Mi blog sobre Economía

lunes, 25 de noviembre de 2019

Revelan correos electrónicos del Departamento de Estado estadounidense que implican a Pompeo en el complot de Ucrania de Giuliani

TITULAR25 NOV. 2019



En Washington, correos electrónicos publicados por el Departamento de Estado implican aún más al secretario de Estado, Mike Pompeo, en las medidas que tomó Donald Trump para presionar a Ucrania para que investigara a su rival político Joe Biden y su hijo Hunter, cuestión central de las audiencias de juicio político en curso. Los documentos, publicados el viernes, muestran que, en marzo, Pompeo habló repetidamente con Rudy Giuliani, abogado personal de Trump, mientras Giuliani estaba orquestando una campaña de desprestigio dirigida a expulsar de su cargo a la embajadora de Estados Unidos en Ucrania, Marie Yovanovitch.

En más noticias sobre el juicio político, el principal republicano del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes, ha sido acusado de reunirse con un ex fiscal ucraniano en Viena en 2018. El fiscal Viktor Shokin es una figura clave en los ataques de los republicanos contra Joe Biden y su hijo Hunter. Nunes no ha confirmado su participación en la reunión y ha negado haber formado parte del esfuerzo por sacar a la luz información perjudicial sobre los Biden.

A TRES AÑOS DE SU PARTIDA, MIS RECUERDOS DE FIDEL

Por Pedro Martínez Pírez

Tres años se cumplen este lunes del fallecimiento en La Habana del Comandante Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, a quien siempre admiré por su consagración y entrega a los mejores destinos de la Patria.

Su obra crece con el tiempo y no olvido sus certeras palabras al llegar triunfante a La Habana, el 8 de enero de 1959, cuando advirtió que la Revolución no la había hecho él, sino el pueblo, y que todo sería más difícil a partir del triunfo del primero de enero sobre la dictadura sangrienta de Fulgencio Batista.

Tuve el privilegio a lo largo de mi vida de estar en varias ocasiones cerca de Fidel. Lo veíamos por las noches en la Universidad de La Habana, donde solía conversar con quienes estudiábamos distintas carreras en la Facultad de Humanidades.

Y antes, el 2 de septiembre de 1960, me correspondió ser uno de sus representantes en el bautizo de un niño ecuatoriano en la Embajada de Cuba en Quito.

Y fue allí, en abril de 1961, en los días de Playa Girón, cuando tuve la honra de recibir al artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, quien como muestra de solidaridad con la Cuba agredida por el imperio, me pidió viajar a La Habana y pintar a Fidel.

Pasaron los años y pude estar presente cuando el gran pintor ecuatoriano hizo en una casa de Protocolo en La Habana el cuarto y último retrato a Fidel, que dedicó a los setenta años de vida del Comandante, en 1996.

Mucho antes de ese singular momento había tenido la oportunidad, como periodista, de dar cobertura a la extensa gira de Fidel, desde Conakry hasta Moscú, en 1972, y de entrevistarlo en Nueva York el 12 de octubre de 1979, el día de su brillante intervención en la Asamblea General de la ONU, en representación de Cuba y del Movimiento de los Países No Alineados.

Como enviado de la agencia Prensa Latina, de Radio Habana Cuba y de la televisión cubana, participé en la cobertura informativa de otras actividades realizadas por el Comandante Fidel Castro, dentro y fuera de Cuba. Así, estuve Nueva Delhi en 1983, en Harare en 1986, en Ecuador en la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja, en 1988, al año siguiente en Caracas cuando fue investido Carlos Andrés Pérez, y en 1990 en la toma de posesión de Fernando Collor de Melo.

En 1991 fui uno de los delegados al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en la ciudad de Santiago de Cuba, y allí pude ser testigo del renovado liderazgo de Fidel.

Al año siguiente fui designado por Radio Habana Cuba para dar cobertura a la visita del Presidente Fidel Castro.

Y fue en Sevilla el 26 de julio de 1992, en el Pabellón de Cuba en la Exposición Universal de la capital de Andalucía, cuando hice la más entrañable de todas mis entrevistas a Fidel. Fue el año en que el Comandante asistió a la II Cumbre Iberoamericana en Madrid, a la XXV Olimpiada en Barcelona, a la Feria Mundial en Sevilla, y cuando visitó en Láncara, provincia de Lugo, en Galicia, la choza donde en 1875 nació su padre, Don Ángel Castro Argís.

Son muchos los recuerdos que guardo del Comandante Fidel Castro, con quien estuve en varias ocasiones en los estudios de la televisión cubana, una de ellas su comparecencia sobre la visita realizada a Cuba por el Papa Juan Pablo Segundo, en enero de 1998.

