Castro y Celia Sánchez Manduley no olvidaron al ahijado ecuatoriano, y meses después del bautizo recibí a través de la Cancillería cubana un jarrito con la firma del Jefe de la Revolución que entregué en un acto público en Quito a doña María Enriqueta, quien asistió llevando en sus brazos a Fidelito.

Ese presente con la firma del padrino cubano a su ahijado ecuatoriano fue mostrado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión", en Quito, a los numerosos asistentes a un acto en el cual reclamamos desde la capital ecuatoriana la devolución a Cuba del niño Elián González, algo que la Revolución logró el 28 de junio del año 2000.

Son vivencias que no se olvidan y que vienen a mi mente cada vez que los cubanos celebramos la Primera Declaración de La Habana y el aniversario del bautizo en la Embajada de Cuba en Quito del ahijado ecuatoriano del Comandante Fidel Castro. Una decisión que refleja la nobleza, la generosidad y la grandeza del líder de la Revolución Cubana ante la solicitud de una familia humilde de la Patria de Eloy Alfaro.

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