Líder carismático, muy receptivo, con quien pude dialogar sobre temas que van desde la criminal invasión yanqui a la pequeña Granada, en 1983, los célebres encuentros sobre la Deuda Externa o la inauguración de la Casa Guayasamín de La Habana, y a quien acompañé como periodista en la fundación de escuelas en el campo, de cooperativas agrícolas, centros científicos o desafíos de béisbol con su hermano venezolano Hugo Chávez Frías.

Fidel, un hombre sencillamente grande e inolvidable, el estadista y guerrillero que colocó a Cuba en la geografía mundial.

La Habana, 25 de noviembre de 2019.

sábado, 23 de noviembre de 2019

VOLVIÓ CRISTINA Y CON ELLA EL AGUA A SU CAUCE


Con el regreso de Cristina, después de su prolongada estadía en Cuba, el armado del nuevo gobierno comienza a verse más clara. La deuda “eterna” y una idea –no oficial- de pago. En Bolivia y Chile sigue la lucha, algunas señales que insinúan el futuro. 

Cristina regresó de Cuba y da la impresión que las cosas van tomando un rumbo más definido. Si hubo un hecho cargado de simbología fue la reunión realizada, a su regreso, con el Presidente electo. Alberto Fernández fue al departamento de Cristina, allí se reunió con ella y su hijo Máximo, la “Mesa Chica” de las grandes decisiones del próximo gobierno. Ésa es la verdad del poder político real, que puede chocar o no con el poder institucional del que será investido Alberto, como Presidente, a partir del próximo 10 de diciembre. 

Quedó ratificada una primera novedad: Máximo presidiría el futuro bloque oficialista en diputados. Para que ese lugar quede libre, el rosarino Agustín Rossi pasaría a tener su puesto en el gabinete, regresando a la cartera de Defensa que ocupara durante la presidencia de Cristina. De ese modo, aunque resten cuestiones por definir, el Poder Legislativo quedará controlado por la ex Presidenta. Cristina, además de ocupar la presidencia del Senado en su carácter de Vice-Presidenta de la Nación, colocará a alguien de su confianza en la vicepresidencia de esa Cámara y esa persona será –detrás de ella- el segundo en la línea sucesoria. En el Senado fue necesario hacer algunas maniobras para evitar la existencia de dos bloques oficialistas, uno respondiendo a los gobernadores y el otro a Cristina. El cordobés, Carlos Alberto Caserio, cercano a los gobernadores, fue “corrido” hacia el gabinete y el formoseño José Miguel Ángel Mayans, más cercano al cristinismo, quedaría al frente de un bloque único. En Diputados se está desechando la idea de un interbloque (PJ cristinista, PJ gobernadores y Renovadores) y se confirma que Máximo estaría al frente de un bloque único. La otra duda que reaparecerá una y otra vez será la tarea de Sergio Massa, como Presidente de esa Cámara. Él aspira a ser el vínculo de la misma con el Ejecutivo y en esa función tendrá que articular tareas con Máximo, con quien ha desarrollado una buena relación. 

Definido lo que pasa en el Legislativo es bueno echar un vistazo a lo que ocurre respecto a la composición del gabinete del Ejecutivo. Allí, todo parece indicar que aquella afirmación de Alberto en el sentido que la influencia de Cristina en su integración “es igual a cero” no parece confirmarse en la realidad. Cristina, la principal dirigente política del país y que le cediera a Alberto Fernández el primer lugar en la fórmula, se está reservando el derecho al veto de algunos nombres y la proposición de otros que tienen que ver con lugares claves. Todo lo cual está siendo profusamente informado por distintos medios de prensa, además de voceros oficiales y oficiosos. 

En lo que respecta al Poder Judicial, la distribución de responsabilidades parece haberse cerrado con Alberto controlando el ministerio de ese sector y el cristinismo con un peso determinante en el estratégico Consejo de la Magistratura, un organismo vital para la designación, sanción y remoción de jueces y fiscales. Allí el futuro oficialismo contará con mayoría. 

Se pueden cerrar estas breves y provisorias reflexiones planteando que seguramente Cristina y Alberto procurarán –al menos en estos dos primeros años de gobierno- evitar confrontaciones abiertas. A ninguno de ellos les conviene esa perspectiva. Cristina se reserva los instrumentos parlamentarios para evitar que el proyecto económico se incline hacia nuevos ajustes. De esa manera supone que podrá mantener y acrecentar su poder, como reserva del progresismo, al no tener responsabilidad directa en algunas medidas de gobierno que puedan no ser de su agrado. Alberto confía en que la simbología progresista a la que apela sea un puente con el kirchnerismo y con vastos sectores medios. Sabedor del escaso poder territorial que tiene dedicará buena parte de su esfuerzo en construirlo. Su fuerza, ParTE (Partido por el Trabajo y la Equidad), creado por Alberto en el 2012, puede ser uno de los instrumentos de ese objetivo.

( Enviado por mail por Roberto Perdia)



lunes, 11 de noviembre de 2019

BOLIVIA: VOLVEREMOS, VOLVEREMOS, Y SEREMOS MILLONES

Por Julio Yao Villalaz *

Las Fuerzas Armadas de Bolivia le solicitaron al presidente Evo Morales que renunciara, y la Central Obrera Boliviana le pidió que lo reflexionara. Evo dijo “Paz o paz”, no armó a las masas y renunció para evitar mayor destrucción y proteger a los más humildes. Tan pronto dimitió, allanaron y vandalizaron su casa. 

Lo que pidieron las FFAA ya lo había prometido Evo: para mantener la paz, llamaba a nuevas elecciones. Evo sacrificaba así el triunfo indiscutible que obtuvo en las urnas el 20 de octubre con más de 670,000 votos por encima de Carlos Mesa, que lo eximía de una segunda vuelta. 

No conformes con las nuevas elecciones – a las que no estaba obligado -- le dieron un ultimátum para que desapareciera del mapa.

Días antes, la Policía se había rebelado y acuartelado, en traición a su mandato constitucional, dejando sin protección al gobierno, a la población y al país en manos del caos y de hordas racistas de Santa Cruz, donde residen los ricos de Bolivia.

Las Fuerzas Armadas – penúltima trinchera de defensa (la última es el pueblo) -- se entregaron al golpe de Estado de los Comités Cívicos de Luis Camacho y la ultraderecha, enemiga del progreso que ha hecho de Bolivia el país más exitoso a nivel regional y mundial (Julio Yao, “Bolivia, entre la democracia participativa y el golpe de Estado”, La Estrella, 7 de noviembre de 2019). 

Detrás está la guerra de quinta generación de EU, desesperado porque las más grandes reservas de litio del mundo (el 70% es de Bolivia) pudieran quedar en manos de China o Rusia. El litio es el mineral estratégico más importante en las tecnologías del futuro, y el golpe ubica a EU en el área más valiosa de América del Sur, con fronteras de cinco países clave. Bolivia cuenta con los más valiosos minerales del mundo, principalmente el estano, que ha sido bendición y maldición para su pueblo.

No se le permitió al presidente terminar su período constitucional, el próximo 21 de enero. Además de violar la Carta de la ONU, el golpe de Estado viola la Carta de la OEA, que ha amenazado a los países insumisos con aplicarles la mal llamada Carta Democrática, paradójicamente pensada para evitar los golpes de Estado. Paradójicamente, porque es el gobierno de Evo Morales el más democrático y ejemplar de la región. 

La derecha fascista gritó fraude antes de empezar las elecciones (20 de octubre) y lo reiteró al día siguiente. Luego pidió un recuento de votos. Después, la renuncia simple y llana del presidente Evo, una “orden dictatorial e inconstitucional”, como la calificó el propio presidente. 

Peor aún, ahora la derecha no quiere solamente que el presidente Morales no culmine su mandato constitucional sino que desaparezca del mapa y dé lugar a un gobierno de transición que organice las elecciones, en las que Luis Camacho, autoproclamado dictador, prohibe participar al propio Evo y a su Vicepresidente, Álvaro García Linera. 

Los Comités Cívicos están destruyendo el país; cerrando y quemando las instituciones del Estado, medios de comunicación de radio, prensa y tv; violando y ultrajando a miles de mujeres; matando indiscriminadamente e incendiando las casas de servidores del Estado, entre muchas barbaridades nunca antes vistas en Bolivia, Guiness Record en golpes de Estado, antiguamente el más pobre de la región junto a Haití.

El golpe de Estado es una venganza clasista de quienes, aliados a las empresas y bancos occidentales, quieren recuperar las riquezas que perdieron bajo Evo.

Bolivia hoy, gracias a Evo, tiene el más alto índice de desarrollo humano de la región y no ha necesitado al FMI ni a EU para desarrollarse.

EU, que desarrolla una guerra de quinta generación contra Bolivia (sus mercenarios son guardaespaldas de Camacho), quiere repetir el libreto de Libia, que, luego de ser felicitada por la ONU en derechos humanos, fue destruida por la OTAN (EU) con el fin de adueñarse de su petróleo.

Camacho, ahora distanciado de Carlos Mesa y angustiado porque la OEA podía reconocer el triunfo de Evo, se opuso al áudito porque, si se decantaba por Evo, sería Mesa y no Camacho, quien volvería a rivalizar con Evo y por eso aceleraron el golpe.

Pero todo sale a la luz, tarde o temprano. 

La presidenta de Bolivia, Lidia Gueiler (1979-1980) fue derrocada por el golpe del general Luis García Meza en 1980, instigado por el Plan Cóndor (EU).

En 1980, Lidia Gueiler presidía temporalmente Bolivia y preparaba las elecciones de junio de 1980 que ganó Hernán Siles Zuazo, que había escapado milagrosamente de un atentado a su avión. Pero este último no pudo asumir el poder porque el 17 de julio de 1980 un grupo de militares ligados al narcotráfico, liderados por el general de División, Luis García Meza, derrocó a Lidia Gueiler. 

A Lidia Gueiler le entregaron una carta de renuncia para que la firmara (igual que intentaron con Evo), y por esta razón Siles Zuazo no pudo asumir la presidencia. Luis Camacho siguió con Evo el mismo modus operandi que con Lidia Gueiler, toda vez que su poderosa familia, ligada a negocios turbios, apoyó a los militares en esa coyuntura.

Pero quién es Camacho? 

Según el diario de Bolivia, Correo del Sur (4 de noviembre de 2019), “Vinculan a líder golpista de Santa Cruz con el caso de corrupción Papeles de Panamá” (Julio Yao, Los papeles de Panamá, una conspiración de Occidente”, conferencia dictada el 16 de diciembre de 2016, a la Alianza Estratégica Nacional, https://www.alainet.org/es/articulo/177714). 

Luis Camacho tuvo el rol de ‘intermediario’ y podría haber favorecido el ocultamiento de fortunas, el lavado de dinero y evasión de impuestos, según un informe de la Comisión Legislativa que investigó el caso Papeles de Panamá.

“Camacho creó tres sociedades: Medis Overseas Corp., Navi International Holding y Positive Real Estates, mientras que como officer fue beneficiario de las dos últimas. Con esos elementos, la Comisión señaló que Camacho, como intermediario, pudo ayudar a bolivianos a ocultar fortunas y otras irregularidades.”

Luis Camacho, autoproclamado Mesías como Guaidó, es un verdadero asesino, usurpador, esbirro y sicario internacional. 

Si en Bolivia masacran a miles como en los golpes de Estado de Guatemala con Arbenz y Chile con Allende, en vez de clamar “Paz o Paz” como Evo, es posible que muchos griten Patria o Muerte, Venceremos!, porque, como evocó hoy el vicepresidente García Linera al martirizado Tupac Katari: “Volveremos, volveremos y seremos millones”.

* Analista Internacional y ex asesor de política exterior.

viernes, 8 de noviembre de 2019

El presidente Trump no ocupará su cargo en marzo de 2020, según Anthony Scaramucci


El ex director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, predijo que los legisladores republicanos presionarán al presidente Trump para que deje el cargo en marzo de 2020.

“Cuando hablas en privado con los republicanos electos descubres que no soportan al presidente. Son conscientes de que el presidente es una persona al margen de la ley, básicamente un criminal”, le dijo Scaramucci a On the Move de Yahoo Finanzas.

“El gorrón”, como lo llaman sus amigos, actualizó su predicción anterior en la que había afirmado que los líderes republicanos de Capitol Hill le pedirían al presidente que abandonara el cargo antes de fin de año. “Por desgracia, entendí mal esa parte”, dijo Scaramucci. “Contaba con un nivel de valor y patriotismo de mis colegas republicanos que todavía no habíamos alcanzado”.

Pero Scaramucci, un experto en política que formó parte del comité de finanzas de Trump en 2016 y se unió a la administración durante un breve período de 11 días como director de comunicaciones en 2017, dijo que el índice de aprobación del presidente sigue cayendo a medida que la investigación por su juicio político revela más escándalos en la Casa Blanca.

Scaramucci dijo que los republicanos no pueden ignorar las nuevas encuestas de Fox News y NBC/Wall Street Journal que muestran que un número creciente de estadounidenses, exactamente el 49%, quieren que destituyan a Trump de su cargo. “Predigo que llegará al 60% y cuando alcance ese nivel los republicanos tendrán que cortar por lo sano”. 

Lanzar un PAC para vencer a Trump

Hace poco, Scaramucci presentó la documentación para crear un comité de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) que utilizará sus fondos para derrotar a Trump si no deja el cargo antes de las elecciones presidenciales de 2020.

“Estoy aumentando los activos. A inicios de enero realizaré un anuncio sobre la cantidad de activos que hemos recaudado y revelaré hacia dónde vamos a apuntar”, confirmó.

El PAC de Scaramucci se centrará en 11 estados pendulares como Ohio, Michigan y Florida. Se enfocará en los votantes suburbanos “para explicarles lo que les está haciendo realmente el presidente a sus hijos”, dijo. “La parte superior de la cadena de mando no puede estar ocupada por una persona que se salta la ley, cuando se supone que es el primer agente de la fuerza del orden en Estados Unidos”.

La lealtad republicana a Trump

Scaramucci sospecha que los votantes se han desconectado por las “mentiras repetidas” y el “acoso” del presidente. Entre los votantes republicanos, el índice de aprobación de Trump ha caído ocho puntos desde septiembre, hasta rozar el 74 %, según una encuesta realizada recientemente por ABC News Washington Post. Pero el 61 % aprueba firmemente el desempeño de Trump como presidente, que esencialmente no ha cambiado. Es una de las razones por las que Scaramucci dice que los líderes republicanos todavía defienden a Trump públicamente, pero lo destrozan en privado.


El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, saluda mientras aborda el Air Force One que partirá del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, después de asistir a un combate de MMA celebrado la noche anterior en la ciudad de Nueva York, el 3 de noviembre de 2019. (Foto de Andrew CABALLERO-REYNOLDS/AFP vía 

“El presidente intenta avergonzar a las personas. Intimida a la gente”, dijo Scaramucci. “Recuerda que tenemos que ser 100 % leales a él como si fuera David Koresh o Jim Jones de la tragedia de Jonestown. Si no eres 100 % leal a él, se enfurece”.

Scaramucci dijo que los republicanos debían haber procedido antes, a pesar de lo que él califica como su “miedo a actuar”.

“La maldad del presidente no habría durado tanto. Quiero decir que están sobreestimando su poder de intimidación”, apuntó. “Y están subestimando cuán buenos podrían ser tras su partida”.


jueves, 7 de noviembre de 2019

El bien mayor del hombre

Por Guillermo Castro H.

Para Aida Migone,

profesora de historia

en el Liceo Manuel de Salas,

colegio y escuela de mi generación

en Santiago de Chile, tantos años atrás

Un periodo especialmente fecundo en la vida de José Martí es el que va de enero de 1891, cuando publica el ensayo Nuestra América, y el 19 de mayo de 1895, cuando cae en combate por la liberación de Cuba del dominio colonial español. Fueron aquellos los años de creación del Partido Revolucionario Cubano y su periódico Patria. Fue entonces, también, cuando tuvo lugar la transformación de la última guerra de Independencia de Hispanoamérica en la primera de liberación nacional de nuestra América, que sentó las bases de la extraordinaria capacidad de resistencia de Cuba ante la agresión extranjera, y de su capacidad para contribuir al equilibrio del mundo.

En su aporte a esa transformación, tuvo un papel destacado la capacidad de Martí para incorporar a ella la experiencia derivada de su compromiso con la vida y las luchas de los pueblos latinoamericanos, y su observación atenta del devenir de la sociedad norteamericana entre 1881 y 1890. De allí que abordara la situación de la Cuba de su tiempo desde un análisis político íntimamente vinculado al sustrato cultural de su identidad nacional. “Tienen otros pueblos”, dijo, “y entienden que es trabajo suficiente, un solo problema esencial”:

en uno, es el de acomodar las razas diferentes que lo habitan; en otro, es el de emanciparse sin peligro de los compromisos de geografía o historia que estorban su marcha libre; en otro, es, principalmente, el conflicto entre las dos tendencias, la autoritaria y la generosa, que con los nombres usuales de conservadores y liberales dividen a los pueblos. Y en Cuba, sólo segura porque el alma de sus hijos es de alientos para subir a la dificultad, hay que resolver a la vez los tres problemas.[1]

Los problemas de Cuba, por otra parte, debían ser encarados en una circunstancia inédita: la del ingreso del capitalismo norteamericano a la fase imperialista de su desarrollo, que lo llevaría – una vez completada su expansión territorial a cuenta de Francia y de México – a ingresar en la disputa por la hegemonía en el mercado mundial. En esa disputa, sus primeras áreas de interés serían el Caribe hispano – Cuba, Puerto Rico y el Istmo de Panamá - y la América del Sur, en particular Argentina, Chile y Perú.

Esto, para Cuba, exigía la conquista de una soberanía nacional sólidamente fundamentada en la soberanía popular – y no meramente oligárquica, como había ocurrido en el resto de la América española. Esa tarea, de una simultaneidad inédita en nuestro siglo XIX, exigía liberar al pueblo cubano del colonialismo español para protegerlo del imperialismo norteamericano. Esto explica que la organización creada por Martí y sus compañeros para lograr “la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”, y fundar “un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud” no se llamara Partido Independentista, sino Partido Revolucionario Cubano.[2]

Lo revolucionario de ese partido incluyó, además, percibir las contradicciones en curso en el sistema mundial – en el que se gestaban ya las luchas anticoloniales que marcarían el ingreso al siglo XX en la India, China, el Sudeste de Asia y el Medio Oriente -, y adoptar una clara posición frente al incremento de las rivalidades entre potencias imperialistas. Al respecto, el Manifiesto de Montecristi, que llamó al alzamiento de los cubanos contra el colonialismo español, advertía que

La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo. Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo.[3]

Llegar a ese planteamiento no había sido sencillo. Meses antes, un texto ejemplar – “El alma de la revolución y el deber de Cuba en América”- daba cuenta de la intensidad de los debates que el tema provocaba en el Partido Revolucionario Cubano. Allí señaló Martí:

Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son sólo dos islas las que vamos a libertar. ¡Cuan pequeño todo, cuán pequeños los comadrazgos de aldea, y los alfilerazos de la vanidad femenil, y la nula intriga de acusar de demagogia, y de lisonja a la muchedumbre, esta obra de previsión continental, ante la verdadera grandeza de asegurar, con la dicha de los hombres laboriosos en la independencia de su pueblo, la amistad entre las secciones adversas de un continente, y evitar, con la vida libre de las Antillas prósperas, el conflicto innecesario entre un pueblo tiranizador de América y el mundo coaligado contra su ambición.[4]

Aquella obra de previsión continental ha venido ya a ser global. Hoy, nuestras gentes contribuyen al esfuerzo por culminar la transición hacia un sistema mundial que será nuevo en la medida en que llegue a ser una república moral de los pueblos, en el que el bien mayor de todos se exprese en la armonía de los humanos entre sí, y con su entorno natural. Del Bravo a la Patagonia, estamos en marcha otra vez.


Alto Boquete, Panamá, 3 de noviembre de 2019


[1] “Los cubanos de Jamaica en el Partido Revolucionario”. Patria, Nueva York, 18 de junio de 1892. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. II: 21 – 22.

[2] “Bases del Partido Revolucionario Cubano” [1892]. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. I: 279.

[3] “Manifiesto de Montecristi”. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. IV: 101

[4] “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la revolución y el deber de Cuba en América”. Patria, 17 de abril de 1894. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. III: 142-143.
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sábado, 2 de noviembre de 2019

Muñoz Marín y Cuba en tiempos de la vitrina

Por Manuel de J. González 

“¿Quién abrirá mis cajones?, ¿quién leerá mis canciones con morboso placer?” Así dice una canción de Joan Manuel Serrat (Si la muerte pisa mi huerto) y el verso que de ella trascribo viene al caso cuando se piensa en la labor de los historiadores. A ellos les toca abrir los “cajones” que guardan (u ocultan) eventos de otros tiempos y supongo, como dice el cantor catalán, que lo que en ellos encuentran a veces les provoca “morboso placer”. Porque a diferencia de las personas que escribieron o provocaron lo que está en los cajones, los historiadores tienen la enorme ventaja que les da el tiempo. ¿Acaso no nos causa un cierto placer morboso leer ahora –en tiempos de la Ley PROMESA, y de tantas cosas más– que, según Luis Muñoz Marín, la ruta de los cubanos que pelearon en Sierra Maestra y la suya, la que él buscó para Puerto Rico en 1952, conducían a una misma “libertad política”? 

Más placer causa conocer, gracias a libros como este, que cuando Muñoz se sintió obligado a excarcelar a Pedro Albizu Campos, le escribió a su amigo José Figueres para que fuera él quien le solicitara el indulto. Así podía decir que lo hacía porque un colega de la llamada “izquierda democrática” se lo había solicitado por razones humanitarias y no por los reclamos que recibía desde todo el mundo, sobre todo desde América Latina.

Los historiadores no hacen su trabajo buscando ese placer oculto de que hablaba Serrat, pero supongo que no está de más sentirlo cuando se hurga en el período de la historia puertorriqueña al que se refiere este libro y del que surgieron tantos mitos. En medio de esa mitología nació y creció la generación a la que pertenezco y las fantasías fueron tantas, y tan grandes, que, aún después de todo lo que ha ocurrido en las primeras dos décadas del nuevo siglo, todavía hay un sector grande del pueblo puertorriqueño que sigue inmerso en ellas, como si aún existiera la “vitrina” de la que tanto se habló.

Ahora ya se habla más de “vitrina rota” que de “vitrina de la democracia”, y se mira con cierta sorna a quienes insisten en seguir promoviendo aquella fantasía, pero en 1959 estaba tan enraizada y era tan creída por sus protagonistas que, según nos cuenta este libro, Muñoz Marín gestionó en múltiples ocasiones una reunión con Fidel Castro para explicarle al joven líder cubano las particularidades del “exitoso” modelo puertorriqueño. Mientras Muñoz recurría a distintos intermediarios para tratar de reunirse con Fidel, entre ellos el Presidente de la firma Bacardí, no sabía que el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, se le había adelantado. Tan temprano como abril de 1959, apenas tres meses después de que el líder revolucionario entrara victorioso a La Habana, Nixon “trató de insinuarle” que enviara a Puerto Rico a alguno de “sus principales asesores económicos para que conversara con Muñoz Marín” sobre sus programas para atraer “capital privado”. Dice Nixon en la minuta que preparó sobre la reunión que tuvo con Fidel Castro: “Esta sugerencia no lo entusiasmó mucho y señaló que el pueblo cubano era ‘muy nacionalista’ y sospecharía de cualquier programa iniciado en un país considerado una ‘colonia’ de Estados Unidos.” Cuando Nixon le aclaró que Muñoz había sido uno de sus defensores mientras estaba en Sierra Maestra, reconoció que ese había sido el caso “pero dejó claro que no quería tener nada con él, al menos públicamente.”

Dentro de su insularismo y en medio de su todavía muy viva euforia “vitrinera”, Muñoz y su gobierno fueron incapaces de ver que para la mayoría de los latinoamericanos, aun tras las reformas de lo que llamaron “Estado Libre Asociado”, Puerto Rico seguía viéndose como la colonia que era. A quien visualizaban como verdadero representante de Puerto Rico era a Pedro Albizu Campos, de quien Muñoz en aquel momento era, precisamente, el carcelero.

En muchas páginas de este libro vemos cómo el fantasma de aquel encarcelado, junto con la realidad de la continuidad del coloniaje, aparecen todo el tiempo en el camino del grupo de dirigentes puertorriqueños que, con Muñoz a la cabeza, afanosamente buscaban darle legitimidad al ELA. Esa búsqueda de legitimidad se basó en el mercadeo de dos elementos que consideraban definitorios y hasta “pilares” del “nuevo” estatus, a saber, el “éxito” económico de Puerto Rico y la posibilidad de servir como intermediarios ante Estados Unidos.

Kennedy y Luis Muñoz Marín

El “éxito” económico podía efectivamente actuar como “vitrina” en los últimos años de la década del ’50 y del ’60, frente a una América Latina plagada de dictaduras retrógradas donde la omnipresente oligarquía impedía cualquier asomo de progreso, perpetuando la pobreza. En esos años, las medidas implantadas desde la administración de Rexford Tugwell, continuadas y ampliadas por Muñoz, (junto a la enorme ola migratoria de la posguerra que expulsó parte de la pobreza) habían logrado modernizar la economía puertorriqueña. Para Muñoz y su grupo la clave de aquel proceso fue la atracción de capital industrial estadounidense. Por otro lado, las reformas políticas implantadas entre 1948 y 1952, cuando Estados Unidos autorizó la elección del gobernador y la adopción de una constitución que rigiera sobre asuntos internos, le dieron al gobierno puertorriqueño un aire de país autónomo. Muñoz hizo todo lo posible por “estirar” al máximo ese aire tratando de proyectarse como un verdadero jefe de estado, un verdadero “colega” de sus amigos, el costarricense José Figueres y el venezolano Rómulo Betancourt.

Además, tanto frente a los dos mencionados como ante otros dirigentes latinoamericanos promotores del liberalismo democrático, el liderato puertorriqueño podía jugar entonces con cierta efectividad el papel de intermediario con Estados Unidos. Casi todos esos dirigentes se enfrentaban a dictaduras propias o vecinas que se mantenían gracias al apoyo constante que venía desde Washington. Puerto Rico y Muñoz podían considerarse útiles para tratar de influenciar a Estados Unidos a que cambiara el énfasis de su política de los dictadores a los nuevos líderes liberales.

Como se explica con mucho detalle en los últimos capítulos de este libro, esa posible labor intermediaria creció exponencialmente con la llegada de John F. Kennedy a la presidencia de Estados Unidos. Contrario a los Republicanos, que se decantaban por las dictaduras rancias y la promoción descarnada del capital invasor, Kennedy creyó que podía detener con mayor efectividad el comunismo haciendo un esfuerzo por reducir la pobreza (o, al menos, proyectando ese esfuerzo) y limitando el apoyo del Norte a las dictaduras oligárquicas que subsistían en la región. Esa estrategia de la nueva administración Demócrata contó con el liderato gubernamental puertorriqueño que más que aceptar colaborar, adoptó como propia la tarea y puso todo su entusiasmo en ella.

Para ganar una idea de hasta dónde llegó aquella estrategia, alimentada tanto por Muñoz como por Estados Unidos, comparemos por un momento la imagen que proyecta el Gobernador de Puerto Rico en estos momentos, en la segunda década del siglo XXI, con la que se quiso proyectar en los primeros dos años de la década de 1960. El de ahora no es visto más que como el simple administrador de un “territorio”, que sólo mira hacia el Norte, a donde acude en todo momento a buscar “ayudas” y “fondos”, o a implorar cambios en las leyes que nos aplican y sobre las que no tiene ningún control. En cambio, el gobernador del año ’59 o ’61 era parte de la “izquierda democrática” latinoamericana, que desde su país mandaba emisarios o delegados a los cónclaves que se celebraban en el continente, mientras simultáneamente trataba de influenciar la política estadounidense hacia la región. Sin duda, el liderato de Muñoz, comparado con el que ahora proyectan personas como Ricardo Rosselló y Alejandro García Padilla, hace una gran diferencia. Pero también lo hace la creencia muy enraizada que tenía aquel grupo del pasado de que en realidad era “autónomo” y que podían actuar como verdaderos jefes de estado. Ese elemento subjetivo, unido a la sensación de éxito que les permitía el crecimiento económico que entonces se experimentaba, hace una gran diferencia entre uno y otro gobierno.

Sin embargo, en el fondo de todo había una misma realidad objetiva que tarde o temprano terminaría cortando los aires de potencia regional, o de jefatura de estado, que quiso jugar el liderato puertorriqueño de aquellos años. Muñoz intentó cumplir la función de mediador o puente, tratando a la misma vez de mantener al gobierno de Puerto Rico como una entidad separada, que sólo servía de enlace entre los latinoamericanos y Estados Unidos, pero esa tarea no era posible, o no podía ser “sostenible” porque independientemente de lo que soñaba el liderato puertorriqueño de aquellos años, la realidad colonial no había cambiado. Por eso la pretendida función de ente autónomo desaparecería muy pronto, convirtiéndose el liderato puertorriqueño en un mero instrumento, bastante patético, de la política exterior de Estados Unidos.

Lo que sucedió con dos “hombres de Muñoz” de aquellos años –Arturo Morales Carrión y Teodoro Moscoso– dramatiza ese camino azaroso que los llevó de la pretendida mediación autónoma al burdo instrumento. Morales comenzó siendo enlace o delegado de su gobernador con otros “colegas” de la izquierda democrática y terminó siendo un oficial más del “State Department” donde llegó a ocupar el cargo de secretario adjunto para América Latina. El camino de Moscoso fue un poco más tortuoso y algo dramático porque un día, como embajador de Estados Unidos en Venezuela, cometió la torpeza de querer visitar la Universidad de Caracas donde estuvo a punto de ser linchado por estudiantes que denunciaban la reciente invasión militar a Cuba en Playa Girón. Mientras literalmente se refugiaba en la Facultad de Arquitectura, donde eventualmente fue rescatado por fuerzas policiales venezolanas, perdió importantes documentos que evidenciaban los planes de su gobierno (el de Estados Unidos) en América Latina que fueron a parar a manos de la verdadera izquierda venezolana. 

La escena de un Moscoso rescatado del cerco tendido por estudiantes venezolanos, quienes lo veían como un personero del imperialismo que combatían, dramatiza el fracaso de la labor de “intermediario” que pretendió jugar Muñoz Marín amparándose en el llamado Estado Libre Asociado. Jamás quiso ver que las reformas que logró obtener entre 1948 y 1952, obviamente positivas, nunca cambiaron la esencia del coloniaje. La oportunidad de elegir el gobernador con poderes recortados y la redacción de una Constitución, no terminaron con los “poderes plenarios” que el Congreso estadounidense siguió ejerciendo, como quedó demostrado cuando esa misma constitución, ya votada por los puertorriqueños, fue enmendada unilateralmente por dicho cuerpo. Esa realidad tarde o temprano terminó imponiéndose y por eso, en abril de 1959, cuando el nuevo gobierno cubano apenas empezaba, Fidel Castro le dijo con toda claridad a Nixon que su pueblo no aprobaría que él se reuniera en público con el portavoz de una colonia.

Por aquellos años era muy conocido en Cuba el poema Canción puertorriqueña de Nicolás Guillén, incluido en un libro publicado en 1958, que empieza así: 

“¿Cómo estás Puerto Rico,

tú de socio asociado en sociedad?” 

Y luego, teniendo presente aquel cuento de la “vitrina”, tan de boga entonces, dice el poema:

“Juran los que te matan

que eres feliz… ¿Será verdad?

….

de un empujón te hundieron en Corea,

sin que supieras por quién ibas a pelear,

si en yes,

si en sí, 

si en bien,

si en well, 

si en mal,

si en bad, si en very bad!”

Obviamente, el “socio asociado en sociedad” personificado en Luis Muñoz Marín no podía servir de interlocutor o intermediario entre Cuba, cuyo nuevo liderato trataba de reafirmar su independencia, y Estados Unidos el país que José Martí había descrito como el “Norte revuelto y brutal que nos desprecia”.

Nota final

Este libro representa una buena aportación al conocimiento de un importante periodo de la historia puertorriqueña todavía poco explorado. Aquí el lector descubrirá muchas situaciones interesantes porque, al sacar a la luz del sol situaciones cuidadosamente ocultadas, los historiadores sirven como “delatores” y esa labor casi siempre ayuda a derrumbar mitos. Eso, de por sí, es una gran aportación. Además de esa labor de “delación”, la investigación histórica también nos da los instrumentos necesarios para ayudarnos a entender el presente que, en el caso de Puerto Rico, sigue siendo azaroso. Gracias al autor por invitarme a prologarlo.